Para este caraqueño, poeta, escritor y abogado, que cumplió 50 años el pasado 3 de enero, la vida, especialmente la intelectual, le da gratas sorpresas y la de ahora, la más reciente es la creación, por parte de la venezolana Editorial Alfa, de la Biblioteca Rafael Arráiz Lucca, que no es otra cosa que un fondo editorial, como los que ya están en marcha con Manuel Caballero, Ana Teresa Torres y Elías Pino Iturrieta, para recoger las obras completas de este autor y publicar así un promedio de un libro al año, a veces más de uno, como nos lo remarca el feliz favorecido por la decisión de esa empresa cultural que fundara la familia Milla, aquí en Venezuela, hace ya varias décadas.
-¿Con cuales textos comienza la Biblioteca Rafael Arráiz Lucca y cuales vendrán en los próximos años?
-Comienza con Venezuela: 1830 a nuestros días. Breve historia política, y Literatura venezolana del siglo XX.
-Hace un año le preguntamos, si había un renacer del gusto de los lectores por los libros sobre materiales históricos, especialmente en Venezuela.
-Sí, lo recuerdo, y te doy la misma respuesta, pues la urgencia de la vida política ha traído como consecuencia que un vasto sector de la sociedad se interese por los temas históricos. En particular por la historia venezolana. Intuyen, con razón, que las posibles explicaciones acerca de lo que nos ocurre como sociedad están allí, en el pasado. No se equivocan. También ha ocurrido que un conjunto de historiadores venezolanos está abordando la escritura de otra manera, buscando mayores audiencias sin sacrificar el rigor académico y, por su parte, el lector va descubriendo que la realidad es superior a la fantasía, que la realidad es tan maravillosa que parece mentira. Mucha gente manifiesta que en los episodios de la historia nacional hay más locura, más hechos absurdos e insólitos, que en una pieza de realismo mágico
-¿En ocasión del Bicentenario de la Independencia de Venezuela y otras republicas americanas qué propondría usted?
- Por ahora publicaré un libro sobre el tema. Estimo que saldrá en abril del año que viene. No adelanto su contenido.
-¿Vale la pena seguir recordando el pasado como una muletilla para no avanzar en el presente y afrontar el futuro?
-Sin duda, pero no el pasado como muletilla sino como palanca hacia el futuro. La historia es la maestra de la vida, como reza el dicho, y la vida es presente y futuro, no pasado.
-¿Ahora más que nunca la historia está muerta y es una rémora para el progreso?
-Todo lo contrario. La historia está tan viva que no hacemos sino repetir sus errores. Es indispensable conocerla a fondo. Sin su conocimiento, el "progreso" no hace sino hallar escollos en el camino que no sabe resolver.
-¿Su libro sobre la Venezuela de 1830, que repercusiones ha tenido?
-Muchas. Sale la cuarta edición en año y medio. Se lee incesantemente. Cada vez la demanda es mayor. La gente comprende que desconociendo la historia venezolana se camina a ciegas.
-¿Cuál es la razón del éxito de su libro sobre la historia venezolana?
-La primera edición de Venezuela: 1830 a nuestros días. Breve historia política, que apareció el 25 de octubre de 2007, se agotó en un mes y, la verdad, quedamos sorprendidos tanto el editor como yo. Creo que esto demuestra que el libro era necesario. El lector no especializado necesita conocer su historia, y recuerda que no salía una de esa naturaleza desde hacía 40 años. Es mucho tiempo. Ojalá y otros se animen a hacer lo mismo: analizar el período republicano, que fue lo que hice, olvidándome de la Guerra de Independencia, y buscando explicaciones para la enorme dificultad que hemos tenido para construir una República Democrática.
- En otra ocasión le preguntamos,¿si se podía hacer algo para se diese un entendimiento entre los historiadores venezolanos y así ganaran los lectores?
-No hay entendimiento. Felizmente, las interpretaciones de los hechos históricos son distintas. Cada cual interpreta y analiza desde su formación, desde su visión del mundo, y el lector decide. Esa es la libertad. Como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia, la imposición está condenada al fracaso. La libertad de elegir siempre termina imponiéndose. Es inútil lo que intentan... Insisto: el empeño de limitar al hombre en su libertad de pensar es inútil, así como el intento de imponer un credo ideológico.
-¿Cómo se escribirá la historia venezolana de la primera década del siglo XXI?
-Bueno, ya se han entregado algunos análisis, en medio del fragor de los hechos. Manuel Caballero lo ha hecho, Elías Pino Iturrieta también. Yo mismo, en mi libro Venezuela: 1830 a nuestros días. Breve historia política intento una interpretación con la cabeza en una hielera. El trabajo se va haciendo. De lo que estoy seguro es de que estos años han sido menos revolucionarios de lo que sus protagonistas creen, y de menor importancia los cambios producidos, pero ello hay que verlo dentro de la concepción de Fernand Braudel de “La larga duración” en la historia. Cuando los acontecimientos se incluyen dentro de un período extendido, comprendes que los cambios son muy pequeños, aunque parezcan grandes. Comprendes que los acontecimientos no tienen la significación que creíamos que tenían.
- ¿Están los actuales historiadores actuales, los vivos, por supuesto, a la altura de historiar estas fechas y estos procesos?
Si, por supuesto, en esa tarea están.
-¿Y donde queda la literatura venezolana en estos 200 años?
-Bueno, allí está mi libro, Literatura Venezolana del siglo XX, que se presenta el sábado 25 de abril en la Feria del Libro en la Plaza Altamira. Busca servir como manual de literatura, como introducción al tema.
-¿Con cuales textos comienza la Biblioteca Rafael Arráiz Lucca y cuales vendrán en los próximos años?
-Comienza con Venezuela: 1830 a nuestros días. Breve historia política, y Literatura venezolana del siglo XX.
-Hace un año le preguntamos, si había un renacer del gusto de los lectores por los libros sobre materiales históricos, especialmente en Venezuela.
-Sí, lo recuerdo, y te doy la misma respuesta, pues la urgencia de la vida política ha traído como consecuencia que un vasto sector de la sociedad se interese por los temas históricos. En particular por la historia venezolana. Intuyen, con razón, que las posibles explicaciones acerca de lo que nos ocurre como sociedad están allí, en el pasado. No se equivocan. También ha ocurrido que un conjunto de historiadores venezolanos está abordando la escritura de otra manera, buscando mayores audiencias sin sacrificar el rigor académico y, por su parte, el lector va descubriendo que la realidad es superior a la fantasía, que la realidad es tan maravillosa que parece mentira. Mucha gente manifiesta que en los episodios de la historia nacional hay más locura, más hechos absurdos e insólitos, que en una pieza de realismo mágico
-¿En ocasión del Bicentenario de la Independencia de Venezuela y otras republicas americanas qué propondría usted?
- Por ahora publicaré un libro sobre el tema. Estimo que saldrá en abril del año que viene. No adelanto su contenido.
-¿Vale la pena seguir recordando el pasado como una muletilla para no avanzar en el presente y afrontar el futuro?
-Sin duda, pero no el pasado como muletilla sino como palanca hacia el futuro. La historia es la maestra de la vida, como reza el dicho, y la vida es presente y futuro, no pasado.
-¿Ahora más que nunca la historia está muerta y es una rémora para el progreso?
-Todo lo contrario. La historia está tan viva que no hacemos sino repetir sus errores. Es indispensable conocerla a fondo. Sin su conocimiento, el "progreso" no hace sino hallar escollos en el camino que no sabe resolver.
-¿Su libro sobre la Venezuela de 1830, que repercusiones ha tenido?
-Muchas. Sale la cuarta edición en año y medio. Se lee incesantemente. Cada vez la demanda es mayor. La gente comprende que desconociendo la historia venezolana se camina a ciegas.
-¿Cuál es la razón del éxito de su libro sobre la historia venezolana?
-La primera edición de Venezuela: 1830 a nuestros días. Breve historia política, que apareció el 25 de octubre de 2007, se agotó en un mes y, la verdad, quedamos sorprendidos tanto el editor como yo. Creo que esto demuestra que el libro era necesario. El lector no especializado necesita conocer su historia, y recuerda que no salía una de esa naturaleza desde hacía 40 años. Es mucho tiempo. Ojalá y otros se animen a hacer lo mismo: analizar el período republicano, que fue lo que hice, olvidándome de la Guerra de Independencia, y buscando explicaciones para la enorme dificultad que hemos tenido para construir una República Democrática.
- En otra ocasión le preguntamos,¿si se podía hacer algo para se diese un entendimiento entre los historiadores venezolanos y así ganaran los lectores?
-No hay entendimiento. Felizmente, las interpretaciones de los hechos históricos son distintas. Cada cual interpreta y analiza desde su formación, desde su visión del mundo, y el lector decide. Esa es la libertad. Como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia, la imposición está condenada al fracaso. La libertad de elegir siempre termina imponiéndose. Es inútil lo que intentan... Insisto: el empeño de limitar al hombre en su libertad de pensar es inútil, así como el intento de imponer un credo ideológico.
-¿Cómo se escribirá la historia venezolana de la primera década del siglo XXI?
-Bueno, ya se han entregado algunos análisis, en medio del fragor de los hechos. Manuel Caballero lo ha hecho, Elías Pino Iturrieta también. Yo mismo, en mi libro Venezuela: 1830 a nuestros días. Breve historia política intento una interpretación con la cabeza en una hielera. El trabajo se va haciendo. De lo que estoy seguro es de que estos años han sido menos revolucionarios de lo que sus protagonistas creen, y de menor importancia los cambios producidos, pero ello hay que verlo dentro de la concepción de Fernand Braudel de “La larga duración” en la historia. Cuando los acontecimientos se incluyen dentro de un período extendido, comprendes que los cambios son muy pequeños, aunque parezcan grandes. Comprendes que los acontecimientos no tienen la significación que creíamos que tenían.
- ¿Están los actuales historiadores actuales, los vivos, por supuesto, a la altura de historiar estas fechas y estos procesos?
Si, por supuesto, en esa tarea están.
-¿Y donde queda la literatura venezolana en estos 200 años?
-Bueno, allí está mi libro, Literatura Venezolana del siglo XX, que se presenta el sábado 25 de abril en la Feria del Libro en la Plaza Altamira. Busca servir como manual de literatura, como introducción al tema.
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