Historiadores y
dramaturgos están en deuda con las mujeres venezolanas. No han entregado las
necesarias sesudas investigaciones o una serie de aplomadas obras teatrales que sirvan
para rescatar definitivamente la memoria de las heroínas y las mártires de las Guerra de la Independencia. César
Rengifo, Vinicio Romero y Carmen de Romero son, por ahora, los teatristas más
conocidos o de quienes se conocen unas cuantas piezas que reivindican a unas
pocas. ¡Pero la deuda sigue!
¿Y por qué no
hay suficientes o variadas piezas
teatrales sobre las mujeres en el proceso de la Independencia?, le
preguntamos a la actriz y productora
Dilia Waikkaran y ella nos respondió sin titubeos: “Nuestro dramaturgos, al
parecer son misóginos o no les interesa para nada esa vital etapa de nuestra
historia. Allá ellos con sus problemas. Pero yo, con mi gente de la
Fundación Ayanamsha, no vamos a dejar de
insistir en nuestro reto de teatralizar a unas cuantas de nuestra proceresas ya
lo hicimos con Manuelita Sáenz, después vino Josefa Camejo y ahora trabajamos
con Luisa Cáceres de Arismendi”.
MONÓLOGO HISTORICO
Y hacemos estas reflexiones
sobre las deficiencias de la dramaturgia criolla, porque hemos visto en la sala
de conciertos de Unearte a Josefa
Camejo, proceresa inmortal, aleccionador monólogo de Carmen Romero, muy
ceñido a la historia, con una pulcra producción de Dilia Waikkaran para la Fundación Ayanamsha, actuado por Livia Méndez y con sobria puesta
en escena de Henry Manganiello.
La historia teatral interpretada por la
destacada actriz Livia Méndez, con más de 25 años de fructífera carrera en las
tablas venezolanas, se desarrolla simbólicamente en el interior del
Panteón Nacional el día 8 de marzo de 2002, Día Internacional de la Mujer. Allí Josefa imaginariamente dialoga con
varios de los personajes que han sido honrados con la colocación de sus restos
en dicho recinto patrio, entre ellos Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Rafael
Urdaneta, José Leonardo Chirinos, Manuela Sáenz y Ezequiel Zamora.
Aunque se trata de una obra histórica el
contenido de la misma mantiene vigencia en el tiempo pues “realza los valores
de lealtad, trascendencia e ideario libertario,
contestatario y crítico, que mantuvo en lucha a esta gran heroína y que
aún siguen presentes en nuestro pueblo y en nuestras mujeres” indicó la
precursora del proyecto Dilia Waikkarán.
La Fundación Ayanamsha que a lo largo de su
trayectoria, de más de 14 años, se ha preocupado por llevar a escena piezas de
gran calidad y con un carácter histórico y social rescata así con esta obra “el
peso específico de la mujer venezolana y
latinoamericana en la militancia de los procesos de cambios de nuestro
pueblo y su estelar protagonismo en la construcción de una sociedad más justa”
expresó Waikkarán.
Vimos el espectáculo y nos sorprendió
gratamente la performance de la actriz Livia Méndez, especialmente la composición
que hace de su personaje, además de las puntuales transiciones, y la contundencia
de su verbo.
LIBERTADORA DE CORO
Cuenta
el historiador Luis Alfonso Bueno que Josefa, hija de Miguel Camejo y de
Sebastiana Talavera y Garcés, nació el 18 de mayo de 1791 en Curaidebo, estado
Falcón. Estudió en el colegio de las hermanas Salcedo en Coro y después la
enviaron a un convento de monjas en Caracas, donde completó su educación y
estuvo en contacto con las ideas republicanas. En 1810 estando en Caracas, tuvo
la oportunidad de vivir los sucesos del 19 de abril. En 1811, viajó a Mérida
donde conoció al coronel Juan Nepomuceno Briceño Méndez, con quien contrajo
matrimonio. El 18 de octubre de 1811 firmó el documento titulado "Representación
que hace el Bello Sexo al Gobierno de Barinas"; en el que las
firmantes enteradas de la invasión que intentaban los guayaneses por San
Fernando, se ponían a la orden para la defensa de Barinas, sin ningún temor los
horrores de la guerra. A principios de 1813, Barinas fue asediada por tropas
realistas al mando de José Antonio Puey, por lo que el gobernador, Manuel
Antonio Pulido se vio en la necesidad de llevar a cabo el traslado de la
población hacia San Carlos (estado Cojedes), travesía a la que se incorporan
Josefa y su madre, quien muere ahogada cuando cruzaba el río Santo Domingo. En
San Carlos, los pobladores procedentes de Barinas se unen a las fuerzas del
general Rafael Urdaneta, disponiéndose que los hombres protegieran a las
mujeres durante el viaje hacia la Nueva Granada. Durante este éxodo, Josefa
Camejo se dedicó a curar a los heridos. Al llegar a la Nueva Granada se unió a
las familias republicanas, permaneciendo allí por espacio de cuatro años. A
mediados de 1818 decide regresar a Venezuela, viajando según algunos
testimonios, disfrazada de vagabunda o pordiosera. En 1821, al frente de 300
esclavos que trabajaban en su hato de Paraguaná, propició una rebelión contra
las fuerzas realistas de la Provincia de Coro; pero fueron derrotados. El 3 de
mayo del mismo año, con un grupo de 15 hombres se presentó en Baraived, lugar
donde descansaba el jefe realista Chepito González, a quien enfrentó y derrotó.
Posteriormente se dirige junto con varios patriotas a Pueblo Nuevo, donde es
puesto preso el gobernador, nombrándose a un gobernante civil republicano:
Mariano Arcaya. El mismo día Josefa Camejo leyó en Pueblo Nuevo el manifiesto
que declaraba libre a la Provincia de Coro y en el cual se juraba fidelidad a
la República. Se dice que después de la Independencia se retiró a sus haciendas
en donde finalizó sus días al lado de su familia.
PERSONAJES EN ESPERA
Los
investigadores y dramaturgos tienen el
reto de hacer personajes teatrales a esta mujeres: Luisa Arrambide de Pacanins,
Consuelo Fernández, Leonor Guerra, María del Carmen Ramírez, Teresa Heredia,
Juana Ramírez “La avanzadora”, Eulalia Ramos de Chamberlain, Josefa
Joaquina Sánchez (ya César Rengifo se les adelantó, con su texto), Cecilia
Mujica y Ana María Campos, por ahora. Todas luchadoras por la Independencia.
¿Cuándo las descubren?
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