viernes, enero 08, 2010

Homosexuales sobre las tablas

En el teatro venezolano la temática de la homosexualidad o el lesbianismo no es extraña. Escritores costumbristas, como Leopoldo Ayala Michelena (El barbero y algo más), Rafael Guinand y Antonio Saavedra, llevan la escena unos cuantos personajes “desviados” o zoquetes para provocar así una peculiar hilaridad entre el público de la Caracas anterior a la década “bisagra” de los cincuenta. Ellos -como lo hacen los productores Guillermo González y Jorge Bulgaris durante los últimos 30 años del siglo XX, en el teatro Chacaíto- utilizan al amadamado, o la lésbica, como personaje para burlas o de chistes y se convierte, generalmente, en simpático criado, o criada, que soporta todos los excesos de sus patrones, con tal de conservar su trabajo, porque fuera de esas casas o apartamentos se le complica mucho más la existencia.
¿Y cual es la reacción del público ante la temática homosexual o lésbica en las salas teatrales? Su respuesta, que se traduce en abultadas taquillas, es óptima. No se sale de las plateas porque las obras exhibidas son, salvo poquísimas excepciones, divertidas, ya que esas locas teatrales son graciosas y no tienen mayores pretensiones, aunque obras como La revolución y La máxima felicidad de Isaac Chocrón, no son precisamente humorísticas, ni una sarta de chistes.
Al público criollo, pues, no le asustan las locas en el escenario ni tampoco en las calles o avenidas, pues, incluso, disfruta o acepta del maratónico espectáculo nocturno que los travestis en Caracas o en Maracaibo, sin contar los show nocturno que presentan en locales abiertos paras todas las audiencias. Psicólogos o psiquiatras pueden arrojar unas cuantas luces sobre esas conductas de los espectadores, o, incluso, ayudar a definir los lineamientos de una estética del gusto por lo homoerótico, el cual aparece o se manifiesta cuando es mostrado desde las tablas…o en la penumbra de una avenida, para no entrar en mayores detalles.
También hay que reconocer que la audiencia, para quien se escribe y se produce el espectáculo teatral, ha dado su apoyo y también su rechazo a tales obras, de acuerdo al tratamiento del tema o la situación social que se plasme escénicamente. Y aquí es importante recordar que la aparición y extensión del Sida plantea situaciones inesperadas y peligrosamente dramáticas, las cuales en sus inicios, durante los años ochenta y noventa, a ese “mal rosa” se le vincula unilateralmente con la homosexualidad, tal como lo proponen Elio Palencia (Habitación independiente para un hombre solo), Marco Purroy (Anatomía de un viaje), Johnny Gavlosky (Hombre), David Osorio Lovera (El último brunch de la década) e Isaac Chocrón (Escrito y sellado), donde algunos de sus personajes además de tener esas conductas están infectados por ese temible “mal del siglo”.
Blancanieves en Chacaíto
Este largo introito pretende contextualizar al público que acuda al Teatro Chacaíto para ponderar al cómico espectáculo teatral Blancanieves y las siete locas, audaz versión para adultos, a partir del clásico cuento de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, que Manuel Bastos produce y dirige, para comenzar la caraqueña temporada 2010, desde el viernes 1 de Enero.
Ahí Manuel toma el famoso cuento y lo materializa en sendos escenarios de Caracas y Nueva York, pero centrado en las peripecias de siete actores homosexuales y una actriz enamorada de un comediante que encarna al príncipe Segismundo de La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca, en un montaje venezolano. El versionista, con más de 20 años en los avatares del teatro comercial, ese que sobrevive gracias a la taquilla y no por los subsidios oficiales, logra un desopilante montaje a partir de los personajes de su guión, quienes son atípicos y muestran diversas características humanas, partiendo del patrón de los enanos del texto original y con el picaresco agregado de la barroca comicidad de las locas.
Este montaje resulta divertido, pícaro y hasta de buen humor. Es peligrosamente aleccionador por la conducta del príncipe-actor que, luego de perderlo todo en Caracas, decide formar parte de un peculiar grupo de teatro neoyorquino, integrado por varios actores travesti, pero todo concluye con la felicidad escénica, por supuesto, para los histriones. Revela parte de lo deben hacer algunos seres humanos para sobrevivir dentro de un complejo mundo donde, supuestamente, solo los mejores son triunfadores. Allá, acuyá y aquí la lucha es a muerte y no es precisamente una metáfora.
Esta Blancanieves 2010, como retitulamos al espectáculo chacaitesco, que no es más que un remedo del teatro de revista del siglo pasado y una oda al viejo teatro romano, permite apreciar una nueva camada de profesionales del teatro, al lado de veteranos y veteranas, tal es el caso de Maribel Zambrano, Begoña La Barrera y Manuel Bastos, al lado de Nelson Montilla (un príncipe que debe grabar telenovelas con José Simon Escalona), Nelio Abreu, Luis Miguel Sánchez, Adrián González y Miguel Amaral. ¡Tienen talento para seguir creando y viviendo,mientras no lo desperdicien!
Hay que observar y recordar, como tras 40 años de haber subido el telón en Chacaíto, desde esa sala, que comandan Jorge Bulgaris y su familia, se insiste en mostrar tales comedias, algunas verdaderamente disparatadas, donde los protagonistas son gays o homosexuales en proceso de aceptación dentro de una sociedad que, sin ser abiertamente homofóbica, los acepta y los utiliza finalmente como elementos de una distracción más.
Psiquiatras y psicólogos pueden dar sus teorías y explicar así ese fenómeno sociocultural que en Caracas, para no citar a otras urbes, ha permitido el desarrollo de toda una monumental e internacional empresa del show busines, la cual resuelve a comediantes, productores, etcétera. También en otras salas caraqueñas los entes gays suben al escenario pero con otros comportamientos, más dramáticos y sumamente complejos, para recibir la misma aceptación de la audiencia.


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