El periodista venezolano Javier Vidal
Pradas (Barcelona, España, 23 de abril de 1953) es un conspicuo artista con
obras propias, quien ha destacado precisamente en el teatro como actor,
director y autor, despertando o suscitando las normales “verdes envidias”, ya
que ha trabajado con el viento en contra, para así decirlo, protegido por sus
familias, la sanguínea y la elegida. Pero ahí está mostrando, para escandalizar
más a la godarria vernácula, sus peculiares revisiones de la historia nacional,
especialmente con sus piezas Los compadres, Diógenes y las camisas voladoras, La
catira del general y ahora recién ha estrenado La
íntima del Presidente.
Su indomable inteligencia, además de
cierta respetable habilidad literaria y capacidad de trabajo, le han permitido
a Vidal Pradas crear cuatro textos, que el mismo ha puesto en escena lo largo
de la segunda década de este definitorio siglo XXI, sobre poderosos personajes
e importantes machos criollos (especialmente andinos) como los generales
Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez e Isaías Medina Angarita, quienes coparon
buena parte de las cinco primeras décadas del siglo XX.
Vidal Pradas ha logrado, pues, cuatro
teatralizaciones de hechos históricos comprobables; ficcionó, a su manera,
situaciones trascendentales, respetado, en gran parte a la historiografía
académica. Una tarea notablemente creativa y educativa, ya que hace que el
público revise o repace los textos históricos oficiales, como ocurre con La
íntima del Presidente, actualmente en la cartelera del Teatro Trasnocho.
Medina Angarita en escena
Para nadie es un secreto que los
gobiernos de Estados Unidos de América desde finales del siglo XIX se
interesaron por América Latina. Muy especialmente les atrajo el “caso
venezolano” por su petróleo y otras riquezas naturales. Descubrieron que era un
gran negocio para controlar y dominar, no solo económico, sino también
estratégico y para ello influyeron en los gobiernos de los primeros 50 años y
después continuaron con otras estrategias, pero siempre de control y guía, no
solo en lo comercial sino también en lo social y lo cultural, para tratar de
convertirla en una colonia; pero sus habitantes no se quedaron dormidos y han
dado una tesonera lucha, especialmente durante este siglo XXI, en la cual
persisten.
Cuando más se aplicaron “las políticas imperiales” de Estados Unidos (no solo desde sus gobiernos sino de sus sectores empresariales) fue después de la muerte del general Gómez y los vacilantes gobiernos que vinieron hasta el irresistible acenso del general Marcos Pérez Jiménez. Y es en ese lapso, cuando el general Medina Angarita comenzó a soñar, pero despierto (admiraba demasiado a Hitler y Mussolini), en una verdadera gobernanza venezolana y se dio a la tarea de cambiar sus estructuras, para imponer su versión de una democracia. Pero fue tan “exagerada” su ambición política que desde Washington apuntalaron una conspiración de militares y civiles (incipientes adecos y jóvenes comunistas) para aupar y realizar un golpe de Estado el 18 de octubre de 1945.
Cuando más se aplicaron “las políticas imperiales” de Estados Unidos (no solo desde sus gobiernos sino de sus sectores empresariales) fue después de la muerte del general Gómez y los vacilantes gobiernos que vinieron hasta el irresistible acenso del general Marcos Pérez Jiménez. Y es en ese lapso, cuando el general Medina Angarita comenzó a soñar, pero despierto (admiraba demasiado a Hitler y Mussolini), en una verdadera gobernanza venezolana y se dio a la tarea de cambiar sus estructuras, para imponer su versión de una democracia. Pero fue tan “exagerada” su ambición política que desde Washington apuntalaron una conspiración de militares y civiles (incipientes adecos y jóvenes comunistas) para aupar y realizar un golpe de Estado el 18 de octubre de 1945.
Lo que pasó después ya es de todos
conocido y conllevó al “sacrificio” de un legendario escritor, como era Rómulo
Gallegos (traicionado por su copartidarios, además), quien ya su novela Doña
Bárbara (1929) advertía de la lucha perenne de la barbarie y la
civilización en la patria venezolana. Al propiciar la caída de Medina Angarita
y todos los tutelajes posteriores, Estados Unidos hizo sus grandes negocios, en
nombre de una “democracia a la americana” y un desarrollo, prefabricado e
impuesto, a lo largo y ancho del balcanizado continente americano, con la
excepción de Cuba, a la cual contemplaron como un “experimento de laboratorio”,
pero de eso no vamos a escribir.
La amante del presidente
Medina Angarita (San Cristóbal, 6 de
julio de 1897/ Caracas, 15 de septiembre de 1953) además de ser un fiel militar
a los jerarcas gomecistas, gustaba de las bebidas espirituosas y de las
mujeres, una tendencia que marcó a esos gobernantes criollos. Eso lo llevó a
sonsacar a la bella esposa de un comerciante judío en Maracay, hacia 1934,
Estrella Serfati de Chocrón. Ella enloqueció de amor, salió del hogar, dejó a
sus tres hijos atrás (Isaac, Mauricio y Mercedes), porque legalmente no se los
podía llevar, e inició un tórrido romance que culminó hacia 1945, cuando el presidente
Medina es deportado, tras haberle parido dos hijos: Isaías (1939) y Teresa
(1942).
Nosotros iniciamos una investigación
con personas que si conocieron a Estrella Serfati y así sabemos de sus
problemas para sobrevivir -hacía diseños de ropa y cosía en un apartamento en
El Silencio- hasta lograr salir de Venezuela y poder demandar a Medina
Angarita, refugiado en Nueva York a mediados del año 1952, para el
reconocimiento de la paternidad de sus hijos.
Lo único que podemos afirmar es que
fue una mujer que enloqueció de amor y la engañaron porque su enamorado se casó
con otra dama, Irma Felizola, para poder juramentarse como presidente. Una
crematística saga venezolana, rocambolesca como pocas, en este Macondo
latinoamericano que no tuvo su Gabo. Estrella se instaló en México y se casó
con el venezolano Alfredo Izaguirre, con quien procrearon una hija.
La obra
No le fue fácil para Vidal Prada
escribir La íntima del presidente porque las informaciones
básicas fueron suministradas por terceras o cuartas personas, pero sí logra
hilvanar un discurso teatral coherente, veraz y digno. Ella, Estrella, queda
como lo que siempre fue: una víctima más de un macho que le dio más importancia
al poder que al amor, una conducta muy propia de la época en toda
América.
La vida, cuyo guión, lo debe escribir
Dios, castigó a Medina Angarita. Sus últimos años de vida fueron atormentados y
murió en Caracas, porque Pérez Jiménez se apiadó de él y permitió su regreso.
Creo que Vidal Pradas rompió una lanza para contar una historia muy humana de
una mujer, muy humana además, como han sido las hebreas, que se enamoró de un
loco por el poder.
El espectáculo es placentero, donde
Vidal Pradas usa anacrónicamente la televisión para plasmar algunas secuencias
de la pieza, una licencia del director, ya que tan importante medio de
comunicación no había llegado a Caracas para los años 40 y 50.
En síntesis, como lo acota el mismo
Vidal Pradas y lo ha subrayado la periodista Carolyn Manrique, el pasado jueves
en El Universal:
“La querida o la amante o la moza de un político, y madre de un importante
dramaturgo venezolano, es solo un pretexto para contar un período clave de la
historia” vernácula. Una saga, de la vida real, de cómo “una judía sefardí de
Maracay, dejó a tres niños pequeños, para irse con un militar que se convirtió
luego en Ministro de Guerra y Marina, pero que finalmente no logró convertirse
en la primera dama de los Estados Unidos de Venezuela”. ¡Ni Delia Fiallo se
imaginó una historia tan cruel así!
Es, pues, un dramón romántico, la
saga de una simple relación amorosa que no se concretó por las normas de la
época y el deseo de un hombre de asumir el poder en un país en
"evolución", donde “el malo de la partida” dice que "algún día,
vivo o muerto, la conciencia de Venezuela habrá de decir que Isaías Medina
Angarita, puesto en la tremenda disyuntiva de sacrificar su persona o
ensangrentar su tierra, no vaciló en sacrificar su persona". Y lo afirma
cuando ya está desterrado de su patria y fracasado, dejando de lado cualquier
reconocimiento de su relación con Estrella, la gran víctima. Lo cual hay que
agradecérselo a Dios por el final que tuvo y por las lágrimas y sangre que le
evitó así a Venezuela, a pesar de todo.
Para nosotros, Estrella e Isaías
fueron víctimas de “la maldición de Jasón”, el personaje griego que dejó a
Medea, la madre de sus hijos para casarse con una mujer más rica y poderosa,
pero los dioses del Olimpo los maldijeron por abusar e irrespetar al amor; al
Jasón criollo de charreteras le pasó lo mismo. Ella luchó hasta el final por
ser reconocida y perdonada por su hijo Isaac, pero él la inmortalizó y la hizo
un personaje en una de sus piezas teatrales, Clipper.
La íntima del presidente es, pues, una creación familiar de Jota Producciones, con Julie
Restifo en el papel de Estrella Serfati, Gonzalo Velutini como el expresidente
Medina Angarita y Jan Vidal-Restifo dándole vida al intelectual Arturo Uslar
Pietri.
No hay duda alguna que el trabajo de Gonzalo Velutini es de premio por la prolija caracterización de su trágico cómico personaje de Medina Angarita y por el singular verismo que le da al nefasto presidente (engordó ocho kilos y se rapó la tapa de la cabeza), mientras que Julie encarna a la bella mujer enamorada de un sinvergüenza neofascista, como han sido todos ellos. Una némesis de la venganza femenina.
No hay duda alguna que el trabajo de Gonzalo Velutini es de premio por la prolija caracterización de su trágico cómico personaje de Medina Angarita y por el singular verismo que le da al nefasto presidente (engordó ocho kilos y se rapó la tapa de la cabeza), mientras que Julie encarna a la bella mujer enamorada de un sinvergüenza neofascista, como han sido todos ellos. Una némesis de la venganza femenina.
La íntima del presidente se une, pues, a la tetralogía de Vidal sobre la hegemonía andina
en el país, integrada por Diógenes y las camisas voladoras (2013), Compadres (2011)
y La catira del General (2016).
"Caminemos, tal vez nos veremos
después", reza el bolero de Los Panchos, que vocaliza Julie para este
drama romanticón y de despecho político de La íntima del presidente,
que se presenta en el Trasnocho, los viernes a las 6:00 pm, y sábados y
domingos, a las 4:00 pm. Verla es adorar mucho más a las mujeres por su
monstruosa capacidad para amar y además permite detestar a la epidemia de una
manera de hacer política, que deberá cambiar o transformarse algún día
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