La dramaturga, directora y actriz Aminta de Lara Rojas (Caracas, 1957) no sale de su asombro. Gracias al llamado “Efecto Chávez”, el cual no sólo la ha favorecido en los medios de comunicación venezolanos, porque desplegaron una serie de reportajes sobre su pieza Golondrina que exhibe en Nueva York, sino que hasta en Manhattan el público le ha respondido positivamente. Ya tiene una serie de propuestas para continuar exhibiéndola, dentro y fuera de Estados Unidos, además de una oferta para llevarla al cine. Una dominical llamada telefónica, desde su apartamento en Brooklyn, le bastó para contarlo todo.
-¿Qué pasa con ‘Golondrina’ en Nueva York?
-No me puedo quejar. Hemos tenido suficiente público y con lo publicado en la prensa, tanto en Venezuela como en Nueva York, además de las agencias internacionales de noticias y en las paginas web, pues estoy feliz, porque no ha pasado por debajo de la mesa. Ya recibimos una invitación para presentarnos en un festival de Valencia, España, y estamos en negociaciones para llevar Golondrina al Teatro Trasnocho, de Caracas. La representante de una productora de cine estadounidense se interesó en nuestro montaje y hemos acordado reunirnos próximamente, pues cree que puede llevarse al cine. Eso sería lo máximo, por la difusión que puede alcanzar en el mundo entero. Pero lo que más me ha impresionado es una oferta para hacer una temporada, pagada por una asociación de niños y niñas abusados, ya que esa temática, que hemos abordado en mi obra, les ha impactado, además que eso aquí en Estados Unidos preocupa muchísimo.
-¿Vale la pena ser una desconocida en Nueva York y no una niña bien que se aburre, en Caracas?
-Es muy difícil aburrirse en nuestra patria herida. El tedio no tiene cabida en medio de tanta contradicción. Lo que prefiero en realidad es un lugar donde estar en paz. Y no soy tan desconocida gracias a mi teatro.
-¿Cuántas obras escritas y estrenadas hasta ahora?
- Seis y todas son distintas: Bolero de hoy (1991) usa como excusa la relación amorosa entre dos mujeres, para hablar a través de lo cotidiano de la trascendencia de las relaciones de pareja en el universo personal. La Monalisa (1993) plantea la transferencia de valores entre generaciones. La importancia de llamarse Blanca (2004) cuestiona nuestra posición personal ante el ejercicio del poder. Fin de siglo (1996) nos pide ver al amor y a la muerte a través del encuentro de un hombre y una mujer que han perdido a causa del HIV al ser amado y se ven obligados a reconocerse. Doble imagen (1999) invita a reflexiones sobre los procesos internos de encontrarnos a nosotros mismos a través de las imágenes y la poesía. Y ahora Golondrina, que utiliza como excusa el abuso infantil que sufrieron dos venezolanas, por parte de su padre, para hablar de un país dividido pero por sobre todas las cosas herido.
-¿Por qué Golondrina?
-La golondrina es una avecita muy frágil y muy viajera pero ella siempre regresa a su nido. Tengo la esperanza de que así como la golondrina vuelve siempre a su lugar de origen, así también nuestra patria herida se recuperará y volverá a ser lo que antes fue. Mi sueño es que la patria venezolana, herida, regrese a su nido, a su esencia, al igual que las frágiles golondrinas retornan a la seguridad de sus nidos. Mi Golondrina está centrada en las hermanas Carmen Elena (a cargo de Diana Cherry), de tendencia chavista, y Claudia López(personaje a mi cargo), feroz opositora al régimen, quienes mantienen un reencuentro con su progenitor agonizante, Manuel Felipe López, el 23 de enero de 2002 en Caracas, en medio de toda esa crispada polémica político-social desatada por el gobierno de Chávez, que algunos denominan “Efecto Chávez”. Es una metáfora que propone una reflexión sobre el abuso del poder en cualquiera de sus formas.
-¿Servirá Golondrina para clarificarle a los gringos, la situación venezolana?
-Espero que sí. Sin embargo también espero que el tema tenga bastante eco aquí en Estados Unidos, pues el abuso de poder no es tema exclusivo de nuestra patria herida.
-¿Cómo ha sido su lucha para mostrar su teatro en Nueva York?
-Hace mucho tiempo que no pienso en el teatro en esos términos. Las circunstancias nos van llevando a espacios nuevos y esos espacios nos abren o cierran puertas. Lo que se hizo deja huella para bien o para mal y si hay cierta coherencia en la estela de esa huella siempre se encuentra un lugar donde crear.
-¿En Nueva York es el teatro en español para un grupúsculo de latinos o ha crecido ese auditorio?
-No lo sé. Sin embargo opino que mientras más número de personas vean el trabajo, mayor será la capacidad de reflexión. Al hacerlo exclusivamente en español se le está negando esa oportunidad a un número significativo de personas. Por eso siempre trato de presentar mis obras en inglés, como lo estamos haciendo con Golondrina.
-¿Seguirá Golondrina en el Teatro La MaMa?
-Hasta ahora, y nos falta una semana más de funciones, aún nos han solicitado prolongar la temporada. La MaMa es un espacio muy codiciado y bastante cotizado. ¡Nos gustaría, por supuesto!
-¿Cuándo se concreta la exhibición en Caracas?
-Eso debe decidirse pronto, porque tanto nosotras como ellos tenemos que hacer nuestras agendas.
-¿Qué pasa con ‘Golondrina’ en Nueva York?
-No me puedo quejar. Hemos tenido suficiente público y con lo publicado en la prensa, tanto en Venezuela como en Nueva York, además de las agencias internacionales de noticias y en las paginas web, pues estoy feliz, porque no ha pasado por debajo de la mesa. Ya recibimos una invitación para presentarnos en un festival de Valencia, España, y estamos en negociaciones para llevar Golondrina al Teatro Trasnocho, de Caracas. La representante de una productora de cine estadounidense se interesó en nuestro montaje y hemos acordado reunirnos próximamente, pues cree que puede llevarse al cine. Eso sería lo máximo, por la difusión que puede alcanzar en el mundo entero. Pero lo que más me ha impresionado es una oferta para hacer una temporada, pagada por una asociación de niños y niñas abusados, ya que esa temática, que hemos abordado en mi obra, les ha impactado, además que eso aquí en Estados Unidos preocupa muchísimo.
-¿Vale la pena ser una desconocida en Nueva York y no una niña bien que se aburre, en Caracas?
-Es muy difícil aburrirse en nuestra patria herida. El tedio no tiene cabida en medio de tanta contradicción. Lo que prefiero en realidad es un lugar donde estar en paz. Y no soy tan desconocida gracias a mi teatro.
-¿Cuántas obras escritas y estrenadas hasta ahora?
- Seis y todas son distintas: Bolero de hoy (1991) usa como excusa la relación amorosa entre dos mujeres, para hablar a través de lo cotidiano de la trascendencia de las relaciones de pareja en el universo personal. La Monalisa (1993) plantea la transferencia de valores entre generaciones. La importancia de llamarse Blanca (2004) cuestiona nuestra posición personal ante el ejercicio del poder. Fin de siglo (1996) nos pide ver al amor y a la muerte a través del encuentro de un hombre y una mujer que han perdido a causa del HIV al ser amado y se ven obligados a reconocerse. Doble imagen (1999) invita a reflexiones sobre los procesos internos de encontrarnos a nosotros mismos a través de las imágenes y la poesía. Y ahora Golondrina, que utiliza como excusa el abuso infantil que sufrieron dos venezolanas, por parte de su padre, para hablar de un país dividido pero por sobre todas las cosas herido.
-¿Por qué Golondrina?
-La golondrina es una avecita muy frágil y muy viajera pero ella siempre regresa a su nido. Tengo la esperanza de que así como la golondrina vuelve siempre a su lugar de origen, así también nuestra patria herida se recuperará y volverá a ser lo que antes fue. Mi sueño es que la patria venezolana, herida, regrese a su nido, a su esencia, al igual que las frágiles golondrinas retornan a la seguridad de sus nidos. Mi Golondrina está centrada en las hermanas Carmen Elena (a cargo de Diana Cherry), de tendencia chavista, y Claudia López(personaje a mi cargo), feroz opositora al régimen, quienes mantienen un reencuentro con su progenitor agonizante, Manuel Felipe López, el 23 de enero de 2002 en Caracas, en medio de toda esa crispada polémica político-social desatada por el gobierno de Chávez, que algunos denominan “Efecto Chávez”. Es una metáfora que propone una reflexión sobre el abuso del poder en cualquiera de sus formas.
-¿Servirá Golondrina para clarificarle a los gringos, la situación venezolana?
-Espero que sí. Sin embargo también espero que el tema tenga bastante eco aquí en Estados Unidos, pues el abuso de poder no es tema exclusivo de nuestra patria herida.
-¿Cómo ha sido su lucha para mostrar su teatro en Nueva York?
-Hace mucho tiempo que no pienso en el teatro en esos términos. Las circunstancias nos van llevando a espacios nuevos y esos espacios nos abren o cierran puertas. Lo que se hizo deja huella para bien o para mal y si hay cierta coherencia en la estela de esa huella siempre se encuentra un lugar donde crear.
-¿En Nueva York es el teatro en español para un grupúsculo de latinos o ha crecido ese auditorio?
-No lo sé. Sin embargo opino que mientras más número de personas vean el trabajo, mayor será la capacidad de reflexión. Al hacerlo exclusivamente en español se le está negando esa oportunidad a un número significativo de personas. Por eso siempre trato de presentar mis obras en inglés, como lo estamos haciendo con Golondrina.
-¿Seguirá Golondrina en el Teatro La MaMa?
-Hasta ahora, y nos falta una semana más de funciones, aún nos han solicitado prolongar la temporada. La MaMa es un espacio muy codiciado y bastante cotizado. ¡Nos gustaría, por supuesto!
-¿Cuándo se concreta la exhibición en Caracas?
-Eso debe decidirse pronto, porque tanto nosotras como ellos tenemos que hacer nuestras agendas.
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