Odiado y temido. Venerado y aplaudido por sus familias, la sanguínea y la adquirida. Pero todos quieren estar en la buena con él, porque tiene el dorado toque del rey Midas y eso garantiza que cuanta producción presente tendrá buena taquilla, lo cual favorece a empresarios o conserjes de las salas teatrales y quienes participan en tal exitoso espectáculo. Y, por sin fuera poco, como es maestro, ha formado otra habilidosa y culta generación de teatreros que está desplazando a quienes sean cual helados de chocolate y no manejen sólidos conceptos teóricos y otras informaciones vitales para sobrevivir en esa casa de vecindad que es el show bussines criollo.
Escribimos sobre un venezolano, nacido en Madrid hace 46 años, quien sí está muy claro en lo que ambiciona en la vida –nadie debe sorprenderse cuando inaugure su sala teatral propia- y como demostración de que sabe el oficio y el conocimiento que tiene del gusto o el disgusto del público, ha dirigido y actuado otra vez la exitosa comedia dramática Art, de la francesa Yasmina Reza (París, 1 de mayo de 1959), la cual mostró en una Sala de Corp Banca.
Nos referimos a Héctor Manrique –el álter ego del ciudadano Héctor Rodríguez Manrique- el mismo que exhibió Art en la temporada 1999 - 2000 en la Sala de Conciertos del Ateneo, donde permaneció siete meses y contabilizó 125 funciones. Lo acompañaron en la escena, sus amigos, Iván Tamayo y Basilio Álvarez, asistidos por Kathy Clavijo y Melissa Wolf, dentro del dispositivo escenográfico creado por Carlos Di Pasquo, iluminados y vestidos por José Jiménez y Eva Ivanyi, y con la producción general de Carolina Rincón para el Grupo Actoral 80 y el Grupo Teatral de Caracas.
Art, en su sinopsis oficial, no es más que la peripecia de Sergio al comprar un cuadro moderno por una elevada suma de dinero; eso desagrada a Marcos, quien no acepta que su amigo compre tal adefesio; Iván intenta apaciguar a las partes conflictuadas. Y al final, la amistad, ese pesado terror hacia la vida solitaria y sin amor, triunfa y el arte queda como tema para otros momentos. Así lo enseñó Yasmina Reza en la capital francesa hacia 1994.
La primera temporada caraqueña de Art mereció cuatro premios y tres nominaciones, lógica consecuencia de lo que pasaba fuera y dentro del escenario, gracias a la dramaturga Yasmina Reza y su acida critica, en códigos de comedia, a la burguesía francesa, y por extensión a la de todos los países capitalistas y neocapitalistas, donde la amistad se fundamenta en mutuos acuerdos tácitos sobre todos los temas, pero en particular aquellos que denotan gustos sobre el arte o el amor, temas que los griegos agotaron y que aún persisten y preocupan en este crispado siglo XXI, incluso en Caracas.
El dialogo de la producción 2009 continúa brillante y con actores como Héctor, Iván y Basilio es una prueba convincente que Art será siempre una oda a la amistad sin barreras, a la lealtad asentada en el cariño y en la comprensión, al respaldo mutuo entre colegas dotados de sentimientos íntimos que deben superar obstáculos para convertirse en una actitud incondicional, como lo ha asumido además el publico desde que se mostró en el siglo XX.
Por supuesto que la lectura escénica que pueda hacer cada espectador de la reposición de Art será diferente o, incluso, hasta contradictoria. Para algunos será una broma sobre tres señores burgueses que no se ponen de acuerdo en sus exquisiteces estéticas plásticas, que son precisamente millonarias en dólares o en bolívares fuertes; para otros es un artificio más sobre los habilidosos mecanismos de dominación que brotan de la amistad varonil, porque entre las mujeres es más compleja y menos competitiva; pero habrá otros que pensaran en la necesidad de las amistad como la única compañía para ese camino que va inexorablemente hacia la muerte o el mutis definitivo. Cada cabeza es un mundo y cuando la sesera participa activamente en el milenario ritual del teatro, los pensamientos se complican. Lo único cierto es que este Art del 2009 es una oda a las gratas relaciones humanas que no tienen más que eso: amistad. El asunto se puede complicar si le añadimos amor…pero eso es otra obra y esa no se está representando por ahora. ¿A usted le interesa el arte o la amistad? ¿Qué desea más: la amistad o el amor? ¿No necesita ninguna de esas trampas y prefiere caminar solo…sin un perro incluso?
Escribimos sobre un venezolano, nacido en Madrid hace 46 años, quien sí está muy claro en lo que ambiciona en la vida –nadie debe sorprenderse cuando inaugure su sala teatral propia- y como demostración de que sabe el oficio y el conocimiento que tiene del gusto o el disgusto del público, ha dirigido y actuado otra vez la exitosa comedia dramática Art, de la francesa Yasmina Reza (París, 1 de mayo de 1959), la cual mostró en una Sala de Corp Banca.
Nos referimos a Héctor Manrique –el álter ego del ciudadano Héctor Rodríguez Manrique- el mismo que exhibió Art en la temporada 1999 - 2000 en la Sala de Conciertos del Ateneo, donde permaneció siete meses y contabilizó 125 funciones. Lo acompañaron en la escena, sus amigos, Iván Tamayo y Basilio Álvarez, asistidos por Kathy Clavijo y Melissa Wolf, dentro del dispositivo escenográfico creado por Carlos Di Pasquo, iluminados y vestidos por José Jiménez y Eva Ivanyi, y con la producción general de Carolina Rincón para el Grupo Actoral 80 y el Grupo Teatral de Caracas.
Art, en su sinopsis oficial, no es más que la peripecia de Sergio al comprar un cuadro moderno por una elevada suma de dinero; eso desagrada a Marcos, quien no acepta que su amigo compre tal adefesio; Iván intenta apaciguar a las partes conflictuadas. Y al final, la amistad, ese pesado terror hacia la vida solitaria y sin amor, triunfa y el arte queda como tema para otros momentos. Así lo enseñó Yasmina Reza en la capital francesa hacia 1994.
La primera temporada caraqueña de Art mereció cuatro premios y tres nominaciones, lógica consecuencia de lo que pasaba fuera y dentro del escenario, gracias a la dramaturga Yasmina Reza y su acida critica, en códigos de comedia, a la burguesía francesa, y por extensión a la de todos los países capitalistas y neocapitalistas, donde la amistad se fundamenta en mutuos acuerdos tácitos sobre todos los temas, pero en particular aquellos que denotan gustos sobre el arte o el amor, temas que los griegos agotaron y que aún persisten y preocupan en este crispado siglo XXI, incluso en Caracas.
El dialogo de la producción 2009 continúa brillante y con actores como Héctor, Iván y Basilio es una prueba convincente que Art será siempre una oda a la amistad sin barreras, a la lealtad asentada en el cariño y en la comprensión, al respaldo mutuo entre colegas dotados de sentimientos íntimos que deben superar obstáculos para convertirse en una actitud incondicional, como lo ha asumido además el publico desde que se mostró en el siglo XX.
Por supuesto que la lectura escénica que pueda hacer cada espectador de la reposición de Art será diferente o, incluso, hasta contradictoria. Para algunos será una broma sobre tres señores burgueses que no se ponen de acuerdo en sus exquisiteces estéticas plásticas, que son precisamente millonarias en dólares o en bolívares fuertes; para otros es un artificio más sobre los habilidosos mecanismos de dominación que brotan de la amistad varonil, porque entre las mujeres es más compleja y menos competitiva; pero habrá otros que pensaran en la necesidad de las amistad como la única compañía para ese camino que va inexorablemente hacia la muerte o el mutis definitivo. Cada cabeza es un mundo y cuando la sesera participa activamente en el milenario ritual del teatro, los pensamientos se complican. Lo único cierto es que este Art del 2009 es una oda a las gratas relaciones humanas que no tienen más que eso: amistad. El asunto se puede complicar si le añadimos amor…pero eso es otra obra y esa no se está representando por ahora. ¿A usted le interesa el arte o la amistad? ¿Qué desea más: la amistad o el amor? ¿No necesita ninguna de esas trampas y prefiere caminar solo…sin un perro incluso?
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