sábado, enero 01, 2011

Los 12 mejores espectáculos del 2010

Así como los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, así también las comunidades disfrutan o sufren el teatro que producen sus artistas. Recordamos esto, porque es el momento de evaluar lo que hicieron sus teatreros con sus creaciones, orientadas, casi todas, en función de la prédica filosófica y la normal diversión. Nosotros, durante el año que culminó, último de la primera década de este siglo, vimos, evaluamos y escribimos sobre 161 eventos escenificados en Caracas y Guanare.
Una revisión pormenorizada de la temporada 2010, la pueden hacer los lectores o interesados visitando nuestro blog (http://elespectadorvenezolano.blogspot.com) o de una manera más parcial con nuestro libro Teatro 2010/Apuntes para su historia en Venezuela, el cual es hasta ahora el único que aporta información y opinión sobre esa actividad artística-cultural en la capital del país y otras ciudades.
Año bisagra
De esos casi dos centenares de montajes vistos hemos querido resaltar, especialmente, una docena, en su mayoría de autores venezolanos:
Moisés Kaufmann materializó un caro sueño: estrenar en su Caracas, con el mejor elenco posible, la ópera prima con la cual inició y ubicó, en primer lugar, su carrera como dramaturgo y director, dentro del exigente mercado de Estados Unidos de América. Trabajó al alimón con Michel Hausmann y mostró, durante cinco meses, en el Teatro Escena 8, su creación Actos indecentes. Los tres juicios de Oscar Wilde, donde reconstruye de manera didáctica y aleccionadora aquel proceso judicial que llevó al escritor a la cárcel durante dos años, tras lo cual salió enfermo para fallecer al poco tiempo. La puesta en escena, minimalista con rudimentos brechtianos, y las acentuadas actuaciones, especialmente la de Javier Vidal, como el mítico autor de El retrato de Dorian Grey, permitieron disfrutar de una pieza de texto profundo, al mismo tiempo que se apreciaron los lucimientos de Karl Hoffman y Elvis Chaveinte.
Rajatabla, la única institución que sobrevive del movimiento inventado y comandado por Carlos Giménez, presentó las bien cuidadas producciones de Promoción honor a mis padres de Elio Palencia y Yo soy John Lennon de Paúl Salazar, donde propuso al público sendas reflexiones sobre los venezolanos que en esta década inician su audaz lucha para ubicarse en el difícil mercado de trabajo y además definir lo que serán sus intimas y afectivas vidas; y, por si fuera poco, usó al legendario ex Beatle para una metáfora sobre cómo avanzar en la consecución de las metas personales. Ahí destacaron: Abilio Torres, Ángel Pájaro, Jean Franco Dimarchi, Jean Carlos Rodríguez, Rafael Marrero, Gabriel Aguero, Rossana Hernández y, por supuesto Elvis Chaveinte. Ellos son algunos de los mejores actores del relevo teatral y están destinados a ser las estrellas en las décadas venideras.
Elio Palencia pudo ver la reposición de su joyita Arráncame la vida, gracias al equipo que encabezó el director Román Chalbaud, los actores Aura Rivas y Frank Silva, y el diligente productor Anthony Gómez. Espectáculo lacerante y didáctico sobre cuando el Sida aparece y amenaza la vida
Eduardo Gil, al frente de la Compañía Nacional de Teatro, fue el productor artístico de El canoero del Caipe (versión y dirección de D’ León), Cabaret: reinas de la noche y El eco de los ciruelos, montajes centrados, respectivamente en los mitos del llano venezolano, la vida musical y bailable de los criollos y en una habilidosa recreación, abordada por Miguel Issa, sobre una selección de comprometidos textos y poemas antifascistas de Bertoldt Brecht. Esta tripleta se exhibió gratuitamente en los espacios de Unearte.
Se denigra insensatamente de lo espectáculos hechos o actuados con figuras de la televisión y se execra hasta sus obras, pero de ese poderoso movimiento del mal llamado “teatro comercial” queremos resaltar a la comedia dramática El dios salvaje y al musical Cabaret. El sólido montaje creado por Héctor Manrique permitió ponderar, una vez más, al talento de la dramaturga francesa Yasmina Reza, considerada como “el Moliere de la post modernidad” por su ácida crítica a la sociedad mundial, y la versatilidad de los cómicos Basilio Álvarez e Iván Tamayo. El musical, dirigido y versionado por César Sierra, basado en coreografías, canciones y texto que crearon John Kander, Fred Ebb y el libretista Joe Masterhoff, fue adaptado a las condiciones artísticas venezolanas para estremecer por su obvia advertencia sobre los horrores del fascismo e impactar con la depurada calidad del espectáculo, especialmente con el conmovedor personaje del andrógino animador del festivo burdel berlinés, creado por el actor Luis Fernández.
Basilio Álvarez, en su rol de actor y versionista de La Ola, y el director Armando Álvarez, constituyeron la gran sorpresa de la temporada, por la crudeza y virulencia del espectáculo, centrado en la denuncia sobre la manipulación ideológica a que pueden ser sometidos los jóvenes estudiantes y las reacciones incontroladas de los mismos.
La imbatible y tesonera teatrera Virginia Aponte volvió a mostrar su espectáculo Canción de Navidad, basado en el texto de Charles Dickens. Fue el merecido oasis teatral para un año que no tuvo piedad con nada ni con nadie. Una vez más, esa pieza sobre la gran fiesta de la cristiandad, hizo renacer esperanzas en un futuro de paz y amor, mientras otra generación de comediantes sigue formándose en las aulas de la UCAB.
Y para cerrar este “año bisagra”, nada mejor que el buen teatro que hace en Guanare la agrupación liderizada por Carlos Arroyo, Ellos montaron y exhibieron, lujosa y creativamente, su versión de El gorro de cascabeles de Luigi Pirandello, coordinada por el artista Aníbal Grunn.


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