Para que la memoria de José Ignacio Cabrujas (1937-1995) no desaparezca en medio de llantos, la periodista Yoyiana Ahumada propuso y realizó un seminario sobre la obra del ausente dramaturgo, donde se propiciaron diálogos inesperados, textos que le hiciesen honor al homenajeado y, sobre todo, una gran corriente de pensamientos y palabras que merecía la pena darse a conocer por intermedio de un libro. Fue así como nació Cabrujas: ese ángel terrible, de 54 páginas, editada por la Fundación para la Cultura Urbana.
Ahumada (Caracas, 1964) explica que en ese seminario, que durante un semestre dictó, se trataba de abarcar todas las tribunas discursivas que desarrolló Cabrujas."Así, vimos al Cabrujas teatral, operático, periodista, escritor de telenovelas y hasta el Cabrujas sociólogo. Para cada uno de los módulos invité a Manuel Felipe Sierra, Iraida Tapia, Leonardo Azparren, Rossana Negrín y el sociólogo Tulio Hernández. Para producir un testimonio propuse la realización de un cuaderno donde escribieron: Arnaldo Gutiérrez (Tiempo de escucharlo), Claudia Furiati Páez (¡Échale bola, Cabrujas!), Eduardo Fermín (¿El país no tiene quién lo cuente?), Daniel Gutiérrez (Cabrujas en El sádico ilustrado), Manuel Felipe Sierra (Venezuela en tinta) e Iraida Tapias (Regreso a la Casa del Paraiso). Y aquí está la publicación"
-¿Cabrujas se merece todo esto?
–Se lo merece, por ser una de las inteligencias contemporáneas más completas en Venezuela, por su compromiso con el país y su capacidad de preguntarse qué somos como proyecto y como resultado de una historia; por ser un extraordinario dramaturgo que convierte al teatro en el mejor espejo de las sombras colectivas de la sociedad venezolana.
-¿No estamos exagerando la cosa?
–En un país con una memoria tan ingrata, es una fiesta que nos sigamos acordando y necesitando de una mente que nos dejo huérfanos hace 12 años. Además, sobre Cabrujas apenas existen los libros Cabrujerías de Francisco Rojas Pozo (Iupel Maracay); y Catia tres voces de Milagros Socorro; un par de tesis de grado, y, que yo sepa la de magister literae que es la mía: Venezuela la obra inconclusa de José Ignacio Cabrujas (USB 2001)
-¿Cuáles son las claves que encontraron en ese seminario sobre Cabrujas?
-En cada registro escritural podemos encontrar la clave de la historia como lección no aprendida en un ciclo donde el futuro es resultado de los errores del pasado; el cuento contado desde el personaje de la sombra, no el de la gran historia; un manejo de la compasión frente a sus criaturas (artículo de opinión; teatro y telenovela); un tejido que, como llama Tulio Hernández, convirtió a su mirada en una sociología de los sentidos; una articulación operática de sus discursos (áreas, tríos, solos) y el manejo de las piezas escriturales como partituras; una presencia del enmascaramiento y la teatralidad como miradas del arte y la vida; el humor como recurso estético y filosófico para contar su macrorelato que es Venezuela.
-¿Se pueden reproducir sus obras al estilo Cabrujas con esas claves?
-Jamás, un escritor es resultado de su formación, de su tiempo histórico y de su cir- cunstancia personal: hay que haber sido hijo de Matilde Lofiego y el sastre Cabrujas; nacido en Catia y estudiante del San Ignacio de Loyola. Con esto quiero decir que se puede emularlo y de hecho así como en televisión hay una escuela de escritores que trabajaron bajo su égida: Pilar Romero, Perla Farías, Boris Izaguirre, Cristina Policastro, Rossana Negrín, Carolina Espada y Alberto Barrera entre otros; también existen dramaturgos hijos de su influencia como Elio Palencia...y el propio Ibsen Martínez. Es irrepetible como lo somos todos, pero es posible, que se produzcan mayor interés en seguir escudriñando en su obra, para entender las claves de cómo leer el país que es.
-¿Qué ha pasado con sus obras?
–Creo que este es un país donde los términos repertorio ni reposición son habituales, tanto por costos, como por escasez de infraestructura teatral: yo amaría a quien volviera a montar Acto Cultural, que es una pieza extraordinaria y se la dedicaría al ministro de la cultura Farruco Sesto. Creo que los directores prefieren montar obras de autores comercialmente probados o autoralmente jóvenes.
-¿Qué harán ahora que lograron un libro?
–Lo vamos a bautizar, vendrá todo el boom promocional. A lo mejor se presenta la oportunidad de una charla inspirada en el libro. Y hasta se ha hablado de hacer una cátedra de estudios cabrujianos, porque la Fundación Cabrujas ya existe y aunque no se encarga de realizar investigaciones propiamente; pues es preferible manejar otra figura.
-¿Podemos sobrevivir sin Cabrujas?
–Hay hombres que luchan un día y son buenos...pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles...Bertolt Brecht, dijo eso y para mí se equivoco, todos somos efímeros y prescindibles. Pero hay inteligencias que uno extraña: Arturo Uslar Pietri; José Ignacio Cabrujas, Juan Nuño, Elizabeth Schön. Cabrujas, como dijo Pilar Romero, nos acompañaba a entender nuestra cuesta abajo en la rodada.
Ahumada (Caracas, 1964) explica que en ese seminario, que durante un semestre dictó, se trataba de abarcar todas las tribunas discursivas que desarrolló Cabrujas."Así, vimos al Cabrujas teatral, operático, periodista, escritor de telenovelas y hasta el Cabrujas sociólogo. Para cada uno de los módulos invité a Manuel Felipe Sierra, Iraida Tapia, Leonardo Azparren, Rossana Negrín y el sociólogo Tulio Hernández. Para producir un testimonio propuse la realización de un cuaderno donde escribieron: Arnaldo Gutiérrez (Tiempo de escucharlo), Claudia Furiati Páez (¡Échale bola, Cabrujas!), Eduardo Fermín (¿El país no tiene quién lo cuente?), Daniel Gutiérrez (Cabrujas en El sádico ilustrado), Manuel Felipe Sierra (Venezuela en tinta) e Iraida Tapias (Regreso a la Casa del Paraiso). Y aquí está la publicación"
-¿Cabrujas se merece todo esto?
–Se lo merece, por ser una de las inteligencias contemporáneas más completas en Venezuela, por su compromiso con el país y su capacidad de preguntarse qué somos como proyecto y como resultado de una historia; por ser un extraordinario dramaturgo que convierte al teatro en el mejor espejo de las sombras colectivas de la sociedad venezolana.
-¿No estamos exagerando la cosa?
–En un país con una memoria tan ingrata, es una fiesta que nos sigamos acordando y necesitando de una mente que nos dejo huérfanos hace 12 años. Además, sobre Cabrujas apenas existen los libros Cabrujerías de Francisco Rojas Pozo (Iupel Maracay); y Catia tres voces de Milagros Socorro; un par de tesis de grado, y, que yo sepa la de magister literae que es la mía: Venezuela la obra inconclusa de José Ignacio Cabrujas (USB 2001)
-¿Cuáles son las claves que encontraron en ese seminario sobre Cabrujas?
-En cada registro escritural podemos encontrar la clave de la historia como lección no aprendida en un ciclo donde el futuro es resultado de los errores del pasado; el cuento contado desde el personaje de la sombra, no el de la gran historia; un manejo de la compasión frente a sus criaturas (artículo de opinión; teatro y telenovela); un tejido que, como llama Tulio Hernández, convirtió a su mirada en una sociología de los sentidos; una articulación operática de sus discursos (áreas, tríos, solos) y el manejo de las piezas escriturales como partituras; una presencia del enmascaramiento y la teatralidad como miradas del arte y la vida; el humor como recurso estético y filosófico para contar su macrorelato que es Venezuela.
-¿Se pueden reproducir sus obras al estilo Cabrujas con esas claves?
-Jamás, un escritor es resultado de su formación, de su tiempo histórico y de su cir- cunstancia personal: hay que haber sido hijo de Matilde Lofiego y el sastre Cabrujas; nacido en Catia y estudiante del San Ignacio de Loyola. Con esto quiero decir que se puede emularlo y de hecho así como en televisión hay una escuela de escritores que trabajaron bajo su égida: Pilar Romero, Perla Farías, Boris Izaguirre, Cristina Policastro, Rossana Negrín, Carolina Espada y Alberto Barrera entre otros; también existen dramaturgos hijos de su influencia como Elio Palencia...y el propio Ibsen Martínez. Es irrepetible como lo somos todos, pero es posible, que se produzcan mayor interés en seguir escudriñando en su obra, para entender las claves de cómo leer el país que es.
-¿Qué ha pasado con sus obras?
–Creo que este es un país donde los términos repertorio ni reposición son habituales, tanto por costos, como por escasez de infraestructura teatral: yo amaría a quien volviera a montar Acto Cultural, que es una pieza extraordinaria y se la dedicaría al ministro de la cultura Farruco Sesto. Creo que los directores prefieren montar obras de autores comercialmente probados o autoralmente jóvenes.
-¿Qué harán ahora que lograron un libro?
–Lo vamos a bautizar, vendrá todo el boom promocional. A lo mejor se presenta la oportunidad de una charla inspirada en el libro. Y hasta se ha hablado de hacer una cátedra de estudios cabrujianos, porque la Fundación Cabrujas ya existe y aunque no se encarga de realizar investigaciones propiamente; pues es preferible manejar otra figura.
-¿Podemos sobrevivir sin Cabrujas?
–Hay hombres que luchan un día y son buenos...pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles...Bertolt Brecht, dijo eso y para mí se equivoco, todos somos efímeros y prescindibles. Pero hay inteligencias que uno extraña: Arturo Uslar Pietri; José Ignacio Cabrujas, Juan Nuño, Elizabeth Schön. Cabrujas, como dijo Pilar Romero, nos acompañaba a entender nuestra cuesta abajo en la rodada.
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