La venezolana Lupe Gehrenbeck, con cabellos largos e inmensas ideas originales sobre lo que debe ser la dramaturgia venezolana para los tiempos que se viven, ha estrenado la que puede ser su décima sexta obra teatral, sin contar una serie de monólogos, donde ya acumula cuatro textos. Actualmente hace temporada en el Celarg con Adán y Eva caídos de la mata de coco, apuntalada en los impactantes trabajos de los actores Gabriel Agüero y Carolina Torres.
Hay que recordar que con su pieza anterior, Gregory Mac Gregor, mostrada el año pasado en el Trasnocho Cultural, escandalizó a Venezuela porque ahí recordó las rocambolescas aventuras de un héroe de la Independencia quien terminó siendo un estafador internacional, pero aún así descansa en el Panteón Nacional.
Ahora, cuando teatraliza a los supuestos padres de la humanidad, Adán y Eva, ella revela cual es el origen de ese nuevo texto y su respectivo espectáculo, el cual además dirige.
-El origen de Adán y Eva caídos de la mata de coco es un regalo: una muñequita de plomo, que se me antojó aborigen, primera, junto a su palmera, una inspiración. El origen de todo esto es mi cuestionamiento a la designación SDF (sans domicile fixe), sin domicilio fijo, con la cual clasifican en Francia a todos los que no tienen una dirección de habitación inscrita, reduciéndolos a la categoría de sospechosos. El origen es la hipocresía condescendiente, la nomenclatura que sirve para la “discriminación políticamente correcta”, lenguaje de gobiernos y mundos desarrollados que quiero denunciar. Porque tanta gente sin dirección de correo, no puede ser mala; tanta gente que vive desterrada, invisible, olvidada, tanta gente que no quiere someterse a la opresión de las normas y “el deber ser”, no puede ser dañina sino por el contrario, si no un respiradero, aliento, posibilidad crítica y creativa, salvación del mundo. En palabras de mi Eva: “son muchos los que no creen en cuentos de costillas, muchos los que quieren salvar el planeta…”.
-¿Qué pretende con esta pieza?
-Pretendo reordenar pedazos de la historia que nos cuentan, la historia que nos explica, que nos hacen… esa historia que no se cuestiona y que nos sabemos de memoria desde siempre, historia que nos nombra, nos adjetiva, nos orienta… o que nos desorienta… porque tal vez la verdad sea al revés. Si para los europeos, Europa es lo primero, pues para los tropicales, el trópico es primero… o ¿es que no tenemos el mismo derecho a construir nuestro “cuento de camino” propio?
Y puntualiza: “Pretendo mostrar que a pesar de las contradicciones, lo literario es accesorio a la hora de los cariños”.
-¿Por que insistes en usar temas históricos para ficcionarlos y crear una pieza?
-En esta ocasión no entiendo el relato de Adán y Eva como histórico sino como historieta, como invención descabellada. Merece su evocación la cantidad de absurdos que proponen como base para la construcción de peores exabruptos tales como la discriminación, la misoginia, el miedo al semejante, y demás religiosidades del horror.
-¿Está siguiendo los mismos derroteros estéticos del inolvidable José Ignacio Cabrujas?
-Eso me lo han dicho varias personas, entre ellas tú mismo… y es un honor que me hacen. Pues, para mí, Cabrujas es lo mejor de la Venezuela escrita. Cabrujas es dolorosa ausencia. Cabrujas fue mi maestro, me enseñó las delicias del teatro…y ciertamente, por ahí voy, haciendo, gozando teatro… Si crees que lo que escribo se le parece, no puedo más que sentirme halagada. Aunque no puedo decir que me reconozca en esa apreciación.
-¿Hacia donde quiere llegar con su teatro?
-Quiero llegar lejos, lejísimos, hasta donde puede llegar Venezuela con sus maneras de decir y de ver, que son las mías de forma inevitable. Por eso lo he montado en Nueva York, Londres, Barcelona, París… en cada ciudad, el mismo texto aunque en distintos idiomas, la misma dirección, ha producido resultados completamente distintos. Lo que propongo, inspirada en la teoría de “La Ciudad de los Caminos Cortos”, de mi esposo el urbanista Felipe Delmont, es el “teatro de los caminos cortos”. No necesito sino lo que encuentro en el camino, lo que me da el lugar, lo que transmuta el actor, a la escala de lo posible, que es la mejor escala de todas, la humana, con la cual cualquiera se puede identificar fácilmente. Por eso hago más de cuatro montajes al año, de mi teatro que es local pero que va por el mundo generando identificaciones en cada lugar. Me adueño de mi oficio y lo ejerzo con la mayor de las libertades. Y les ofrezco la misma oportunidad a los actores que trabajan conmigo. Porque hacer teatro es asunto de la gente que sabe hacer teatro, más que de ministros de cultura, directores institucionales, programadores de sala, o productores de éxitos comerciales. Por eso mi teatro no requiere de actores de televisión ni de grandes gastos de producción. Sí requiere de valientes, de artistas que gocen de buena salud creativa, que asuman el trabajo como una felicidad. Ese es exactamente el caso de los actores que me acompañan en este montaje, Carolina Torres y Gabriel Aguero: talento, empeño, entusiasmo, fortaleza, ganas y más y más talento. Por eso creo que con esto vamos a llegar lejísimos, con la ayuda de Gladys Seco. Porque asumimos nuestro lugar con honestidad de largo alcance.
-¿Cómo realiza el montaje de una pieza en general y de esta en particular?
-Generalmente, hago unos días de trabajo de mesa donde exploro las posibilidades de comprensión abstracta que tiene el actor del texto. Paso luego, lo antes posible, a la materia orgánica, el recuerdo, el sentimiento, la emoción, el estómago. Inmediatamente el texto empieza a buscar su lugar en el espacio escénico, de forma natural pues está escrito para eso. Y ahí empiezo a hilar fino, cerquita del actor, con una misma respiración. Cuando tengo tiempo, trato de conducir al actor para que con sus propios medios y metodologías internas y secretas, llegue a ser la verdad que busco. Cuando no tengo mucho tiempo, como en este caso, lo llevo de la mano, y voy tallando contenidos emocionales con dulzura… hasta que le llega el turno al dibujo escénico: la composición visual que se mueve sobre la escena, los ritmos de volúmenes, claros y oscuros que tienen existencia dialogada con lo emocional que ocurre y el texto que dice.
-¿Qué prepara ahora?
-Estos monólogos, porque esta obra es eso, son una serie que pareciera aun no tener fin. Ya empecé los ensayos de Ángel de la Guarda, en Caracas… que se hará en dupla con su respectiva Demonia; tengo tres actores esperándome en París para hacer tres de los monólogos, Julio Bouley será el Ángel de la Guarda en francés; María Adelia, una estupendísima actriz brasilera, será una mujer que es perseguida por haber incurrido en el delito de envejecer, en HXX-49F; Lolo Blauman será Eva… eso para finales de febrero, marzo, abril .Tengo varios textos por terminar, entre los que se cuenta Bolívar coronado, para el Teatro San Martín; una producción que comienza, Salsa en 13 lecciones con Natalie Cortez; tengo otra que busca interesados, que es 8X8, ojo x ojo, diente x diente. Tengo mucho teatro por delante y mientras el cuerpo aguante.
Hay que recordar que con su pieza anterior, Gregory Mac Gregor, mostrada el año pasado en el Trasnocho Cultural, escandalizó a Venezuela porque ahí recordó las rocambolescas aventuras de un héroe de la Independencia quien terminó siendo un estafador internacional, pero aún así descansa en el Panteón Nacional.
Ahora, cuando teatraliza a los supuestos padres de la humanidad, Adán y Eva, ella revela cual es el origen de ese nuevo texto y su respectivo espectáculo, el cual además dirige.
-El origen de Adán y Eva caídos de la mata de coco es un regalo: una muñequita de plomo, que se me antojó aborigen, primera, junto a su palmera, una inspiración. El origen de todo esto es mi cuestionamiento a la designación SDF (sans domicile fixe), sin domicilio fijo, con la cual clasifican en Francia a todos los que no tienen una dirección de habitación inscrita, reduciéndolos a la categoría de sospechosos. El origen es la hipocresía condescendiente, la nomenclatura que sirve para la “discriminación políticamente correcta”, lenguaje de gobiernos y mundos desarrollados que quiero denunciar. Porque tanta gente sin dirección de correo, no puede ser mala; tanta gente que vive desterrada, invisible, olvidada, tanta gente que no quiere someterse a la opresión de las normas y “el deber ser”, no puede ser dañina sino por el contrario, si no un respiradero, aliento, posibilidad crítica y creativa, salvación del mundo. En palabras de mi Eva: “son muchos los que no creen en cuentos de costillas, muchos los que quieren salvar el planeta…”.
-¿Qué pretende con esta pieza?
-Pretendo reordenar pedazos de la historia que nos cuentan, la historia que nos explica, que nos hacen… esa historia que no se cuestiona y que nos sabemos de memoria desde siempre, historia que nos nombra, nos adjetiva, nos orienta… o que nos desorienta… porque tal vez la verdad sea al revés. Si para los europeos, Europa es lo primero, pues para los tropicales, el trópico es primero… o ¿es que no tenemos el mismo derecho a construir nuestro “cuento de camino” propio?
Y puntualiza: “Pretendo mostrar que a pesar de las contradicciones, lo literario es accesorio a la hora de los cariños”.
-¿Por que insistes en usar temas históricos para ficcionarlos y crear una pieza?
-En esta ocasión no entiendo el relato de Adán y Eva como histórico sino como historieta, como invención descabellada. Merece su evocación la cantidad de absurdos que proponen como base para la construcción de peores exabruptos tales como la discriminación, la misoginia, el miedo al semejante, y demás religiosidades del horror.
-¿Está siguiendo los mismos derroteros estéticos del inolvidable José Ignacio Cabrujas?
-Eso me lo han dicho varias personas, entre ellas tú mismo… y es un honor que me hacen. Pues, para mí, Cabrujas es lo mejor de la Venezuela escrita. Cabrujas es dolorosa ausencia. Cabrujas fue mi maestro, me enseñó las delicias del teatro…y ciertamente, por ahí voy, haciendo, gozando teatro… Si crees que lo que escribo se le parece, no puedo más que sentirme halagada. Aunque no puedo decir que me reconozca en esa apreciación.
-¿Hacia donde quiere llegar con su teatro?
-Quiero llegar lejos, lejísimos, hasta donde puede llegar Venezuela con sus maneras de decir y de ver, que son las mías de forma inevitable. Por eso lo he montado en Nueva York, Londres, Barcelona, París… en cada ciudad, el mismo texto aunque en distintos idiomas, la misma dirección, ha producido resultados completamente distintos. Lo que propongo, inspirada en la teoría de “La Ciudad de los Caminos Cortos”, de mi esposo el urbanista Felipe Delmont, es el “teatro de los caminos cortos”. No necesito sino lo que encuentro en el camino, lo que me da el lugar, lo que transmuta el actor, a la escala de lo posible, que es la mejor escala de todas, la humana, con la cual cualquiera se puede identificar fácilmente. Por eso hago más de cuatro montajes al año, de mi teatro que es local pero que va por el mundo generando identificaciones en cada lugar. Me adueño de mi oficio y lo ejerzo con la mayor de las libertades. Y les ofrezco la misma oportunidad a los actores que trabajan conmigo. Porque hacer teatro es asunto de la gente que sabe hacer teatro, más que de ministros de cultura, directores institucionales, programadores de sala, o productores de éxitos comerciales. Por eso mi teatro no requiere de actores de televisión ni de grandes gastos de producción. Sí requiere de valientes, de artistas que gocen de buena salud creativa, que asuman el trabajo como una felicidad. Ese es exactamente el caso de los actores que me acompañan en este montaje, Carolina Torres y Gabriel Aguero: talento, empeño, entusiasmo, fortaleza, ganas y más y más talento. Por eso creo que con esto vamos a llegar lejísimos, con la ayuda de Gladys Seco. Porque asumimos nuestro lugar con honestidad de largo alcance.
-¿Cómo realiza el montaje de una pieza en general y de esta en particular?
-Generalmente, hago unos días de trabajo de mesa donde exploro las posibilidades de comprensión abstracta que tiene el actor del texto. Paso luego, lo antes posible, a la materia orgánica, el recuerdo, el sentimiento, la emoción, el estómago. Inmediatamente el texto empieza a buscar su lugar en el espacio escénico, de forma natural pues está escrito para eso. Y ahí empiezo a hilar fino, cerquita del actor, con una misma respiración. Cuando tengo tiempo, trato de conducir al actor para que con sus propios medios y metodologías internas y secretas, llegue a ser la verdad que busco. Cuando no tengo mucho tiempo, como en este caso, lo llevo de la mano, y voy tallando contenidos emocionales con dulzura… hasta que le llega el turno al dibujo escénico: la composición visual que se mueve sobre la escena, los ritmos de volúmenes, claros y oscuros que tienen existencia dialogada con lo emocional que ocurre y el texto que dice.
-¿Qué prepara ahora?
-Estos monólogos, porque esta obra es eso, son una serie que pareciera aun no tener fin. Ya empecé los ensayos de Ángel de la Guarda, en Caracas… que se hará en dupla con su respectiva Demonia; tengo tres actores esperándome en París para hacer tres de los monólogos, Julio Bouley será el Ángel de la Guarda en francés; María Adelia, una estupendísima actriz brasilera, será una mujer que es perseguida por haber incurrido en el delito de envejecer, en HXX-49F; Lolo Blauman será Eva… eso para finales de febrero, marzo, abril .Tengo varios textos por terminar, entre los que se cuenta Bolívar coronado, para el Teatro San Martín; una producción que comienza, Salsa en 13 lecciones con Natalie Cortez; tengo otra que busca interesados, que es 8X8, ojo x ojo, diente x diente. Tengo mucho teatro por delante y mientras el cuerpo aguante.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario