El pintor ya trabaja en su muestra para Porlamar. |
Se mudó de una quinta que tenía
detrás de La Casona, la famosa residencia de los Presidentes de Venezuela, a un
apartamento, de cuatro habitaciones, en el piso 19 de un conjunto residencial
en El Paraíso. Y ahí en su estudio adelanta la nueva tarea que se ha impuesto: más
de 15 oleos, de medianos y grandes formatos sobre la montaña El Ávila o el Waraira
Repano, para antes de diciembre, porque tiene una exposición individual en un afanado
hotel de Porlamar, en la paradisiaca isla de Margarita, ya que Pedro Millán es un pintor profesional muy reconocido.
¿Todos esos cuadros suyos ya tienen comprador en estos tiempos de tantas
crisis?
Sí, yo todo lo que hago lo coloco o
lo vendo. No tengo muchas obras guardadas. Eso te revela que gusta lo que hago.
La temática de esa exposicion es El Ávila, esa hermosa montaña al norte de
Caracas, ubicada a 10 grados y medio de la línea ecuatorial, como lo leí en una
revista digital, un detalle que no sabía sobre esa obra monumental de la
naturaleza, que muchos otros pintores han llevado a sus lienzos, y eso explica
sus luces y sus sombras.
¿Desde cuándo está pintando?
Desde los 15 años y ya el 10 de marzo cumpliré
67 años. Confieso, como dice Pablo Neruda, que he vivido y he vivido bien, no
me quejo. Nací en la península de Araya y cuando vine a Caracas quede fascinado
por sus paisajes y por El Ávila, especialmente.
¿Cuántas exposiciones
ha realizado desde los 15 años cuando debutó como pintor?
No menos de 20 muestras individuales y otras
tantas participaciones en eventos colectivos.
¿Cuántos oleos ha culminado y llevado a las galerías?
No llevo esa contabilidad, pero creo
que llego a los mil, por lo menos. Mi obra esta esparcida por todo el mundo y ha
servido a la gente.
¿Cómo es eso?
Hace años done una serie de obras mías
para que unos trabajadores de un diario católico caraqueño pudieran completar
sus prestaciones sociales durante una difícil Navidad que les tocó vivir. También
he donado cuadros para beneficiar a hospitales y casas de salud. Hay
coleccionistas privados que me han comprado varias series de piezas sobre El Ávila,
les gusta como lo represento. Y yo estoy feliz porque mi arte se difunde. No
soy millonario porque lo ganado lo he repartido entre mi gente, entre mi
familia. Trabajo día a día.
¿Cuáles son los precios de sus obras?
Una obra de arte no tiene precio pero para el
mercado del arte una obra mía esta ya supera los mil dólares, ya que los materiales
para su elaboración son totalmente importados. Tengo técnicamente asegurada mi
muestra para la isla de Margarita, te lo aseguro. No le puesto un precio global
a esa muestra, porque será de acuerdo con la gente que me lleva.
¿A qué hora pinta?
En la mañana, por la luz que cae sobre El Ávila.
Pinto durante varias horas seguidas y a lo largo de una semana, que es lo que
consumo generalmente para una obra mediana.
¿Proyectos?
Por ahora la exposición en Margarita
me tiene atrapado. Me acompañan en mi soledad todos los buenos recuerdos. Pero
después de esto me daré un viajecito.
Hijo de Felipe y Mercedes
Nació en la Península de Araya, un
pueblo salinero y de pescadores, hijo del poeta Felipe Santiago Ordáz y Melquiades Millán, madre de
alta sensibilidad social. A los 15 años comienza su carrera de pintor, al
principio autodidácta. Más tarde se hace bachiller y decide cursar tres años de
Arte Puro en la Escuela de Artes Cristóbal Rojas de Caracas y cinco años en la
Escuela de Arte de la Universidad Central de Venezuela, donde inicia su tesis
de grado sobre “El Retrato en Venezuela en los años 1950 – 1960”, la cual
retira por falta de tutoría. Actualmente el pintor sigue trabajando sobre la
reflexión humana, la sensibilidad y la elevación de ésta hacia algo desconocido
que depende de la subjetividad del pintor y del receptor que interpreta los
elementos con los que el artista se expresa. Ha utilizado oleos, carboncillos,
pasteles, tintas chinas, acuarelas, sanguinas y materiales mixtos en sus
creaciones, que han ido evolucionando de una tendencia ingenua hacia la
figuración. Los gestos y las imágenes pintadas por Pedro Millán se desplazan en
el plano con gran fuerza cromática.
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