En su edición del miércoles 3 de agosto de 211, El Tiempo, de Bogota, presenta una crónica general sobre el uso del teatro para explicar lo que han sido las largas siete y ocho décadas de "guerra civil",o conflagraciòn, como la llamamos nosotros.
Afirman los periodistas de El Tiempo, que en Colombia, sus teatreros usan los escenarios para contar y recontar historias de la violencia o el conflicto armado. Hoy. cuando el país intenta saldar su deuda con las víctimas del conflicto armado y está en camino la ley para restituirles sus bienes, el teatro también busca documentar y presentar su mirada sobre esas historias de crueldad.
Retratan realidades como el desplazamiento y las masacres, o hechos que marcaron la vida nacional, como la toma del Palacio de Justicia o el descuartizamiento de José Antonio Galán. De este último habla La insurrección de las hormigas, que se presenta hasta el 4 de agosto en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, de Bogotá.
Desde la Comisión Nacional de Reparación ven esta tendencia como una forma de hacer pedagogía y una interpretación necesaria de la historia reciente.
"El teatro juega un papel fundamental en la mediación estética de esos horrores, que si no se abordan con el lenguaje del arte, resultarían indecibles", dice Iván Orozco Abad, profesor de la Universidad de los Andes y miembro de la Comisión de Memoria Histórica.
Orozco recuerda también que procesos como el de Justicia y Paz parecen en muchos casos escenarios teatrales, "con guiones, actores o con escenas originales y escenas mediáticas que los recrean".
Sin embargo, no es una apuesta fácil. "Son obras costosas, pero tienen 'rating'. Supongo que un productor se acojona y pregunta dónde está la comedia, pero estos son temas que hay que contar y nos tienen que causar más que indignación", dice Nicolás Montero, codirector de El deber de Fenster obra que abordó la masacre de Trujillo, en el Valle.
¿Por qué abordan estos temas? ¿Le interesa al país ver en el teatro esos hechos? ¿Llegan a tiempo a contar esa realidad? Aquí está la voz de algunos directores de obras que abordan estas temáticas.
Así fue la muerte de un prócer
La obra La insurrección de las hormigas, dirigida por Juan Carlos Moyano y Misael Torres, tiene como personaje principal a José Antonio Galán, líder comunero descuartizado por la corona española en 1782. Según Torres, la historia de la obra, a pesar de que ocurrió hace más de dos siglos, todavía se vive en Colombia. "Actualmente, mucha gente no puede enterrar a sus muertos ni regresar a sus tierras. Lo que pasa es que Colombia es un país condenado a repetir su historia", dice.
El deber de Fenster
"Hace rato, el teatro y la sociedad civil estamos en deuda con las víctimas, hemos llegado muy tarde", admite Nicolás Montero, codirector de El deber de Fenster, escrita por Humberto Dorado y Matías Maldonado, y que abordó la masacre de Trujillo.
La obra se basó en documentos de la Comisión de Memoria Histórica y contó, además del asesinato de 342 campesinos de la región, todo el bloqueo de la justicia para que se conociera la verdad del caso, en el que participaron miembros de la Fuerza Pública.
La obra ganó el premio Fanny Mikey 2009 y por eso pudo financiarse, explica Montero, ante la pregunta de si resulta rentable este tipo de temas.
Kilele, retrato de las almas en pena
Este montaje, dirigido por Fernando Montes, refleja la masacre de Bojayá, ocurrida en el 2002 y en la que murieron 119 personas.
Según Montes, el objetivo fue plantear estos hechos desde una perspectiva poética, alejada de cualquier idea política.
"Presentamos la obra en la misma iglesia en la que ocurrió la masacre, y para los habitantes del pueblo era magnífico que se contara esa historia, porque ellos simplemente no podían. El que se pusiera a hablar podía terminar muerto", dice Montes.
Mujeres en la guerra
En el 2001, la intriga de saber qué les pasa a los colombianos que han tenido que dejar sus tierras por la violencia llevó a Carlota Llano a adaptar y protagonizar una obra basada en el libro Mujeres en la guerra, de la escritora Patricia Lara.
La obra sigue el drama de cuatro mujeres que han protagonizado el conflicto y se basa en testimonios reales, hecho que, según Llano, le imprimió un alto grado de verosimilitud. "En todas las partes en que se presenta, genera un fenómeno de catarsis, porque cada testimonio te toca las fibras", comenta Llano.
La siempreviva
Dirigida y escrita por Miguel Torres, esta es una de las obras cumbres del género. Estrenada en 1994, la producción retrata la toma del Palacio de Justicia.
Según Torres, el teatro es quizá la expresión más social que hay en el arte, por ello era completamente necesario que retratara un suceso como este."Se volvió una especie de pieza emblemática de los familiares de los desaparecidos, quienes sentían que, antes de la obra, nadie había hablado por ellos", asegura Torres.
El teatro de las víctimas
"El proceso de investigación de la obra fue muy duro, tuvimos que encontrarnos en las listas de masacres con los nombres de los familiares de los actores". Lo cuenta Marly Carvajal, quien hace parte del grupo La Gotera, integrado por víctimas del conflicto que encontraron en el teatro la forma de rebelarse ante lo que padecieron.
Son 10 jóvenes del municipio de San Carlos, en el oriente antioqueño, y su obra más importante es Asfalto, que recrea escenas como la de las madres en las puertas de las casas esperando a sus hijos desaparecidos por los grupos ilegales.
Desde este blog, le pedimos a Dios y a los colombianos sensatos que usen el teatro para curar las heridas y enseñar que nunca más se deben repetir situaciones como las llevadas a la escena.
Retratan realidades como el desplazamiento y las masacres, o hechos que marcaron la vida nacional, como la toma del Palacio de Justicia o el descuartizamiento de José Antonio Galán. De este último habla La insurrección de las hormigas, que se presenta hasta el 4 de agosto en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, de Bogotá.
Desde la Comisión Nacional de Reparación ven esta tendencia como una forma de hacer pedagogía y una interpretación necesaria de la historia reciente.
"El teatro juega un papel fundamental en la mediación estética de esos horrores, que si no se abordan con el lenguaje del arte, resultarían indecibles", dice Iván Orozco Abad, profesor de la Universidad de los Andes y miembro de la Comisión de Memoria Histórica.
Orozco recuerda también que procesos como el de Justicia y Paz parecen en muchos casos escenarios teatrales, "con guiones, actores o con escenas originales y escenas mediáticas que los recrean".
Sin embargo, no es una apuesta fácil. "Son obras costosas, pero tienen 'rating'. Supongo que un productor se acojona y pregunta dónde está la comedia, pero estos son temas que hay que contar y nos tienen que causar más que indignación", dice Nicolás Montero, codirector de El deber de Fenster obra que abordó la masacre de Trujillo, en el Valle.
¿Por qué abordan estos temas? ¿Le interesa al país ver en el teatro esos hechos? ¿Llegan a tiempo a contar esa realidad? Aquí está la voz de algunos directores de obras que abordan estas temáticas.
Así fue la muerte de un prócer
La obra La insurrección de las hormigas, dirigida por Juan Carlos Moyano y Misael Torres, tiene como personaje principal a José Antonio Galán, líder comunero descuartizado por la corona española en 1782. Según Torres, la historia de la obra, a pesar de que ocurrió hace más de dos siglos, todavía se vive en Colombia. "Actualmente, mucha gente no puede enterrar a sus muertos ni regresar a sus tierras. Lo que pasa es que Colombia es un país condenado a repetir su historia", dice.
El deber de Fenster
"Hace rato, el teatro y la sociedad civil estamos en deuda con las víctimas, hemos llegado muy tarde", admite Nicolás Montero, codirector de El deber de Fenster, escrita por Humberto Dorado y Matías Maldonado, y que abordó la masacre de Trujillo.
La obra se basó en documentos de la Comisión de Memoria Histórica y contó, además del asesinato de 342 campesinos de la región, todo el bloqueo de la justicia para que se conociera la verdad del caso, en el que participaron miembros de la Fuerza Pública.
La obra ganó el premio Fanny Mikey 2009 y por eso pudo financiarse, explica Montero, ante la pregunta de si resulta rentable este tipo de temas.
Kilele, retrato de las almas en pena
Este montaje, dirigido por Fernando Montes, refleja la masacre de Bojayá, ocurrida en el 2002 y en la que murieron 119 personas.
Según Montes, el objetivo fue plantear estos hechos desde una perspectiva poética, alejada de cualquier idea política.
"Presentamos la obra en la misma iglesia en la que ocurrió la masacre, y para los habitantes del pueblo era magnífico que se contara esa historia, porque ellos simplemente no podían. El que se pusiera a hablar podía terminar muerto", dice Montes.
Mujeres en la guerra
En el 2001, la intriga de saber qué les pasa a los colombianos que han tenido que dejar sus tierras por la violencia llevó a Carlota Llano a adaptar y protagonizar una obra basada en el libro Mujeres en la guerra, de la escritora Patricia Lara.
La obra sigue el drama de cuatro mujeres que han protagonizado el conflicto y se basa en testimonios reales, hecho que, según Llano, le imprimió un alto grado de verosimilitud. "En todas las partes en que se presenta, genera un fenómeno de catarsis, porque cada testimonio te toca las fibras", comenta Llano.
La siempreviva
Dirigida y escrita por Miguel Torres, esta es una de las obras cumbres del género. Estrenada en 1994, la producción retrata la toma del Palacio de Justicia.
Según Torres, el teatro es quizá la expresión más social que hay en el arte, por ello era completamente necesario que retratara un suceso como este."Se volvió una especie de pieza emblemática de los familiares de los desaparecidos, quienes sentían que, antes de la obra, nadie había hablado por ellos", asegura Torres.
El teatro de las víctimas
"El proceso de investigación de la obra fue muy duro, tuvimos que encontrarnos en las listas de masacres con los nombres de los familiares de los actores". Lo cuenta Marly Carvajal, quien hace parte del grupo La Gotera, integrado por víctimas del conflicto que encontraron en el teatro la forma de rebelarse ante lo que padecieron.
Son 10 jóvenes del municipio de San Carlos, en el oriente antioqueño, y su obra más importante es Asfalto, que recrea escenas como la de las madres en las puertas de las casas esperando a sus hijos desaparecidos por los grupos ilegales.
Desde este blog, le pedimos a Dios y a los colombianos sensatos que usen el teatro para curar las heridas y enseñar que nunca más se deben repetir situaciones como las llevadas a la escena.
Aqui en Venezuela,donde la violencia urbana y campesina no compite jamas con la colombiana, los temas de su teatro son otros, por ahora.
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