Para que nadie olvide la historia del teatro venezolano y a los artistas que lo han hecho posible a lo largo de los cuatro siglos que le achacan, hay que de vez en cuando hacer espectáculos sobre sus vidas y sus tormentos. De lo contrario, a nivel mediático, se estará siempre comenzando, creyendo que el teatro llegó ayer por avión y que la “estrellita” que ahora dice cuatro zoquetadas en el escenario es lo máximo jamás visto antes. Preservar la memoria de los ausentes es vital para cualquier proceso cultural o político.Ignorar el pasado de una disciplina artística es cortarle sus alas y reducirla a una simple actividad dominical.
Por supuesto que es mucho más fácil ignorar que estudiar y tener así en cuenta a los valores que nos precedieron. Venezuela tiene que crecer y para ello la memoria es la vitamina obligatoria.Es por eso que el popular teatrero Aníbal Grunn (Aníbal Enrique García Belardinelli, Bahía Blanca, Argentina,1947), está ahora en la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas con su unipersonal A tu memoria, espectáculo con múltiples lecturas, donde se puede deducir que es un homenaje al ausente Carlos Giménez, o que simplemente exhibe un melodrama de frustraciones y mezquindades muy típico del mundo teatral.
Nosotros vimos a Aníbal Grunn por vez primera durante la temporada de 1976, haciendo a un personaje de El círculo de tiza caucasiano, de Bertold Brecht, bajo la férula de Ugo Ulive, en la sala Alberto de Paz y Mateos. Desde entonces no ha parado y es ahora que, para festejar sus cuatro décadas en los escenarios, ha escrito y actuado A tu memoria, donde, según él, hace un especial homenaje al teatro y en especial a esos seres mínimos o grises que han sido los segundones, pudiendo haber sido los protagonistas, porque precisamente sin ellos no hubiese subido el telón y el drama o la comedia no se hubiese desarrollado.¿Alguien se imagina al Quijote sin su Sancho Panza?
En A tu memoria, Aníbal Grunn muestra a un mínimo hombrecito que, en esa larga duermevela que sigue a los funerales de los amigos, evoca al ausente: un director o un gran actor a cuyo lado soñó, disfrutó y hasta amó como nunca.Interpreta a seis personajes claves en igual número de espectáculos que realizó el ahora ausente pero siempre presente teatrero.Para los que hemos visto cómo los teatreros han producido sus artes escénicas, durante los últimos 36 años, no nos es difícil identificar ahí a los patrones de la vida real que Aníbal Grunn ha utilizado para componer su angustioso y existencial espectáculo. Pero no. Aníbal Grunn los ficcionó a todos ellos y lo que el público identificará es a un Bolívar en su soledad final, mientras añora a Manuela; o al coronel desesperado porque no llega la carta que le anunciará su pensión y se salvará así de vender a su gallo... y otros tantos personajes que matizan a esas patéticas angustias de los artistas latinoamericanos, como a ese mítico Próspero que reitera aquello de que los seres humanos estamos tejidos de la misma tela que los sueños y que nuestra corta vida se cierra con un sueño.
Los que vivimos más de cerca el ciclo vital de Carlos Giménez (1946-1993) nos deleitamos al volver a ver a los personajes claves de su bitácora artística con el grupo Rajatabla, al cual fundó y comandó durante 22 años. Pero hay algo más que eso. Y de ahí la grandeza del trabajo de autoría y de la entrañable y desgarradora actuación lograda por Aníbal Grunn. Lo anecdótico fenece ante el peso de la historia angustiada de ese solitario hombrecito, que ahora ya no será nada ni nadie al perder al ser para el que trabajó -odió y además amódurante largas décadas.A tu memoria podrá ser interpretado como una evocación a Carlos Giménez -dos largos lustros pasó Aníbal Grunn en Rajatabla-, pero también es la saga de un peón del teatro que exorciza a sus fantasmas, apoyado, con sobriedad, por un prudente director y hábil gerente como es Carlos Arroyo, líder de la Compañía Regional de Teatro de Portuguesa, productora de este espectáculo.
Para nosotros, A tu memoria es el primer intento que se hace para poetizar, teatralmente, el paso de ese “huracán argentino” que fue Carlos Giménez, aunque otros podrán decir lo contrario. Lo único cierto es que serán estremecidos por lo que les llega desde la escena.
¡Qué importa... somos como los sueños!
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