Alguien dijo que cuando nos ponemos nostálgicos es porque hay una incoherencia entre lo que se vive con lo que se soñó o aquello que se propuso como futuro. Lo único cierto es que en menos de 30 días, aquellos espectadores que andan por la quinta década deben haberse bañado en muchos “caldos sentimentales y nostálgicos”, porque por la escena caraqueña han visto desfilar sendas obras que tienen un valor histórico y cultural: Tu país está feliz, del poeta brasileño Antonio Miranda, para festejar los 35 años de actividades del grupo Rajatabla, y Vimazoluleka, de Levy Rossell, como epílogo de su ejemplar ciclo de 17 lecturas dramatizadas, que este autor (nació hace 61 años en Coro) optó para atraer espectadores a la subterránea sala, en Parque Central, que ahora lleva su nombre.
Vimazoluleka es la primera obra que Levy mostró a sus compatriotas, la cual había escrito cuando apenas tenía 16 años. La ensayó durante dos meses y medio en un túnel que había al lado de la Galería de Arte Nacional, donde ahora funciona el Teatro Aveprote, que él ayudó a crear años más tarde. Pero fue en el Ateneo de Caracas, a partir del 18 de agosto de 1966, cuando hizo su primera temporada de 39 funciones. Después pasó al auditorio de la Facultad de Ingeniería y de ahí al Aula Magna, generando una reacción de público nunca antes vista. Se gana una beca, que él no pidió, para ir a estudiar a Nueva York y año y medio más tarde la monta en inglés en off Broadway y duró cinco meses en cartelera. Cuando retorna a Caracas la remonta durante los años 70, con actores como Luis Pardi, Julio Mota, Boris Chacón, Perla Vonasek, Elías Centeno, Igor Colina, Guillermo Dávila, Guillermo Carrasco, María Elena Dávila y Carlos Mata, quien entra ya al final, cuando se ensayaba para montar Godspell. Luego se remontó, años después, en el Complejo Cultural José María Vargas, en La Guaira, durante el último año del segundo gobierno del presidente Rafael Caldera y que ahora ha revivido con el ciclo de lecturas dramatizadas. Son 40 años de existencia y vigencia escénica nada desechables.
Le puso el título a su obra a partir de las primeras palabras de los nombres de sus más íntimos compañeros de estudios: Vicente Amengual, María Angelina Rodríguez, Zobeida Ramos, Luis Kolster, Levy Rossell y Carlos Hernández. Él se inventó ese fonema para darle así un título a una obra donde él honraría esa amistad y esa camaradería. Nació, pues, Vimazoluleka, una obra teatral de una época convulsa, tanto en Venezuela como en el mundo. “Son viñetas sobre mi país donde la nada y el por qué de esta nada es la unidad. No es una obra de teatro cualquiera, es antropología de la urbe caraqueña”, como él mismo lo reitera. Es una pieza en dos actos o 16 escenas, nueve canciones y tres situaciones de puesta en escena.
Se puede afirmar que es la respuesta venezolana al cambio teatral que se estaba dando en el mundo durante los años 60 y 70. Es una pieza que cambió la historia del teatro contemporáneo a lo cual se agregó Tu país está feliz. Un empresario haría un negocio redondo si la produce ahora. Un empresario teatral podría ganarse unos cuantos millones de bolívares si decide aupar un montaje con unas cuantas figuras del teatro y de la canción popular.
Vimazoluleka es la primera obra que Levy mostró a sus compatriotas, la cual había escrito cuando apenas tenía 16 años. La ensayó durante dos meses y medio en un túnel que había al lado de la Galería de Arte Nacional, donde ahora funciona el Teatro Aveprote, que él ayudó a crear años más tarde. Pero fue en el Ateneo de Caracas, a partir del 18 de agosto de 1966, cuando hizo su primera temporada de 39 funciones. Después pasó al auditorio de la Facultad de Ingeniería y de ahí al Aula Magna, generando una reacción de público nunca antes vista. Se gana una beca, que él no pidió, para ir a estudiar a Nueva York y año y medio más tarde la monta en inglés en off Broadway y duró cinco meses en cartelera. Cuando retorna a Caracas la remonta durante los años 70, con actores como Luis Pardi, Julio Mota, Boris Chacón, Perla Vonasek, Elías Centeno, Igor Colina, Guillermo Dávila, Guillermo Carrasco, María Elena Dávila y Carlos Mata, quien entra ya al final, cuando se ensayaba para montar Godspell. Luego se remontó, años después, en el Complejo Cultural José María Vargas, en La Guaira, durante el último año del segundo gobierno del presidente Rafael Caldera y que ahora ha revivido con el ciclo de lecturas dramatizadas. Son 40 años de existencia y vigencia escénica nada desechables.
Le puso el título a su obra a partir de las primeras palabras de los nombres de sus más íntimos compañeros de estudios: Vicente Amengual, María Angelina Rodríguez, Zobeida Ramos, Luis Kolster, Levy Rossell y Carlos Hernández. Él se inventó ese fonema para darle así un título a una obra donde él honraría esa amistad y esa camaradería. Nació, pues, Vimazoluleka, una obra teatral de una época convulsa, tanto en Venezuela como en el mundo. “Son viñetas sobre mi país donde la nada y el por qué de esta nada es la unidad. No es una obra de teatro cualquiera, es antropología de la urbe caraqueña”, como él mismo lo reitera. Es una pieza en dos actos o 16 escenas, nueve canciones y tres situaciones de puesta en escena.
Se puede afirmar que es la respuesta venezolana al cambio teatral que se estaba dando en el mundo durante los años 60 y 70. Es una pieza que cambió la historia del teatro contemporáneo a lo cual se agregó Tu país está feliz. Un empresario haría un negocio redondo si la produce ahora. Un empresario teatral podría ganarse unos cuantos millones de bolívares si decide aupar un montaje con unas cuantas figuras del teatro y de la canción popular.
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