Este libro no se consigue fácilmente en las librerías venezolanas. Los interesados pueden contactar a la empresa Planeta Colombiana Editorial o la Fundación Teatro Nacional de Bogotá, quienes se los expenderán con sumo placer. Nos referimos a Fanny Mikey “Por el placer de vivir” /Confesiones de camerino con Humberto Dorado, estremecedor y ejemplar texto de 286 páginas y numerosas fotografías del álbum particular de una sólida actriz y exitosa empresaria, o de la colombiana-argentina más importante de todos los tiempos. Sí, porque ella con su muy noble profesión de comedianta, aunada a la histórica y emprendedora tarea de crear salas teatrales (lleva tres hasta ahora, en Bogotá), producir espectáculos (que se cuentan por docenas) y además realizar festivales internacionales (en marzo y abril del 2006 inaugura el décimo), entró por la puerta grande a la historia de la cultura del vecino país. Nadie antes hizo algo tan vital e histórico en el ex Virreinato de la Nueva Granada. ¡Suerte envidiada por muchas otras naciones!
No tenemos actualmente en Venezuela a una persona del mundo artístico con un récord tan positivo como el de Fanny Mikey (Buenos Aires, 1930). Sí, tuvimos una que iba por el mismo camino de grandeza y se nos murió cuando no había llegado a su cenit, quien de la nada inventó una agrupación, hizo inolvidables montajes e impuso sus festivales internacionales de teatro. Queda su recuerdo, más nada, porque todo aquí cambió y para mal. Era Carlos Giménez (Rosario, Argentina, 1945Caracas, 1993).
Esta publicación, que son las desesperadas confesiones de Fanny Mikey al actor, guionista y escritor Humberto Dorado, es un intento maravilloso por dejar unos apuntes para una historia de las artes escénicas colombianas desde la trinchera que esa valiente y aguerrida mujer ha ocupado desde finales de los años 50, bien sea en Cali o en Bogotá.Ella, una vez más, ha demostrado que la inteligencia no es sólo para peinársela sino también para aplicarla en beneficio de los demás y, a veces, para el disfrute de su poseedor y de sus íntimos.Es un libro que no ahorra detalles sobre la vida íntima, incluso creemos que se excede, de una mujer que ha luchado a toda costa contra la soledad y para buscar el amor de un hombre o de una familia o de un colectivo y quien no se ha detenido en pequeñeces ni en mezquindades.Su meta única ha sido hacer felices a los demás y a medida que eso se iba logrando, ella también ha sido feliz. Amó y ama. Amará para siempre. Pero es hembra, madre y abuela por encima de todo. ¡Y ahí está preparando su próximo festival!
Creemos que por femenina decencia, porque eso nunca lo ha perdido, no revela unas cuantas cosas más, las cuales se difundirán cuando ella quiera o lo permita. Pero lo logrado está ahí y el cómo lo hizo es modelo de gerencia en una sociedad difícil y con muchas parcelas, tal cual es la colombiana. Salvo el incidente de la bomba terrorista, puesta por la más siniestra derecha bogotana, en su teatro de la calle 71, los colombianos decentes, que son millones, la cortejan y la aman y estarían dispuestos a elegirla Presidenta de la República por sus dotes para administrar y además amar a su pueblo.
Nosotros pudimos conocerla durante los últimos tramos de los 50 y los primeros años de los 60 en Cali, cuando colaboraba con Enrique Buenaventura para fundar al Teatro Escuela de Cali, brillante agrupación del mejor teatro comprometido que ha tenido Colombia, junto al bogotano Teatro de la Candelaria. Después Fanny en pos de su techo existencial y de una tarea que trascendiera más allá del simple estreno teatral, se instaló en Bogotá y es en los años 70 cuando sueña y va materializando, poco a poco, su fundación Teatro Nacional, apoyada por unos pocos colombianos que sí aman como nadie a su terruño y por el trabajan y no se rinden jamás.
No pretendemos poner de modelo a Fanny Mikey.No. Invitamos a que sea leída su biografía para conocer a una “abeja reina” que ya es una leyenda y aprender ahí cómo se trabaja para la comunidad.
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