La Muestra Nacional de Artes Escénicas y Musicales, que comenzó el viernes 7 y concluye el 31 de marzo, ha permitido apreciar en Caracas varios espectáculos, pero aquí destacamos solamente tres de ellos: el singular montaje músico teatral La cantata del rey Miguel, Los invasores y Titus Andronicus.
El rey negro
La cantata del rey Miguel, escrita y puesta en escena por Tomás Jurado Zabala y Carlos Arroyo, con la producción del grupo Teatro Negro de Barlovento y la Compañía Nacional de Teatro, tiene como temática a los esclavos negros en la provincia de Venezuela y las luchas que dieron para conseguir la libertad aún a riesgo de perder sus vidas.
El argumento se centra en la saga del mandinga Miguel comprado en Puerto Rico para trabajar en las minas de oro de Buria, pero él se enfrentó a los españoles, fundó su propio reino libre y se convirtió en voz de rebelión ante el imperio de Madrid, que al final lo elimina, porque él decidió morir peleando antes que aceptar la rendición que se le ofrecía lo cual significaba conservar la vida en esclavitud. El capitán Diego de Losada y sus soldados entrenados rigurosamente para la guerra, aplastaron su movimiento, pero no su semilla y su ejemplo.
Esa faceta casi desconocida, de la historia aún no contada de la conquista, se desarrolla a través de parlamentos rítmicos donde se intercalan canciones, bailes, ritos, y otras manifestaciones culturales emergidas de un maravilloso sincretismo artístico, hasta lograr un espectáculo aleccionador por sus formas y sus contenidos de esencia libertaria.
El autor y al director lograron una cantata como crisol de las diversas manifestaciones de la cultura africana, con sus cantos, su música, sus bailes, sus creencias religiosas, su lengua y su actitud ante la vida. Definieron que se expresaría a través de “parlamentos rítmicos” para llevar la secuencia de la historia y se intercalarían canciones, bailes, ritos y otras manifestaciones culturales afroamericanas. Un teatro con danza o una danza con teatro gracias a esa hibridación del arte único del Teatro Negro de Barlovento con una estructura de espectáculo contemporáneo que relata con imágenes del grupo y las palabras de Miguel y un cronista de los españoles.
El norte del espectáculo-exhibido en la Plaza de los Museos- muestra las raíces africanas presentes en el folclor criollo, pero también es un desagravio ante las vejaciones y atropellos cometidos por el europeo, además de exaltar la diversidad cultural entre negros e indígenas.
Esos invasores
Los invasores, dirigida por Orlando Ascanio y mostrada en la sala Doris Wells de la Casa del Artista, es una coproducción entre la Compañía Nacional de Teatro y el Teatro Estable de Villa de Cura. Escrita hace 46 años, por Egon Wolff, es una joyita del mejor teatro político latinoamericano. Su autor, un ingeniero chileno de origen alemán, nacido hacia 1926, anticipó toda una serie de procesos políticos y sociales en este irredento continente, porque su temática es un microcosmos del paisaje violento en el que muchas sociedades modernas, especialmente las del Tercer Mundo, echaron raíces y crecieron, como conceptualiza Karen E. Breiner-Sanders. Es un drama del mejor neorrealismo social que recrea una serie de confrontaciones, la verdadera armazón de toda violencia, que reflejan convulsiones tantos regionales como universales. En Los invasores se plasma como una tropa de campesinos desplazados o arruinados que invaden los terrenos y casas elegantes de la clase pudiente de una rica comarca.
Esa faceta casi desconocida, de la historia aún no contada de la conquista, se desarrolla a través de parlamentos rítmicos donde se intercalan canciones, bailes, ritos, y otras manifestaciones culturales emergidas de un maravilloso sincretismo artístico, hasta lograr un espectáculo aleccionador por sus formas y sus contenidos de esencia libertaria.
El autor y al director lograron una cantata como crisol de las diversas manifestaciones de la cultura africana, con sus cantos, su música, sus bailes, sus creencias religiosas, su lengua y su actitud ante la vida. Definieron que se expresaría a través de “parlamentos rítmicos” para llevar la secuencia de la historia y se intercalarían canciones, bailes, ritos y otras manifestaciones culturales afroamericanas. Un teatro con danza o una danza con teatro gracias a esa hibridación del arte único del Teatro Negro de Barlovento con una estructura de espectáculo contemporáneo que relata con imágenes del grupo y las palabras de Miguel y un cronista de los españoles.
El norte del espectáculo-exhibido en la Plaza de los Museos- muestra las raíces africanas presentes en el folclor criollo, pero también es un desagravio ante las vejaciones y atropellos cometidos por el europeo, además de exaltar la diversidad cultural entre negros e indígenas.
Esos invasores
Los invasores, dirigida por Orlando Ascanio y mostrada en la sala Doris Wells de la Casa del Artista, es una coproducción entre la Compañía Nacional de Teatro y el Teatro Estable de Villa de Cura. Escrita hace 46 años, por Egon Wolff, es una joyita del mejor teatro político latinoamericano. Su autor, un ingeniero chileno de origen alemán, nacido hacia 1926, anticipó toda una serie de procesos políticos y sociales en este irredento continente, porque su temática es un microcosmos del paisaje violento en el que muchas sociedades modernas, especialmente las del Tercer Mundo, echaron raíces y crecieron, como conceptualiza Karen E. Breiner-Sanders. Es un drama del mejor neorrealismo social que recrea una serie de confrontaciones, la verdadera armazón de toda violencia, que reflejan convulsiones tantos regionales como universales. En Los invasores se plasma como una tropa de campesinos desplazados o arruinados que invaden los terrenos y casas elegantes de la clase pudiente de una rica comarca.
Hay dos personajes simbólicos que llevan la trama del espectáculo, China y Meyer, uno personifica a la revolución y otro al capitalismo. Uno lideriza un movimiento reivindicativo que se ha extendido y cuya metael es devolver a manos de quienes han sido explotados por las grandes industrias, las propiedades que les han arrebatado. Meyer descubre que China busca vengarse por la muerte de su hermano, quien perdió la vida a consecuencia de la negligencia del propio Meyer.En resumen, Los invasores es una pieza conceptual sobre la revolución popular, la revolución de las masas, la revolución que pide, justifica y propone la igualdad de las clases sociales y la desaparición de las exclusiones.
Pero, y he aquí el truco de la pieza, todo eso es un sueño que acosa a Meyer, aunque últimamente ha visto que los campesinos se están organizando y que todo puede suceder. El espectáculo logrado por el director Ascanio y su grupo de jóvenes intérpretes es satisfactorio y tiene un buen ritmo escénico. Ahí participan Luis Enrique Torres, Jesús Hernández, Lanys Cabrera, Juan Luis Delgado, Henry Zambrano, Miguel Quintero, María José Quintana y Mercedes Nares, entre otros.
Tiempos caníbales
Con la tragedia Titus Andronicus, de William Shakespeare, culminó la Muestra Nacional de Artes Escénicas y Musicales, organizada por el IAEM del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, la cual se desarrolló en los espacios de la Casa del Artista, con una variada programación que ha revelado el estado actual de un gran sector del teatro vernáculo.
Esta, que es una de las primeras piezas de Shakespeare, ha sido mostrada de buena manera y con una decantada coproducción profesional entre la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa y la Compañía Nacional de Teatro, en la sala Juana Sujo.
Es la primera vez que en Venezuela se representa completa tan insólita obra que denuncia a la traición como el más deleznable pecado posible entre seres humanos amigos y, a su vez, es una ejemplar crítica al desenfadado abuso del poder en cualquier colectivo social. Ambientada en la época de los césares romanos, exhibe como al victorioso general Titus Andronicus le llueven las desgracias por la acción perversa de la esposa del emperador, quien pierde la razón y no ve ni piensa sino por la cabeza de su pérfida mujer, que busca, y lo consigue, vengarse por las derrotas y humillaciones que antes le produjo el valiente guerrero. Al final, como ocurre en el teatro, los malos son castigados con una cena en la que engullen a los hijos de la damisela, en deliciosas raciones de pudín de carne humana, por supuesto.
¿Por qué Shakespeare llevó su obra a tales extremos? Hay leyendas de leyendas, ocurridas en tiempos pretéritos de la humanidad, pero lo cierto es que la obra es una colección de asesinatos, algunos por asuntos baladíes, que pueden asombrar al espectador contemporáneo que no lea periódicos ni vea los noticieros de la televisión.
Titus Andronicus, dirigida con gran estilo por Armando Holzer, permite ponderar la profesional plantilla de comediantes de la agrupación guanareña, como Edilsa Montilla y Randy Montilla, reforzada por el actor Aníbal Grunn, quien da una irrepetible clase magistral de lo que puede hacer un comediante cuando se informa y construye su rol. A este artista, que además es maestro, le quedan muchos roles más por materializar, pero aquí ha dado un salto profesional que lo aleja y lo coloca en un exclusivo nicho de histriones excelentes.
La venganza se come a temperatura ambiente y si se ha cocinado con la carne del enemigo, debe estar rodeada de singular teatralidad para que puedan expurgarse mejor las retaliaciones y ser ejemplar o didáctica. Tan siniestra conclusión, con ingredientes canibalescos, se desprende de esta tragedia Titus Andronicus.
Tiempos caníbales
Con la tragedia Titus Andronicus, de William Shakespeare, culminó la Muestra Nacional de Artes Escénicas y Musicales, organizada por el IAEM del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, la cual se desarrolló en los espacios de la Casa del Artista, con una variada programación que ha revelado el estado actual de un gran sector del teatro vernáculo.
Esta, que es una de las primeras piezas de Shakespeare, ha sido mostrada de buena manera y con una decantada coproducción profesional entre la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa y la Compañía Nacional de Teatro, en la sala Juana Sujo.
Es la primera vez que en Venezuela se representa completa tan insólita obra que denuncia a la traición como el más deleznable pecado posible entre seres humanos amigos y, a su vez, es una ejemplar crítica al desenfadado abuso del poder en cualquier colectivo social. Ambientada en la época de los césares romanos, exhibe como al victorioso general Titus Andronicus le llueven las desgracias por la acción perversa de la esposa del emperador, quien pierde la razón y no ve ni piensa sino por la cabeza de su pérfida mujer, que busca, y lo consigue, vengarse por las derrotas y humillaciones que antes le produjo el valiente guerrero. Al final, como ocurre en el teatro, los malos son castigados con una cena en la que engullen a los hijos de la damisela, en deliciosas raciones de pudín de carne humana, por supuesto.
¿Por qué Shakespeare llevó su obra a tales extremos? Hay leyendas de leyendas, ocurridas en tiempos pretéritos de la humanidad, pero lo cierto es que la obra es una colección de asesinatos, algunos por asuntos baladíes, que pueden asombrar al espectador contemporáneo que no lea periódicos ni vea los noticieros de la televisión.
Titus Andronicus, dirigida con gran estilo por Armando Holzer, permite ponderar la profesional plantilla de comediantes de la agrupación guanareña, como Edilsa Montilla y Randy Montilla, reforzada por el actor Aníbal Grunn, quien da una irrepetible clase magistral de lo que puede hacer un comediante cuando se informa y construye su rol. A este artista, que además es maestro, le quedan muchos roles más por materializar, pero aquí ha dado un salto profesional que lo aleja y lo coloca en un exclusivo nicho de histriones excelentes.
La venganza se come a temperatura ambiente y si se ha cocinado con la carne del enemigo, debe estar rodeada de singular teatralidad para que puedan expurgarse mejor las retaliaciones y ser ejemplar o didáctica. Tan siniestra conclusión, con ingredientes canibalescos, se desprende de esta tragedia Titus Andronicus.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario