Rafaél Gil,quien no pudo estrenar la obra, y Sara López. |
Con seis funciones de La cantante
diva, versión de La cantante calva de Eugene
Ionesco, escenificada por Jan Vidal Restifo, en el Espacio Plural, se
completa la mitad del Festival de Jóvenes Directores
Trasnocho, el cual busca el lanzamiento o la presentación de una nueva
generación de puestistas. ¡Buena intención para airear la cartelera venezolana y ayudar a
subir la difícil cuesta de la profesionalización a las nuevas generaciones!
El
Festival arrancó a mediados de enero y hasta ahora hemos evaluado los
espectáculos Seis personajes en busca de autor de Luigi
Pirandello, Julia, versión de La señorita Julia de August
Strindberg, y Burkina Faso de Daniel Dalmaroni, realizados
por Wilfrido Sierra, Jorge Souki y Daniel Dannery.
De
esa primera tripleta destacamos la audacia inteligente de Souki al transformar
la romántica y amarga pieza de Strindberg (1888) en una truculenta pasión
de una pareja de jóvenes de diferente origen sociocultural tratando de
sobrevivir en una convulsa Caracas del siglo XXI. El casting también fue
novedoso porque el “utilizado” Juan es un joven motorizado que goza de la
atrevida Julia pero al final la deja para continuar con su novia
Cristina, roles resueltos con solvencia por José Ramón Barreto, Vanessa
Morr y María Fernanda Meléndez. Sopesando lo que se hizo con el texto y el
trabajo actoral , así como la movida y recursiva puesta en escena, no podemos dejar
de lado que la televisión, especialmente las telenovelas con guiones de
Delia Fiallo, se nutrieron descaradamente de los clásicos teatrales del
siglo XIX. Vamos a ver que pasa con Souki y su adiestrado y trabajador
equipo.
La
mala suerte, o la pava criolla, acompañó la temporada de Burkina
Faso, una comedia trágica argentina centrada en la descomposición social y
mental de una familia de clase media, donde un matrimonio decide
eliminar a sus tres hijos y después suicidarse porque no puede superar la
aguda crisis económica en que se encuentra. La función que evaluamos careció de
vitalidad actoral y de una puesta en escena convincente. Fue un tirar y tirar
textos, con unos cuantos furcios, y sin ritmo, aunque Sara López tiene talento
y hasta cierta presencia escénica. En resumen: un discreto ensayo con poco
público que pagó su boleto. Lo cual es lamentable porque ese vitriólico texto
merecía una mejor producción. Nos enteramos, posteriormente, que el excelente
actor Rafaél Gil, quien había ensayado la pieza, sufrió un
infarto y se retiró, ante lo cual el director Dannery
asumió el rol, como pudo.¡Al menos estrenó!
Creemos que los organizadores del evento deben
incrementar más la promoción de prensa y publicidad sobre los
montajes de los nuevos directores para que el público acuda, precisamente, a
esos incomodos horarios, vespertinos, de los sábados y
domingos.
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