Directora Jennifer Morales. actriz Adriana Bustamante y Joan Bozo |
No dejaremos de reiterar que la
inconclusa obra creativa y gerencial del teatrero Carlos Giménez sigue
gravitando positivamente, a casi 25 años de su salida hacia el infinito, en esta
segunda década del siglo XXI. No todo se ha perdido en este carnaval de
estúpidos egoísmos donde todos participamos. Hay artistas que se formaron y
ahora por sus propios méritos y sacrificios reclaman su puesto en el desarrollo
colectivo de las sufridas artes escénicas venezolanas.
Es el caso del artista múltiple Jorge Cogollo
(Caracas, 1986), a quien el pasado viernes 2 de febrero le estrenaron su
texto Sólo un instante en la sala Rajatabla, centrado en la
saga de un niño que es expulsado del colegio porque tiene un hogar donde dos
mujeres (sus dos Marías) lo crían y lo aman, ya que la directora no entiende ni
acepta que un alumno tenga parientes homosexuales, en este caso lesbianas. Es
un montaje, al estilo del básico café-concert germano, bien dirigido y
excelentemente actuado por Jennifer Morales y Adriana Bustamante, con el
perfecto acompañamiento musical del guitarrista Jean Bozo.
Epifanía del autor
Cogollo, a quien conocimos y
ponderamos cuando era el actor protagonista de históricos espectaculos
infantiles como Oliverio y Simón, en los años
90, vive ahora en la capital mexicana y desde allá cuenta que ingresó al
programa social Niños Actores de Venezuela, creado a instancias de Carlos
Gimenez y su proyecto Teatro Nacional Juvenil de Venezuela, cuando tenía ocho
años, dirigido por Roberto Stopello. Esas fueron sus primeras experiencias
teatrales. Ha participado en festivales internacionales en Chile,
Argentina y Colombia. En el 2013 se instaló en Argentina a seguir investigando
sobre la escritura teatral. Ha recibido múltiples reconocimientos:
Botón de oro de la Alcaldía de Caracas(1998), Premio TIN (1998), Mejor
dirección Festival Vale Todo (2004), Mejor dirección Festival Unearte (2008),
Mejor obra infantil Premio Municipal de Teatro (2012) y Mención especial Premio
Compañía Nacional de Teatro Apacuana (2017). No es, pues, un desconocido,
que además tiene méritos reconocidos.
Sobre que lo lleva a escribir Sólo
un instante, puntualiza que actualmente vive y mora en Ciudad de
México, “estuve en Argentina cuatro años (quizás vuelva a Buenos
Aires), de los cuales dos estuve sacando la maestría de Dramaturgia, estoy en
esa lucha con la tesis, pero siendo migrante es tan difícil; mi proyecto de
tesis tiene que ver con las lecturas de la mitología en la posmodernidad,
a paso lento pero se avanza. He sobrevivido, porque siempre se puede leer y
escribir algo aunque se tengan los huesos rotos de las largas jornadas
que suelen tener los bares porteños. Aquí en México estoy dando clases en
una escuela primaria, es otra experiencia y a veces trabajo en un bar de
un amigo español. En cuatro años fuera he podido viajar un poco:
Mexico, Argentina, España e Italia, siempre visitando amigos, como una
especie de oxígeno y recordatorio del país donde pertenezco. Ojo no viajo como
burgués, viajo de puyita en puyita, con amigos, trabajando en un bar para
pagar el próximo avión. He sido feliz, por supuesto. Este Sólo un instante tal
vez es el resultado de un viaje, también de una convivencia, porque las
convivencias siempre dejan grandes obras de teatro, igual que los viajes
claros. Grandes por lo menos en la experiencia de descubrirlos. Conviví con una
chica argentina quien le gustan las chicas, con ella viajé a España
y bueno…se dieron un montón de experiencias. Compartí sus luchas, sus
frustraciones, sus amores, todo y se convirtió en mi hermana. Creo que
ella, más el testimonio de algunos amigos sobre la maternidad, hizo esto
que se llama Sólo un instante. Es el resultado de ese viaje en
que ando, y de esa convivencia; ella me pedía que la acompañara a las marchas
del orgullo gay, evento que nunca había ido, y pude verlo en España y en Buenos
Aires, una fiesta distinta, fuerte, que no se calla: Pude escuchar frente a
frente esa pelea....recuerdo verla llorar cuando en el desfile de
Barcelona había una parte que decía algo así como familias de la
diversidad, no lo recuerdo bien pero eran las parejas que habían adoptado,
caminaban con orgullo al lado de sus hijos, mi amiga Inés se puso a
llorar, y en ese momento mi cabeza entendió tantas cosas. Fue como en
mitología, descubrir la epifanía, descubrir lo bello, lo hermoso y la
verdad en sólo un instante. Cuando la obra empezó a presentarse como
imagen Recuerdo que el mapa ruta de la obra, lo anote en una
servilleta de algún cliente para no olvidarlo, y en la
mañana se fue armando. Creo que viajar te rompe la cabeza y te hace descubrir
un poco más este mundo en que andamos y actuamos”.
Cogollo tiene otras tres
piezas breves sobre la migración venezolana, y una de ellas es una pareja
gay que tiene Sida; uno de los hombres está fuera del país y tiene los
medicamentos, el otro se queda en Venezuela. Y a partir de allí se empieza a
tener una dura relación. “Es una obra en construcción pero estando tan
lejos, creo que se quedará un tiempo más en el baúl del computador”.
Café-concert
Modesto en su dispositivo, pero inteligentemente
resuelto por la primera actriz Adriana Bastamente, la directora Jennifer Morales
y el músico Bozo, se muestra Sólo un instante como un impactante ritual lúdico de una
ceremonia que combina la comedia y la canción, apuntalada en el excelente
interprete de la guitarra; donde las caracterizaciones de Michele, la directora,
el profesor comprometido, las dos Marías y la abuela llenan la escena y
conmueven con sus conflictos y por la fiesta que organiza y anima esa múltiple
actriz que es la Bustamante; alternando además la escena con la interpretación
afinada de temas musicales (baladas) como A quién le importa, La duda,
Mujer contra mujer, Cuando te beso y Brindis, que originalmente
fueron popularizadas
por Thalía, Gloria Trevi, el grupo Mecano y
Juan Luis Guerra. Esto hace que la dureza del tema, como es el bullying o el
acoso escolar por la discriminación sexual, se soporte y se disfrute a lo largo
de 65 minutos, y genere así la necesaria catarsis, gracias, por supuesto al
acople de la interprete y el músico Bozo. Una deliciosa fiesta para exorcizar
el horror de una discriminación hacia un niño, porque su madre es lesbiana.
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