“A mi hijo Néstor Antonio, para
recordarle de qué estamos hechos”. Es la dedicatoria que Gennys Pérez escribió
para su obra El fantasma de Hiroshima,
una de las cinco mejores de la Tercera
Muestra de Dramaturgia Nacional, auspiciada por la Fundación Rajatabla, la cual
se podrá ponderar durante la temporada 2014, según anunció William López, presidente
de la institución.
Al preguntarle a Gennys Pérez (Barquisimeto, 1969) el por qué y el para qué de tal dedicatoria, respondió:
- Mi hijo Néstor Antonio
Pérez, caraqueño desde el 7 de julio de 1993, es mi mayor angustia. En él veo
mis pequeños triunfos, mi lucha diaria y mis grandes fracasos. Me aterra no
haberle podido ofrecer un mundo mejor, un país mejor, una madre mejor. A mi
amado hijo, como a todos nuestros jóvenes, le tocó un mundo muy complejo, muy violento, muy
negativo. Venezuela no es país para los jóvenes, quienes viven en una zozobra
inhumana, la inseguridad los esclavizó al miedo y así no se puede vivir, no
puedes desarrollar a plenitud tus dones. Esta obra está dedicada a él, porque
le quise decir, que aunque el mundo sea un lugar muy hostil para los jóvenes y
los niños, si hay amor, hay una posibilidad enorme de vivir y ser feliz; porque
deseo, con todo mi corazón, que él saboree las mieles de una vida bonita,
feliz, que viva con menos angustias con las que yo he vivido. Porque deseo que
cuando viva una noche oscura, recuerde el poder divino de los rayos del sol,
que piense más en las palabras amor, paz, felicidad, y ternura… porque de eso
es que estamos hechos, lo demás es una pesadilla que algún día tiene que
terminar.
-¿Cómo nació El fantasma de Hiroshima?
-Estaba viendo un programa de TV por cable
sobre la guerra y la muerte en el mundo islámico, y cómo toda esa cultura de la
violencia y la muerte influye en el mundo. Esa lucha de poder y dominio
entre la civilización del Occidente y la
civilización del Oriente. Por alguna razón pensé en la masacre más cruel que
hemos vivido, que fueron los bombardeos atómicos sobre Hiroshima. Y pensé que
esa era una vergüenza en el honor de los USA, que jamás podría quitarse esa
mancha. Pues ese ataque nuclear, el primero que se ha hecho en la historia de
las guerras de la humanidad, abrió un portal de infinitas amenazas al mundo.
Esa culpa, esa responsabilidad siempre la llevará USA en sus hombros. Esa
fantasma siempre será una amenaza para todos los que habitamos en el planeta. Y
comencé a escribir la pieza sobre esta reflexión, sobre esta angustia que me
dio esa noche que vi ese programa. No pude dormir, y me puse a escribir como
loca.
-¿Por qué ?
-Escribí esta obra porque me dio un ataque
de angustia, un insomnio insoportable. Vivimos en un país más violento que
Siria, aunque no lo queramos reconocer. En el momento que la escribí, Venezuela
estaba en pleito con Colombia y los ánimos estaban muy caldeados, de hecho se
había enviado a nuestros soldados a la frontera en franca declaración de un
posible enfrentamiento. Fueron los artistas vestidos de blanco con sus
canciones y llamado a la paz que enfriaron el ánimo bélico, y justo en esos día
vi el programa ese sobre la guerra y la muerte en el mundo islámico, así que
todo explosionó en mi interior, y me dio una especie de pánico, como si esa
fantasma de Hiroshima se asomara nuevamente al mundo, pensé en mi hijo y el
mundo de violencia que le hemos heredado a todos nuestros niños y jóvenes.
-¿Cuál es su mensaje ?
-No creo que haya un mensaje, o si lo hay
no lo sé. A pesar de tocar un tema muy duro, no me lo vas a creer, pero yo
escribí esta obra en una sola sentada, empecé como a las nueve de la noche y
amanecí escribiendo, la terminé a las siete de la mañana, justo cuando el sol
entra sin clemencia ni piedad a mi cuarto, y el sol me dio mucha paz, es decir
comencé en una oscuridad total, con una angustia muy grande y terminé en un
estado de quietud muy agradable. Fue una sensación, la seguí, me dejé llevar, escribí
y ya… No pensé mucho, sólo me dejé arrastrar por lo que sentía… Si hay algún
mensaje era que le quería decir a mi hijo, que el amor nos puede salvar de
todo, incluso de la violencia y de la muerte
-¿Qué viene después?
-Estoy revisando una obra que me ha
costado mucho escribir, El fiscal, y me ha costado mucho por lo
delicado del tema. Pero, esa imagen de la camioneta de Danilo Anderson hecha
cenizas, es una imagen muy perturbadora que no me da descanso. La terminé hace
dos años, y sigo corrigiéndola. Siempre salen informaciones nuevas sobre este
acontecimiento, y escribir teatro, no es escribir noticia, ni crónica; entonces
es una pieza a la que le temo, pero siento un gran compromiso con ese suceso,
me marcó, me pareció increíble lo que pasó, y más increíble que nunca supimos
en realidad quiénes son los verdaderos responsables. Es un tema muy poderoso,
pero como Yo soy Carlos Marx es una
pieza de una gran carga de energía negativa, un tema tabú, intocable en nuestra
sociedad, una herida que ya nadie quiere recordar por todo los poderes que
rodean el hecho. Ya estoy terminando la última corrección, y así quedará.
También estoy escribiendo narrativa, muy lento, me cuesta.
-¿De qué vive usted ahora?
-De la caza y la pesca literarias. De
mucho y de nada. Pero siempre de la escritura. Ya tengo un año parada en lo que
respecta la Industria de la Televisión. Vivo de lo que me da la taquilla de Solo para Ellas aquí en Venezuela y ahora en Chile. Doy talleres de escritura
privados y en el interior del país. Algún guión que sale por ahí. En fin, de la
caza y la pesca literarias.
PREMIOS LOGRADOS
Escribe con calidad y la premian, por eso contabiliza estos
galardones: Premio Actors of the World de Dramaturgia en Londres (2010) con El fantasma de Hiroshima. Premio
Nacional de Dramaturgia Innovadora (2006) Yo
soy Carlos Marx; Premio Monte Ávila Editores de Autores Inéditos con El secreto de la felicidad (2005);
Premio Fundarte en poesía 2004, con el poemario Lunas Marginales 2004;
Premio Dramaturgia La Fiesta de Caracas
con De Libertadores a Libertados (2000); Premio de Teatro Regional de
Maracay, La cuarta noche (2002), basada en la obra El perseguidor de Julio Cortázar, y ahora este III Premio de Dramaturgia de
Rajatabla con El fantasma de Hiroshima.
EQUIPAJE LITERARIO
Asegura tener escritas obras teatrales como: Yo soy Carlos Marx, El secreto de la felicidad, El Fantasma de Hiroshima, Sólo para ellas, Tócame, El clan Butterfly,
El Club de los Masturbadores, Mala
Palabra, La cuarta noche, De Libertadores a Libertados y Adorables criaturas. Tiene dos
poemarios: Lunas marginales,
premiado por Fundarte, y Malas camas.
Ha comenzado a crear una novela que apenas está estructurando. Escribe muchas
crónicas, a veces dos y hasta tres diarias, y
pergeña un libro, titulado Reflexiones
dispersas, sobre la cotidianidad del venezolano.
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