Jorge Cogollo en una escalera de su largo viaje- |
La inconclusa obra creativa y gerencial del
teatrero Carlos Giménez sigue gravitando positivamente, a casi 25 años de su
salida hacia el infinito, en esta segunda década del siglo XXI. No todo se ha
perdido en ese carnaval de estúpidos egoísmos donde todos participamos. Hay
artistas que se formaron y ahora por sus propios méritos y sacrificios reclaman
su puesto en el desarrollo de las sufridas artes escénicas venezolanas. Es el
caso del artista múltiple Jorge Cogollo (Caracas, 1986), a quien el pasado viernes
2 de febrero le estrenaron su texto Sólo
un instante en la sala Rajatabla, centrado en un niño que es expulsado del
colegio porque tiene un hogar donde dos mujeres, dos Marías lo crían y lo aman,
bien dirigido y excelentemente actuado por Jennifer Morales y Adriana
Bustamante.
Cogollo, a quien conocimos y ponderamos cuando
era el actor protagonista de históricos espectaculos
infantiles como Oliverio y Simón, vive ahora en Ciudad de Mexico,
y desde allá nos cuenta que ingresa al programa social Niños Actores de
Venezuela cuando tenía ocho años, dirigido por Roberto Stopello. “Esas fueron
mis primeras experiencias teatrales. Siguiendo con el TNJV y Unearte. He
participado en festivales internacionales en Chile, Argentina y Colombia.
En el 2013 me fui Argentina a seguir investigando sobre la escritura teatral.
He recibido múltiples reconocimientos: Botón
de oro de la Alcaldía de Caracas(1998), Premio TIN (1998), Mejor dirección Festival
Vale Todo (2004), Mejor dirección Festival Unearte (2008), Mejor obra infantil Premio
Municipal de Teatro (2012) y Mención especial Premio Compañía Nacional de Teatro
Apacuana (2017). No soy, pues, un desconocido”.
Sobre que lo lleva a escribir Sólo un instante, donde ahora participa
el valioso guitarrista Jean Bozo, puntualiza que actualmente vive y mora en Ciudad
de México, “con esto de la crisis sólo queda viajar y aprender cosas
nuevas. Comparto con la venezolana Gennys Perez, otra dramaturgia
amiga, e intercambiamos saberes diarios en este breve tiempo que tengo de este
lado. Estuve en Argentina cuatro años (quizás vuelva a Buenos Aires), de
los cuales dos estuve sacando la maestría de Dramaturgia, estoy en esa lucha
con la tesis, pero siendo migrante es tan difícil; mi proyecto de tesis tiene
que ver con las lecturas de la mitología en la posmodernidad, a paso lento
pero se avanza”.
“He sobrevivido, porque siempre se puede leer
y escribir algo aunque se tengan los huesos rotos de las largas jornadas que suelen
tener los bares porteños. Aquí en México estoy dando clases en una escuela
primaria, es otra experiencia y a veces trabajo en un bar de un amigo
español. Con Gennys inventamos una salita chiquitita que llamamos Teatro
del bunker, donde entran 15 personas; la estrenamos con su pieza Tequila y ron. La experiencia fue muy
linda, por la cercanía con los espectadores. En cuatro años fuera he podido
viajar un poco: Mexico, Argentina, España e Italia, siempre visitando
amigos, como una especie de oxígeno y recordatorio del país donde pertenezco. Ojo
no viajo como burgués, viajo de puyita en puyita, con amigos, trabajando
en un bar para pagar el próximo avión ja ja ja. He sido feliz, por supuesto”.
"Sólo
un instante tal vez es el resultado de un viaje, también de una
convivencia, porque las convivencias siempre dejan grandes obras de teatro,
igual que los viajes claros. Grandes por lo menos en la experiencia de
descubrirlos. Conviví con una chica argentina
quien le gustaban las chicas, con ella viajé a España y bueno…se dieron un
montón de experiencias. Compartí sus luchas, sus frustraciones, sus amores, todo
y se convirtió en mi hermana. Creo que ella, más el testimonio de algunos
amigos sobre la maternidad, hizo esto que se llama Sólo un instante. Es el resultado de ese viaje en que ando, y
de esa convivencia; ella me pedía que la acompañara a las marchas del orgullo
gay, evento que nunca había ido, y pude verlo en España y en Buenos Aires, una
fiesta distinta, fuerte, que no se calla: Pude escuchar frente a frente esa
pelea....recuerdo verla llorar cuando en el desfile de Barcelona había
una parte que decía algo así como familias de la diversidad, no lo
recuerdo bien pero eran las parejas que habían adoptado, caminaban con orgullo
al lado de sus hijos, mi amiga Inés se puso a llorar, y en ese
momento mi cabeza entendió tantas cosas. Fue como en mitología, descubrir la epifanía, descubrir
lo bello, lo hermoso y la verdad en sólo un instante. Cuando la obra empezó a presentarse
como imagen Recuerdo que el mapa ruta de la obra, lo anote en una
servilleta de algún cliente para no olvidarlo, y en la
mañana se fue armando. Creo que viajar te rompe la cabeza y te hace descubrir
un poco más este mundo en que andamos y actuamos”.
“Amigo Moreno-Uribe, no tengo twitter, pero
siempre leo tu blog (elespectadorvenezolano.blogspot.com), porque vos, junto
a Carlitos Herrera, que ya no está entre nosotros, son la memoria del teatro
venezolano de las ultimas décadas, cada obra, cada lugar, está retratado en sus
páginas, y bueno aunque uno esté lejos siempre expía un poco lo que pasa
en su teatro, es casi un deber. De este lado se lloran las pérdidas
del teatro, así como también se aplauden sus aciertos, un abrazo”
Cogollo
subraya que tiene otras tres piezas breves sobre la migración venezolana,
y “una de ellas es una pareja gay que tiene Sida, uno de los hombres está fuera
del país y tiene los medicamentos, el otro se queda en Venezuela. Y a partir de
allí se empieza a tener una dura relación. Es una obra en construcción pero
estando tan lejos, aun se quedará en el baúl del computador, a medida
que el pasa el tiempo afuera, se hace más difícil relacionarse con los grupos, creo
que hacen falta esos proyectos como el piquete que le permitía a los
dramaturgos no perder contacto directo con los grupos teatrales, porque al fin
el pulmón del teatro son los grupos Siempre se le recuerda como la memoria del
teatro”.
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