Desde hace 18 años, en la avenida San Martín, donde antes funcionaba la sala de sorteos de la Lotería de Caracas, vive el Teatro San Martín de Caracas, planificado y dirigido por Gustavo Ott (48 años) y un puñado de artistas que habitan en ese sector suroeste de la capital venezolana.
Este viernes 29 de abril, a partir de las ocho de la noche, el TSMC convoca a la comunidad, para que presencien el estreno de Lírica, otro texto de Ott, que hunde sus garras en el inconsciente colectivo de los habitantes de esta Tierra de Gracia.
Ott, desde Washington donde presenció el montaje de su pieza Divorciadas, evangélicas y vegetarianas, habló de Lírica y de otras cosas más.
-¿Lírica es su pieza número XXX?:
-Hay muchas obras que uno tiene terminadas pero engavetadas. No porque no te gusten, que también pasa, sino porque muchas veces no las entiendes. Eso lo sabes bien, Edgard, porque además eres dramaturgo: a veces no comprendemos muy bien lo que hacemos y decidimos guardarlo. Hace poco rescaté una pieza de 1983 que tenía entre las encerradas por incomprendidas (que, irónicamente se llama Ella no merece ninguna piedad). Recuerdo que Rodolfo Santana las mataba –y hasta inventó el “Obricidio”, que consistía en el acto de asesinar tu propia obra antes que ella te mate a ti. Mi carácter no me permite realizar ese tipo de crímenes tan sanos para el alma, así que ando por ahí de lo más sospechoso con un montón de obras que no cuento pero que existen, como piezas zombies, encerradas en el closet. Pero he podido estrenar 38 piezas, aunque muchas de ellas también fueron zombies en su mejor memento. Es probable que en el futuro la producción ya no sea tan intensa porque ahora estoy muy seducido por la novela. Acabo de publicar mi primera en Monte Ávila: Yo no sé matar pero voy a aprender. No dejo de escribir, eso sí y de pronto el tiempo me alcanza para mantener la producción en ambas. Ese es mi reto actual: domar el tiempo y en especial a sus fuerzas disuasorias que son tan peligrosas, por entretenidas.
-¿Cuál es su origen?
-Lírica forma parte del Proyecto Burgueses, un programa que hemos desarrollado para acercar al Teatro San Martín a la comunidad que lo rodea, en lo participativo y en especial, literario. Lírica, como está basada en una historia real de la comunidad, es resultado además de mi entrenamiento como reportero. Creo que con esta pieza he regresado a lo que siempre he hecho: periodismo. Pero un periodismo con alma. Desde que incorporamos los Proyectos anuales a San Martín (Festival de Talleres, 2007; Proyecto Padre: Obras José, 2007; Proyecto Madre; Obras María, 2009; Shakespeare 4x4, 2010; y ahora Burgueses y Crimen y Castigo) hemos visto una evolución notable en la programación del teatro y en nosotros mismos como artistas, no sólo en lo interno, sino también en el perfil internacional.
-No puedo resumirte la sinopsis de la obra. Poco te puedo decir porque es ese tipo de historias que si el espectador sabe algo, la echas a perder. Sólo que es una historia real de la zona de San Martín y que fue protagonizada por dos niños de nueve años. Todo ocurrió además en una Escuela cercana a nosotros. Autor, personajes, historia, tema, grupo y teatro reunidos todos en una misma comunidad, separados apenas por unos metros de distancia. Y todos dentro del “Principio de los Pasos Cortos”, inspirados en las teorías comunitarias del arquitecto Felipe Delmont, otro amigo y fanático perdido del Teatro San Martín de Caracas.
-¿Qué planes hay con esa pieza?
- Tenemos nuestra primera temporada en San Martín y luego iremos a Chile y Bolivia. En la segunda parte del año atenderemos invitaciones a España y Francia –la obra fue escrita gracias al aporte de dos instituciones francesas. Pero creemos que su eficacia está sobre nuestro escenario de San Martín. Queremos además sistematizar el método de creación de esta obra, y también la teatralización del Principio de los Pasos Cortos y muy especialmente el del Proyecto Burgueses, que además tiene una versión participativa. También nuestra técnica de Velocidad en Escena, creada con mi Pavlov en 1997. Creo además que con Lírica sorprenderemos a nuestros propios vecinos con una historia que tiene que ver con ellos de manera muy íntima pero que muchos desconocen sus implicaciones filosóficas y políticas.
-¿Cómo anda el circuito de las giras internacionales y los beneficios para el grupo Textoteatro cuales son?
-La agenda del TSMC y de su grupo Textoteatro es una de las más intensas del país y ha afianzado gran parte de nuestro estilo de trabajo actual. No sólo influye en la gente con la que hemos establecido vínculos creadores, tanto en Venezuela como fuera, sino que además envía un mensaje contundente y raro a todos los creadores establecidos y hasta los que vienen detrás. Y ese mensaje es; dese el suroeste de Caracas, llegamos al mundo. Desde nuestra esquina de clase obrera y sin hacer concesiones comerciales, ni siquiera a las nociones tradicionales del éxito de la cartelera nacional, podemos llegar no sólo a nuestro público natural, sino a esos otros públicos alrededor del planeta. No hay que buscar el reconocimiento del espectador acostumbrado al entretenimiento, no hay que someterse a su diversión, no tenemos que suplicarle que venga para que endose lo que nosotros hacemos porque, sucede que a veces lo que aquí no gusta, impacta fuera. Como sabes, muchos creadores de San Martín son de la zona o vienen de hogares de clase trabajadora que nunca podrían hacer los viajes y conocer el arte que a través de las giras de San Martín sí pueden hacer. Los beneficios son incalculables: pensamos que somos mejores artistas no solo porque nos calibramos fuera, sino porque además podemos ver y participar de la discusión que sobre la escena actual se realiza en todo el mundo. El año pasado San Martín fue el centro de discusión en el Encuentro Teórico de Teatro de España, en el Festival Mirada de Brasil y en el Festival de Limoges en Francia. Nuestra perspectiva comunitaria impacta y nuestro discurso es aplaudido, incluso cuando en Caracas a veces es pasado por alto. Cuando San Martín se va de gira no solo presenta una obra, sino que es invitada también a los seminarios, damos talleres, entrevistas, discutimos lo que pensamos sobre el arte actual, hablamos de nuestra técnica, sobre cómo hacemos las cosas. La Gira 2011 será una de las más grandes que hayamos realizado y eso en pleno período de crisis. Y no sólo incluye a Lírica, sino que viajaremos además con Momia en el Closet y Señorita y Madame.
-¿Qué ha pasado con sus otras obras y en especial con Divorciadas, evangélicas y vegetarianas?
-A las obras en español me parece que les va bien y a las piezas traducidas les va mejor. Me dicen algunos traductores que mis piezas suenan mejor traducidas que en el original, lo que debe ser un insulto, pero que yo igual les agradezco. Al traductor ni con el pétalo de una mala prosa. He tenido la suerte de contar con traductores que además funcionan como Agentes y que, en algunos casos agresivos, modifican mi obra a placer, como mi traductora francesa Francoise Thanas. Divorciadas… es la hija a la que todo le sale bien, esa que nunca tiene problemas y que en vez de pedirle dinero al padre, más bien se lo da. Te doy un dato curioso: SGAE sacó la cuenta y me enviaron un mensaje interesante: desde el 2004, por 294 meses corridos, Divorciadas… siempre ha tenido una producción, en algún lugar del mundo, de manera consecutiva.
-¿No le preocupa que sus piezas tengan más éxito en el exterior que en su terruño venezolano?
- Tengo la impresión de que a mí me va bien en mi terruño. No tengo quejas ni tengo que acusar a nadie sobre nada. Un autor de hoy tiene la obligación de pensar que tanto su tierra como el extranjero –y los idiomas, traductores, las ciudades, los grupos, los directores, los teatros y las distintas lecturas que de tu obra se hacen- son todos partes de tu terruño. Y esto no es un decir: todo eso es tuyo, te pertenece, son tu nación que no tiene un nombre abstracto pero que sí posee símbolos concretos. Cuando dedicas tu vida a escribir no eres el autor de una pieza, sino de una obra completa. Si te gustó una de mis piezas, realmente te gustan todas, hasta la que más detestas. Voy mucho a mis estrenos en otros países y te confieso que me siento igual que en San Martín; la misma expectativa, el mismo apoyo y hasta el mismo rechazo, cuando toca, que por lo demás también es parte del terruño. Eso es; el fracaso es la base del terruño y de eso sé mucho también. Y lo agradezco, porque éxito y fracaso son también parte de la obra completa y por eso siempre significan lo mismo.
-¿Cree obligatorio un balance del TSMC a sus 18 años?
Este viernes 29 de abril, a partir de las ocho de la noche, el TSMC convoca a la comunidad, para que presencien el estreno de Lírica, otro texto de Ott, que hunde sus garras en el inconsciente colectivo de los habitantes de esta Tierra de Gracia.
Ott, desde Washington donde presenció el montaje de su pieza Divorciadas, evangélicas y vegetarianas, habló de Lírica y de otras cosas más.
-¿Lírica es su pieza número XXX?:
-Hay muchas obras que uno tiene terminadas pero engavetadas. No porque no te gusten, que también pasa, sino porque muchas veces no las entiendes. Eso lo sabes bien, Edgard, porque además eres dramaturgo: a veces no comprendemos muy bien lo que hacemos y decidimos guardarlo. Hace poco rescaté una pieza de 1983 que tenía entre las encerradas por incomprendidas (que, irónicamente se llama Ella no merece ninguna piedad). Recuerdo que Rodolfo Santana las mataba –y hasta inventó el “Obricidio”, que consistía en el acto de asesinar tu propia obra antes que ella te mate a ti. Mi carácter no me permite realizar ese tipo de crímenes tan sanos para el alma, así que ando por ahí de lo más sospechoso con un montón de obras que no cuento pero que existen, como piezas zombies, encerradas en el closet. Pero he podido estrenar 38 piezas, aunque muchas de ellas también fueron zombies en su mejor memento. Es probable que en el futuro la producción ya no sea tan intensa porque ahora estoy muy seducido por la novela. Acabo de publicar mi primera en Monte Ávila: Yo no sé matar pero voy a aprender. No dejo de escribir, eso sí y de pronto el tiempo me alcanza para mantener la producción en ambas. Ese es mi reto actual: domar el tiempo y en especial a sus fuerzas disuasorias que son tan peligrosas, por entretenidas.
-¿Cuál es su origen?
-Lírica forma parte del Proyecto Burgueses, un programa que hemos desarrollado para acercar al Teatro San Martín a la comunidad que lo rodea, en lo participativo y en especial, literario. Lírica, como está basada en una historia real de la comunidad, es resultado además de mi entrenamiento como reportero. Creo que con esta pieza he regresado a lo que siempre he hecho: periodismo. Pero un periodismo con alma. Desde que incorporamos los Proyectos anuales a San Martín (Festival de Talleres, 2007; Proyecto Padre: Obras José, 2007; Proyecto Madre; Obras María, 2009; Shakespeare 4x4, 2010; y ahora Burgueses y Crimen y Castigo) hemos visto una evolución notable en la programación del teatro y en nosotros mismos como artistas, no sólo en lo interno, sino también en el perfil internacional.
-No puedo resumirte la sinopsis de la obra. Poco te puedo decir porque es ese tipo de historias que si el espectador sabe algo, la echas a perder. Sólo que es una historia real de la zona de San Martín y que fue protagonizada por dos niños de nueve años. Todo ocurrió además en una Escuela cercana a nosotros. Autor, personajes, historia, tema, grupo y teatro reunidos todos en una misma comunidad, separados apenas por unos metros de distancia. Y todos dentro del “Principio de los Pasos Cortos”, inspirados en las teorías comunitarias del arquitecto Felipe Delmont, otro amigo y fanático perdido del Teatro San Martín de Caracas.
-¿Qué planes hay con esa pieza?
- Tenemos nuestra primera temporada en San Martín y luego iremos a Chile y Bolivia. En la segunda parte del año atenderemos invitaciones a España y Francia –la obra fue escrita gracias al aporte de dos instituciones francesas. Pero creemos que su eficacia está sobre nuestro escenario de San Martín. Queremos además sistematizar el método de creación de esta obra, y también la teatralización del Principio de los Pasos Cortos y muy especialmente el del Proyecto Burgueses, que además tiene una versión participativa. También nuestra técnica de Velocidad en Escena, creada con mi Pavlov en 1997. Creo además que con Lírica sorprenderemos a nuestros propios vecinos con una historia que tiene que ver con ellos de manera muy íntima pero que muchos desconocen sus implicaciones filosóficas y políticas.
-¿Cómo anda el circuito de las giras internacionales y los beneficios para el grupo Textoteatro cuales son?
-La agenda del TSMC y de su grupo Textoteatro es una de las más intensas del país y ha afianzado gran parte de nuestro estilo de trabajo actual. No sólo influye en la gente con la que hemos establecido vínculos creadores, tanto en Venezuela como fuera, sino que además envía un mensaje contundente y raro a todos los creadores establecidos y hasta los que vienen detrás. Y ese mensaje es; dese el suroeste de Caracas, llegamos al mundo. Desde nuestra esquina de clase obrera y sin hacer concesiones comerciales, ni siquiera a las nociones tradicionales del éxito de la cartelera nacional, podemos llegar no sólo a nuestro público natural, sino a esos otros públicos alrededor del planeta. No hay que buscar el reconocimiento del espectador acostumbrado al entretenimiento, no hay que someterse a su diversión, no tenemos que suplicarle que venga para que endose lo que nosotros hacemos porque, sucede que a veces lo que aquí no gusta, impacta fuera. Como sabes, muchos creadores de San Martín son de la zona o vienen de hogares de clase trabajadora que nunca podrían hacer los viajes y conocer el arte que a través de las giras de San Martín sí pueden hacer. Los beneficios son incalculables: pensamos que somos mejores artistas no solo porque nos calibramos fuera, sino porque además podemos ver y participar de la discusión que sobre la escena actual se realiza en todo el mundo. El año pasado San Martín fue el centro de discusión en el Encuentro Teórico de Teatro de España, en el Festival Mirada de Brasil y en el Festival de Limoges en Francia. Nuestra perspectiva comunitaria impacta y nuestro discurso es aplaudido, incluso cuando en Caracas a veces es pasado por alto. Cuando San Martín se va de gira no solo presenta una obra, sino que es invitada también a los seminarios, damos talleres, entrevistas, discutimos lo que pensamos sobre el arte actual, hablamos de nuestra técnica, sobre cómo hacemos las cosas. La Gira 2011 será una de las más grandes que hayamos realizado y eso en pleno período de crisis. Y no sólo incluye a Lírica, sino que viajaremos además con Momia en el Closet y Señorita y Madame.
-¿Qué ha pasado con sus otras obras y en especial con Divorciadas, evangélicas y vegetarianas?
-A las obras en español me parece que les va bien y a las piezas traducidas les va mejor. Me dicen algunos traductores que mis piezas suenan mejor traducidas que en el original, lo que debe ser un insulto, pero que yo igual les agradezco. Al traductor ni con el pétalo de una mala prosa. He tenido la suerte de contar con traductores que además funcionan como Agentes y que, en algunos casos agresivos, modifican mi obra a placer, como mi traductora francesa Francoise Thanas. Divorciadas… es la hija a la que todo le sale bien, esa que nunca tiene problemas y que en vez de pedirle dinero al padre, más bien se lo da. Te doy un dato curioso: SGAE sacó la cuenta y me enviaron un mensaje interesante: desde el 2004, por 294 meses corridos, Divorciadas… siempre ha tenido una producción, en algún lugar del mundo, de manera consecutiva.
-¿No le preocupa que sus piezas tengan más éxito en el exterior que en su terruño venezolano?
- Tengo la impresión de que a mí me va bien en mi terruño. No tengo quejas ni tengo que acusar a nadie sobre nada. Un autor de hoy tiene la obligación de pensar que tanto su tierra como el extranjero –y los idiomas, traductores, las ciudades, los grupos, los directores, los teatros y las distintas lecturas que de tu obra se hacen- son todos partes de tu terruño. Y esto no es un decir: todo eso es tuyo, te pertenece, son tu nación que no tiene un nombre abstracto pero que sí posee símbolos concretos. Cuando dedicas tu vida a escribir no eres el autor de una pieza, sino de una obra completa. Si te gustó una de mis piezas, realmente te gustan todas, hasta la que más detestas. Voy mucho a mis estrenos en otros países y te confieso que me siento igual que en San Martín; la misma expectativa, el mismo apoyo y hasta el mismo rechazo, cuando toca, que por lo demás también es parte del terruño. Eso es; el fracaso es la base del terruño y de eso sé mucho también. Y lo agradezco, porque éxito y fracaso son también parte de la obra completa y por eso siempre significan lo mismo.
-¿Cree obligatorio un balance del TSMC a sus 18 años?
-Creo que en el Teatro San Martín de Caracas, a sus 18 años, estamos viviendo nuestra mejor coyuntura, no sólo como institución y como proyecto artístico, sino muy especialmente como artistas. Luis Domingo González está en su mejor momento como director, muy reconocido fuera del país. María Brito vive su hora estelar como creadora y gerente. David Villegas es un titán, todo lo hace bien y es uno de los talentos más completos del teatro venezolano. Verónica Arellano está deslumbrante, me gusta más ahora que nunca, esa actriz no tiene límites y lo mejor es que ahora lo sabe; Carolina Torres está en el techo de su carrera, no sólo en el teatro sino también en el cine. Rubén León es sin duda el director más versátil del teatro nacional; escribe, actúa, monta, maneja su propio grupo, y todo lo hace bien, ese tipo se sale del planeta y regresa sin esfuerzo. José Gregorio Martínez está a punto de explotar como creador total y su madurez será como uno de esos meteoritos que regularmente chocan contra la tierra eliminando a todos los dinosaurios. Y nuestro Bartolo ha inventado los días de 45 horas para realizar todo lo que hay que hacer en esas dos salas que tanto queremos. Y los que vienen detrás están trabajando en San Martín como si el mundo se fuera a acabar mañana; Jennifer Morales, es un tractor creativo (dirige, actúa, gerencia y todo con un talento que da miedo) fácilmente la veo al mando de este teatro en algunos años; Mariana Alviárez, tiene el ángel sobre el escenario más luminoso que yo haya visto jamás; Valeria Castillo derrocha talento hasta sin querer, todavía recordamos su impacto como Elizabeth Arden en Señorita y Madame. Con esta gente tan ilimitada, están los directores invitados como Costa Palamides (Momia en el Closet, Proyecto Padre, Proyecto Madre) y ahora Consuelo Trump que estará a cargo del programa Crimen y Castigo a estrenar en septiembre. Y ellos junto a autores invitados como Lupe Gherenbeck, tu también E.A. Moreno Uribe y ahora Luis Enrique Gómez Ortiz, además de esos otros artistas monumentales que trabajan regularmente con nosotros: Irabé Seguías, Gonzalo Cubero, William Escalante, Ludwig Pineda…¿Qué quieres que te diga? Me da la impresión de que este TSMC luce muy bien a sus 18 años y tiene que ser así porque está joven, crecido y tomando impulso. Y todo desde su comunidad, desde su esquina caliente, pulverizando los complejos y moliendo la necesidad del reconocimiento superficial; actuando en este siglo XXI como si fuéramos una compañía con la ética y el compromiso del heroico teatro de los años 60. No suplicamos que nos miren; los obligamos a hacerlo. Y el que no quiera, se lo ha perdido.
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