Tres personajes ocupan la escena y dialogan. El secretario Hugo Orozco, el coleguita Ramón J. Velásquez y el mismo candidato presidencial Diógenes Escalante diseñan la campaña para ocupar el Palacio de Miraflores, durante el lapso 1946-1951, desde un salón del caraqueño hotel Ávila, en la mañana del 2 de septiembre de 1945.
Al día siguiente explota la tragedia: el político no puede acudir a su crucial cita con el presidente Medina, porque ve como sus camisas salen volando por la ventana de su habitación y con ellas se esfuman sus aspiraciones para ser Jefe de Estado y además la posibilidad de llevar a Venezuela hacia un auténtico experimento democrático.
Esos tres caballeros convertidos ahora en entes teatrales no son de ficción, pero sí sus diálogos, y están encarnados por Jan Vidal Restifo (22), José Miguel Dao (23) y Javier Vidal Prada (58). Protagonizan al espectáculo Diógenes y las camisas voladoras, el cual, bajo la precisa dirección de Moisés Guevara, hace temporada en Teatro Trasnocho, y permite a los espectadores palpar un suceso que alteró el rumbo de este país.
Diógenes Escalante es un personaje trágico en una situación cómica. La sencillez del tramado dramático abre el complejo tema del azar y la necesidad. La pretensión del autor-actor es el entretenimiento por encima de cualquier lección de ética, tomando en cuenta que la evasión y el divertimento son dos de los más importantes mandamientos de la deontología teatral.
Vidal Prada es, por supuesto, el teatrero del momento. Ha escrito un conmovedor teatro político y además de ser el protagonista del espectáculo da la replica a su hijo y al otro comediante, en ese ritual que recrea un suceso donde cambió algo más que la agenda política de un país en tránsito hacia una esperanza.
Sobre Vidal Prada se ha dicho todo lo bueno, pero hay que resaltar que cuenta con dos sólidos soportes para la performance global: el habilidoso Dao, signado por una inquebrantable búsqueda de sus posibilidades expresivas, adquiridas en espacios más heterogéneos del quehacer actoral, desde un marcado interés por aprehender las prácticas del clown y la improvisación, hasta un acercamiento académico a las técnicas formales de las artes, todo lo cual le ha permitido experimentar con los más diversos géneros teatrales; mientras Vidal Restifo, estudia comunicación social y anda en los avatares escénicos desde 2005, tiene ahora una responsabilidad más contundente. Sin ellos el espectáculo no seria posible, por supuesto, y así lo asumieron, haciéndose indispensables, como fueron los personajes históricos que han revivido ahora convincentemente.
Recordamos que el descamisado político nunca recuperó la razón y falleció el 13 de noviembre de 1964, en Miami. Orozco hizo carrera diplomática y vivió hasta el 26 de octubre de 2003. Velásquez, a caballo entre el periodismo y la política, sustituyó a un corrupto Presidente de la República y ahora, con sus 95 años, no olvida lo que ocurrió en aquel hotel.
Al día siguiente explota la tragedia: el político no puede acudir a su crucial cita con el presidente Medina, porque ve como sus camisas salen volando por la ventana de su habitación y con ellas se esfuman sus aspiraciones para ser Jefe de Estado y además la posibilidad de llevar a Venezuela hacia un auténtico experimento democrático.
Esos tres caballeros convertidos ahora en entes teatrales no son de ficción, pero sí sus diálogos, y están encarnados por Jan Vidal Restifo (22), José Miguel Dao (23) y Javier Vidal Prada (58). Protagonizan al espectáculo Diógenes y las camisas voladoras, el cual, bajo la precisa dirección de Moisés Guevara, hace temporada en Teatro Trasnocho, y permite a los espectadores palpar un suceso que alteró el rumbo de este país.
Diógenes Escalante es un personaje trágico en una situación cómica. La sencillez del tramado dramático abre el complejo tema del azar y la necesidad. La pretensión del autor-actor es el entretenimiento por encima de cualquier lección de ética, tomando en cuenta que la evasión y el divertimento son dos de los más importantes mandamientos de la deontología teatral.
Vidal Prada es, por supuesto, el teatrero del momento. Ha escrito un conmovedor teatro político y además de ser el protagonista del espectáculo da la replica a su hijo y al otro comediante, en ese ritual que recrea un suceso donde cambió algo más que la agenda política de un país en tránsito hacia una esperanza.
Sobre Vidal Prada se ha dicho todo lo bueno, pero hay que resaltar que cuenta con dos sólidos soportes para la performance global: el habilidoso Dao, signado por una inquebrantable búsqueda de sus posibilidades expresivas, adquiridas en espacios más heterogéneos del quehacer actoral, desde un marcado interés por aprehender las prácticas del clown y la improvisación, hasta un acercamiento académico a las técnicas formales de las artes, todo lo cual le ha permitido experimentar con los más diversos géneros teatrales; mientras Vidal Restifo, estudia comunicación social y anda en los avatares escénicos desde 2005, tiene ahora una responsabilidad más contundente. Sin ellos el espectáculo no seria posible, por supuesto, y así lo asumieron, haciéndose indispensables, como fueron los personajes históricos que han revivido ahora convincentemente.
Recordamos que el descamisado político nunca recuperó la razón y falleció el 13 de noviembre de 1964, en Miami. Orozco hizo carrera diplomática y vivió hasta el 26 de octubre de 2003. Velásquez, a caballo entre el periodismo y la política, sustituyó a un corrupto Presidente de la República y ahora, con sus 95 años, no olvida lo que ocurrió en aquel hotel.
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