El periodista y
dramaturgo Gustavo Ott (1963) impacta con su fábrica teatral. No hay otro como
él y eso es grave para la encorsetada escena criolla. Actualmente, casado y con una
hija preadolescente, vive para su oficio y es profesor en una universidad
estadounidense. Aquí en Venezuela es líder
del Teatro San Martín de Caracas, donde hizo temporada su más reciente pieza, ya
tiene 40, además de dos novelas: El
hombre más aburrido del mundo, cuidadosamente dirigida por Luis Domingo González
y excelentemente protagonizada gracias a José Gregorio Martínez, con el correcto
apoyo de David Villegas, Héctor Caro, Jennifer Morales y Leonardo Gibbs, dentro
del dispositivo preciso y polivalente, creado por Héctor Becerra, y la iluminación acertada que
resolvió Gerónimo Reyes.
El caraqueño Ott insiste en ser testigo de su tiempo y para
El hombre más aburrido del mundo hace
una prolija creación, en ritmo de farsa, sobre la biografía del catalán Juan
Pujol García (Barcelona,14.02.12/Caracas.10.10.88). Teje una sincrónica selección
de rocambolescas aventuras del espía de Estados Unidos y el Reino Unido en su
guerra contra el nazismo, para finalmente instalarse en Venezuela y ser enterrado en Choroní. Hizo su
trabajo de investigación porque no podía dejar pasar a tal personaje, apodado Garbo,
entre los caraqueños y lo vincula con los teatreros de la época y lo usa, anacrónicamente,
para un homenaje al gran Rodolfo Santana, fallecido el 21 de octubre de 2012.
Como críticos lamentamos que no haya más información y
escenas sobre la vida de Pujol en Choroní, donde fue
proyeccionista de cine, tuvo esposa y procrearon un hijo venezolano. ¡Aquí lo
entrevistó el periodista José Pulido!
Ott sabe muy bien que el arte no se explica jamás y mucho
menos el teatro, pero en el programa de mano de El hombre más aburrido del mundo él puntualiza como su obra “nos dice que la historia no es
más importante que el tema, que vivir es un intento para desarrollar la
vocación, que el arte es una fuerza histórica y que el teatro puede y ha
salvado al mundo… Juan Pujol García fue primordialmente un espectador como usted,
un orgulloso miembro del público que nos dice que la realidad y la humanidad
puede ser transformada con la herramienta más sencilla, general y colosal: la
fuerza tenaz de la imaginación”.
El
hombre más aburrido del mundo merece ser llevado al cine por aquello de la gran batalla de Estados Unidos y sus
aliados para derrotar al nacionalsocialismo y además acentuar la habilidad del
catalán que engañó a germanos, conquistó a ingleses y gringos, en unas épocas
cuando no había computadoras como tal,
aunque el gay Alan Turing estaba cerca,
y los satélites espaciales eran una fantasía posible, porque los teutones
tenían los cohetes para llegar al espacio planetario. ¡Ese guion y/o la
película serían la coronación de Ott, quien por supuesto tiene a Hollywood en
su horizonte!
Pero este atrevido texto de Ott no habría trascendido más
allá de la anécdota parroquial sino trabaja el talentoso y joven José Gregorio
Martínez (Caracas, 1978) en el rol protagónico. Él da verosimilitud al
personaje de Pujol: impacta con el treintón habilidoso, tramposo y farsante, y asombra
por aquel anciano que aburre a su familia porque no cuenta nada interesante.
Este comediante egresó como actor de la Escuela Cesar Rengifo en el año 2000,
pero ya desde los años 90 andaba con las hordas de Ott: debutó con el grupo
Textoteatro en la obra Corazón pornográfico, hacia 1994, y
desde entonces ha trabajado en 43 espectáculos, incluyendo Penitentes de Elio Palencia, Tres noches para cinco perros y El hombre más aburrido del mundo de su
mentor Ott y un montaje de José L. León ¡Ahora Garbo revive gracias a su trabajo!
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