Veteranas del teatro y de la vida. |
La vejez es un inevitable proceso
individual que se vive en contextos y en sociabilidades determinadas. No es lo
mismo ser anciano que anciana, no es lo mismo tener recursos económicos o no
tenerlos, tener o no tener acceso a la cultura. Es la última etapa de la vida de los seres vivos antes que
se produzca el fallecimiento y es una inevitable consecuencia del paso del
tiempo. Estas y otras variables conceptuales dibujan una vejez distinta
que depende de muchos factores diferentes, tal como Simone de Beauvoir, lo plantea en su libro La Vejez (1970), donde parte de una
visión concreta de la vejez: el problema de la marginación que padecen los
ancianos como un elemento de discriminación que hay que superar, porque es
injusto que las personas mayores resulten arrinconadas, silenciadas, al
imponerse el criterio que rige la vida moderna: el de la productividad, que
atrapa y hace infelices tanto a jóvenes como a ancianos. Pero estos tienen sin
duda un destino más amargo porque no conserva siquiera la facultad de luchar y
de oponerse al sistema como lo tiene la juventud, sinónimo de rebeldía.
LA
VEJEZ INEVITABLE
Hemos recordado, pues, fragmentos de un excelente ensayo que sobre la
vejez escribiera Asunción Bernárdez Rodal, porque en estos días los viejos y las viejas de Venezuela han sido noticias destacadas en
los medios informativos nacionales e internacionales, no solo porque salieron a la calle para exigir pacíficamente
el respeto y el cumplimiento de sus
derechos y sus beneficios, sino porque el teatrero Gerardo Blanco ha realizado un artístico tributo a
la ancianidad, que también es para los recuerdos y a la esencia de la vida
misma, al escribir y producir la comedia Nos vemos el miércoles, dirigida por Carolina
Rodríguez Gómez, que presentan en el Centro Cultural BOD, únicamente sábados y
domingos a las 5 de la tarde. Ahí se plasma,
de manera jocosa, la historia de tres mujeres mayores: Dorila (Chelo
Rodríguez), Luisa (Marisol Matheus) y Josefa (Aurelia De Freitas). Ellas viven
en un ancianato y se reúnen cada miércoles para tomar el té y sumergirse en
esos recuerdos que diariamente se les repiten, hasta que no puedan más.
Blanco López, asegura que una de sus motivaciones para crear esta
pieza fue la preocupación por la vejez o ese final terrible y devastador que
puede ser la ancianidad para algunos seres humanos. Quería rendirles homenaje a
todas esas mujeres mayores que han tenido una vida intensa y tienen la dicha de
encontrarse para recordarla. Su obra también es un llamado a la amistad y ofrece
la oportunidad de disfrutar un rato agradable con historias y anécdotas de
mujeres que tuvieron una vida llena de retos, dificultades y amores que son
contadas en estos encuentros, en donde el espectador podrá reír y reflexionar
sobre la vida.
"Son tres mujeres hermosas
que no tienen más que la compañía de ellas mismas. Dorila es la líder del grupo
un tanto regañona y como tiene mayor poder adquisitivo paga la estadía de todas
en ancianato. Luisa es espontánea, innovadora, humorista y excéntrica, mientras
que Josefa es quien brinda equilibrio al grupo por ser tranquila y mediadora”,
ha puntualizado, tras reiterar que muchas veces la ancianidad puede estar
ligada al abandono de la misma familia que no sabe qué hacer con ellos. El
mismo país puede tender a irrespetarlos e ignorarlos. Sin embargo, es sumamente
importante, porque los grandes países miden su desarrollo dependiendo del trato
que le dan a los ancianos, niños y animales", expresó el productor, quien
ha escrito 19 textos, 18 han sido presentados y siete logró publicarlos hasta
ahora.
Blanco López escribe teatro porque el texto dramático es su forma, su manera de decir
cómo ve el mundo y como se ve en él y también es su manera de mostrar “lo que
somos, de motivar e inducir a colocar un espejo sobre esa vitrina maravillosa
que es el escenario y que nos veamos tal como somos .Eso es excitante”.
PADRE Y MADRE EN ESCENA
Nos vemos el miércoles es una recopilación de Blanco López, producto de sus
vivencias y observaciones cercanas a su madre, sus amigas y su vida vivida, la
cual se materializó durante la enfermedad de su progenitora y que lo impulsó a
ofrecer un tributo a la amistad y presentar al mismo tiempo un reclamo doloroso
a lo que es la vejez y su poder devastador según su óptica. Ahí están, en una
especie de livingroom tropical, tres ancianas que hablan sin tapujos de sus
vidas, de sus juventudes, sin maquillaje internos y externos. Ellas están
atrapadas, esta vez en un espacio ineludible, la vejez. Es una pieza para reír,
reflexionar y recordar que somos finitos y la vejez nos espera…si antes no
hacemos mutis.
Es la segunda obra sobre la vejez que escribe Blanco López y que logró escenificarla,
porque ya antes, durante la temporada de 1996, estrenó La cuadrilla, dedicada a su padre Rafael Teodardo, donde cuatro
personajes sexagenarios desafían a la soledad, al abandono y al olvido al cual
han sido sometidos, al recluirlos sus familiares en un geriátrico, pero ellos
se niegan a terminar sus días allí. El dramaturgo les regala, pues, una
salida digna a un final inevitable. Aura Rivas, Héctor Campobello, Gonzalo J.
Camacho e Isabel Hungría la mostraron en el Ateneo de Caracas.
Nos vemos el miércoles es un pieza rara para el
contexto teatral venezolano, donde esos temas centrados en la vejez no se tocan
sino como para hacer torpes chiste. Pero que ahí propone además una reflexión
sobre la amistad
como uno de los vínculos más hermosos que podemos cultivar, un soporte de vida,
y la cual en la vejez cobra una importancia capital. “Nadie muere con otro, ese
es un trance en soliloquio, pero la compañía del amigo es un bálsamo
insustituible y estas tres mujeres que se reúnen todos los miércoles para tomar
el té lo saben y hacen de cada encuentro un ritual de evocación que las une y
fortalece”, como apunta Blanco López.
El espectáculo, que no supera los 60 minutos, es una divertida exhibición
de técnicas actorales por parte de las tres veteranas que ahí se presentan. Hay
humor de principio a fin, pero también hay un no-sé-qué que obliga a
reflexionar o aceptar de inmediato, ya que la unica forma de no llegar a viejo
es morirse antes y eso no es precisamente lo que se desea, porque el ser
humano se auto engaña con una eternidad que no existe ni existirá por
ahora.
UN FIN POLÍTICO
Simone De Beauvoir al escribir
sobre la vejez tiene un fin político, tal como afirma en El segundo sexo: escribe para romper “la conspiración del silencio”
y criticar a la sociedad de consumo que trata a los ancianos como parias, quienes
al no tener fuerza económica, acaban por no tener derechos, y ni siquiera se
les reconoce la capacidad de tener sentimientos. En ellos el amor, los celos
parecen odiosos o ridículos, la sexualidad repugnante, la violencia irrisoria.
Deben dar ejemplo de todas las virtudes. Ante todo se les exige serenidad; se
afirma que la poseen lo cual autoriza a desinteresarse de su desventura. Esta
percepción es un fracaso de toda la cultura. Que durante los quince o veinte
últimos años de su vida un hombre no sea más que un desecho es prueba del
fracaso de nuestra civilización”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario