Sigue el teatro venezolano ganando escenarios y aplausos allende las fronteras. Si este año no menos de ocho piezas se escenificaron en Estados Unidos, Argentina y España, el 2008 ya tiene en agenda sendas obras de Isaac Chocrón y Gustavo Ott en salas de Nueva York y Washington. Y como es lógico la prensa ya maneja las respectivas informaciones. Después vendrán las críticas respectivas. Y la historia, con sus análisis, se seguirá escribiendo, mientras unos pocos nos preguntaremos por qué aquí, en la patria de Simón Bolívar, se escenifican pocos autores criollos. Mientras llegan esas respuestas o explicaciones maquiavélicas, que son las que más abundan, hay que enterarse de lo que está programado,por ahora.
¿Qué tienen en común un sacerdote católico, un profesor judío y un estudiante? Descúbralo en Escrito y sellado, una historia que demuestra que los amigos pueden ser la mejor familia. Así, ha comenzado la promoción en Nueva York del espectáculo del grupo Repertorio Español, importante institución teatral latina en Estados Unidos. Ahí, para el 11 de enero de 2008, a las ocho de la noche, en su sala de la calle 27, está pautado el estreno del montaje basado en el texto de Isaac Chocrón (Maracay, 1930), bajo la dirección de René Buch.
Escrito y sellado, cuya exhibición en la temporada caraqueña de 1993, se le debe al director Ugo Ulive y los actores Carmen Palma, Fausto Verdial, Luigi Sciamanna, Gonzalo Velutini y Astrid Mujica, pertenece al exclusivo Teatro Venezolano del Sida, asombroso movimiento de artistas e intelectuales destinado a difundir informaciones y situaciones comprometida en torno a la epidemia del VIH o el retrovirus del Sida por intermedio de eventos escénicos; aguerrida manifestación cultural que tuvo su “reventón” desde 1989, aunque Síndrome, la primera pieza, la escribió Amado Naspe en 1987.
Chocrón (77 años), como lo afirma en nuestro libro El arte del Sida (1993), pergeñó Escrito y sellado a lo largo del año 1992, mientras estaba en la Universidad de Alburquerque, como profesor, y donde él conoció al sacerdote católico José Rodríguez, un ser conflictúado que como dramaturgo convierte en uno de los tres personajes de su pieza. “La circunstancia de mi obra, la 16 que escribo, número casi cabalístico, porque Santa Teresa de Jesús -yo creo que soy el único judío del mundo que es teresiano- fundó 16 conventos, es el Sida, pero no es el tema; y está el Sida, porque uno de los personajes,‘el profesor Saúl’ va a Alburquerque a continuar su duelo, a consecuencia del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), de su gran amigo ‘Luis’, que es otro de los personaje de mi pieza”.
Pero el gran tema de Escrito y sellado es la transformación de dos seres a través del conocimiento de cada uno: “Saúl” y “el padre Miguel”, quien también está afectado por el VIH. “No es un panfleto sobre el Sida ni tampoco es una pieza que muestra los aspectos de la enfermedad. Lo que exhibe es cómo se puede manejar a ese flagelo de una manera positiva. Yo espero que mi obra contribuya, un poco, a varias cosas: que se acabe ese tabú hacia dicho Síndrome, y que nos podamos enfrentar a esa pandemia como una enfermedad más. Lo que quiero es reflejar que la muerte de una persona no significa la desaparición, significa algo más allá; es el alma que queda, su ánima en la memoria de los seres queridos y hasta hablas con ella. Pienso que la muerte es únicamente un tránsito, que es parte de la vida. Antes creía que era un error, una tragedia, una desesperación. Lo importante es no tener miedo por ese final, sino aprender que es una continuación de la vida misma. La prueba de ello es el recuerdo vivo que queda de la persona”.
¿Qué tienen en común un sacerdote católico, un profesor judío y un estudiante? Descúbralo en Escrito y sellado, una historia que demuestra que los amigos pueden ser la mejor familia. Así, ha comenzado la promoción en Nueva York del espectáculo del grupo Repertorio Español, importante institución teatral latina en Estados Unidos. Ahí, para el 11 de enero de 2008, a las ocho de la noche, en su sala de la calle 27, está pautado el estreno del montaje basado en el texto de Isaac Chocrón (Maracay, 1930), bajo la dirección de René Buch.
Escrito y sellado, cuya exhibición en la temporada caraqueña de 1993, se le debe al director Ugo Ulive y los actores Carmen Palma, Fausto Verdial, Luigi Sciamanna, Gonzalo Velutini y Astrid Mujica, pertenece al exclusivo Teatro Venezolano del Sida, asombroso movimiento de artistas e intelectuales destinado a difundir informaciones y situaciones comprometida en torno a la epidemia del VIH o el retrovirus del Sida por intermedio de eventos escénicos; aguerrida manifestación cultural que tuvo su “reventón” desde 1989, aunque Síndrome, la primera pieza, la escribió Amado Naspe en 1987.
Chocrón (77 años), como lo afirma en nuestro libro El arte del Sida (1993), pergeñó Escrito y sellado a lo largo del año 1992, mientras estaba en la Universidad de Alburquerque, como profesor, y donde él conoció al sacerdote católico José Rodríguez, un ser conflictúado que como dramaturgo convierte en uno de los tres personajes de su pieza. “La circunstancia de mi obra, la 16 que escribo, número casi cabalístico, porque Santa Teresa de Jesús -yo creo que soy el único judío del mundo que es teresiano- fundó 16 conventos, es el Sida, pero no es el tema; y está el Sida, porque uno de los personajes,‘el profesor Saúl’ va a Alburquerque a continuar su duelo, a consecuencia del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH), de su gran amigo ‘Luis’, que es otro de los personaje de mi pieza”.
Pero el gran tema de Escrito y sellado es la transformación de dos seres a través del conocimiento de cada uno: “Saúl” y “el padre Miguel”, quien también está afectado por el VIH. “No es un panfleto sobre el Sida ni tampoco es una pieza que muestra los aspectos de la enfermedad. Lo que exhibe es cómo se puede manejar a ese flagelo de una manera positiva. Yo espero que mi obra contribuya, un poco, a varias cosas: que se acabe ese tabú hacia dicho Síndrome, y que nos podamos enfrentar a esa pandemia como una enfermedad más. Lo que quiero es reflejar que la muerte de una persona no significa la desaparición, significa algo más allá; es el alma que queda, su ánima en la memoria de los seres queridos y hasta hablas con ella. Pienso que la muerte es únicamente un tránsito, que es parte de la vida. Antes creía que era un error, una tragedia, una desesperación. Lo importante es no tener miedo por ese final, sino aprender que es una continuación de la vida misma. La prueba de ello es el recuerdo vivo que queda de la persona”.
Ott (43 años) no suelta prenda, pero a mediados de enero sube a escena en una sala washingtoniana su pieza Tu ternura Molotov, cuya temática es precisamente el terrorismo.E ste es un autor que ya destaca por sus obras en casi todo el planeta.Y él, como nos lo ha reconocido recientemente, está en deuda con su maestro Marcos Reyes Andrade, quien le enseñó el abcé teatral y lo estimulo para crear un primer grupo que ha sido la semilla de lo que tiene ahora:el Teatro San Martín de Caracas, en la frontera de la barríada de Artígas, un importante centro de actividad cultural comunitaria de esta Caracas del siglo XXI, aunque su labor comenzó en los años 90.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario