En Parque Central, monumental conjunto residencial caraqueño de 2.400 apartamentos, siete penthouses desperdiciados, un hotel que perdió las estrellas, dos museos y tres laberínticos sótanos, pululan las leyendas urbanas, esas historias de fantásticos y/o fantasmales seres que conviven con sus residentes. La más extraña de todas y por cierto no carente de cierta fascinación cultural, es la de una bailarina asesinada, apodada “La cotufa”. Era una damisela que se desnudaba en algunos nightclubs donde gastaba su vida, a quien sus enamorados, unos chulos argentinos, la despedazaron con cuchillos eléctricos en uno de los apartamentos y regaron sus restos en bolsas plásticas. Sobre las características del crimen y lo que ocurrió con sus autores, así como mayores detalles sobre la víctima, nunca se supo gran cosa, porque sirvió de banal alimento para las páginas rojas de los periódicos y después fue suplantado por otros estridentes casos, como siempre ocurre en este continente, donde las noticias sobre tales atrocidades se convierten en un circo. ¡Tapen, tapen, tapen!
Pero el crimen de la bailarina sí conmocionó a todos los habitantes de Parque Central por sus siniestras características y porque además, casi simultáneamente con el escándalo periodístico, el ánima de “La cotufa” comenzó a danzar por los pisos superiores de los edificios Tajamar, Caroata y Catuche, creando pánico entre los trasnochadores habitantes o visitantes, pero especialmente entre ascensoristas y vigilantes, quienes se encargaron de propalar las angustiosas apariciones. ¡Una fantástica bola de nieve de intrigas!
No sabemos si tal ánima en pena ya fue conjurada o está en algún limbo, pero lo cierto es que un dramaturgo, residente en Parque Central, José Antonio Barrios Valle (Cádiz,1964), ha retomado esa historia, la ha poetizado y llevado a un espectáculo, La cotufa no baila más, la cual bajo la dirección de Lenni Márquez y la producción del Grupo Teatral Repico hace temporada en el Ateneo de Caracas, con la participación de los comediantes Roberta Zanchi, Yojhan Zambrano, Gustavo Mujica, María Alejandra Camacho, Claudy de Sousa, Karolains Rodríguez, Tibisay Martínez e Ivonne Bello, como “La cotufa”, la bailarina eliminada, además del aporte de Darío Perdomo en la iluminación y Nancy Nieto en la producción general.
La cotufa no baila más, ópera prima de Barrios, como texto nos pareció divertido por las situaciones y los diálogos de doble sentido de sus personajes, quienes viven en un edificio caraqueño, donde hay una ascensorista que conoce la vida y los milagros de todos los que habitan ese bloque multifamiliar y donde precisamente han asesinado a una bailarina y abandonado sus restos en una basurero. El autor propuso que el ánima de “La cotufa” tuviera una presencia visible y activa en el sube y baja del ascensor donde se desarrollan los diálogos de los residentes con la entrometida ascensorista, para crear una mayor tensión o esa atmósfera mágica en que se desenvuelven los personajes.
Pero la realización o materialización del texto dramatúrgico resultó deficiente, porque la creación del espacio escénico no convence, ya que la atmósfera de encierro que se crea en un ascensor no se logra a plenitud. Además, el público esta al frente, como un voyeur, contemplando el corri-corri de los personajes, mientras una bailarina de ballet entra y sale sin ningún misterio de escena. La obra ha sido desperdiciada por la dirección, ya que no logra crear el clímax ni el misterio mismo que propone el autor, y todo se va por el lado fácil o la comicidad de las situaciones. ¡Un buen texto abortado!
Lo único notable de este montaje es el conjunto del trabajo actoral ahí mostrado, especialmente por Roberta Zanchi, quien logra crear a la ascensorista que todo lo sabe y que tiene una doble vida, como todos los otros personajes o habitantes del edificio aquel donde mataron a “La cotufa” y como su alma vaga en pena pidiendo justicia.
Creemos que este montaje merece ser replanteado para resolver definitivamente el problema del espacio escénico, ese ascensor donde pasa todo, hasta donde baila “La cotufa”.
¿Habrá que meter a los espectadores en el ascensor, el cual podría ser un gran cajón, para que todos no solo vean sino que además participen? ¿Quién se mete en ese ascensor?
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