Miguel Ángel Buonarroti está en Caracas desde
el pasado 30 de marzo. Lúdico se exhibe en la sala Humboldt (San Bernardino)
para entretener y educar a intrépidos venezolanos interesados en saborear las
vicisitudes existenciales del artista que desafió y derrotó a la Iglesia
Católica Romana, comandada por el papa guerrero Julio II, y a un oscuro y
siniestro sector de la sociedad italiana. Empeñados todos en detener el avance
de las expresiones de las artes que pudieran afectar credos, humillar
ignorancias y hundir mitos.
La
presencia del mítico artista (Florencia 1475/Roma,1564) es posible gracias al
impactante espectáculo El gigante de mármol, obtenido por
el buen autor-director Luigi Sciamanna y un conjunto de reconocidos actores
como Elvis Chaveinte, Jorge Palacios, Marcos Moreno, Armando Cabrera, el mismo
Sciamanna y la participación de nuevos comediantes -Carla
Orive, Asier Brightman y Daniel Torres- apuntalados por el creativo vestuario de época y la fina realización, con el lujo de la Florencia
renacentista, resueltos por Eva Ivanyi y Raquel Ríos. Otra
producción de “Cocó” Seijas, una exquisitez dentro del depauperado contexto
vernáculo, auténtico regalo para quienes la ponderen.
El gigante
de Mármol, ambientado en la Florencia de
los años 1553 y 1554, recrea la controversial situación de Buonarroti (con 28
años) para salvar su David,
ya terminado y nacido de un bloque de mármol de Carrara, ya que la Iglesia, representada por el melifluo y amadamado cardenal Ildefonso
de Manoforte, considera inadecuada y
contraria a la moral y las buenas costumbres que se muestre ante los florentinos
una estatua de 5 metros de altura de un hombre desnudo, por lo cual propone que
sea destruida. Pero la máxima autoridad civil, la Señoría de Florencia, decide
adoptarla como símbolo de la nueva república, nacida tras derrocar a la tiránica familia Medici.
Esa bien
hilvanada controversia verbal, donde afloran las pasiones de sus personajes, especialmente
del helénico bisexual Buonarroti (magistralmente encarnado por Chaveinte, especialmente
en su monólogo central) que seduce al representante papal (¡Bravo Palacios!, sus
casi 50 años en el teatro no son poca cosa), es la gran escena del montaje. Salvó
la estatua y la preservó para la
historia del arte universal. Es otro complejo y denso debate sobre la belleza,
el alma, el cuerpo y la fe cristiana,
donde el arte como tal derrota al Poder, representado por la Iglesia y advenedizos
sectores de la intelectualidad y la economía plegados ante hipócritas creencias religiosas. Es, sin lugar a dudas, toda una valiosa empresa cultural que aporta el
teatrero Sciamanna, quien también destaca como histrión. Ahí logra teatralizar
la tenaz lucha que contra la irracionalidad dio Buonarroti. ¡Gran metáfora para
todos los tiempos!
El
gigante de mármol es la segunda obra que escribe Sciamanna
centrada en el David de Buonarroti, pues antes dio a conocer La novia
del gigante (2012), la cual
cierra un ciclo de profunda investigación y depurada escritura dedicada al genio creador de obras capitales como la Capilla Sixtina, La Piedad, El Moisés y
el propio David.
Este venezolano
Sciamanna, inteligente y trabajador descendiente de italianos, hace el teatro más extraño y más original
de esta comarca, y lo crea bien o al menos logra fruncirle al ceño a tanto
diente roto que por ahí pululan.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario