Jorge Cogollo.
La Compañía Nacional de Teatro (CNT) comenzó hace 35 años a convertirse
en un elemento vital dentro de la cultura, en un punto de referencia innegable
para aquellos historiadores del quehacer artístico venezolano. Y todo tuvo su
origen en una serie de hombres y mujeres quienes pusieron en práctica los
dictados del decreto No. 133, del 22 de mayo de 1984, el cual en sus artículos
1 y 4 consignó que la nueva institución tenía por objetivo apoyar la labor de
los profesionales que han contribuido al desarrollo del teatro venezolano, así
como a propiciar la promoción y capacitación de los nuevos valores, y que su
repertorio debería incluir las mejores obras del teatro venezolano e internacional para el disfrute del público de todo el país;
un decreto siguiente, el 134, designó a Isaac Chocrón, director general de la Compañía
Nacional de Teatro. Un gran desafío había comenzado y el mismo se mantiene
hasta ahora, correspondiéndole a Carlos
Arroyo impulsarlo.
Y como las normas son ley, pues, con la pieza Mercdonalds, de Jorge Cogollo, una nueva cohorte de jóvenes, dirigidos
por
Marisol Martínez , se presentan en el teatro Alberto de Paz y Mateos,
sede artística de la actual CNT, de jueves a domingo, a las 4PM. Los integrantes de ese Laboratorio de Creación Teatral 2019, bajo la conducción
de Marisol Martínez, son Klaus Yánez, David Vincenti, Nella Alfonso, Jean
Brito, Brenda Guerrero, Dervis Benarés, Gil J. Osorio y Kleiber Rodríguez,
Y ahora es, gracias a la inconclusa obra creativa y gerencial del teatrero Carlos Giménez, la
cual sigue gravitando positivamente, a 26 años de su salida hacia el
infinito, en esta segunda década del siglo XXI. No todo se ha perdido en ese
carnaval de estúpidos egoísmos donde todos participamos. Hay artistas que se
formaron y ahora por sus propios méritos y sacrificios reclaman su puesto en el
desarrollo de las sufridas artes escénicas venezolanas. Es el caso del artista
múltiple Jorge Cogollo (Caracas, 1986), a quien el pasado viernes 1 de noviembre
le estrenaron su texto Mercdonalds.
Cogollo, a quien conocimos y
ponderamos cuando era el actor protagonista de históricos espectáculos
infantiles como Oliverio y Simón, vive ahora
en Ciudad de México, y desde allá nos cuenta que ingresó al programa social
Niños Actores de Venezuela cuando tenía ocho años, dirigido por Roberto
Stopello. “Esas fueron mis primeras experiencias teatrales. Siguiendo con
el TNJV y Unearte. He participado en festivales internacionales en Chile,
Argentina y Colombia. En el 2013 me fui Argentina a seguir investigando
sobre la escritura teatral. He recibido múltiples reconocimientos.
No soy, pues, un desconocido”.
Puntualiza que actualmente vive y
mora en urbe mexicana, “con esto de la crisis sólo queda viajar y
aprender cosas nuevas. Comparto con la venezolana Gennys Pérez,
otra dramaturgia amiga, e intercambiamos saberes diarios en este breve tiempo
que tengo de este lado. Estuve en Argentina cuatro años (quizás vuelva a
Buenos Aires), de los cuales dos estuve sacando la maestría de Dramaturgia,
estoy en esa lucha con la tesis, pero siendo migrante es tan difícil; mi
proyecto de tesis tiene que ver con las lecturas de la mitología en la
posmodernidad, a paso lento pero se avanza”.
“He sobrevivido, porque siempre se
puede leer y escribir algo aunque se tengan los huesos rotos de las largas
jornadas que suelen tener los bares porteños. Aquí en México estoy dando
clases en una escuela primaria, es otra experiencia y a veces trabajo en
un bar de un amigo español. Con Gennys inventamos una salita chiquitita
que llamamos Teatro del bunker, donde entran 15 personas; la estrenamos con su
pieza Tequila y ron. La experiencia fue muy linda, por la cercanía
con los espectadores. En cuatro años fuera he podido viajar un poco: México, Argentina,
España e Italia, siempre visitando amigos, como una especie de oxígeno y
recordatorio del país donde pertenezco. Ojo no viajo como burgués,
viajo de puyita en puyita, con amigos, trabajando en un bar para pagar el
próximo avión ja ja ja. He sido feliz, por supuesto”.
“Conviví con una chica argentina
quien le gustaban las chicas, con ella viajé a España y bueno…se dieron un
montón de experiencias. Compartí sus luchas, sus frustraciones, sus amores,
todo y se convirtió en mi hermana. Creo que ella, más el testimonio
de algunos amigos sobre la maternidad, hizo ese texto que se llama Sólo
un instante. Es el resultado de ese viaje en que ando, y de esa
convivencia; ella me pedía que la acompañara a las marchas del orgullo gay,
evento que nunca había ido, y pude verlo en España y en Buenos Aires, una
fiesta distinta, fuerte, que no se calla: Pude escuchar frente a frente esa
pelea....recuerdo verla llorar cuando en el desfile de Barcelona había
una parte que decía algo así como familias de la diversidad, no lo
recuerdo bien pero eran las parejas que habían adoptado, caminaban con orgullo
al lado de sus hijos, mi amiga Inés se puso a llorar, y en ese
momento mi cabeza entendió tantas cosas. Fue como en mitología, descubrir la
epifanía, descubrir lo bello, lo hermoso y la verdad en sólo un instante.
Cuando la obra empezó a presentarse como imagen Recuerdo que el mapa ruta
de la obra, lo anote en una servilleta de algún cliente para no
olvidarlo, y en la mañana se fue armando. Creo que viajar te rompe
la cabeza y te hace descubrir un poco más este mundo en que andamos y
actuamos”.
“Amigo Moreno-Uribe, no tengo
twitter, pero siempre leo tu blog (elespectadorvenezolano.blogspot.com),
porque vos, junto a Carlitos Herrera, que ya no está entre nosotros, son la
memoria del teatro venezolano de las últimas décadas, cada obra, cada lugar,
está retratado en sus páginas, y bueno aunque uno esté lejos siempre expía
un poco lo que pasa en su teatro, es casi un deber. De este
lado se lloran las pérdidas del teatro, así como también se aplauden sus
aciertos, un abrazo”
Cogollo subraya que tiene otras tres
piezas breves sobre la migración venezolana, y “una de ellas es una pareja
gay que tiene Sida, uno de los hombres está fuera del país y tiene los
medicamentos, el otro se queda en Venezuela. Y a partir de allí se empieza a
tener una dura relación. Es una obra en construcción pero estando tan
lejos, aun se quedará en el baúl del computador, a medida que el pasa
el tiempo afuera, se hace más difícil relacionarse con los grupos, creo
que hacen falta esos proyectos como el piquete que le permitía a los
dramaturgos no perder contacto directo con los grupos teatrales, porque al fin
el pulmón del teatro son los grupos Siempre se le recuerda como la memoria del
teatro”.
Añade que "estoy eligiendo entre dos proyectos de
mi autoría, uno se llama Ciudades, que son tres
venezolanos conversando por internet y cada uno habla de la
imposibilidad que tiene para encontrarse, uno de ellos se encuentra en México,
otro en Alemania y otro en Venezuela. La otra es un Ulises, que llamamos Los
migrantes también aman, con una Penélope que espera y un guerrero que se
debate en cuál es el momento de regresar. Con un amigo residenciado en Miami
estamos viendo la posibilidad de trabajar en una versión de La hora
menguada de Rómulo Gallegos, traerla a una ciudad cerca del mar,
inventando dos mujeres que esperan siempre en el mismo día, que construyen
siempre la noche de fin de año. Y siempre con los grupos teatrales de
Venezuela, tratar de no perder contacto: Jennifer Morales trabaja en una
obra que hasta ahora se llama Una comedia menor. Es un rockero que
ha pasado ya la edad famosa de los 27 años y se niega a dejar el sueño de la
música para entregarse al mundo real”
Aquí en Caracas hay que registrar a Mercdonalds, donde muchachos y muchachas
sueñan en hacer la película que los consagrará, pero al mismo tiempo deciden
emigrar y así que sus vidas se consumen
en esos dos planos, los cuales materializan en escena.
El montaje caraqueño está en avanzado proceso y ahí, desde ahora, destacan
los roles femeninos, mientras los actores buscan mejorar sus voces y sus personajes.Habrá que volverlos a ver para
constatar que han superado los escollos naturales de quienes recién empiezan.
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