Desde La Habana nos enviaron este email, verdaderamente explosivo por su histórico contenido cultural, el cual dejamos al disfrute de nuestros lectores:
Conjunto cumple 50 años y comenzamos la fiesta, que
celebraremos durante todo el 2014, con este semanario digital que traerá a los
lectores de hoy hechos e ideas de la escena latinoamericana y caribeña actual
en tres secciones: Páginas salvadas, que rescata materiales publicados en estas
cinco décadas, algunos de los cuales son hoy de difícil acceso pero de
permanente utilidad y en muchos casos debidos a grandes maestros de la escena;
A viva voz, con textos valorativos y/o reflexivos de ahora mismo, y Escena de
hoy, de carácter noticioso.
La
revista de teatro latinoamericano fundada por Manuel Galich en la
primavera-verano de 1964, abrió un espacio creciente para la difusión de la
creación y el pensamiento teatral que ya alcanza hoy 170 ediciones, más de 19
mil páginas con ensayos, artículos de opinión, reseñas, entrevistas y crónicas,
y que incluyen más de 230 textos teatrales que han contribuido a enriquecer los
repertorios de muchísimos grupos. Las voces de más de tres mil colaboradores
constituyen uno de nuestros tesoros en la inmensa red de relaciones con la vida
de la escena.
La
primera página de la revista resume el propósito fundador:
“La
Casa de las Américas, consecuente con su propósito de estimular las expresiones
culturales de América Latina, especialmente aquellas que no encuentran cauce
bastante para su difusión, creó la revista Conjunto dedicada
al teatro latinoamericano. Por eso en las páginas de esta revista se recogen
críticas, estudios teóricos e informaciones acerca del movimiento teatral
latinoamericano, así como textos completos de obras. Creemos cumplir un doble
objetivo: ofrecer un campo para difundir lo que hacemos en teatro y romper la
incomunicación entre nuestros teatristas.”
Medio
siglo después, seguimos abriendo caminos.
PÁGINAS
SALVADAS
RACIONALIDADES ALTERNATIVAS CONTRA LA CULTURA DE
LOS TOMATES CUADRADOS
Santiago García
Santiago García
(Conferencia Magistral
impartida en el III Congreso Internacional Cultura y Desarrollo, celebrado en
La Habana, del 9 al 12 de junio de 2003)
Agradezco
mucho la invitación para participar en este foro porque considero de gran
importancia, en este momento que estamos viviendo en la América Latina, que
quienes trabajamos en el campo de la cultura y del arte, participemos
activamente en las discusiones, no solamente con nuestras obras, no solamente
con la práctica, sino con la disposición y la acción de meternos dentro de los
problemas, del conflicto, del caos. Más en Colombia, donde estamos en cierta
medida en el centro, en el vórtice de ese torbellino caótico, de esa
turbulencia --como dirían los matemáticos de la teoría del caos- y es necesario
participar, hablar, discutir, exponer los puntos de vista de los artistas y de
la gente de la cultura sobre la realidad.
Hace algunos
años leí, con cierto abismo en mi pensamiento, una idea de Umberto Eco que
decía que, en estos momentos caóticos que vive la humanidad, el verdadero papel
del intelectual era quedarse callado. Parece un desplante ¿no? algo chistoso,
pero a ese mismo desplante respondió con otro muy serio otro gran pensador, el
novelista italiano Antonio Tabucchi, con un ensayo muy bueno que se llama La
gastritis de Platón, en el que le refutaba, con hechos contundentes de la
historia reciente de Italia, por qué el artista tiene que intervenir en los
asuntos sociales y políticos, y no limitarse a su actividad artística.
Como mi
verdadera actividad es hacer obras de teatro, más que una conferencia --lo que
me cuesta mucho trabajo--, voy a echar una carreta, y para eso me tendré que
apoyar mucho en mi práctica teatral de treintisiete años en La Candelaria, una
experiencia que ha sido la de la creación colectiva. Como teatrero me he
formado en esa especie de pantano caótico, un sistema de trabajo en el que hay
tres elementos fundamentales que contribuyen a la creación de las obras: la
memoria, que se va constituyendo como una cualidad fundamental para el trabajo
del actor; la destreza, que se adquiere colectivamente, y es una habilidad del
colectivo; y por último, la sensibilidad, que deja que fluyan las cosas
espontáneas, lo que en cierta medida tenemos en nuestro subconsciente, como
diría Jung --yo no soy junguista ni lacaniano ni freudista, pero me gusta leer
a Jung--, que sería lo del arquetipo colectivo, un inconsciente colectivo que
se desarrolla en un grupo y permite que haya una manera de pensar: Hoy el arte
tiene que crear realidades a partir de la realidad misma, crear otra realidad
que trascienda la realidad, hacia algo que no voy a llamar trascendental sino
trascendente.
Las obras de
arte que tenemos que hacer tienen que trascender la realidad para transformar
el pensamiento de una sociedad. Y ese pensamiento es parte de la realidad, o
sea, de la naturaleza. Es ese pensamiento humano el que transforma la
naturaleza y el que contribuye a la transformación de la sociedad --o sea, de
la realidad, o sea, de la naturaleza.
Para entrar
en materia, los dos términos que centran este foro, el de la cultura y el del
desarrollo, nos permiten pensar como el ser humano ha tratado a la naturaleza
durante todos estos siglos, miles de siglos de resistencia del pensamiento
humano en nuestro planeta, pues hemos procurado al máximo, con nuestro
pensamiento, transformar la naturaleza para beneficio del ser humano y de la
sociedad.
Pero muchas
veces, y es lo que estamos viendo hoy - exactamente para el beneficio de la
sociedad- se transforma la naturaleza en cierta medida para aniquilarla, y ni
siquiera con esa aniquilación, con esa devastación, contribuir a la mejor vida
del ser humano. Es tiempo de invertir los términos: el ser humano hoy en día lo
que tiene que hacer es poner su pensamiento, sus conocimientos al servicio de
la naturaleza, para ayudar a reconstruirla, a rehacerla, a pagar el mal tan
tremendo que le hemos hecho con la ciencia y con el progreso después de tantos
siglos. Es muy discutible que el arte tenga unas funciones específicas dentro
de la sociedad, pero creo que una tiene que ser contribuir a resarcir el daño
hecho a la naturaleza, a la realidad, dentro de la cual está el pensamiento
humano.
DESARROLLO Y CULTURA
Aquí quiero
hacer un breve análisis del problema del desarrollo y de la cultura.
Parafraseando una frase citada aquí por Roberto Fernández Retamar, del famoso
general fascista que decía que cada vez que oía mencionar la palabra cultura se
llevaba la mano al cinto y a la pistola, con eso del desarrollo a mí me pasa
que cada vez que dicen desarrollo me mando las dos manos a la cabeza.
Les hago una
pequeña anécdota: unos polizontes se montaron en un barco en Colombia --son
muchísimos los que van hacia el sueño dorado del gran desarrollo de los Estados
Unidos--, y los atraparon casi antes de llegar al puerto, la mayoría muertos y
quedaban dos vivos. Uno de ellos relataba lo que les había pasado allá, cómo al
meterse escondidos dentro de un tonel, se fueron muriendo por falta de oxígeno,
por falta de alimentos y de agua, y al final decía: "cuando empecé a ver
amarillo, amarillo, amarillo, me acordé de lo que decía mi mamá: 'y cuando te
mandes la mano a la cabeza... ya va a ser demasiado tarde'". Eso me pasa a
mí cuando oigo la palabra desarrollo.
Este
desarrollo que lleva ya sesenta años navegando por nuestro Tercer Mundo, con
cinco siglos de capitalismo y sesenta años de desarrollo, empieza a funcionar,
si mal no me equivoco, con el discurso de posesión de Harry Trumann en 1949,
quien al hablar del programa de desarrollo que lanzó inmediatamente después de
la Segunda Guerra Mundial, decía: "Producir más, la clave del desarrollo,
es una aplicación mayor y más vigorosa del conocimiento técnico y científico
moderno."
Ahí aparece
por primera vez el programa del desarrollo para los países subdesarrollados,
ahí ya nos jodimos con el cuento de que somos subdesarrollados, porque habría
que considerar bien qué es el desarrollo técnico científico aplicado con vigor.
No quiero extenderme en hacer la historia de lo que fueron esos planes de
desarrollo durante esos sesenta años, pero ese "vigoroso" apoyo lo
vemos en la América Latina. Recordemos muy rápidamente el apoyo por el
desarrollo con el respaldo a algunos gobiernos como los de Batista, Somoza,
Trujillo, Pinochet, para terminar hoy con el apoyo al desarrollo del que
nacieron Bin Laden y Hussein. Hasta ahí llegó el apoyo al desarrollo.
Hace dos o
tres días celebramos en Colombia el día del medio ambiente, como defensa contra
la devastación que se ha hecho de la naturaleza humana, y había una noticia
aterradora, que decía que en el mundo hay dos mil millones de habitantes que no
gozan de los recursos del agua, ¡dos mil millones en el planeta! Y en mi país,
uno de los que tienen mayor riqueza hidráulica en el mundo, hay diez millones,
la cuarta parte de la población, que no tiene agua potable. El ochenta por
ciento de las muertes de niños en Colombia se debe a problemas de contaminación
del agua. Son cifras desmesuradas. Y Colombia es un país que ha sido muy
apoyado para el desarrollo en estos sesenta años: ahí están el Plan Marshall y
la Alianza para el Progreso del Presidente John F. Kennedy. Y sobre eso también
tengo aquí una cita, de cuando empezaron a llegar a Colombia los Cuerpos de
Paz, la ayuda para el desarrollo de nuestro país, que fue tremenda -y mándense
las manos a la cabeza. Decía Kennedy:
El mundo es
muy diferente ahora, pues el hombre tiene en sus manos mortales el poder de
abolir todas las formas de pobreza humana. A aquellos pueblos, en las chozas y
en las aldeas de la mitad del planeta, que luchan por romper las trabas de la
miseria masiva, les ofrecemos una promesa especial: convertir nuestras buenas
palabras en buenas acciones, en una nueva Alianza para el Progreso, para ayudar
a los hombres libres y a los gobiernos libres a despojarse de las cadenas de la
pobreza.
Esa ayuda
para los gobiernos libres y para los hombres libres ya sabemos a partir de qué
y cómo fue, cómo ha sido y cuáles los resultados.
La respuesta
que ha habido en todo el Tercer Mundo, en la América Latina, África, Asia,
Oceanía, hacia esos grandes planes, hacia esa planificación del desarrollo, ha
sido, por parte de los gobiernos, de una entrega total a otros planes
completamente distintos, que son los planes de saqueo. Ejemplo palpable lo
tenemos en este momento en Iraq. Es el saqueo a las riquezas del petróleo de
esos países lo que ha movido al pueblo norteamericano a apoyar a Bush con todo
el palabrerío acerca de la libertad, de rescatar a esas pobres naciones como
Afganistán y como Iraq y como Irán, y lo que viene, como Colombia, como Cuba y
todos los países que ya tienen en la mira para ayudarlos, para hacer el saqueo
total y el exterminio, no sólo de las riquezas materiales como el petróleo,
sino de la cultura. Es lo que ha pasado en Bagdad con los grandes tesoros de la
humanidad que había allí, donde nació el pensamiento humano, precisamente en Ur
de Caldea, todos esos manuscritos y tablas, las ideas de la cultura y del ser
humano, que fueron destruidas y saqueadas totalmente.
De manera que
hoy en día necesitamos por parte de todos los científicos, especialmente de los
antropólogos, de los sociólogos, de los pensadores, de los filósofos, una
manera de pensar para rescatar a la humanidad de este latrocinio. Y
afortunadamente ya se está haciendo y no es absolutamente negativo mi discurso,
mi carreta que estoy echando acá, porque hay una serie de acciones muy
importantes que se hacen en el mundo entero desde hace sesenta años, y desde
hace miles de años, para contribuir a salvar la naturaleza.
Aquí tengo un
pensamiento de Vandana Shiva, una mujer de la India, física nuclear y filósofa,
que ha trabajado enormemente en este sentido de la contrapropuesta al
desarrollo como proceso emergente, que dice así:
Una
redefinición del crecimiento y la productividad como categorías ligadas a la
producción de la vida y no a la destrucción, es así simultáneamente un proyecto
político, ecológico, político y feminista, que legitima las maneras de conocer
y de ser, que crea riqueza promoviendo la vida y la diversidad, que deslegitima
el conocimiento y la práctica de una cultura de la muerte como base de la
acumulación del capital.
Contemporáneamente
las mujeres del Tercer Mundo, cuyas mentes no han sido aún desposeídas o
colonizadas, están en una posición privilegiada para hacer visibles las
categorías opuestas, invisibles, de las que ellas son custodios.
Hay un gran
movimiento, como he podido constatar en Colombia, sobre todo de la juventud, de
las mujeres, de los indígenas, de lo invisible de los países que están haciendo
una lucha denodada que se empata con el pensamiento -por ejemplo en nuestro
país- de los indígenas habitantes del Amazonas, que es un pensamiento de
preservación de la naturaleza que tiene veinticinco mil años. Ellos hablan de
veinticinco mil años de sabiduría, para rescatar la naturaleza y no contribuir
a ese gran desarrollo, que lo podemos aceptar también. Son innegables los
grandes progresos científicos y tecnológicos, y no los podemos echar a un lado
sino saberlos conducir.
Hay niveles
enormes de desarrollo de la ciencia, como los famosos tomates cuadrados que
lograron hacer en la Universidad de California, en Davis, unos tomates que
salieron cuadrados y que demuestran que el ser humano puede transformar la
naturaleza de tal modo de hacer unos tomates que quepan en los empaques sin que
sobre espacio, como con los tomates redondos que no caben bien en los envases.
¡Esos tomates cuadrados que economizan espacio son un invento del carajo, una
contribución enorme al desarrollo humano!
Pero la
contribución de la ciencia no se puede volver eso, como decía Bertolt Brecht en
boca de Galileo Galilei en su magnífica obra. Al final, en la reflexión de
Galileo -que es la de Brecht- sobre la bomba atómica, decía que los tiempos
modernos van a ser aquellos en los que a cada exclamación de júbilo de un
científico por un nuevo invento, va a responder un pavoroso alarido universal.
Y es lo que estamos viviendo, lo que está pasando con cada invento que aplican
en Iraq, con el espanto que a uno le produce saber que existen bombas como las
que están utilizando allí, que hacen estallar la cabeza de la gente, que hacen
cosas que jamás uno había soñado. Una guerra donde hay no sé cuántos miles de
muertos del pueblo iraquí y por ahí... dieciocho soldados norteamericanos. ¿Qué
tipo de guerra es esa cosa tan tremenda que nos están desencadenando?
De manera que
ese término de desarrollo -también citando a Brecht- habría que tomarlo y
desfamiliarizarlo, inyectarle un Verfremdung efect, volverlo
extraño. Hay unos antropólogos nuevos, dentro de los cuales hay un colombiano
que se llama Arturo Escobar, que han hecho un trabajo muy importante en la
antropología postmoderna, digámosle así. Han hecho un diccionario de palabras a
las que hay que ponerles el ojo para desfamiliarizarlas, lo obvio que
significaba progreso volverlo problemático, y han creado una lista muy
interesante, con palabras como mercado, necesidades, población, participación,
sapiencia, y la más terrible de todas que es planificación. Ellos plantean que,
en este juego de extrañamiento, de alienación, considerar el desarrollo como
una invención, quiere decir que puede desinventarse, transinventarse de un modo
distinto, y reinventarse para volverlo manejable, porque también necesitamos
volver manejable para los desposeídos del mundo la palabra cultura.
La cultura es
algo que nos implica enormemente a los que habitamos eso que han dado en llamar
países subdesarrollados, la mitad del mundo que vivimos en chozas, como decía Kennedy,
y que padecemos miserias masivas. Pero la choza es una solución de vivienda
mucho más interesante, más digna de ser estudiada, más digna de habitarla el
ser humano, que las soluciones de Le Corbusier, por ejemplo, la Ville Radieuse
en Marsella, aquellos bloques de edificios colectivos, donde meten a la gente
como en latas de sardinas. En cambio, las soluciones de vivienda en chozas
pueden responder a planes de desarrollo de viviendas mucho más interesantes con
la paja, o como en Colombia, donde hay toda una cultura popular de la guadua,
es decir, del bambú, que ahora está muy de moda entre los arquitectos. Los
materiales que brinda la naturaleza de una manera mucho más espontánea, sobre
todo en las zonas húmedas, en la selva, son mucho más higiénicos que el cemento
y el ladrillo, también mucho más costosos y que no conducen a soluciones
importantes.
La cultura de
los pueblos, como decía nuestro gran poeta brasileño Thiago de Mello recordando
una frase de su abuelo, viene a ser una summa de conocimientos,
una summa de saber, una adición de saberes, para poder hacer
mejor --que es lo importante del saber-- la vida humana, para poder compartir
nuestra existencia en la naturaleza, para crear una sociedad donde se
privilegie la solidaridad del ser humano y no esto que estamos viviendo, el
concepto de que quien manda, el que tiene el poder, es el que tiene el poder de
aplastar, de invadir, que tiene la tecnología y los medios científicos más
avanzados en sus manos para aplastar.
Esta es la
historia de la humanidad a partir de las destrucciones de las sociedades
paleolíticas superiores, como las civilizaciones cretenses, que habían llegado
a un desarrollo tal -hoy en día se sabe-, donde pasaron dos mil o tres mil años
en ese tipo de sociedades de solidaridad sin guerras, con un sistema, con una
posibilidad cultural de desarrollo del saber y del conocimiento que permitía a
la gente vivir en paz y en solidaridad, para encontrar un progreso, que es
mejorar su vida, compartir el medio ambiente, por lo tanto, mejorar el planeta
Tierra. Y eso me parece muy lógico.
Y uno a la
selva del Amazonas no va a ver cómo la mejora; uno tiene que ir a la selva del
Amazonas a ver cómo uno se mejora como ser humano. Entre las tribus que
subsisten en el Amazonas hay una que lleva miles de años viviendo ahí, niños,
viejos, desnudos ¡completamente desnudos! por miles de años y no los pica
ningún insecto, comparten la vida con las serpientes, con cocodrilos, en la
humedad. Y uno piensa en cómo irían a colonizar la selva amazónica los marines
con todos esos aparatos y esas cosas por las que ven verde y esas vainas, y van
a luchar con unos viejitos que andan completamente desnudos, como Adán. Eso es
el resultado de toda una cultura milenaria para saber cómo se alimenta el
hombre en la selva, cómo vive y cómo comparte la existencia.
Otra anécdota
para evitar la "conferencia magistral": Resulta que a mí me invitaron
a hacer un taller en Barranquilla con unos compañeros de teatro de allá,
disciplinados y muy ansiosos por saber cómo se hace el teatro moderno. Yo
estaba dictando mi taller y una noche para quitarle un poco de tensión al
ambiente --yo había hecho la propuesta-- me invitaron a oír música y bailar.
Barranquilla es muy parecido a Cuba y hay rumba, salsa, y todo eso es muy
importante. Me llevaron a un bailadero muy famoso que se llama
"50-50" porque queda en la Calle 50 con la Carrera 50, en una
esquina. En ese lugar tienen unos aparatos musicales que hacen un ruido enorme
y, cuando llegamos con todo el grupo, paró la música. El dueño del bar nos vio
y fue a recibirnos, me conocía no sé por qué y me dice: "Maestro, venga,
maestro, vamos a conseguirle un sitio para que se haga con sus amigos. Siga,
siga". Y había un borrachito al lado, mirándolo todo, tenebroso, con un
poco de sangre en la cabeza, y dice: "¿Maestro? ¿Qué maestro ni qué
carajo? ¡Ni sabio será este!" --y lanzó un término que no me atrevo a
decir aquí porque es muy soez-- "¡Ni sabio será este!"
Entonces
fueron como a reclamarle por el atrevimiento que había tenido conmigo (en ese
momento no había música, estaba todo en silencio). De pronto el tipo se vino
así de bruces y cayó en el piso que era de baldosín, se estrelló y volvió otra
vez a llenarse de sangre, aquello fue un acontecimiento. Y me dijeron:
"Hay que ayudarlo, porque él es un gran compositor, vive aquí y es muy
respetable." Y yo empecé a pensar en el cuento de maestro y sabio. Primero
decía que yo no podía ser maestro, imposible, porque maestro es lo más grande
que uno puede imaginarse dentro del pensamiento, dentro del sentir popular. Por
ejemplo, Jesucristo era un maestro. Es el que sabe todo. Y después de maestro,
como la categoría que viene más abajo, es sabio, para él yo no podía ser
maestro y ni siquiera sabio. Y ahí vienen los sabios, los chamanes, los que organizan
todas las cosas de la cultura.
A esos
sabios, a esas personas que saben tanto de la vida, en Nuestra América, los
trataron desde la Conquista muy mal, en esa devastación de la cultura que hubo
en nuestro continente. A los sacerdotes que sabían, los chamanes, los sabios
que conocían por tradición la realidad, la no realidad, los sueños, los
llamaban en el idioma muisca, los guaches. Y a las indias vírgenes del sol las
llamaban guarichas. Y el coro musical de los rituales de los muiscas se llamaba
la guacherna. Los españoles redujeron esas tres palabras: guaches, guarichas y
guacherna. La palabra vulgar que se usa muy comúnmente para designar un
terrorista es guache, un ser del pueblo, horripilante, criminal y salvaje. Y
con guaricha, que en Boyacá era el nombre de las vírgenes del sol, ahora se
designa a las putas de más baja categoría, lo peor que hay en toda la putería.
Y la guacherna, el coro del ritual, hoy designa, aceptado por todo el mundo, a
un grupo de criminales, una guacherna es una manada de salvajes. Esa es la
reducción cultural que sufrió nuestro pueblo.
Las acciones
que se hacen para encontrar racionalidades alternativas --como las llaman los
nuevos antropólogos--, para orientar la acción social con criterios diferentes
a formas de pensamiento economicistas y reduccionistas, esas acciones
alternativas se están dando con gran fuerza en nuestro país y yo creo que en
toda la América Latina, como en Asia y en África. Una respuesta invisible. A mí
me ha tocado ir a muchas regiones de Colombia a hacer talleres con el grupo La
Candelaria, a meterme dentro del país, y he ido encontrando esos bastiones de
resistencia, de defensa de la cultura ancestral, en contra de esta otra cultura
de los tomates cuadrados.
Desde hace
dos años un grupo de artistas e intelectuales nos reunimos para pensar cómo
hacemos para luchar contra lo que se nos vino encima hace cinco años, que fue
el famoso Plan Colombia, un plan para aplastar a Colombia en el cual
intervienen directamente los Estados Unidos. Había gente que se iba a sumar, ya
habían sacado la mano, y el papel de Europa ha sido tremendo, porque no se sabe
si sí o si no, y cuando no, parece que sí, como pasa ahora con el señor Chirac,
y con los alemanes que era que no a la guerra y luego no se sabe si sí o si no.
Con el Plan Colombia pasó lo mismo. Fue un plan diseñado para acabar con el
narcotráfico en Colombia en dos meses, al cual se le iba a destinar una suma de
mil seiscientos millones de dólares. Mil seiscientos millones de dólares,
claro, para comprar armamento de los Estados Unidos, armas de segunda mano...
helicópteros de última generación, aunque los que llegaron no fueron de última
generación y los bajaron los guerrilleros, a dos o tres le tiraron y fueron
para abajo. Un fracaso porque no servían, o es que se venden los helicópteros,
se venden todos esos materiales bélicos, pero no hay con qué mantenerlos.
Cuesta muchísimo dinero mantener un aparato de esos, entonces quedan a un lado.
Los proyectos
que mencionaba y estas racionalidades alternativas, las hemos encontrado en
nuestros viajes por el país por todas partes. Los intelectuales formamos no una
organización -hoy en día eso es muy difícil- sino un centro de discusión, de
estudios, de intercambio de opiniones y lo llamamos Colombia en el Planeta,
para ver cómo nos vinculamos con todos esos otros sectores para hacer la
contrapropuesta al desarrollo. Y después de muchas discusiones logramos hacer
cuatro actividades concretas, para que todo no fuera carretas y hubiera
actividades importantes.
Una de ellas
fue la Segunda Expedición por el Éxodo, de la cual se encargó la Corporación
Colombiana de Teatro, con Patricia Ariza a la cabeza. Ya habían hecho un primer
encuentro de los desplazados. En Colombia hay dos millones de desplazados por
la guerra que sufrimos desde hace cincuenta años, ¡dos millones de campesinos
desplazados de sus lugares que han tenido que ir a las grandes ciudades, a
Bogotá, Cali, Medellín, Cartagena, Barranquilla y se han creado barrios de
desplazados!
Desde el
punto de vista cultural es una gran tragedia pero ellos han logrado superarla.
En este segundo encuentro de desplazados, en el que fueron a Bogotá cientos de
personas desde muchos lugares de Colombia para participar en este foro, la
norma de conducta era que no se echaran discursos, sino que cada quien
contribuyera con algo de su cultura, con un poema, una canción, una danza, unos
dibujos, videos, con formas expresivas como nos pone hoy en día la civilización
en nuestras manos. Y así hubo una semana de maravilla, no de lamentaciones sino
de rencontrar las culturas desplazadas, y de que esas culturas desplazadas
entraran en conversación unas con otras y llegaran a alimentarse, a tener
verdaderas propuestas de carácter alternativo.
Una segunda
actividad organizada por Colombia en el Planeta fue la de reunir en Medellín
jóvenes de proyectos culturales interesantes de todo el país. Allí participaron
más de sesenta o setenta organizaciones juveniles y el encuentro se celebró en
la zona de la ciudad más afectada por la violencia, el narcotráfico, la guerra,
por el ejército, las guerrillas, en los barrios cercanos a las colinas
nororientales que rodean a Medellín.
Una tercera
actividad, celebrada en San Agustín, al sur de Colombia, fue el encuentro de
los comunicadores. La cantidad de propuestas, de periódicos, radiodifusoras,
productoras de videos, de organizaciones populares de trasmisión de
conocimiento, de sabiduría popular es impresionante. Hay una gran cantidad de
propuestas invisibles, que no se conocen, aparte de las grandes que manejan la
opinión pública, porque hay una resistencia normal del pueblo a esa otra
cultura que quiere ocultarle la verdad e imponerse.
Una cuarta
actividad me correspondió a mí. Fue la de reunirnos en Villa de Leyva, donde
radica una directora de teatro, Beatriz Camargo, que tiene un grupo allí y ha
construido una sala que lleva más de veinte años trabajando y que tiene una
gran influencia sobre ese sector indígena de Boyacá. Allí resolvimos hacer un
encuentro de proyectos que tengan esta característica de propuestas
alternativas con un tiempo de experiencia, quince, veinte años, que no sean
improvisados.
Logré reunir
veinte, aunque había muchos más, pero los medios económicos con que contábamos
eran limitados --al fin el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD) nos proporcionó un dinerito para hacerlo. Escogí en el mapa de Colombia
veinte casos, veinte proyectos paradigmáticos donde se da ese tipo de respuesta
al desarrollo y a la cultura, para que cada dirigente de proyecto expusiera su
experiencia y se entrecruzaran todos esos conocimientos, se estableciera una
red. Por eso se llamó "Mapa en red".
Hay que decir
que Colombia tiene regiones características: arriba, al norte, está la región
de la costa del Caribe; la central, y la región del sur donde está el Amazonas
y la selva húmeda del Pacífico. De la parte norte, de la Guajira, fue un grupo
muy bueno de Río Hacha que tiene como veinticinco años de trabajo cultural, se
llama Grupo Yaiechi, que hace teatro y danza, y que participó en el mes de
diciembre pasado en el Festival Don Quijote, de París, con una alta calidad, y
es muy popular.
En Cartagena
también hay muchos grupos culturales, y el más descollado es un barrio que se
llama Mandela, un barrio de resistencia, de cultura afrocolombiana, que lleva
muchos años trabajando y ha servido de simiente a proyectos de danza moderna
como los de Álvaro Restrepo, también invitados a festivales internacionales.
En
Barranquilla hay sobre todo un movimiento de mujeres, que buscan respuestas
alternativas de producción. En Urabá, donde queda la primera ciudad fundada por
Cristóbal Colón, que se llamaba Santa María la Antigua del Caribe, hay otro
magnífico exponente de este tipo de proyectos invisibles, que tiene un Museo
del Hombre, que tiene un grupo que trabaja en danza, en teatro y en música hace
más de treinta años.
Después, más
abajo en el Chocó, en Quibdó, donde confluyen las culturas negras e indígenas,
también hay un centro cultural de enorme importancia. Está la labor de Villa de
Leyva, en el centro del país, donde celebramos "Mapa en red". De
Bogotá también fueron proyectos alternativos de la Corporación Colombiana de
Teatro, con jóvenes, con ancianos, proyectos que yo llamaría invisibles, pero
que son de gran importancia. Hay tres proyectos: uno de circo, uno con ancianos
y otro con jóvenes de la calle, descarriados. De Cali, también hay un proyecto
que se llama Circo para Todos, con jóvenes de los barrios populares, que
también tiene una historia bien extensa.
Y en el sur
del país, está el macizo central del Cauca, donde tienen gran influencia las
culturas indígenas que se relacionan con las tradiciones incas. En Umaña, ya en
la selva amazónica, hay unos centros muy importantes de comunicadores, de
nuevas propuestas para la radio y la televisión con mucha calidad.
Por el
Amazonas, donde está Leticia y en Puerto Nariño está trabajando con los grupos
indígenas un bailarín egresado de la escuela de Cali, que se llama Floresmiro
Rodríguez Mazabel, y ahora en julio va a hacer el tercer encuentro de culturas
indígenas de esa región del Amazonas, en el que participan más de treinticinco
grupos culturales, de danza, música y expresiones de sus veinticinco mil años
de tradiciones.
Puerto
Nariño, el lugar donde se va a hacer el encuentro, es una zona declarada
Patrimonio de la Humanidad, que no se puede tocar --para transformarla, para
"desarrollarla"--, este tercer encuentro va a ser con los
treinticinco grupos ticunas y han invitado a grupos de la Guajira, de los wayú,
a otros de la cultura del macizo de la Sierra Nevada de Santa Marta, que son
los kogui. Representantes por estos quinientos años después de la Conquista
estarán con sus idiomas, costumbres, con sus vestuarios y con su pensamiento,
es de verdad como encontrarse con un mama de esos, una maravilla para entender
la vida, para entender la realidad. Con grupos como los sibundoy y otras
culturas del macizo central colombiano. Y arriba, en el río Orinoco, cerca de
la frontera con Venezuela, hay también otro centro cultural de una importancia
grandísima.
Otro grupo
que participó fue de una ciudad que se llama Silesia, cerca de Cali, y hay una
pequeña ciudad llamada Sevilla donde en la cima de la colina está la casa de la
cultura, bellísima, la casa más bella de la ciudad, que reúne aproximadamente
tres mil jóvenes en proyectos de teatro, danza, música, artes plásticas, y es
un movimiento impresionante.
Uno queda de
verdad asombrado de ver cómo en medio de la guerra, de las más profundas
carencias, nacen, se sustentan y están ahí estos grupos de trabajo cultural,
con dirigentes que han trabajado durante mucho tiempo y sobre todo, con una
gran cantidad de jóvenes.
Después de
esa reunión de Villa de Leyva, que duró una semana en julio del año pasado, yo
he ido a hacer talleres a distintas partes del país y me he encontrado con que
las gentes que fueron allí, donde cada uno hizo su exposición, han reproducido
este foro de "Mapa en red" en cada lugar. En enero de este año me
invitaron a la Guajira, a Río Hacha y la sorpresa fue que me encontré con que
había una reunión de ¡treinta grupos! de esa región, que hacen teatro y que
existen desde hace tiempo con una calidad estupenda. Uno no va a impartir
conocimientos magistrales sino a recibir conocimientos de las personas con las
que va a compartir el trabajo, que en el fondo es lo que yo quiero sacar al
máximo de esta reunión: saber de ustedes, conocer muchas cosas con las que yo
pueda, con más vitalidad y energía, regresar a mi covacha en Colombia.
Yo aprendí
muchísimo en ese encuentro de Villa de Leyva con las experiencias de estos
compañeros que llegaban desde regiones tan sufridas, por ejemplo, había un
compañero que venía de una región que se llama Los Montes de María, en la zona
norte, del Caribe. Es un músico que toca un instrumento muy difícil que se
llama la gaita, de origen caribe. Es una caña que tiene una bola, como de sebo,
y una canilla. Suena muy parecido a la gaita escocesa pero es un instrumento
autóctono y auténtico de esta región, que se ha mezclado y ha logrado hacer una
simbiosis, que es una de las características de este tipo de cultura de
resistencia al desarrollo, una hibridación con los tambores y con la música
afrocubana que convive allí. Este maestro anda por toda la región enseñando a
los jóvenes a tocar este dificilísimo instrumento. Y cuando se logra tocar, el
que lo toca adquiere una posición muy importante dentro de su grupo social. Es
que probablemente el sonido profundo de la gaita va a los profundos arquetipos
del inconsciente colectivo de esas regiones. Y con ese instrumento él puede ir
por todos lados. Si se encuentra con un retén de la guerrilla, del ELN, él
empieza a tocar el instrumento y lo dejan pasar, igual si se encuentra con otro
retén de las guerrillas de las FARC, o si se encuentra con el ejército, el tipo
toca el instrumento y pasa. Y llega a las universidades, y ha podido entrar
inclusive a la Orquesta Sinfónica de Santa Marta, que es la ciudad que queda
ahí alrededor, para que ese instrumento sea adaptado y adoptado por la Orquesta
para ser enseñado dentro de la cátedra de instrumentos tradicionales. Al lado
de los saxofones, de los violines y del piano, logró imponerlo. En medio de la
guerra, en medio de los conflictos y a todos los niveles, ha sido la gaita el
instrumento de penetración para, inclusive, salvar la vida.
Con esta
mentalidad nosotros hemos trabajado el teatro, y seguimos ahí sin que
afortunadamente nos haya pasado nada grave, porque hacemos un teatro que
afortunadamente lo disfruta mucho la gente, que no es muy bien mirado por los ojos
del "establecimiento", pero que va a las profundas verdades, como la
gaita, y cuando esos elementos son verdad, aun en las situaciones más
conflictivas, son respetables.
Como
conclusión, yo quisiera leerles algo de este antropólogo que mencionaba y que
me ha servido mucho últimamente, además de los aportes de todos estos grupos de
teatro, fantásticos, utópicos, que hay en el país. Para nosotros en la creación
colectiva el aporte de los científicos siempre ha sido muy importante. Y esta
reflexión de Arturo Escobar me viene como anillo al dedo para terminar:
"Pareciera que está surgiendo un tipo de activismo transnacional, que
modifica la cuestión de lo global y lo local, y que sugiere formas de pensar el
mundo en términos de localidades, flujos y redes."
DON QUIJOTE
EN CHIAPAS
De la
gobernación de Chiapas nos invitaron en el 2001 a hacer una presentación por
cinco ciudades: San Cristóbal de las Casas, Amantenango del Valle, Comitán,
Tapachulas y San Juan Chamula. Íbamos diecisiete actores de La Candelaria con
El Quijote -una obra que también presentamos aquí en Cuba-, y cuando llegamos a
San Cristóbal, la capital, pues nos dijeron:
-Al día
siguiente tienen una presentación en un pueblo vecino, que queda a una hora y
media, llamado Amantenango del Valle, pero el problema es que allí no hay
teatro --el programa ya había sido hecho por la gobernación--, y tienen que
presentar la obra en un parque, al aire libre.
Yo les dije:
- Pero no,
esta obra no ha sido hecha para presentarse al aire libre, es una obra de sala.
- Pero bueno,
ya ha sido programada allá, ya están construyendo la tarima en el parque.
- ¿Y cuánta
gente va a asistir?
-
Aproximadamente dos mil personas.
- Imposible,
porque cómo vamos a lograr la acústica... si esta es una obra de carreta,
hablada... es El Quijote.
Y la tercera
cualidad que nos expusieron era que el setenta por ciento de la población no
hablaba español, sino un idioma llamado tzeltal.
Cómo hacíamos
para representar para ellos El Quijote, de Cervantes, en castellano
puro. Pero ya estábamos comprometidos, la obra estaba programada a las cinco de
la tarde, no había tiempo para cambiar nada, pues tampoco podía hacerse a otra
hora. Nos reunimos en el grupo y decidimos hacer la obra porque hay que
trabajar para el pueblo.
Al otro día
nos fuimos bien temprano, desde las diez de la mañana, y nos encontramos en la
plaza del pueblo con la tarima que estaban terminando de construir, y las
partes donde se cambiaban los actores atrás. Todo al aire libre, sin poder
hacer la escenografía. La obra dura una hora y cuarenta minutos y habíamos
logrado achicarla al máximo, pues la representación debía durar sólo hasta las
seis, porque después no había luz, y además, estos señores no hablaban español,
había que hacerles una cosa muy gestual, de una hora, y sintetizar al máximo la
carreta, la parte oral. Así la preparamos.
Cuando
empezaron a llegar las dos mil personas, lo hacían con sus vestidos muy bellos,
negros con unos decorados rojos y verdes, con mucho colorido en medio del
negro. Empezaron a ocupar sus posiciones y cuando la plaza estaba llena, era
bellísimo ver al público, diez mil veces más bello que lo que había en la pobre
tarima del lado de acá, tremendo decorado, y nosotros con nuestros disfraces
del Quijote.
En la parte
de atrás, donde se cambiaban los artistas a toda velocidad, había un borracho
al lado que sí hablaba español, era medio rubio y estaba denigrando y diciendo:
"¿Qué vienen a hacer aquí estas chingadas cotorreras, con mi gente de
Amantenango del Valle, qué vienen a hacernos aquí?". Con toda su razón.
Con tantas gentes que les llevan porquerías, el hombre estaba protestando. Al
fin fueron unos enviados del gobernador, unos señores vestidos
convencionalmente --porque las que se visten de indígenas son las mujeres y los
niños, los hombres no--, le hablaron bajo y quedo y el hombre muy pacíficamente
se retiró.
Empezó la
obra y ¡oh, maravilla! esas dos mil personas en un silencio absoluto veían la
obra. De pronto, se reían en unas partes que nunca habíamos pensado que eran
cómicas, y en las partes cómicas a veces hasta lloraban, y terminó la obra con
la gente prendida y como nunca habían visto teatro, nos aplaudieron muy
poquito. Nosotros hacíamos una serie de inclinaciones y venias, nos
inclinábamos, pero todos ahí, sin moverse. Y no se iban. Al final, vino una
pequeña delegación del treinta por ciento que hablaba español y se acercó a
decirle al enviado de la gobernación de Chiapas:
- Muy bonita
la obra, y aquí estamos esperándolos para mañana.
- ¿Cómo?
- Que está
muy bonita la obra y queremos que la vuelvan a presentar mañana.
- Pero es que
ellos no son de aquí y están programados para otra ciudad.
- Sí, pero
nosotros queremos que vengan mañana.
Y así
interminablemente. La resistencia indígena. Costó un buen rato discutir con
ellos para que se convencieran que aquello era algo para hacerlo una sola vez.
Y nosotros
queremos volver allá, a ver qué pasó con la obra.
Después nos
fuimos a San Juan Chamula, un lugar que nos sirvió de motivo para la próxima
obra en la que estamos trabajando. Ese día yo no pude estar porque tenía una
conferencia en otro lugar, pero fue el resto del grupo. Y se encontraron una
iglesia iluminada por velas y candelabros, muy oscuro, donde se reunía un
montón de gente en grupos, haciendo cada uno sus ritos, sus cantos, una música
muy monótona todo el tiempo. Hay un montón de altares y alguna vez parece que
allí se robaron los santos, y los indígenas volvieron a ponerlos, pero ahora
son unos santos bajitos con las caras grandotas. Un ambiente realmente
rarísimo, extra Verfremdung efect. Extrañísimo, porque allí uno
parece sentir que conviven todas las tradiciones religiosas y culturales de los
mayas con la religión católica como aparente fachada. Hay una hibridación
cultural de una riqueza enorme y cada grupito, cada familia tiene derecho a
hacer sus invocaciones y sus rituales por su cuenta en toda la iglesia. Eso,
que se ha mantenido por muchísimos años, es una conquista del sincronismo
cultural.
A nosotros
nos afectó enormemente, porque en ese momento estábamos trabajando e
investigando acerca del cuento de la energía, cómo es la energía que se produce
entre el escenario y el público, qué tipo de relación tiene que haber para que
se produzca un espectáculo trascendente, no trascendental, como decía al
comienzo. Entonces ahí había una energía poderosa, fortísima, de ese cúmulo de
conocimiento, de saberes, para comer, para curarse, para preservar la
naturaleza de todas estas milenarias culturas y en coexistencia con la cultura
española, cristiana. Eso nos dejó muy impresionados y ha sido nuestro tema de
trabajo en las improvisaciones para la nueva obra que estamos montando y que
quisiéramos hacer allí, con la invitación de los amables compañeros mexicanos,
a ver si la podemos estrenar en San Juan Chamula.
(Tomado de Conjunto n. 129, jul.-set. 2003, pp. 21-31.)
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