Amor, drama, pasión, suspenso y mucho humor a la colombiana son los atractivos ingredientes de la película La ministra inmoral que rodará el veterano director bogotano Julio Luzardo y cuya protagonista es la primera actriz venezolana Ruddy Rodríguez, quien retornó el cine después de su trabajo ininterrumpido en las telenovelas El inútil y La ex, además de concluir las grabaciones de la primera temporada de la teleserie Amas de casa desesperadas, en Buenos Aires, donde interpreta a la estricta y obsesiva Eugenia de Kopell (Bree en la serie original).
La hija del venezolano Pedro José Rodríguez y la italiana Rita de Lucia, nacida el 20 de marzo de 1967 en Anaco, Anzoátegui, dio sus primeros pasos como actriz en el Taller Nacional de Teatro de la Fundación Rajatabla (1983) y tras una exitosa pasantía por el popular concurso de belleza Miss Venezuela (1985), ingresó a la fantástica factoría de telenovelas venezolanas, colombianas y latinoamericanas con Enamorada (1986) y en 20 años ha actuado en no menos de 23 producciones. En el cine tuvo su debut, de 45 segundos, en un largometraje de James Bond -Living Daylights (1987)- y después ha participado en seis películas, venezolanas e internacionales, dirigidas por Phillip Toledano, Carlos Azpúrua, Diego Rísquez y Jaime Osorio, entre otros. La ministra inmoral será su séptimo largometraje. Su tercera pasión es el teatro y lleva seis largos años recorriendo al continente americano con el monólogo Una mujer con suerte, que es la historia de una viuda que no sabe que hacer con el semen congelado del que fuera su marido.
Ruddy, instalada en Bogotá para sus actividades profesionales y porque además está enamorada, tras vivir casada durante diez años con el abogado Rodolfo Pisan, informó que lleva más de una semana dedicada al estudio del guión y los ensayos para La ministra inmoral, “porque el próximo domingo 15 de abril comienza el rodaje y mis llamados al set o al plató serán hasta el lunes 14 de mayo. Como soy la protagonista estaré todo ese tiempo trabajando, con lo cual mi presencia está garantizada en un 90 por ciento de esta nueva película colombiana”.
Comentó que antes de aceptar la invitación a protagonizar La ministra inmoral leyó la novela homónima, escrita por de la colombiana Celmira Zuluaga y después el guión. “Todo eso me ayudó a alimentar la historia de mi personaje y creo que gustará mucho, porque es una trama que tiene abundante de humor negro. Conocí al director, que es todo un maestro y tiene gran experiencia, y él me explicó lo que quiere con mi personaje”.
-¿Puede resumir la anécdota del filme?
-Es algo muy sencillo, pero con ese humor tan especial de este país. Encarno a Gilma Zuleta, ministra de la República de Colombia, por supuesto que es pura ficción. Ella se cansó de aparentar que es perfecta y de tener que prestarle más atención al que dirán de la sociedad y de ocultar así sus sentimientos. O sea que se jartó, como dicen aquí, de lucir perfecta, de darle más valor al odioso que dirán y ocultar así sus gustos y pasiones femeninas. Esa lucha contra su entorno le lanza a una profunda depresión y decide suicidarse, pero como no tiene fuerza para ello, alquila un sicario o un asesino para que lo haga. Pero, he aquí la paradoja, ese humor negro tan característico de los colombianos: Gilma se topa con el verdadero amor, pero de inmediato comienza una lucha para impedir su propio asesinato.
-¿Cual es la clave de su éxito en Colombia?
-Yo no sé, salvo que esta es mi segunda patria.
-¿Usted destaca mucho el humor colombiano?
- Sí, Colombia se ha convertido en una potencia exportadora de telenovelas muy contemporáneas y especialmente por sus argumentos y textos chistosos o humorísticos, por lo cual se puede afirmar que la comicidad es un factor importante para esas producciones en el mercado internacional. También ocurre lo mismo con sus películas, pues están haciendo no menos de diez largometrajes al año.
-¿ Colombia exporta humor y eso gusta en los mercados foráneos?
-Pues sí, eso es lo que ocurre. Sus telenovelas y películas tienen un humor normal, el obvio, y el humor negro. Pero lo que más utilizan es el cotidiano o sea el normal; además, su forma de hablar es muy chistosa y eso permite unos diálogos sumamente divertidos, y capaces hasta de superar los controles de las censura. A mí me encanta todo eso. Y en Venezuela sé del éxito de las producciones colombianas.
- ¿Venezuela figura entre sus planes?
-Por supuesto que sí, porque terminando esta película me quedó para una temporada taurina, ya que mi novio, Juan Rafael Restrepo está en todos los carteles, por él es un rejoneador. Y yo me quedo acompañándolo. Después regreso a Caracas para una película.
-¿Y ese noviazgo llegará a matrimonio?
-El próximo mes cumplimos un año de noviazgo y estoy muy contenta porque él me apoya en mi carrera y yo también a él. Sobre la boda ya hemos hablado, pero no nos hemos puesto serios en el asunto.
-¿Cuál es la película que haría en Venezuela?
-Por ahora no puedo revelar nada ni el director con quien trabajaremos Es un grupo de amigos de toda la vida que queremos hacer cine y yo seré una de las productoras ejecutivas. Es un tema de la vida real y tenemos que hacer los tramites. También regreso a mediados de año porque quiero recorrer otra vez a Venezuela como mi monólogo, Una mujer con suerte, el cual ha ido ajustándose y es precisamente ahora cuando su texto tiene más sentido, como lo advirtió sabiamente mi hermano Romano Rodríguez , quien además hizo el montaje.
La hija del venezolano Pedro José Rodríguez y la italiana Rita de Lucia, nacida el 20 de marzo de 1967 en Anaco, Anzoátegui, dio sus primeros pasos como actriz en el Taller Nacional de Teatro de la Fundación Rajatabla (1983) y tras una exitosa pasantía por el popular concurso de belleza Miss Venezuela (1985), ingresó a la fantástica factoría de telenovelas venezolanas, colombianas y latinoamericanas con Enamorada (1986) y en 20 años ha actuado en no menos de 23 producciones. En el cine tuvo su debut, de 45 segundos, en un largometraje de James Bond -Living Daylights (1987)- y después ha participado en seis películas, venezolanas e internacionales, dirigidas por Phillip Toledano, Carlos Azpúrua, Diego Rísquez y Jaime Osorio, entre otros. La ministra inmoral será su séptimo largometraje. Su tercera pasión es el teatro y lleva seis largos años recorriendo al continente americano con el monólogo Una mujer con suerte, que es la historia de una viuda que no sabe que hacer con el semen congelado del que fuera su marido.
Ruddy, instalada en Bogotá para sus actividades profesionales y porque además está enamorada, tras vivir casada durante diez años con el abogado Rodolfo Pisan, informó que lleva más de una semana dedicada al estudio del guión y los ensayos para La ministra inmoral, “porque el próximo domingo 15 de abril comienza el rodaje y mis llamados al set o al plató serán hasta el lunes 14 de mayo. Como soy la protagonista estaré todo ese tiempo trabajando, con lo cual mi presencia está garantizada en un 90 por ciento de esta nueva película colombiana”.
Comentó que antes de aceptar la invitación a protagonizar La ministra inmoral leyó la novela homónima, escrita por de la colombiana Celmira Zuluaga y después el guión. “Todo eso me ayudó a alimentar la historia de mi personaje y creo que gustará mucho, porque es una trama que tiene abundante de humor negro. Conocí al director, que es todo un maestro y tiene gran experiencia, y él me explicó lo que quiere con mi personaje”.
-¿Puede resumir la anécdota del filme?
-Es algo muy sencillo, pero con ese humor tan especial de este país. Encarno a Gilma Zuleta, ministra de la República de Colombia, por supuesto que es pura ficción. Ella se cansó de aparentar que es perfecta y de tener que prestarle más atención al que dirán de la sociedad y de ocultar así sus sentimientos. O sea que se jartó, como dicen aquí, de lucir perfecta, de darle más valor al odioso que dirán y ocultar así sus gustos y pasiones femeninas. Esa lucha contra su entorno le lanza a una profunda depresión y decide suicidarse, pero como no tiene fuerza para ello, alquila un sicario o un asesino para que lo haga. Pero, he aquí la paradoja, ese humor negro tan característico de los colombianos: Gilma se topa con el verdadero amor, pero de inmediato comienza una lucha para impedir su propio asesinato.
-¿Cual es la clave de su éxito en Colombia?
-Yo no sé, salvo que esta es mi segunda patria.
-¿Usted destaca mucho el humor colombiano?
- Sí, Colombia se ha convertido en una potencia exportadora de telenovelas muy contemporáneas y especialmente por sus argumentos y textos chistosos o humorísticos, por lo cual se puede afirmar que la comicidad es un factor importante para esas producciones en el mercado internacional. También ocurre lo mismo con sus películas, pues están haciendo no menos de diez largometrajes al año.
-¿ Colombia exporta humor y eso gusta en los mercados foráneos?
-Pues sí, eso es lo que ocurre. Sus telenovelas y películas tienen un humor normal, el obvio, y el humor negro. Pero lo que más utilizan es el cotidiano o sea el normal; además, su forma de hablar es muy chistosa y eso permite unos diálogos sumamente divertidos, y capaces hasta de superar los controles de las censura. A mí me encanta todo eso. Y en Venezuela sé del éxito de las producciones colombianas.
- ¿Venezuela figura entre sus planes?
-Por supuesto que sí, porque terminando esta película me quedó para una temporada taurina, ya que mi novio, Juan Rafael Restrepo está en todos los carteles, por él es un rejoneador. Y yo me quedo acompañándolo. Después regreso a Caracas para una película.
-¿Y ese noviazgo llegará a matrimonio?
-El próximo mes cumplimos un año de noviazgo y estoy muy contenta porque él me apoya en mi carrera y yo también a él. Sobre la boda ya hemos hablado, pero no nos hemos puesto serios en el asunto.
-¿Cuál es la película que haría en Venezuela?
-Por ahora no puedo revelar nada ni el director con quien trabajaremos Es un grupo de amigos de toda la vida que queremos hacer cine y yo seré una de las productoras ejecutivas. Es un tema de la vida real y tenemos que hacer los tramites. También regreso a mediados de año porque quiero recorrer otra vez a Venezuela como mi monólogo, Una mujer con suerte, el cual ha ido ajustándose y es precisamente ahora cuando su texto tiene más sentido, como lo advirtió sabiamente mi hermano Romano Rodríguez , quien además hizo el montaje.
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