Los espectáculos teatrales latinoamericanos, a diferencia del cine, no cruzan fácilmente las fronteras para exhibirse ante los auditorios del vecindario. Hay pocos empresarios que arriesgan sus dólares para contratar a tal o cual montaje, aunque tenga éxito en un país cercano. Hay serios “problemas” con los textos, los actores, las puestas en escena y eso que se llama ”gusto del espectador”, que es quien decide en última instancia. Sin embargo, en Santo Domingo, Miami y Ciudad de Panamá se han presentado recientemente unos cuantos montajes venezolanos, con rotundo triunfo de taquilla. Decimos esto porque en Caracas y en Bogotá sí hay obras que pueden ser contratadas, además ahora que la moneda está a la par y hay tanta necesidad de ganarse la vida con lo que se sabe hacer bien y puede interesar a muchos.
Y para abrir ese intercambio urgente de artes escénicas venezolanas y colombianas, el Teatro Nacional de Bogotá, que preside Fanny Mikey, se llevó, para tres semanas, a la desopilante comedia Jav y Jos, del criollo José Simón Escalona, actuada por Luis Fernández, Javier Valcárcel y Orestes Ortegano, y la estrenó el miércoles 28 de septiembre en la sala de la Calle 71.
Para nosotros fue importante presenciar el “segundo debut” de Jav y Jos ante un público con otros parámetros culturales, en un espacio escénico más cerrado y además contemplar a otro actor que hacía su aparición, en este caso: Orestes Ortegano.
Por supuesto que a los colombianos presentes no les disgustó el planteamiento existencialista, ni la estética vodevilesca del espectáculo venezolano. En Bogotá, donde hay en plena actividad nada menos que 105 bares, cybercafés, discotecas y saunas para gays y lesbianas, la anécdota de la pareja homosexual que vive una aguda crisis de coexistencia, y que además cuestiona amargamente las razones para su devenir, no alarmó a nadie, ni generó un éxodo de protesta. El texto fue escuchado con seriedad y aplaudido en sus momentos críticos, al tiempo que se comprendía o digería el melodrama de los dos decadenes artistas dragqueen que se niegan a aceptar el desgastador paso de los años y la irrupción de una nueva generación que los desplazará, no sólo de la escena, sino de todos los establecimientos o antros donde ejercieron su imperio como artistas, además. ¿Dónde está Peter Pan?
Pero Jav y Jos es algo más que el drama de una pareja de gays venida a menos, tanto en lo íntimo como en su exterior; es la decadencia física y mental de dos seres humanos, en medio de una sociedad inhóspita que los cuestiona y persigue, pero que además les exige impuestos y otras contribuciones. Son las imágenes patéticas de la soledad que antecede a la muerte, de ese sainete que vivimos todos los seres humanos, porque así lo imponen las normas de un colectivo neoliberal, donde sus ciudadanos son simples fichas en una inmensa fábrica de producción y consumo de cualquier cosa, donde no importa lo que pienses y hagas, sino que participes en una compra y venta a semiperpetuidad. No es gratuita,pues, la alienación en que sobrenadan los protagonistas de Jav y Jos. No es un simple artificio su sórdido show para revivir las memorias de tiempos idos. Pero en este montaje para los bogotanos, pudimos notar algo que antes no habíamos apreciado. El personaje mudo del marinerito, especie de “cachifo” de la pareja, ahora está resuelto por el bailarín Orestes Ortegano,quien hace un show dancístico para crear otra atmósfera, un oasis de juventud y vida que contrasta notablemente con la decadente y trágica de la pareja. Es como una cerilla encendida al fondo de un oscuro túnel. Es otra vida que comienza y promete ser al menos más ágil y más violenta.
No sabemos si el autor Escalona habrá visto este montaje, porque ahora tiene otra cosa extraña, una especie de coda o una oferta para un segundo acto donde, como es obvio, falta el texto. Ahí hay elementos para otro show.Vimos a Fernández y Valcárcel en una verdadera competencia para atrapar al complejo público bogotano y al final lograron lo que pretendían: aplausos lentos que fueron incrementándose hasta llegar al cálido y entusiasta reconocimiento por el trabajo actoral desplegado, además de unas cuantas risas picarescas. No hay lugar a dudas de que se trata de una pareja de comediantes que asombra por la entrega que manifiestan para sus difíciles roles.
Ahora Jav y Jos sigue en cartelera, pero con Mark Tacher en el rol de Javier Valcárcel. Lamentamos no estar ahí para ver su performance, que será diferente, por supuesto.
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