Unos fanáticos teatreros, encerrados en el Teatro San Martín, diseñaron e hicieron funcionar un plan dramatúrgico destinado a provocar la reflexión del público sobre la presencia del padre o el progenitor en las familias o en las vidas de esposas, hijos e hijas. Convocaron a 13 autores consolidados y pusieron en marcha el Proyecto Padre: obras José, el pasado viernes 8, en el cual participan Ignacio del Moral (España), Benjamin Galemiri (Chile), Ricardo Halac (Argentina), Santiago Martín Bermúdez (España), Bernard Lagier (Francia-Martinica), Luis Mario Moncada (México), Ángel Norzagaray (México), Mónica Ogando (Argentina), Gustavo Ott (Venezuela), Elio Palencia (Venezuela), Roberto Ramos Perea (Puerto Rico), Patricia Suárez (Argentina) y Víctor Viviescas (Colombia). Todos escribieron 13 obras originales, exclusivas para este proyecto que nació en el 2006 y el cual, con el estreno de los espectáculos, se prolongará hasta el 2009.
Ott, coordinador del proyecto y “curador” de esos textos, comenta que se pusieron de acuerdo para escribir unas piezas con la idea de llevar al teatro del continente una aproximación libre sobre uno de los grandes personajes de la sociedad occidental y en especial la comunidad iberoamericana y caribeña: el padre como jefe de familia, pero también como el primero en enseñarnos los usos del poder; el padre como sacrificio o como dictador; victima o victimario, presidente o vendedor de frutas; el padre ausente o demasiado presente; la madre padre, el padre de la patria, el padre de la Iglesia, dios padre, en fin, el padre desde todas las aristas, géneros y técnicas posibles.
Son obras cortas (entre 10 y 15 páginas) especialmente ensambladas en tres espectáculos, de cuatro piezas cada uno. José, el personaje central, posee las mismas características en todas las piezas, aunque varía su contexto, condición social, usos del idioma, profesión, etcétera. Si en una obra es un burgués, en la otra es un obrero, un macho o gay, un filósofo o un idiota, un tahúr o un santo. José es casado o divorciado o viudo y vive al mismo tiempo en Argentina, Venezuela, España, Chile o México. Puede que hable mucho o poco y su vida es distinta en cada obra aunque es el mismo José siempre: padre de dos hijos y con un temblor en su mano derecha. Y es el mismo José siempre porque queda claro que además de un personaje es una metáfora.
La primera entrega de esta especie de parricidio teatral se materializó con las piezas Los adioses de José (Viviescas), El que te cogió y se fue (Palencia), Papá poeta (Halac) y Cenizas vivas (Ramos Perea). Y el elenco para ese primer cuarteto de “José” lo integraron Gonzalo Cubero, Trino Rojas, María Eugenia Romero, William Escalante, José Luis Záez y Lismar Ramírez, dirigidos por Luis Domingo González.
En términos generales estas cuatro obras son light o muy respetuosas del padre latinoamericano, aunque están bien plasmados o logrados esos José, pero los conflictos de tales progenitores con sus descendientes son tímidos o casi telenovelescos, salvo el estrujante texto de Palencia. Lo mejor fueron las veristas caracterizaciones asumidas por el veterano profesor Trino Rojas.
Habrá que esperar a las nueve piezas restantes para un juicio global sobre ese problema de la paternidad latinoamericana, donde la normalidad de tales relaciones es la excepción, donde ojalá que los autores no hayan olvidado aquello de que "padre no es el que engendra sino el que cría".
Ott, coordinador del proyecto y “curador” de esos textos, comenta que se pusieron de acuerdo para escribir unas piezas con la idea de llevar al teatro del continente una aproximación libre sobre uno de los grandes personajes de la sociedad occidental y en especial la comunidad iberoamericana y caribeña: el padre como jefe de familia, pero también como el primero en enseñarnos los usos del poder; el padre como sacrificio o como dictador; victima o victimario, presidente o vendedor de frutas; el padre ausente o demasiado presente; la madre padre, el padre de la patria, el padre de la Iglesia, dios padre, en fin, el padre desde todas las aristas, géneros y técnicas posibles.
Son obras cortas (entre 10 y 15 páginas) especialmente ensambladas en tres espectáculos, de cuatro piezas cada uno. José, el personaje central, posee las mismas características en todas las piezas, aunque varía su contexto, condición social, usos del idioma, profesión, etcétera. Si en una obra es un burgués, en la otra es un obrero, un macho o gay, un filósofo o un idiota, un tahúr o un santo. José es casado o divorciado o viudo y vive al mismo tiempo en Argentina, Venezuela, España, Chile o México. Puede que hable mucho o poco y su vida es distinta en cada obra aunque es el mismo José siempre: padre de dos hijos y con un temblor en su mano derecha. Y es el mismo José siempre porque queda claro que además de un personaje es una metáfora.
La primera entrega de esta especie de parricidio teatral se materializó con las piezas Los adioses de José (Viviescas), El que te cogió y se fue (Palencia), Papá poeta (Halac) y Cenizas vivas (Ramos Perea). Y el elenco para ese primer cuarteto de “José” lo integraron Gonzalo Cubero, Trino Rojas, María Eugenia Romero, William Escalante, José Luis Záez y Lismar Ramírez, dirigidos por Luis Domingo González.
En términos generales estas cuatro obras son light o muy respetuosas del padre latinoamericano, aunque están bien plasmados o logrados esos José, pero los conflictos de tales progenitores con sus descendientes son tímidos o casi telenovelescos, salvo el estrujante texto de Palencia. Lo mejor fueron las veristas caracterizaciones asumidas por el veterano profesor Trino Rojas.
Habrá que esperar a las nueve piezas restantes para un juicio global sobre ese problema de la paternidad latinoamericana, donde la normalidad de tales relaciones es la excepción, donde ojalá que los autores no hayan olvidado aquello de que "padre no es el que engendra sino el que cría".
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