Mientras te olvido, que es una aproximación al exilio político como experiencia humana y familiar, escrita por el periodista Andrés Correa Guatarasma, es la pieza escogida por la agrupación Teatro UCAB para festejar sus 35 años de labores culturales y académicas. Dirigida por Virginia Aponte y con las actuaciones de Unai Amenabar, Soraya Siverio, Ellen Andaras y Leo Van Schrmbeek, sus funciones, que se realizarán en el modulo 4, planta baja de la Universidad Católica Andrés Bello, del 15 al 30 de abril, serán a beneficio de la Fundación Medatia, la cual realiza labores comunitarias en zonas desasistidas de Mérida y Caracas.
Desde Nueva York, advierte Correa Guatarasma (Caracas, 21 de febrero de 1972) que su obra teatral, la tercera que escribe, fue finalista en la última edición del concurso Metlife/Repertorio Español, en Manhattan.
-¿Qué aborda en la obra que le estrenan en Caracas y cómo se originó la misma?
-Surgió por la fusión de varias ideas que estaban en el aire, aparentemente sin conexión. Incluyendo una tesis sobre el exilio cubano. Y otras de las que fui tutor, sobre los refugiados colombianos, los croatas en Venezuela y los despedidos de Pdvsa. A comienzos del 2009, esas ideas sueltas empezaron a cuajar en forma de tres personajes y, en una semana, estuvo lista.
“Mientras te olvido es una historia de amor entre una pareja de exilados separados por una revolución y quienes se reencuentran, años después en Miami, buscando una redención que sólo pueden concederse ellos mismos. En un día, lunes 12 de octubre de 1992, se resumen las vidas de estos tres personajes, mientras afuera el mundo celebra el quinto centenario de la llegada de Colón”.
Enfatiza que es “un texto que no ha dejado de darme satisfacciones. No pensé que había creado algo decente hasta cuando me felicitó un señor que, antes de salir al exilio, estuvo 22 años como preso político en su patria. Nadie más experto que él. Ahora se estrena como producción por iniciativa de un ejército de gente valiosa y valiente. A todos ellos les agradezco mucho el esfuerzo y la oportunidad. Así, dondequiera que esté, siempre vuelvo a la UCAB”.
-¿Por qué el teatro y quienes fueron sus maestros?
-Yo escribí mi primer texto en Puerto Ordaz a los 10 años de edad, como un juego y la engaveté. Pero ni siquiera al estudiar en la UCAB me vinculé al teatro más allá de asistir a las obras de los amigos. Así que mi gran escuela han sido la televisión y el cine, como espectador asiduo que soy. Y el periodismo, que ha sido mi profesión formal y la senda para descubrir el mundo, y conocer tanta gente diversa con sus bondades y miserias. También el reporterismo me permitió ejercer la docencia en la UCAB, y me enseñó a escribir rápido, porque "no hay mañana". En paralelo empecé a escribir guiones de cine y televisión, y luego teatro y radio. Cuatro géneros totalmente distintos, y fabulosos a su manera.
Aclara que no se ve escribiendo prosa, “pues no soy muy fluido con las grandes descripciones y narraciones. Si acaso tengo algún talento, creo que es poder dialogar en función de acciones”.
“Sobre los maestros, pues he aprendido de mucha gente, desde textos teatrales, hasta grandes telenovelas y películas, e incluso canciones. Gente como Giordano di Marzo, Sabina, Blades, José María Cano, para mí son dramaturgos. Y claro, Woody Allen, Edward Albee, José Ignacio Cabrujas, Gilberto Braga y Neil Simon. A estos tres últimos los conocí además como reportero. También me ha orientado la dramaturga y actriz Aminta De Lara, pero además aprendo de la señora que reclama en el abasto y de los alumnos, de los brillantes, y de los que vienen con cuentos y excusas “.
-¿Cuál es el teatro que le gusta escribir y cuál para verlo?
-Mi tema es la justicia, que es uno de los deseos más innatos que definen al ser humano y lo distinguen de cualquier otra criatura viva. Me refiero a la Justicia Suprema, más allá del Derecho. Pero obviamente cada quien define la justicia "suprema" a su manera. No en vano, es una de mis mayores obsesiones personales y mi mayor motor para escribir ficción. Hay tanta injusticia alrededor y uno como periodista se está sobreexpuesto a ello, en todas las fuentes noticiosas, incluyendo deportes y espectáculos, que al menos al escribir ficción tengo la posibilidad de jugar a inclinar la balanza.
“Mis personajes no son querubines, ni demonios, ni seres extraordinarios como Aquiles. Son viajantes, no en el sentido físico, sino porque deben responder a retos, y ello los muta de alguna manera, al menos temporalmente. A veces vuelven a su punto de partida. En otras, ese viaje no tiene regreso. Entonces, lo que me imagino son épicas internas, pequeñas odiseas. Por ejemplo, sobrevivir al autoritarismo es una odisea diaria que cualquier persona enfrenta sin quizás darse cuenta”.
Advierte que le gusta ver teatro intimista, con pocos personajes, pero bien justificados. “Me gusta el teatro que se entienda: sujeto, verbo y predicado. No me gustan las comparsas sin sentido, la seudo intelectualidad forzada, la risa y el llanto fáciles. Tampoco el abuso del monólogo ni, en el otro extremo, el desfile de diez personajes inútiles. Mis obras favoritas tienen poca gente: ¿Quién le teme a Virginia Woolf ? , The subject was roses, La duda, La cantante calva y El día que me quieras, entre otras.
-¿Cómo alterna su profesión de periodista con las labores del dramaturgo?
-Fácilmente, pues hasta ahora he sido básicamente periodista. Y el teatro lo escribo en mi tiempo libre, cuando tengo una historia. Gracias a Dios esto no es una fábrica de chorizos. Una vez que tengo una idea clara, me siento a escribir y eso lo hago rápido. Luego, se deja reposar y comienza a pulirse. Es un proceso intenso, pero que si acaso sucede cada dos años, más o menos. Entonces no perturba, al contrario.
-¿Le ha servido Nueva York para desarrollar su dramaturgia y ha leído o representado algunas de sus piezas?
-Soy internacional y curioso. Hoy estoy aquí, en Nueva York, mañana quién sabe. Tengo tres obras hasta ahora. Dos escritas en Caracas y una aquí en Nueva York. Las tres tuvieron lecturas dramatizadas acá antes que en Venezuela, pero la primera producción será allá. La segunda, aquí. Todo tiene su momento.
“El detalle con Nueva York es que las horas vuelan, el tiempo no rinde. Hay muchas opciones, tanto noticiosas como de diversión. Es el crisol de las finanzas, la plástica, la gastronomía, el teatro, la moda, la diplomacia, el turismo. Entonces hay que saber moverse para no aturdirse. Pero tampoco vale perder las oportunidades.”
-¿Qué puede decir del teatro, en especial del hispano que se produce y exhibe en Nueva York?
-En cuanto al teatro, lamentablemente los hispanos en Nueva York van poco, y mucho menos si es en español. Las razones no las tengo del todo claras. Y es una lástima, pues he asistido a producciones fabulosas. Entonces, no es tan difícil montar una obra como asegurar que la gente vaya. En Caracas, la gente está más entusiasmada con ir al teatro, y si bien la calidad de la cartelera es bastante irregular, es tan difícil producir que cualquier montaje tiene su mérito tácito.
-¿Qué otras obras tiene para mostrar y qué otros proyectos maneja?
- Además de Mientras te olvido, tengo Mercado de pulgas y La abeja reina, que acaba de ser seleccionada por el teatro universitario del Hostos Collegue de Nueva York para ser producida en inglés y español en 2011. Y con Mientras te olvido, espero presentarla en otros escenarios. Creo que su contemporaneidad tiene un valor agregado que no puede desaprovecharse, ahora que el venezolano, por primera vez, masivamente se enfrenta al exilio.
“En general, mi proyecto es seguir luchando por presentar mi trabajo y lograr nuevas oportunidades en teatro, TV y cine. Aparte, ya hay una idea para una cuarta obra de teatro que me está tamborileando en la cabeza, cada vez con más forma. Por allí más o menos va la cosa, pero aún está difusa. Mientras, sigo en el periodismo y la docencia.
-¿Los guiones para la televisión o el cine no le atraen?
-Por supuesto. Hice una telenovela policial, Lejana como el viento, con César Sierra e Indira Páez que, por cierto, marcó el regreso de José Bardina a la TV. La disfruté mucho. También he escrito en solitario dos series de radio. El cine es la Meca para adaptar mis obras de teatro y otras ideas. Mientras, tengo historias diagramadas para TV, pero no se han podido concretar. Menos ahora que la producción está reducida al mínimo en Venezuela, y hasta en Brasil las telenovelas no son ni la sombra de lo que fueron. Pero la imaginación no deja de bullir.
Desde Nueva York, advierte Correa Guatarasma (Caracas, 21 de febrero de 1972) que su obra teatral, la tercera que escribe, fue finalista en la última edición del concurso Metlife/Repertorio Español, en Manhattan.
-¿Qué aborda en la obra que le estrenan en Caracas y cómo se originó la misma?
-Surgió por la fusión de varias ideas que estaban en el aire, aparentemente sin conexión. Incluyendo una tesis sobre el exilio cubano. Y otras de las que fui tutor, sobre los refugiados colombianos, los croatas en Venezuela y los despedidos de Pdvsa. A comienzos del 2009, esas ideas sueltas empezaron a cuajar en forma de tres personajes y, en una semana, estuvo lista.
“Mientras te olvido es una historia de amor entre una pareja de exilados separados por una revolución y quienes se reencuentran, años después en Miami, buscando una redención que sólo pueden concederse ellos mismos. En un día, lunes 12 de octubre de 1992, se resumen las vidas de estos tres personajes, mientras afuera el mundo celebra el quinto centenario de la llegada de Colón”.
Enfatiza que es “un texto que no ha dejado de darme satisfacciones. No pensé que había creado algo decente hasta cuando me felicitó un señor que, antes de salir al exilio, estuvo 22 años como preso político en su patria. Nadie más experto que él. Ahora se estrena como producción por iniciativa de un ejército de gente valiosa y valiente. A todos ellos les agradezco mucho el esfuerzo y la oportunidad. Así, dondequiera que esté, siempre vuelvo a la UCAB”.
-¿Por qué el teatro y quienes fueron sus maestros?
-Yo escribí mi primer texto en Puerto Ordaz a los 10 años de edad, como un juego y la engaveté. Pero ni siquiera al estudiar en la UCAB me vinculé al teatro más allá de asistir a las obras de los amigos. Así que mi gran escuela han sido la televisión y el cine, como espectador asiduo que soy. Y el periodismo, que ha sido mi profesión formal y la senda para descubrir el mundo, y conocer tanta gente diversa con sus bondades y miserias. También el reporterismo me permitió ejercer la docencia en la UCAB, y me enseñó a escribir rápido, porque "no hay mañana". En paralelo empecé a escribir guiones de cine y televisión, y luego teatro y radio. Cuatro géneros totalmente distintos, y fabulosos a su manera.
Aclara que no se ve escribiendo prosa, “pues no soy muy fluido con las grandes descripciones y narraciones. Si acaso tengo algún talento, creo que es poder dialogar en función de acciones”.
“Sobre los maestros, pues he aprendido de mucha gente, desde textos teatrales, hasta grandes telenovelas y películas, e incluso canciones. Gente como Giordano di Marzo, Sabina, Blades, José María Cano, para mí son dramaturgos. Y claro, Woody Allen, Edward Albee, José Ignacio Cabrujas, Gilberto Braga y Neil Simon. A estos tres últimos los conocí además como reportero. También me ha orientado la dramaturga y actriz Aminta De Lara, pero además aprendo de la señora que reclama en el abasto y de los alumnos, de los brillantes, y de los que vienen con cuentos y excusas “.
-¿Cuál es el teatro que le gusta escribir y cuál para verlo?
-Mi tema es la justicia, que es uno de los deseos más innatos que definen al ser humano y lo distinguen de cualquier otra criatura viva. Me refiero a la Justicia Suprema, más allá del Derecho. Pero obviamente cada quien define la justicia "suprema" a su manera. No en vano, es una de mis mayores obsesiones personales y mi mayor motor para escribir ficción. Hay tanta injusticia alrededor y uno como periodista se está sobreexpuesto a ello, en todas las fuentes noticiosas, incluyendo deportes y espectáculos, que al menos al escribir ficción tengo la posibilidad de jugar a inclinar la balanza.
“Mis personajes no son querubines, ni demonios, ni seres extraordinarios como Aquiles. Son viajantes, no en el sentido físico, sino porque deben responder a retos, y ello los muta de alguna manera, al menos temporalmente. A veces vuelven a su punto de partida. En otras, ese viaje no tiene regreso. Entonces, lo que me imagino son épicas internas, pequeñas odiseas. Por ejemplo, sobrevivir al autoritarismo es una odisea diaria que cualquier persona enfrenta sin quizás darse cuenta”.
Advierte que le gusta ver teatro intimista, con pocos personajes, pero bien justificados. “Me gusta el teatro que se entienda: sujeto, verbo y predicado. No me gustan las comparsas sin sentido, la seudo intelectualidad forzada, la risa y el llanto fáciles. Tampoco el abuso del monólogo ni, en el otro extremo, el desfile de diez personajes inútiles. Mis obras favoritas tienen poca gente: ¿Quién le teme a Virginia Woolf ? , The subject was roses, La duda, La cantante calva y El día que me quieras, entre otras.
-¿Cómo alterna su profesión de periodista con las labores del dramaturgo?
-Fácilmente, pues hasta ahora he sido básicamente periodista. Y el teatro lo escribo en mi tiempo libre, cuando tengo una historia. Gracias a Dios esto no es una fábrica de chorizos. Una vez que tengo una idea clara, me siento a escribir y eso lo hago rápido. Luego, se deja reposar y comienza a pulirse. Es un proceso intenso, pero que si acaso sucede cada dos años, más o menos. Entonces no perturba, al contrario.
-¿Le ha servido Nueva York para desarrollar su dramaturgia y ha leído o representado algunas de sus piezas?
-Soy internacional y curioso. Hoy estoy aquí, en Nueva York, mañana quién sabe. Tengo tres obras hasta ahora. Dos escritas en Caracas y una aquí en Nueva York. Las tres tuvieron lecturas dramatizadas acá antes que en Venezuela, pero la primera producción será allá. La segunda, aquí. Todo tiene su momento.
“El detalle con Nueva York es que las horas vuelan, el tiempo no rinde. Hay muchas opciones, tanto noticiosas como de diversión. Es el crisol de las finanzas, la plástica, la gastronomía, el teatro, la moda, la diplomacia, el turismo. Entonces hay que saber moverse para no aturdirse. Pero tampoco vale perder las oportunidades.”
-¿Qué puede decir del teatro, en especial del hispano que se produce y exhibe en Nueva York?
-En cuanto al teatro, lamentablemente los hispanos en Nueva York van poco, y mucho menos si es en español. Las razones no las tengo del todo claras. Y es una lástima, pues he asistido a producciones fabulosas. Entonces, no es tan difícil montar una obra como asegurar que la gente vaya. En Caracas, la gente está más entusiasmada con ir al teatro, y si bien la calidad de la cartelera es bastante irregular, es tan difícil producir que cualquier montaje tiene su mérito tácito.
-¿Qué otras obras tiene para mostrar y qué otros proyectos maneja?
- Además de Mientras te olvido, tengo Mercado de pulgas y La abeja reina, que acaba de ser seleccionada por el teatro universitario del Hostos Collegue de Nueva York para ser producida en inglés y español en 2011. Y con Mientras te olvido, espero presentarla en otros escenarios. Creo que su contemporaneidad tiene un valor agregado que no puede desaprovecharse, ahora que el venezolano, por primera vez, masivamente se enfrenta al exilio.
“En general, mi proyecto es seguir luchando por presentar mi trabajo y lograr nuevas oportunidades en teatro, TV y cine. Aparte, ya hay una idea para una cuarta obra de teatro que me está tamborileando en la cabeza, cada vez con más forma. Por allí más o menos va la cosa, pero aún está difusa. Mientras, sigo en el periodismo y la docencia.
-¿Los guiones para la televisión o el cine no le atraen?
-Por supuesto. Hice una telenovela policial, Lejana como el viento, con César Sierra e Indira Páez que, por cierto, marcó el regreso de José Bardina a la TV. La disfruté mucho. También he escrito en solitario dos series de radio. El cine es la Meca para adaptar mis obras de teatro y otras ideas. Mientras, tengo historias diagramadas para TV, pero no se han podido concretar. Menos ahora que la producción está reducida al mínimo en Venezuela, y hasta en Brasil las telenovelas no son ni la sombra de lo que fueron. Pero la imaginación no deja de bullir.
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