Orlando Arocha (Maiquetía, 5 de febrero de 1954) no es “una monedita de oro” para algunos, pero resulta ser un valioso teatrero que ha escalado con dificultades -porque viene desde muy abajo y sin padrinos- su personal montaña artística. Tiene un récord público de excelentes y buenos montajes y otros de ingrata memoria, pero no se le puede negar que posee talento y además ha cultivado su oficio durante las últimas tres décadas. Como artista se arriesga, no tiene miedo a equivocarse y recibir por consiguiente el rechazo del público y el cuestionamiento de la crítica, tal como ocurrió con su versión, en el 2005, de Hamlet, espectáculo con el cual insistirá ahora en el XVI Festival Internacional de Caracas (Fitc 2006).
Pero después de haberle visto su semi-peripatético espectáculo con el texto de Rodrigo García, Mejor se hubieran quedado en sus casas güevones, con el cual inauguró su temporada 2006, hay que recomendarle a este teatrero criollo que siga por esa senda, que rompa la cuarta pared, que mueva a sus actores y agreda al público, que se salga de lo convencional, que experimente, porque sólo los que saben algo más del abecé teatral pueden hacerlo y no perecer en el intento, como decía Ugo Ulive cuando estaba en su apogeo como creativo director de escena; aunque hay que apuntar que en ese reciente trabajo tuvo dos acólitos (Ricardo Nortier y Juan José Martín),quienes son algo así como sus hijos adoptivos o personas claves de su familia elegida, que colaboraron en la realización del montaje, escenificado en Los Espacios Cálidos, salones multiusos del Ateneo de Caracas.
Este autor Rodrigo García (Buenos Aires, 1964) desde 1986 vive y trabaja en Madrid, donde se desempeña como autor, escenógrafo y director. Creó en 1989 la agrupación La Carnicería Teatro, por haber sido ayudante de carnicero en Argentina y España, con la cual montó espectáculos experimentales que causaron impacto en el circuito alternativo madrileño. Pero es en el 2000 cuando los franceses lo descubren y se lo llevan, con sus actores, su iluminador, su editor de video, y desde entonces ha alcanzado un continuado éxito internacional, tras triunfar en los festivales de Aviñon y de Otoño en París. Hoy por hoy, es la gran estrella del teatro español, aceptado a regañadientes tras sus triunfos allende los Pirineos.
En el teatro de García que se ha visto en Europa, aunque en una ocasión vino a una entrega del Fitc, según reseña Beatriz Bergamin (El País, Madrid, 15.01-2006), “sus actores utilizan sus propios nombres, apelan al espectador, lo implican con cómplice sensibilidad o lo ignoran, son provocadores. Hay situaciones carcajeantes, vomitivas o melancólicas; hay palabras poco complacientes, a ratos lúdicas y siempre directas. Palabras en acción, porque... cuando la locura es verbal se tolera y aplaude”.
Orlando Arocha y su dueto acompañante trabajaron el texto de García y lo convirtieron en un entretenido montaje itinerante a través de los dos salones de Los Espacios Cálidos. Llevaron a los espectadores para que vieran y repudiaran una cotidiana acción de violencia doméstica, mostraron a una bañista entregada a un desolador juego lúdico, exhibieron a un niña (bien travestida por Mario Sudano) en su despertar hacia la adolescencia, plasmaron una relación sangrienta entre madre y su hijo y al final exhibieron a un payaso entregado a un discurso incoherente sobre la rutina familiar con las hamburguesas dominicales. En fin: el texto es una patada más al sistema de cultura burguesa imperante en el mundo occidental, un discurso que se ha visto y oído tantas veces que ya suena aburrido por la falta de novedad. Lo importante de este espectáculo es que saca al público de su posición cómoda y le somete a una agresión física y visual de proporciones nunca antes vistas en la escena criolla, salvo los montajes experimentales que hicieron Carlos Giménez en el Museo de Bellas Artes y Rodolfo Santana en la Sala Rajatabla en épocas pretéritas.
Orlando Arocha con mínimos recursos ha logrado un montaje desacralizador, revolucionario para el contexto y donde contó con el apoyo de buenos comediantes como Mario Sudano, Alberto “Paisa” González, María Elena Duque, Alexander Leterni y Fedora Freites. Creemos, que este montaje y no el ordinario Hamlet es el que debería mostrar en el XVI Fitc 2006.
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