Es un gran riesgo trasladar o remontar a nuestros días una obra de arte o una pieza teatral en especial, si no se le toma en cuenta el contexto en que el cual fue producida. Afirmamos esto porque difícilmente Carlos Giménez hubiese montado Tu país está feliz para festejar los 35 años útilesde su agrupación Rajatabla, tal cual lo mostró aquel 28 de febrero de 1971. El, que no miraba para atrás ni estaba ojeando al retrovisor, aunque cultivaba la historia y buscaba losoportunos momentos de ruptura, quizás hubiese considerado tomar de nuevo el poemario de Antonio Miranda (Brasil,5 de agosto de 1940) -ya lo había hecho para un remontaje, poco exitoso, para la temporada de 1984- y tras revisarlo exhaustivamente con el autor en función de los cinco lustros que han pasado desde entonces, quizás entonces se habría propuesto un montaje más cónsono con el siglo XXI, en función de las nuevas generaciones que están llegando apenas a las salas de teatro, y, lo más importante, con un soporte musical más acorde con los tiempos, desde regatón, hip hop, etcétera.
Él, que estaba por delante de su tiempo y que sabia lo que le gente quería ver, siempre buscaba sorprenderla. Es por eso que con un coherente desfile de desopilantes imágenes, soportadas en los versos mirandinos, además de numerosos elementos escenográficos y un apreciable despliegue luminotécnico, habría hecho de su nuevo Tu país está feliz un verdadero acontecimiento estético, un escándalo artístico capaz de generar otro fenómeno de público como los que siempre provocó, a sabiendas que eso afectaría en bien, a sus espectadores, esos curiosos venezolanos que saben que están en la entrada principal de América Latina y que todo el mundo los mira, para bien o para mal, precisamente ahora que hacen un equilibrio entre la democracia bobalicona y la democracia crispada de los tiempos bolivarianos.¡ Nunca antes este país fue la sobremesa para millones de contertulios de este planeta!
Pero Carlos Giménez "se fue de gira" el 28 de marzo de 1993, a los 47 años, y los amigos que no lo han olvidado –y no descansarán jamás, hasta que también les toque partir- acordaron hacerle un homenaje precisamente con ese montaje que él se dio a conocer y con el cual advirtió que en los años siguientes él marcaría la pauta del espectáculo teatral venezolano moderno. Es por eso que Rajatabla, comandado por Francisco Alfaro, se propuso, y lo consiguió, una digna reposición de aquel Tu país está feliz, con una nueva generación de actores y con el mismo cantante y autor de la música, el ya legendario Xulio Formoso. Se buscó, esencialmente, hacer conocer cómo se inicio Rajatabla y cómo su líder había teatralizado un poemario protestatario, una excelente poesía sobre los amores comprometidos, traducidos en exigencias y duras penas, un verbo metálico blandido y clamando el despertar de las conciencias…aún por llegar. El artista argentino (nació el 13 de abril de 1946, en Rosario) ya había conocido las cosas buenas y también las penurias venezolanas y sabía que la rebeldía era el camino para hacerse conocer y respetar, aunque su carta de presentación fuese precisamente un texto poético, irónico y socarrón, con mucho del hippismo de la época -ese mismo cuya filosofía no está basada en el pensamiento y la razón, sino en los sentimientos, como enseña Mario Vargas Llosa- titulado Tu país está feliz. Un vitriólico poema que proponía una profunda ruptura con esa Venezuela de los años 70, con esa democracia bobalicona, pero que no daba las armas o los métodos, porque sería caer en el panfleto o en el manual guerrillero, un asunto muy lejano de esos artistas, pacifistas además.
Antonio Miranda comenta en el programa de mano, 35 años después, que con Tu país está feliz "se pretendía enfrentar a los fanatismos vigentes, incitar a una rebelión de las costumbres ya enmarcha en todo el mundo y romper con los valores heróicos y románticos vigentes, derrumbar prejuicios enraizados en las izquierdas y en los reductos más reaccionarios y conservadores, que iban de la política oficial a la religión, de las idiosincrasias parroquiales a las ideologías establecidas. A través de la poesía. Había algo de pesimismo constructivo, de amarga esperanza que ahora se podrá una vez más aquilatar (o no) su vigencia. Total: todos estamos felices, completamente felices".
Sí, eso es y será, el poemario Tu país está feliz, un canto a la rebelión, una avenida para hacer desfilar los sentimientos y continuar viviendo, un tanto de vitalismo a lo latinoamericano. Carlos Giménez hizo un montaje para la época, sencillo y además limitado por los recursos económicos. La reacción fue inesperada: el público lo acompañó durante 22 años, ya que un viento cálido azotó el teatro venezolano, un huracán controlado que le permitió ver casi 60 montajes de depurada calidad gimeniana, como El coronel no tiene quien le escriba, La muerte de García Lorca, La Charyte de Vallejo, El alma buena, Bolívar, Martí, la palabra, Peer Gynt y su epilogal Oficina No.1.
Hay que exaltar la arriesgada tarea de José Domínguez al hacer ahora una reposición tan calcada del primer montaje – aunque hizo unos cortes en el poemario original-, ayudado o apuntalado en las memorias de Francisco Alfaro y otros "sobrevivientes" como Juan Pages y Mariel Jaime Maza. Eso le permitió un espectáculo de 70 minutos, limpio, nostálgico por su música, y con un elenco de condiciones crecientes, como son Gabriel Agüero, Elvis Chaveinte, Carolina Gentile, Rossana Hernández, Indira Jiménez, Rafael Marrero, Jean Carlos Rodríguez y Jesús Vieira, un estético elenco que está iniciando su carrera artística con una pieza teatral histórica.
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