viernes, enero 10, 2014

50 años de la revista Conjunto


Desde La Habana nos enviaron este email, verdaderamente explosivo  por su histórico contenido cultural, el cual dejamos al disfrute de nuestros lectores:
Conjunto cumple 50 años y comenzamos la fiesta, que celebraremos durante todo el 2014, con este semanario digital que traerá a los lectores de hoy hechos e ideas de la escena latinoamericana y caribeña actual en tres secciones: Páginas salvadas, que rescata materiales publicados en estas cinco décadas, algunos de los cuales son hoy de difícil acceso pero de permanente utilidad y en muchos casos debidos a grandes maestros de la escena; A viva voz, con textos valorativos y/o reflexivos de ahora mismo, y Escena de hoy, de carácter noticioso.
La revista de teatro latinoamericano fundada por Manuel Galich en la primavera-verano de 1964, abrió un espacio creciente para la difusión de la creación y el pensamiento teatral que ya alcanza hoy 170 ediciones, más de 19 mil páginas con ensayos, artículos de opinión, reseñas, entrevistas y crónicas, y que incluyen más de 230 textos teatrales que han contribuido a enriquecer los repertorios de muchísimos grupos. Las voces de más de tres mil colaboradores constituyen uno de nuestros tesoros en la inmensa red de relaciones con la vida de la escena.
La primera página de la revista resume el propósito fundador:
“La Casa de las Américas, consecuente con su propósito de estimular las expresiones culturales de América Latina, especialmente aquellas que no encuentran cauce bastante para su difusión, creó la revista Conjunto dedicada al teatro latinoamericano. Por eso en las páginas de esta revista se recogen críticas, estudios teóricos e informaciones acerca del movimiento teatral latinoamericano, así como textos completos de obras. Creemos cumplir un doble objetivo: ofrecer un campo para difundir lo que hacemos en teatro y romper la incomunicación entre nuestros teatristas.”
Medio siglo después, seguimos abriendo caminos.

 PÁGINAS SALVADAS
RACIONALIDADES ALTERNATIVAS CONTRA LA CULTURA DE LOS TOMATES CUADRADOS
Santiago García
 (Conferencia Magistral impartida en el III Congreso Internacional Cultura y Desarrollo, celebrado en La Habana, del 9 al 12 de junio de 2003)

Agradezco mucho la invitación para participar en este foro porque considero de gran importancia, en este momento que estamos viviendo en la América Latina, que quienes trabajamos en el campo de la cultura y del arte, participemos activamente en las discusiones, no solamente con nuestras obras, no solamente con la práctica, sino con la disposición y la acción de meternos dentro de los problemas, del conflicto, del caos. Más en Colombia, donde estamos en cierta medida en el centro, en el vórtice de ese torbellino caótico, de esa turbulencia --como dirían los matemáticos de la teoría del caos- y es necesario participar, hablar, discutir, exponer los puntos de vista de los artistas y de la gente de la cultura sobre la realidad.
Hace algunos años leí, con cierto abismo en mi pensamiento, una idea de Umberto Eco que decía que, en estos momentos caóticos que vive la humanidad, el verdadero papel del intelectual era quedarse callado. Parece un desplante ¿no? algo chistoso, pero a ese mismo desplante respondió con otro muy serio otro gran pensador, el novelista italiano Antonio Tabucchi, con un ensayo muy bueno que se llama La gastritis de Platón, en el que le refutaba, con hechos contundentes de la historia reciente de Italia, por qué el artista tiene que intervenir en los asuntos sociales y políticos, y no limitarse a su actividad artística.
Como mi verdadera actividad es hacer obras de teatro, más que una conferencia --lo que me cuesta mucho trabajo--, voy a echar una carreta, y para eso me tendré que apoyar mucho en mi práctica teatral de treintisiete años en La Candelaria, una experiencia que ha sido la de la creación colectiva. Como teatrero me he formado en esa especie de pantano caótico, un sistema de trabajo en el que hay tres elementos fundamentales que contribuyen a la creación de las obras: la memoria, que se va constituyendo como una cualidad fundamental para el trabajo del actor; la destreza, que se adquiere colectivamente, y es una habilidad del colectivo; y por último, la sensibilidad, que deja que fluyan las cosas espontáneas, lo que en cierta medida tenemos en nuestro subconsciente, como diría Jung --yo no soy junguista ni lacaniano ni freudista, pero me gusta leer a Jung--, que sería lo del arquetipo colectivo, un inconsciente colectivo que se desarrolla en un grupo y permite que haya una manera de pensar: Hoy el arte tiene que crear realidades a partir de la realidad misma, crear otra realidad que trascienda la realidad, hacia algo que no voy a llamar trascendental sino trascendente.
Las obras de arte que tenemos que hacer tienen que trascender la realidad para transformar el pensamiento de una sociedad. Y ese pensamiento es parte de la realidad, o sea, de la naturaleza. Es ese pensamiento humano el que transforma la naturaleza y el que contribuye a la transformación de la sociedad --o sea, de la realidad, o sea, de la naturaleza.
Para entrar en materia, los dos términos que centran este foro, el de la cultura y el del desarrollo, nos permiten pensar como el ser humano ha tratado a la naturaleza durante todos estos siglos, miles de siglos de resistencia del pensamiento humano en nuestro planeta, pues hemos procurado al máximo, con nuestro pensamiento, transformar la naturaleza para beneficio del ser humano y de la sociedad.
Pero muchas veces, y es lo que estamos viendo hoy - exactamente para el beneficio de la sociedad- se transforma la naturaleza en cierta medida para aniquilarla, y ni siquiera con esa aniquilación, con esa devastación, contribuir a la mejor vida del ser humano. Es tiempo de invertir los términos: el ser humano hoy en día lo que tiene que hacer es poner su pensamiento, sus conocimientos al servicio de la naturaleza, para ayudar a reconstruirla, a rehacerla, a pagar el mal tan tremendo que le hemos hecho con la ciencia y con el progreso después de tantos siglos. Es muy discutible que el arte tenga unas funciones específicas dentro de la sociedad, pero creo que una tiene que ser contribuir a resarcir el daño hecho a la naturaleza, a la realidad, dentro de la cual está el pensamiento humano.
DESARROLLO Y CULTURA
Aquí quiero hacer un breve análisis del problema del desarrollo y de la cultura. Parafraseando una frase citada aquí por Roberto Fernández Retamar, del famoso general fascista que decía que cada vez que oía mencionar la palabra cultura se llevaba la mano al cinto y a la pistola, con eso del desarrollo a mí me pasa que cada vez que dicen desarrollo me mando las dos manos a la cabeza.
Les hago una pequeña anécdota: unos polizontes se montaron en un barco en Colombia --son muchísimos los que van hacia el sueño dorado del gran desarrollo de los Estados Unidos--, y los atraparon casi antes de llegar al puerto, la mayoría muertos y quedaban dos vivos. Uno de ellos relataba lo que les había pasado allá, cómo al meterse escondidos dentro de un tonel, se fueron muriendo por falta de oxígeno, por falta de alimentos y de agua, y al final decía: "cuando empecé a ver amarillo, amarillo, amarillo, me acordé de lo que decía mi mamá: 'y cuando te mandes la mano a la cabeza... ya va a ser demasiado tarde'". Eso me pasa a mí cuando oigo la palabra desarrollo.
Este desarrollo que lleva ya sesenta años navegando por nuestro Tercer Mundo, con cinco siglos de capitalismo y sesenta años de desarrollo, empieza a funcionar, si mal no me equivoco, con el discurso de posesión de Harry Trumann en 1949, quien al hablar del programa de desarrollo que lanzó inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, decía: "Producir más, la clave del desarrollo, es una aplicación mayor y más vigorosa del conocimiento técnico y científico moderno."
Ahí aparece por primera vez el programa del desarrollo para los países subdesarrollados, ahí ya nos jodimos con el cuento de que somos subdesarrollados, porque habría que considerar bien qué es el desarrollo técnico científico aplicado con vigor. No quiero extenderme en hacer la historia de lo que fueron esos planes de desarrollo durante esos sesenta años, pero ese "vigoroso" apoyo lo vemos en la América Latina. Recordemos muy rápidamente el apoyo por el desarrollo con el respaldo a algunos gobiernos como los de Batista, Somoza, Trujillo, Pinochet, para terminar hoy con el apoyo al desarrollo del que nacieron Bin Laden y Hussein. Hasta ahí llegó el apoyo al desarrollo.
Hace dos o tres días celebramos en Colombia el día del medio ambiente, como defensa contra la devastación que se ha hecho de la naturaleza humana, y había una noticia aterradora, que decía que en el mundo hay dos mil millones de habitantes que no gozan de los recursos del agua, ¡dos mil millones en el planeta! Y en mi país, uno de los que tienen mayor riqueza hidráulica en el mundo, hay diez millones, la cuarta parte de la población, que no tiene agua potable. El ochenta por ciento de las muertes de niños en Colombia se debe a problemas de contaminación del agua. Son cifras desmesuradas. Y Colombia es un país que ha sido muy apoyado para el desarrollo en estos sesenta años: ahí están el Plan Marshall y la Alianza para el Progreso del Presidente John F. Kennedy. Y sobre eso también tengo aquí una cita, de cuando empezaron a llegar a Colombia los Cuerpos de Paz, la ayuda para el desarrollo de nuestro país, que fue tremenda -y mándense las manos a la cabeza. Decía Kennedy:
El mundo es muy diferente ahora, pues el hombre tiene en sus manos mortales el poder de abolir todas las formas de pobreza humana. A aquellos pueblos, en las chozas y en las aldeas de la mitad del planeta, que luchan por romper las trabas de la miseria masiva, les ofrecemos una promesa especial: convertir nuestras buenas palabras en buenas acciones, en una nueva Alianza para el Progreso, para ayudar a los hombres libres y a los gobiernos libres a despojarse de las cadenas de la pobreza.
Esa ayuda para los gobiernos libres y para los hombres libres ya sabemos a partir de qué y cómo fue, cómo ha sido y cuáles los resultados.
La respuesta que ha habido en todo el Tercer Mundo, en la América Latina, África, Asia, Oceanía, hacia esos grandes planes, hacia esa planificación del desarrollo, ha sido, por parte de los gobiernos, de una entrega total a otros planes completamente distintos, que son los planes de saqueo. Ejemplo palpable lo tenemos en este momento en Iraq. Es el saqueo a las riquezas del petróleo de esos países lo que ha movido al pueblo norteamericano a apoyar a Bush con todo el palabrerío acerca de la libertad, de rescatar a esas pobres naciones como Afganistán y como Iraq y como Irán, y lo que viene, como Colombia, como Cuba y todos los países que ya tienen en la mira para ayudarlos, para hacer el saqueo total y el exterminio, no sólo de las riquezas materiales como el petróleo, sino de la cultura. Es lo que ha pasado en Bagdad con los grandes tesoros de la humanidad que había allí, donde nació el pensamiento humano, precisamente en Ur de Caldea, todos esos manuscritos y tablas, las ideas de la cultura y del ser humano, que fueron destruidas y saqueadas totalmente.
De manera que hoy en día necesitamos por parte de todos los científicos, especialmente de los antropólogos, de los sociólogos, de los pensadores, de los filósofos, una manera de pensar para rescatar a la humanidad de este latrocinio. Y afortunadamente ya se está haciendo y no es absolutamente negativo mi discurso, mi carreta que estoy echando acá, porque hay una serie de acciones muy importantes que se hacen en el mundo entero desde hace sesenta años, y desde hace miles de años, para contribuir a salvar la naturaleza.
Aquí tengo un pensamiento de Vandana Shiva, una mujer de la India, física nuclear y filósofa, que ha trabajado enormemente en este sentido de la contrapropuesta al desarrollo como proceso emergente, que dice así:
Una redefinición del crecimiento y la productividad como categorías ligadas a la producción de la vida y no a la destrucción, es así simultáneamente un proyecto político, ecológico, político y feminista, que legitima las maneras de conocer y de ser, que crea riqueza promoviendo la vida y la diversidad, que deslegitima el conocimiento y la práctica de una cultura de la muerte como base de la acumulación del capital.
Contemporáneamente las mujeres del Tercer Mundo, cuyas mentes no han sido aún desposeídas o colonizadas, están en una posición privilegiada para hacer visibles las categorías opuestas, invisibles, de las que ellas son custodios.
Hay un gran movimiento, como he podido constatar en Colombia, sobre todo de la juventud, de las mujeres, de los indígenas, de lo invisible de los países que están haciendo una lucha denodada que se empata con el pensamiento -por ejemplo en nuestro país- de los indígenas habitantes del Amazonas, que es un pensamiento de preservación de la naturaleza que tiene veinticinco mil años. Ellos hablan de veinticinco mil años de sabiduría, para rescatar la naturaleza y no contribuir a ese gran desarrollo, que lo podemos aceptar también. Son innegables los grandes progresos científicos y tecnológicos, y no los podemos echar a un lado sino saberlos conducir.
Hay niveles enormes de desarrollo de la ciencia, como los famosos tomates cuadrados que lograron hacer en la Universidad de California, en Davis, unos tomates que salieron cuadrados y que demuestran que el ser humano puede transformar la naturaleza de tal modo de hacer unos tomates que quepan en los empaques sin que sobre espacio, como con los tomates redondos que no caben bien en los envases. ¡Esos tomates cuadrados que economizan espacio son un invento del carajo, una contribución enorme al desarrollo humano!
Pero la contribución de la ciencia no se puede volver eso, como decía Bertolt Brecht en boca de Galileo Galilei en su magnífica obra. Al final, en la reflexión de Galileo -que es la de Brecht- sobre la bomba atómica, decía que los tiempos modernos van a ser aquellos en los que a cada exclamación de júbilo de un científico por un nuevo invento, va a responder un pavoroso alarido universal. Y es lo que estamos viviendo, lo que está pasando con cada invento que aplican en Iraq, con el espanto que a uno le produce saber que existen bombas como las que están utilizando allí, que hacen estallar la cabeza de la gente, que hacen cosas que jamás uno había soñado. Una guerra donde hay no sé cuántos miles de muertos del pueblo iraquí y por ahí... dieciocho soldados norteamericanos. ¿Qué tipo de guerra es esa cosa tan tremenda que nos están desencadenando?
De manera que ese término de desarrollo -también citando a Brecht- habría que tomarlo y desfamiliarizarlo, inyectarle un Verfremdung efect, volverlo extraño. Hay unos antropólogos nuevos, dentro de los cuales hay un colombiano que se llama Arturo Escobar, que han hecho un trabajo muy importante en la antropología postmoderna, digámosle así. Han hecho un diccionario de palabras a las que hay que ponerles el ojo para desfamiliarizarlas, lo obvio que significaba progreso volverlo problemático, y han creado una lista muy interesante, con palabras como mercado, necesidades, población, participación, sapiencia, y la más terrible de todas que es planificación. Ellos plantean que, en este juego de extrañamiento, de alienación, considerar el desarrollo como una invención, quiere decir que puede desinventarse, transinventarse de un modo distinto, y reinventarse para volverlo manejable, porque también necesitamos volver manejable para los desposeídos del mundo la palabra cultura.
La cultura es algo que nos implica enormemente a los que habitamos eso que han dado en llamar países subdesarrollados, la mitad del mundo que vivimos en chozas, como decía Kennedy, y que padecemos miserias masivas. Pero la choza es una solución de vivienda mucho más interesante, más digna de ser estudiada, más digna de habitarla el ser humano, que las soluciones de Le Corbusier, por ejemplo, la Ville Radieuse en Marsella, aquellos bloques de edificios colectivos, donde meten a la gente como en latas de sardinas. En cambio, las soluciones de vivienda en chozas pueden responder a planes de desarrollo de viviendas mucho más interesantes con la paja, o como en Colombia, donde hay toda una cultura popular de la guadua, es decir, del bambú, que ahora está muy de moda entre los arquitectos. Los materiales que brinda la naturaleza de una manera mucho más espontánea, sobre todo en las zonas húmedas, en la selva, son mucho más higiénicos que el cemento y el ladrillo, también mucho más costosos y que no conducen a soluciones importantes.
La cultura de los pueblos, como decía nuestro gran poeta brasileño Thiago de Mello recordando una frase de su abuelo, viene a ser una summa de conocimientos, una summa de saber, una adición de saberes, para poder hacer mejor --que es lo importante del saber-- la vida humana, para poder compartir nuestra existencia en la naturaleza, para crear una sociedad donde se privilegie la solidaridad del ser humano y no esto que estamos viviendo, el concepto de que quien manda, el que tiene el poder, es el que tiene el poder de aplastar, de invadir, que tiene la tecnología y los medios científicos más avanzados en sus manos para aplastar.
Esta es la historia de la humanidad a partir de las destrucciones de las sociedades paleolíticas superiores, como las civilizaciones cretenses, que habían llegado a un desarrollo tal -hoy en día se sabe-, donde pasaron dos mil o tres mil años en ese tipo de sociedades de solidaridad sin guerras, con un sistema, con una posibilidad cultural de desarrollo del saber y del conocimiento que permitía a la gente vivir en paz y en solidaridad, para encontrar un progreso, que es mejorar su vida, compartir el medio ambiente, por lo tanto, mejorar el planeta Tierra. Y eso me parece muy lógico.
Y uno a la selva del Amazonas no va a ver cómo la mejora; uno tiene que ir a la selva del Amazonas a ver cómo uno se mejora como ser humano. Entre las tribus que subsisten en el Amazonas hay una que lleva miles de años viviendo ahí, niños, viejos, desnudos ¡completamente desnudos! por miles de años y no los pica ningún insecto, comparten la vida con las serpientes, con cocodrilos, en la humedad. Y uno piensa en cómo irían a colonizar la selva amazónica los marines con todos esos aparatos y esas cosas por las que ven verde y esas vainas, y van a luchar con unos viejitos que andan completamente desnudos, como Adán. Eso es el resultado de toda una cultura milenaria para saber cómo se alimenta el hombre en la selva, cómo vive y cómo comparte la existencia.
Otra anécdota para evitar la "conferencia magistral": Resulta que a mí me invitaron a hacer un taller en Barranquilla con unos compañeros de teatro de allá, disciplinados y muy ansiosos por saber cómo se hace el teatro moderno. Yo estaba dictando mi taller y una noche para quitarle un poco de tensión al ambiente --yo había hecho la propuesta-- me invitaron a oír música y bailar. Barranquilla es muy parecido a Cuba y hay rumba, salsa, y todo eso es muy importante. Me llevaron a un bailadero muy famoso que se llama "50-50" porque queda en la Calle 50 con la Carrera 50, en una esquina. En ese lugar tienen unos aparatos musicales que hacen un ruido enorme y, cuando llegamos con todo el grupo, paró la música. El dueño del bar nos vio y fue a recibirnos, me conocía no sé por qué y me dice: "Maestro, venga, maestro, vamos a conseguirle un sitio para que se haga con sus amigos. Siga, siga". Y había un borrachito al lado, mirándolo todo, tenebroso, con un poco de sangre en la cabeza, y dice: "¿Maestro? ¿Qué maestro ni qué carajo? ¡Ni sabio será este!" --y lanzó un término que no me atrevo a decir aquí porque es muy soez-- "¡Ni sabio será este!"
Entonces fueron como a reclamarle por el atrevimiento que había tenido conmigo (en ese momento no había música, estaba todo en silencio). De pronto el tipo se vino así de bruces y cayó en el piso que era de baldosín, se estrelló y volvió otra vez a llenarse de sangre, aquello fue un acontecimiento. Y me dijeron: "Hay que ayudarlo, porque él es un gran compositor, vive aquí y es muy respetable." Y yo empecé a pensar en el cuento de maestro y sabio. Primero decía que yo no podía ser maestro, imposible, porque maestro es lo más grande que uno puede imaginarse dentro del pensamiento, dentro del sentir popular. Por ejemplo, Jesucristo era un maestro. Es el que sabe todo. Y después de maestro, como la categoría que viene más abajo, es sabio, para él yo no podía ser maestro y ni siquiera sabio. Y ahí vienen los sabios, los chamanes, los que organizan todas las cosas de la cultura.
A esos sabios, a esas personas que saben tanto de la vida, en Nuestra América, los trataron desde la Conquista muy mal, en esa devastación de la cultura que hubo en nuestro continente. A los sacerdotes que sabían, los chamanes, los sabios que conocían por tradición la realidad, la no realidad, los sueños, los llamaban en el idioma muisca, los guaches. Y a las indias vírgenes del sol las llamaban guarichas. Y el coro musical de los rituales de los muiscas se llamaba la guacherna. Los españoles redujeron esas tres palabras: guaches, guarichas y guacherna. La palabra vulgar que se usa muy comúnmente para designar un terrorista es guache, un ser del pueblo, horripilante, criminal y salvaje. Y con guaricha, que en Boyacá era el nombre de las vírgenes del sol, ahora se designa a las putas de más baja categoría, lo peor que hay en toda la putería. Y la guacherna, el coro del ritual, hoy designa, aceptado por todo el mundo, a un grupo de criminales, una guacherna es una manada de salvajes. Esa es la reducción cultural que sufrió nuestro pueblo.
Las acciones que se hacen para encontrar racionalidades alternativas --como las llaman los nuevos antropólogos--, para orientar la acción social con criterios diferentes a formas de pensamiento economicistas y reduccionistas, esas acciones alternativas se están dando con gran fuerza en nuestro país y yo creo que en toda la América Latina, como en Asia y en África. Una respuesta invisible. A mí me ha tocado ir a muchas regiones de Colombia a hacer talleres con el grupo La Candelaria, a meterme dentro del país, y he ido encontrando esos bastiones de resistencia, de defensa de la cultura ancestral, en contra de esta otra cultura de los tomates cuadrados.
Desde hace dos años un grupo de artistas e intelectuales nos reunimos para pensar cómo hacemos para luchar contra lo que se nos vino encima hace cinco años, que fue el famoso Plan Colombia, un plan para aplastar a Colombia en el cual intervienen directamente los Estados Unidos. Había gente que se iba a sumar, ya habían sacado la mano, y el papel de Europa ha sido tremendo, porque no se sabe si sí o si no, y cuando no, parece que sí, como pasa ahora con el señor Chirac, y con los alemanes que era que no a la guerra y luego no se sabe si sí o si no. Con el Plan Colombia pasó lo mismo. Fue un plan diseñado para acabar con el narcotráfico en Colombia en dos meses, al cual se le iba a destinar una suma de mil seiscientos millones de dólares. Mil seiscientos millones de dólares, claro, para comprar armamento de los Estados Unidos, armas de segunda mano... helicópteros de última generación, aunque los que llegaron no fueron de última generación y los bajaron los guerrilleros, a dos o tres le tiraron y fueron para abajo. Un fracaso porque no servían, o es que se venden los helicópteros, se venden todos esos materiales bélicos, pero no hay con qué mantenerlos. Cuesta muchísimo dinero mantener un aparato de esos, entonces quedan a un lado.
Los proyectos que mencionaba y estas racionalidades alternativas, las hemos encontrado en nuestros viajes por el país por todas partes. Los intelectuales formamos no una organización -hoy en día eso es muy difícil- sino un centro de discusión, de estudios, de intercambio de opiniones y lo llamamos Colombia en el Planeta, para ver cómo nos vinculamos con todos esos otros sectores para hacer la contrapropuesta al desarrollo. Y después de muchas discusiones logramos hacer cuatro actividades concretas, para que todo no fuera carretas y hubiera actividades importantes.
Una de ellas fue la Segunda Expedición por el Éxodo, de la cual se encargó la Corporación Colombiana de Teatro, con Patricia Ariza a la cabeza. Ya habían hecho un primer encuentro de los desplazados. En Colombia hay dos millones de desplazados por la guerra que sufrimos desde hace cincuenta años, ¡dos millones de campesinos desplazados de sus lugares que han tenido que ir a las grandes ciudades, a Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Barranquilla y se han creado barrios de desplazados!
Desde el punto de vista cultural es una gran tragedia pero ellos han logrado superarla. En este segundo encuentro de desplazados, en el que fueron a Bogotá cientos de personas desde muchos lugares de Colombia para participar en este foro, la norma de conducta era que no se echaran discursos, sino que cada quien contribuyera con algo de su cultura, con un poema, una canción, una danza, unos dibujos, videos, con formas expresivas como nos pone hoy en día la civilización en nuestras manos. Y así hubo una semana de maravilla, no de lamentaciones sino de rencontrar las culturas desplazadas, y de que esas culturas desplazadas entraran en conversación unas con otras y llegaran a alimentarse, a tener verdaderas propuestas de carácter alternativo.
Una segunda actividad organizada por Colombia en el Planeta fue la de reunir en Medellín jóvenes de proyectos culturales interesantes de todo el país. Allí participaron más de sesenta o setenta organizaciones juveniles y el encuentro se celebró en la zona de la ciudad más afectada por la violencia, el narcotráfico, la guerra, por el ejército, las guerrillas, en los barrios cercanos a las colinas nororientales que rodean a Medellín.
Una tercera actividad, celebrada en San Agustín, al sur de Colombia, fue el encuentro de los comunicadores. La cantidad de propuestas, de periódicos, radiodifusoras, productoras de videos, de organizaciones populares de trasmisión de conocimiento, de sabiduría popular es impresionante. Hay una gran cantidad de propuestas invisibles, que no se conocen, aparte de las grandes que manejan la opinión pública, porque hay una resistencia normal del pueblo a esa otra cultura que quiere ocultarle la verdad e imponerse.
Una cuarta actividad me correspondió a mí. Fue la de reunirnos en Villa de Leyva, donde radica una directora de teatro, Beatriz Camargo, que tiene un grupo allí y ha construido una sala que lleva más de veinte años trabajando y que tiene una gran influencia sobre ese sector indígena de Boyacá. Allí resolvimos hacer un encuentro de proyectos que tengan esta característica de propuestas alternativas con un tiempo de experiencia, quince, veinte años, que no sean improvisados.
Logré reunir veinte, aunque había muchos más, pero los medios económicos con que contábamos eran limitados --al fin el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) nos proporcionó un dinerito para hacerlo. Escogí en el mapa de Colombia veinte casos, veinte proyectos paradigmáticos donde se da ese tipo de respuesta al desarrollo y a la cultura, para que cada dirigente de proyecto expusiera su experiencia y se entrecruzaran todos esos conocimientos, se estableciera una red. Por eso se llamó "Mapa en red".
Hay que decir que Colombia tiene regiones características: arriba, al norte, está la región de la costa del Caribe; la central, y la región del sur donde está el Amazonas y la selva húmeda del Pacífico. De la parte norte, de la Guajira, fue un grupo muy bueno de Río Hacha que tiene como veinticinco años de trabajo cultural, se llama Grupo Yaiechi, que hace teatro y danza, y que participó en el mes de diciembre pasado en el Festival Don Quijote, de París, con una alta calidad, y es muy popular.
En Cartagena también hay muchos grupos culturales, y el más descollado es un barrio que se llama Mandela, un barrio de resistencia, de cultura afrocolombiana, que lleva muchos años trabajando y ha servido de simiente a proyectos de danza moderna como los de Álvaro Restrepo, también invitados a festivales internacionales.
En Barranquilla hay sobre todo un movimiento de mujeres, que buscan respuestas alternativas de producción. En Urabá, donde queda la primera ciudad fundada por Cristóbal Colón, que se llamaba Santa María la Antigua del Caribe, hay otro magnífico exponente de este tipo de proyectos invisibles, que tiene un Museo del Hombre, que tiene un grupo que trabaja en danza, en teatro y en música hace más de treinta años.
Después, más abajo en el Chocó, en Quibdó, donde confluyen las culturas negras e indígenas, también hay un centro cultural de enorme importancia. Está la labor de Villa de Leyva, en el centro del país, donde celebramos "Mapa en red". De Bogotá también fueron proyectos alternativos de la Corporación Colombiana de Teatro, con jóvenes, con ancianos, proyectos que yo llamaría invisibles, pero que son de gran importancia. Hay tres proyectos: uno de circo, uno con ancianos y otro con jóvenes de la calle, descarriados. De Cali, también hay un proyecto que se llama Circo para Todos, con jóvenes de los barrios populares, que también tiene una historia bien extensa.
Y en el sur del país, está el macizo central del Cauca, donde tienen gran influencia las culturas indígenas que se relacionan con las tradiciones incas. En Umaña, ya en la selva amazónica, hay unos centros muy importantes de comunicadores, de nuevas propuestas para la radio y la televisión con mucha calidad.
Por el Amazonas, donde está Leticia y en Puerto Nariño está trabajando con los grupos indígenas un bailarín egresado de la escuela de Cali, que se llama Floresmiro Rodríguez Mazabel, y ahora en julio va a hacer el tercer encuentro de culturas indígenas de esa región del Amazonas, en el que participan más de treinticinco grupos culturales, de danza, música y expresiones de sus veinticinco mil años de tradiciones.
Puerto Nariño, el lugar donde se va a hacer el encuentro, es una zona declarada Patrimonio de la Humanidad, que no se puede tocar --para transformarla, para "desarrollarla"--, este tercer encuentro va a ser con los treinticinco grupos ticunas y han invitado a grupos de la Guajira, de los wayú, a otros de la cultura del macizo de la Sierra Nevada de Santa Marta, que son los kogui. Representantes por estos quinientos años después de la Conquista estarán con sus idiomas, costumbres, con sus vestuarios y con su pensamiento, es de verdad como encontrarse con un mama de esos, una maravilla para entender la vida, para entender la realidad. Con grupos como los sibundoy y otras culturas del macizo central colombiano. Y arriba, en el río Orinoco, cerca de la frontera con Venezuela, hay también otro centro cultural de una importancia grandísima.
Otro grupo que participó fue de una ciudad que se llama Silesia, cerca de Cali, y hay una pequeña ciudad llamada Sevilla donde en la cima de la colina está la casa de la cultura, bellísima, la casa más bella de la ciudad, que reúne aproximadamente tres mil jóvenes en proyectos de teatro, danza, música, artes plásticas, y es un movimiento impresionante.
Uno queda de verdad asombrado de ver cómo en medio de la guerra, de las más profundas carencias, nacen, se sustentan y están ahí estos grupos de trabajo cultural, con dirigentes que han trabajado durante mucho tiempo y sobre todo, con una gran cantidad de jóvenes.
Después de esa reunión de Villa de Leyva, que duró una semana en julio del año pasado, yo he ido a hacer talleres a distintas partes del país y me he encontrado con que las gentes que fueron allí, donde cada uno hizo su exposición, han reproducido este foro de "Mapa en red" en cada lugar. En enero de este año me invitaron a la Guajira, a Río Hacha y la sorpresa fue que me encontré con que había una reunión de ¡treinta grupos! de esa región, que hacen teatro y que existen desde hace tiempo con una calidad estupenda. Uno no va a impartir conocimientos magistrales sino a recibir conocimientos de las personas con las que va a compartir el trabajo, que en el fondo es lo que yo quiero sacar al máximo de esta reunión: saber de ustedes, conocer muchas cosas con las que yo pueda, con más vitalidad y energía, regresar a mi covacha en Colombia.
Yo aprendí muchísimo en ese encuentro de Villa de Leyva con las experiencias de estos compañeros que llegaban desde regiones tan sufridas, por ejemplo, había un compañero que venía de una región que se llama Los Montes de María, en la zona norte, del Caribe. Es un músico que toca un instrumento muy difícil que se llama la gaita, de origen caribe. Es una caña que tiene una bola, como de sebo, y una canilla. Suena muy parecido a la gaita escocesa pero es un instrumento autóctono y auténtico de esta región, que se ha mezclado y ha logrado hacer una simbiosis, que es una de las características de este tipo de cultura de resistencia al desarrollo, una hibridación con los tambores y con la música afrocubana que convive allí. Este maestro anda por toda la región enseñando a los jóvenes a tocar este dificilísimo instrumento. Y cuando se logra tocar, el que lo toca adquiere una posición muy importante dentro de su grupo social. Es que probablemente el sonido profundo de la gaita va a los profundos arquetipos del inconsciente colectivo de esas regiones. Y con ese instrumento él puede ir por todos lados. Si se encuentra con un retén de la guerrilla, del ELN, él empieza a tocar el instrumento y lo dejan pasar, igual si se encuentra con otro retén de las guerrillas de las FARC, o si se encuentra con el ejército, el tipo toca el instrumento y pasa. Y llega a las universidades, y ha podido entrar inclusive a la Orquesta Sinfónica de Santa Marta, que es la ciudad que queda ahí alrededor, para que ese instrumento sea adaptado y adoptado por la Orquesta para ser enseñado dentro de la cátedra de instrumentos tradicionales. Al lado de los saxofones, de los violines y del piano, logró imponerlo. En medio de la guerra, en medio de los conflictos y a todos los niveles, ha sido la gaita el instrumento de penetración para, inclusive, salvar la vida.
Con esta mentalidad nosotros hemos trabajado el teatro, y seguimos ahí sin que afortunadamente nos haya pasado nada grave, porque hacemos un teatro que afortunadamente lo disfruta mucho la gente, que no es muy bien mirado por los ojos del "establecimiento", pero que va a las profundas verdades, como la gaita, y cuando esos elementos son verdad, aun en las situaciones más conflictivas, son respetables.
Como conclusión, yo quisiera leerles algo de este antropólogo que mencionaba y que me ha servido mucho últimamente, además de los aportes de todos estos grupos de teatro, fantásticos, utópicos, que hay en el país. Para nosotros en la creación colectiva el aporte de los científicos siempre ha sido muy importante. Y esta reflexión de Arturo Escobar me viene como anillo al dedo para terminar: "Pareciera que está surgiendo un tipo de activismo transnacional, que modifica la cuestión de lo global y lo local, y que sugiere formas de pensar el mundo en términos de localidades, flujos y redes."
DON QUIJOTE EN CHIAPAS
De la gobernación de Chiapas nos invitaron en el 2001 a hacer una presentación por cinco ciudades: San Cristóbal de las Casas, Amantenango del Valle, Comitán, Tapachulas y San Juan Chamula. Íbamos diecisiete actores de La Candelaria con El Quijote -una obra que también presentamos aquí en Cuba-, y cuando llegamos a San Cristóbal, la capital, pues nos dijeron:
-Al día siguiente tienen una presentación en un pueblo vecino, que queda a una hora y media, llamado Amantenango del Valle, pero el problema es que allí no hay teatro --el programa ya había sido hecho por la gobernación--, y tienen que presentar la obra en un parque, al aire libre.
Yo les dije:
- Pero no, esta obra no ha sido hecha para presentarse al aire libre, es una obra de sala.
- Pero bueno, ya ha sido programada allá, ya están construyendo la tarima en el parque.
- ¿Y cuánta gente va a asistir?
- Aproximadamente dos mil personas.
- Imposible, porque cómo vamos a lograr la acústica... si esta es una obra de carreta, hablada... es El Quijote.
Y la tercera cualidad que nos expusieron era que el setenta por ciento de la población no hablaba español, sino un idioma llamado tzeltal.
Cómo hacíamos para representar para ellos El Quijote, de Cervantes, en castellano puro. Pero ya estábamos comprometidos, la obra estaba programada a las cinco de la tarde, no había tiempo para cambiar nada, pues tampoco podía hacerse a otra hora. Nos reunimos en el grupo y decidimos hacer la obra porque hay que trabajar para el pueblo.
Al otro día nos fuimos bien temprano, desde las diez de la mañana, y nos encontramos en la plaza del pueblo con la tarima que estaban terminando de construir, y las partes donde se cambiaban los actores atrás. Todo al aire libre, sin poder hacer la escenografía. La obra dura una hora y cuarenta minutos y habíamos logrado achicarla al máximo, pues la representación debía durar sólo hasta las seis, porque después no había luz, y además, estos señores no hablaban español, había que hacerles una cosa muy gestual, de una hora, y sintetizar al máximo la carreta, la parte oral. Así la preparamos.
Cuando empezaron a llegar las dos mil personas, lo hacían con sus vestidos muy bellos, negros con unos decorados rojos y verdes, con mucho colorido en medio del negro. Empezaron a ocupar sus posiciones y cuando la plaza estaba llena, era bellísimo ver al público, diez mil veces más bello que lo que había en la pobre tarima del lado de acá, tremendo decorado, y nosotros con nuestros disfraces del Quijote.
En la parte de atrás, donde se cambiaban los artistas a toda velocidad, había un borracho al lado que sí hablaba español, era medio rubio y estaba denigrando y diciendo: "¿Qué vienen a hacer aquí estas chingadas cotorreras, con mi gente de Amantenango del Valle, qué vienen a hacernos aquí?". Con toda su razón. Con tantas gentes que les llevan porquerías, el hombre estaba protestando. Al fin fueron unos enviados del gobernador, unos señores vestidos convencionalmente --porque las que se visten de indígenas son las mujeres y los niños, los hombres no--, le hablaron bajo y quedo y el hombre muy pacíficamente se retiró.
Empezó la obra y ¡oh, maravilla! esas dos mil personas en un silencio absoluto veían la obra. De pronto, se reían en unas partes que nunca habíamos pensado que eran cómicas, y en las partes cómicas a veces hasta lloraban, y terminó la obra con la gente prendida y como nunca habían visto teatro, nos aplaudieron muy poquito. Nosotros hacíamos una serie de inclinaciones y venias, nos inclinábamos, pero todos ahí, sin moverse. Y no se iban. Al final, vino una pequeña delegación del treinta por ciento que hablaba español y se acercó a decirle al enviado de la gobernación de Chiapas:
- Muy bonita la obra, y aquí estamos esperándolos para mañana.
- ¿Cómo?
- Que está muy bonita la obra y queremos que la vuelvan a presentar mañana.
- Pero es que ellos no son de aquí y están programados para otra ciudad.
- Sí, pero nosotros queremos que vengan mañana.
Y así interminablemente. La resistencia indígena. Costó un buen rato discutir con ellos para que se convencieran que aquello era algo para hacerlo una sola vez.
Y nosotros queremos volver allá, a ver qué pasó con la obra.
Después nos fuimos a San Juan Chamula, un lugar que nos sirvió de motivo para la próxima obra en la que estamos trabajando. Ese día yo no pude estar porque tenía una conferencia en otro lugar, pero fue el resto del grupo. Y se encontraron una iglesia iluminada por velas y candelabros, muy oscuro, donde se reunía un montón de gente en grupos, haciendo cada uno sus ritos, sus cantos, una música muy monótona todo el tiempo. Hay un montón de altares y alguna vez parece que allí se robaron los santos, y los indígenas volvieron a ponerlos, pero ahora son unos santos bajitos con las caras grandotas. Un ambiente realmente rarísimo, extra Verfremdung efect. Extrañísimo, porque allí uno parece sentir que conviven todas las tradiciones religiosas y culturales de los mayas con la religión católica como aparente fachada. Hay una hibridación cultural de una riqueza enorme y cada grupito, cada familia tiene derecho a hacer sus invocaciones y sus rituales por su cuenta en toda la iglesia. Eso, que se ha mantenido por muchísimos años, es una conquista del sincronismo cultural.
A nosotros nos afectó enormemente, porque en ese momento estábamos trabajando e investigando acerca del cuento de la energía, cómo es la energía que se produce entre el escenario y el público, qué tipo de relación tiene que haber para que se produzca un espectáculo trascendente, no trascendental, como decía al comienzo. Entonces ahí había una energía poderosa, fortísima, de ese cúmulo de conocimiento, de saberes, para comer, para curarse, para preservar la naturaleza de todas estas milenarias culturas y en coexistencia con la cultura española, cristiana. Eso nos dejó muy impresionados y ha sido nuestro tema de trabajo en las improvisaciones para la nueva obra que estamos montando y que quisiéramos hacer allí, con la invitación de los amables compañeros mexicanos, a ver si la podemos estrenar en San Juan Chamula.
 (Tomado de Conjunto n. 129, jul.-set. 2003, pp. 21-31.)

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