Desde Bogotá trajeron al cura Camilo Torres.
El colombiano,
sacerdote y guerrillero, Camilo Torres y el venezolano, comerciante y general,
Ezequiel Zamora coincidieron, en sendos escenarios, del VI Festival de Teatro
de Caracas 2017, para recontar sagas y sacrificios, una vez más, por la
liberación de sus irredentos pueblos y ser así, de nuevo, ejemplos de lucha
para los que aún estamos vivos y soñando.
Lamentablemente,
los cuerpos de estos paradigmáticos luchadores no pueden ser ahora honrados por
sus compatriotas ya que sus rivales o enemigos los desaparecieron o crearon la
sospecha para que no fuesen venerados jamás e impedir que se transformasen en
símbolos de un culto civil. ¡Nunca sospecharon que el teatro los podía revivir
y suscitar las polémicas!
Camilo y Zamora pasó por aquí fueron, pues, los ejemplares y decantados espectaculos exhibidos,
respectivamente, en los caraqueños teatros Nacional y Alameda gracias a los
trabajos artísticos de los grupos La Candelaria (Bogotá) y Compañía Nacional de
Teatro (Caracas), dirigidos por Patricia Ariza y Carlos Arroyo, con la participación
de no menos de 20 actores, actrices y técnicos. Hicieron cuatro funciones para
unos miles de venezolanos que enriquecieron sus sentimientos y sus memorias por
lo que ahí se les mostro o materializó.
CURA GUERILLERO
Célebre profesor
universitario, sacerdote, político, rebelde y, por último, insurgente o
guerrillero era Camilo Torres. Abordando la figura de ese hombre
representativo de la intelectualidad colombiana, La Candelaria hizo una pulcra creación
colectiva para celebrar el medio siglo de su agrupación y conmemorar los 50 de
la muerte física y la desaparición de su cuerpo, al cual reviven gracias al trabajo
de 13 artistas quienes lo plasman escénicamente por intermedio de impactantes
secuencias de imágenes teatrales preñadas de misticismo, rebeldía, amor y sacrificio, para
contar así como era, y sigue siendo, el conflicto social de los colombianos;
ese que llevó al sacerdote a un apostolado y su sacrificio final al rebelarse contra el Estado y vincularse a
la insurgencia guerrillera y morir así, durante
su primero y último combate, aquel 15 de febrero de
1966, cuando había cumplido 37 años.
Gracias, pues, a los
comediantes Fernando Mendoza, Hernando Forero, César Badillo, Rafael Giraldo,
Nohora González, Alexandra Escobar, Carmiña Martínez, Adelaida Otálora, Edith
Laverde, Erika Guzmán, César Amezquita, Diego Vargas y Camilo Amórtegui, además
de Patricia Ariza, se mostró en Caracas al histórico y valioso personaje por
intermedio de un fantástico desfile de imágenes teatrales donde predominaron la
música, el baile y la actuación esperpéntica.
Todo dentro de una densa atmósfera
de ritual religioso católico, cual si fuese la representación de un auto
sacramental sobre la Vida, Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret. Impactó su ritmo
escénico y el desenfado actoral, matizado de ese peculiar y respetuoso humor
colombiano, todo dentro de un buen gusto, nada fuera de lugar. Ese ejemplar
trabajo teatral, que puede calificarse como una puesta en escena del mejor barroco
latinoamericano, pletórico de imágenes poéticas, que logra mostrar las facetas
más trascendentales de tan mágico personaje y deja palpar sus pensamientos.
Patricia Ariza insiste en que este Camilo revive a un personaje muy
representativo de la historia de Colombia, importantísimo, como Bolívar. No es
un banquillo para juzgarlo y condenarlo, porque “ese no es el trabajo del
arte”. Encarna los años 60 que es la época de la utopía y también de la
aparición de las insurgencias de América Latina. Y es importante entender eso
porque permite comprender lo que está sucediendo ahora gracias a las ciencias, a
las reflexiones de los historiadores y los avances del arte, como ha dicho
Ariza, dentro del proceso de pacificación iniciado por las FARC y el actual
gobierno colombiano.
GENERAL DEL PUEBLO SOBERANO
El espectáculo Zamora pasó por aquí, nacido de la
exhaustiva investigación de Aníbal Grunn y la creativa puesta en escena lograda
gracias al creativo Carlos Arroyo, se centra en la muerte o el desenlace vital
del militar y revolucionario, que nace en Cúa y hace mutis en San Carlos, tras la
victoriosa y trascendental batalla de Santa Inés.
Así, también, como a Camilo Torres,
a Ezequiel Zamora le correspondió abandonar este dimensión terrestre a los 43
años como consecuencia de una bala traicionera y ahora resucita o sube a la escena
para conmemorar el bicentenario de su natalicio, gracias al sobrio y
estremecedor espectáculo donde el personaje protagonista monologa y recibe el
apoyo de dos mujeres, tremendas actrices que encarnan su madre y su esposa y
otras damas necesarias para el relato escénico.
Naty
La Cruz, Livia Méndez, Kala Fuenmayor y Keudy López, en los arreglos musicales,
integraron el elenco de Zamora pasó por aquí, un texto que obligó a que Grunn leyera, investigara, se asesorara y tratara de ser
lo más objetivo posible. No fue fácil lograr ese texto, pero el público escuchó
y juzgó el relato teatral sobre la vida de tan extraordinario hombre, haciendo
énfasis en el momento de su muerte, contada en varios momentos y desde que se
fragua la traición.
Grunn
recuerda que Zamora, como otros
personajes de la historia latinoamericana, es tratado bien o mal, dependiendo
del gobierno de turno. Y como tantos héroes que lucharon por una Independencia,
una Libertad y unas reivindicaciones sociales, humanas y políticas, perece violentamente
y desaparece para la historia, dejando una huella imborrable en el pueblo a
quien defendió y que vio como se transformó en un verdadero héroe nacional.
Porque, si bien aquel
Valiente Ciudadano había comenzado desde muy joven, una lucha por las
reivindicaciones sociales en Cúa, su tierra natal, es recién en febrero de
1859, cuando regresa del exilio en Curazao, que se pone al frente de la Guerra
Federal. Y 11 meses después, el 10 enero de 1860, muere traicionado por una
bala que, aunque la historia lo niegue, tiene nombre y apellido, y viene
signada por las ansias del poder.
El director Arroyo
maneja finamente a sus actores y los desgarra hasta conmover con ese ritual
mortuorio, donde resalta Nitay como el inmolado
Zamora, mientras las voces de las mujeres
que lo amaron y lo siguieron hacen un alucinante contrapunto durante sus últimos
momentos, concisos y aplastantes segundos finales del héroe venezolano, cuya
labor por la liberación popular no ha sido suficientemente destacada porque sus
enemigos se apoderaron de su victoria y lo trataron de minimizar; pero es gracias
a Zamora que los venezolanos terminaron de despertar y todavía están luchando
por su libertad y sus sueños, como lo reitera este espectáculo teatral, digno
de ser exhibido en más auditorios.
Fue Zamora
traicionado y enterrado en el mismo sitio donde muere. Muchos años después, sus
restos son trasladados al Panteón Nacional, pero dice la leyenda que esos no
son los verdaderos y que su cuerpo reposa en el estado Miranda. ¿Será verdad?
¡Queda la duda!
En el bicentenario del general Ezequiel Zamora no podía faltar un
espectáculo teatral de jerarquía y es por eso estrenaron a Zamora pasó
por aquí, como
una producción de la Compañía Nacional de Teatro, que comanda Alfredo Caldera
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