El doctor Pablo García Gámez,.en el Lincols Center de Nueva York |
Pablo Garcia Gámez, el caraqueño que
desde el año pasado está en los titulares de la prensa cultural nacional, sigue
viviendo en Nueva York y desde allá nos informa que su vida es trabajar por y
para el teatro, como lo reflejan las repuestas que aquí hemos condensado.
¿Qué ha pasado con tu teatro?
Mi teatro sigue ahí. Sigo
escribiendo. Sigo trabajando. Este semestre presentamos,
interpretado por César Augusto Cova, Cariaquito morao (¿…y
qué es Nueva York? se llama en Caracas) en el programa CallBack
de teatro Círculo. Participé con Hidden in mount eden,
texto en inglés dirigido por Devo Nelson, en 48 hours in the Bronx, proyecto en el que seis dramaturgos
invitados escriben en una noche seis obras de 10 minutos, producido por Teatro Pregones
y Harlem9. En la universidad de Valencia, España, se celebró en abril el Tercer
congreso de teatro del siglo XXI donde el académico y dramaturgo granadino Antonio
César Morón presentó “Migraciones durante la administración Trump y su
reflejo en el teatro hispano de Nueva York” trabajo centrado en dos piezas
mías: Busca-la-vida y Hidden in mount Eden.
Por estos días preparo un par de trabajos teóricos. Para el 21 de julio
doy una charla sobre la comedia en el teatro hispano para el grupo Teba y estoy
escribiendo el prólogo para un texto de Antonio César Morón, cuya dramaturgia
trabaja la contemporaneidad y sus quiebres, a partir de conceptos como capital,
democracia, comunicación que se transforman ante nuestra mirada.
¿Qué montajes hay en camino o qué textos están a la espera de una producción?
En camino están: para julio (domingos
7, 14, 21 y 29) en el Celarg de Caracas, Las cosas del amor,
dirigida por Oscar Alí Villamediana, joven director quien participó en uno de
mis talleres de dramaturgia. Contamos que en otoño se estrene en Madrid a
Busca-la-vida dentro
de un proyecto ambicioso, arriesgado y alucinante dirigido por Luis Garván.
Parece que Noche tan linda, pieza que se ha representado en Nueva York,
Buenos Aires y Lima se presentará el año próximo en una capital teatral… espero
la confirmación. Por otro lado, estoy en la fase inicial de mi proyecto épico;
“épico” en el sentido de texto ambicioso que lleva a escena un tópico a ser
explorado desde diversas aristas. La temática gira alrededor de
personajes trans cuya vida y lucha aportaron al reconocimiento de los derechos
de la población LGTBQ. Ello implica, de mi parte, una manera distinta de
abordar el texto, que se inicia con un riguroso proceso de investigación; para
este trabajo cuento con la asesoría de Isaías Fanlo, amigo y colega de la
academia quien además es promotor teatral en Cataluña.
¿Qué pasó con su doctorado?
A finales del pasado mayo en un acto
realizado en el Lincoln Center, me recibí de doctor en el Departamento de Culturas
Latinoamericana, Ibérica y Latina del Graduate Center, de CUNY, con una tesis
sobre el teatro hispano de Nueva York. A los dos días, volví a la
dramaturgia. En un mes escribí dos obras breves: Nos
pertenecemos juntos y Las mártiras -esta
última resultado de un taller de dramaturgia relámpago dictado por la autora puertorriqueña Alejandra Ramos-
y un monólogo -El sensible-, además de revisar una pieza que escribí hace
treinta años. Primera vez que escribo tanto en tan poco tiempo; luego me
di cuenta por qué estaba absorbido por la tesis mientras que me rondaban ideas
que quería desarrollar. En varias de estas piezas sigue como tema
recurrente aspectos de la problemática LGTBQ en Caracas durante las dos últimas
décadas del siglo pasado procurando colaborar con el archivo escénico de un
colectivo históricamente marginado.
¿Había una eventual residencia universitaria suya en Caracas o en
alguna ciudad conocida?
En el 2018 hubo contactos, pero no se
dio la posibilidad de dar un curso de verano en la UCV. Me encantaría una
residencia universitaria en Venezuela; al momento no he recibido ofrecimiento
alguno.
¿Después de haber presentado con éxito en Caracas qué opinión le merece
el teatro de su país?
No te podría responder por el teatro
del país, sería aventurado. Te puedo contar sobre lo observado en las
ocasiones que he ido a Caracas. Considero que el teatro que he visto es
gran calidad. Con la crisis, estos teatreros se han volcado de lleno a su
oficio haciendo propuestas extraordinarias con limitadísimos presupuestos. Son
propuestas que, con orgullo, pueden representarse en cualquier escenario.
Es complejo porque cuando muestro fotos o videos de Oscuro, de noche
Troyanas nuestras o
el Popol Vuh, todas producciones de la Compañía Nacional de
Teatro, que comanda Carlos Arroyo, me preguntan si eso se hace en Venezuela por
la calidad, la riqueza visual, la música, las interpretaciones. Estas
imágenes tienen el poder de subvertir narrativas mediáticas. Me gusta enfocar
el rol social del teatro. Me refiero a las propuestas de cómo el teatro
crea comunidad. Un trabajo que vi en el teatro Nacional de Caracas, Las
esquinas de Caracas, un trabajo de José Luis León y Jose Gregorio Magdaleno,integra un colectivo de vecinos que cuentan las
historias de sus vecindarios. Por un lado, estos grupos se adiestran en
técnicas escénicas y, por otro, ellos mismos cuentan a partir de sus
investigaciones. Un proyecto de ese tipo simplemente es extraordinario
porque cierra la brecha tradicional público-escenario a la vez que atrae nuevos
espectadores. Me parece que hay diversas maneras de encarar la
dramaturgia. En los talleres he conocido jóvenes con trabajos interesantes.
Tuve el privilegio de ser jurado en el I Concurso de Dramaturgia Juana Sujo
donde resaltó la calidad de los textos. Hay también una dramaturgia
escrita por mujeres que merece ser promovida por su fuerza y porque su visión
nos enriquece; de hecho, en Nueva York, con el grupo Teátrica nos lanzamos a
realizar lecturas de autores venezolanos; la primera fue de Mariozzi Carmona, Mujermente
hablando, que por la coyuntura del momento terminó siendo un montaje
presentado tres días con apoyo del público. A propósito de este programa,
estoy tratando de que se puedan hacer al año dos lecturas de autores
venezolanos en NY; la segunda pieza por la que estoy abogando es Guardado
bajo siete llaves de Orlando Ascanio. Sería beneficioso para
las artes escénicas abrir nuevos espacios para la crítica; tal vez me estoy
aventurando, y me disculpas si es así, pero aparte de El espectador venezolano,
tu blog, me gustaría saber sobre otros medios dedican espacios a la crítica de
manera consecuente, periódica y reflexiva. La crítica como práctica
rigurosa ayudará a puntualizar por dónde vamos. Nuestro teatro lo
merece.
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