Durante las dos últimas temporadas teatrales caraqueñas, tres de sus 22 obras ganaron premios de la Alcaldía del Municipio Libertador. Pero La quinta de Dayana (2007), Penitentes (2008) y Mi hermano José Rosario (2008) -montada por la agrupación Abrapalabra- no le dieron suficientes bolívares como para irse de vacaciones o dedicarse de lleno a la dramaturgia, que es su gran pasión. Y es por eso que Elio Palencia (Maracay, 13 de diciembre de 1963) prosigue escribiendo con el equipo responsable de la telenovela ¿Vieja yo? , que transmite Venevisión.
“En el canal 4, donde trabajo desde hace tres años, estoy bajo la batuta de Mónica Montañés, a quien conocí durante el proyecto Voltea pa´ que te enamores. Ella, junto con otros escritores, como Leonardo Padrón y Alberto Barrera, ha retomado el hilo sembrado por Cabrujas, Garmendia y Chalbaud para hacer una televisión comercial de calidad, y, sobre todo, ética, entretenida y respetuosa del espectador. Además, la cinematografía, que era una asignatura pendiente, ya cuenta conmigo. Hice un taller de guiones y la Villa del Cine me premió llevándolo a la pantalla. Se trata de Una casa pa´maita, versión de La quinta de Dayana, protagonizada por el transexual colombiano Endry Cardeño, bajo la dirección de Eduardo Barbera. No me puedo quejar: trabajo para el teatro, la televisión y ahora el cine. Vivo, pues, para las artes escénicas”, puntualiza Elio.
Desde niño, comenta Elio, su vocación fue definida por una especie de encantamiento hacia todo lo que fuera “representación”. En la escuela reunía a compañeros y rayaba algunas líneas para ser montadas. Igual en el liceo y al entrar la universidad, fue la gran definición vocacional, el descubrimiento de un camino y el principio de una visión hacia lo creativo en el teatro en paralelo con su propio crecimiento vital. Terminó sus estudios en Turismo, empezó Sociología, que no terminó, porque la mayor parte de su tiempo estaba ganada por el intento de profesionalizarme. Es decir, comenzó a escribir desde el hecho teatral en sí, por necesidades expresivas dentro de la escena, donde se inició como actor y luego fue interesándose por otros campos y posibilidades de contenido y forma, tanto en la dramaturgia como en la puesta en escena y la producción, a cuyos círculos casi siempre he estado ligado. De hecho, varias de sus piezas han sido escritas para colectivos de actores, en una dialéctica creativa con ellos y también con directores. Porque para él la pieza termina de escribirse sobre el escenario. Los demás géneros literarios le han dado cierto pudor, aunque se atrevió con la prosa y tiene una serie de relatos que, bajo el título de Re-sentir, abordan un tema recurrente: el de la memoria, pero desde la perspectiva de un niño.
A pesar que sus obras mantienen demanda de público y los artistas las buscan para escenificarlas, Elio comenta que hay un peligroso letargo en el teatro venezolano, después que durante los años setenta y ochenta se vivió un fenómeno inédito. Detecta una indefinición o aturdimiento respecto a la escena, una medianía que parece haber sido definida por el mercantilismo de la última década. “Pero hay gente como Xiomara Moreno, y agrupaciones como Teatrela, TET, Textoteatro, La Bacante y Contrajuego, además de los festivales de Occidente y de Oriente y unos cuantos creadores emergentes. Creo que en ellos está el hilo, la conexión con riguroso nivel de compromiso con el arte teatral, que en la medida de su coherencia es compromiso con la sociedad. Creo que es importante destacar la edición de la dramaturgia y vaya mi reconocimiento a la iniciativa de la editorial El perro y la rana, pero gran parte de la construcción de un teatro nacional pasa también por montar lo que escriben sus dramaturgos, y además montar bien sus piezas y llevarlas a todos los rincones del país. Pero sobre toda es necesario revisar a la política teatral oficial como inversión social y eso pasa por darle a los creadores una vida digna, propiciando su perfeccionamiento para que puedan dar lo mejor de si a los demás. La reivindicación del creador teatral sigue siendo una deuda histórica”.
Las minorías
Su teatro toca temas que van desde el Sida hasta la transexualidad, la homosexualidad y otros más. Defiende lo que escribe porque el teatro es un espacio posible para lo que no existe y puede ser. Y también para que “precisamente salga a la luz la diversidad que somos. Las minorías son parte de nuestra sociedad, la enriquecen y deben ser respetadas”. Su debut fue en la temporada caraqueña de 1990, cuando el Centro de Directores para el Nuevo Teatro le montó Detrás de la avenida. Desde entonces ha presentado: Penitentes, La quinta de Dayana, Un patio, dos islas, De bodas, Carmiña, una yegua de otra tierra, Pasajeros, Doña Bárbara, la perfecta ama de casa, ¿Niña o hembra?, Anorexia, rapsodia náutica, Del Alma Querida, Mi hermano José Rosario, La reina del soufflé, Arráncame la vida, Fronteras, Campeones, Escindida, Sintonía o... ¿hay un extraño en casa?, Habitación independiente para hombre solo, Secuestro Rosa, Camino a Kabaskén y Oasis Pub.
“En el canal 4, donde trabajo desde hace tres años, estoy bajo la batuta de Mónica Montañés, a quien conocí durante el proyecto Voltea pa´ que te enamores. Ella, junto con otros escritores, como Leonardo Padrón y Alberto Barrera, ha retomado el hilo sembrado por Cabrujas, Garmendia y Chalbaud para hacer una televisión comercial de calidad, y, sobre todo, ética, entretenida y respetuosa del espectador. Además, la cinematografía, que era una asignatura pendiente, ya cuenta conmigo. Hice un taller de guiones y la Villa del Cine me premió llevándolo a la pantalla. Se trata de Una casa pa´maita, versión de La quinta de Dayana, protagonizada por el transexual colombiano Endry Cardeño, bajo la dirección de Eduardo Barbera. No me puedo quejar: trabajo para el teatro, la televisión y ahora el cine. Vivo, pues, para las artes escénicas”, puntualiza Elio.
Desde niño, comenta Elio, su vocación fue definida por una especie de encantamiento hacia todo lo que fuera “representación”. En la escuela reunía a compañeros y rayaba algunas líneas para ser montadas. Igual en el liceo y al entrar la universidad, fue la gran definición vocacional, el descubrimiento de un camino y el principio de una visión hacia lo creativo en el teatro en paralelo con su propio crecimiento vital. Terminó sus estudios en Turismo, empezó Sociología, que no terminó, porque la mayor parte de su tiempo estaba ganada por el intento de profesionalizarme. Es decir, comenzó a escribir desde el hecho teatral en sí, por necesidades expresivas dentro de la escena, donde se inició como actor y luego fue interesándose por otros campos y posibilidades de contenido y forma, tanto en la dramaturgia como en la puesta en escena y la producción, a cuyos círculos casi siempre he estado ligado. De hecho, varias de sus piezas han sido escritas para colectivos de actores, en una dialéctica creativa con ellos y también con directores. Porque para él la pieza termina de escribirse sobre el escenario. Los demás géneros literarios le han dado cierto pudor, aunque se atrevió con la prosa y tiene una serie de relatos que, bajo el título de Re-sentir, abordan un tema recurrente: el de la memoria, pero desde la perspectiva de un niño.
A pesar que sus obras mantienen demanda de público y los artistas las buscan para escenificarlas, Elio comenta que hay un peligroso letargo en el teatro venezolano, después que durante los años setenta y ochenta se vivió un fenómeno inédito. Detecta una indefinición o aturdimiento respecto a la escena, una medianía que parece haber sido definida por el mercantilismo de la última década. “Pero hay gente como Xiomara Moreno, y agrupaciones como Teatrela, TET, Textoteatro, La Bacante y Contrajuego, además de los festivales de Occidente y de Oriente y unos cuantos creadores emergentes. Creo que en ellos está el hilo, la conexión con riguroso nivel de compromiso con el arte teatral, que en la medida de su coherencia es compromiso con la sociedad. Creo que es importante destacar la edición de la dramaturgia y vaya mi reconocimiento a la iniciativa de la editorial El perro y la rana, pero gran parte de la construcción de un teatro nacional pasa también por montar lo que escriben sus dramaturgos, y además montar bien sus piezas y llevarlas a todos los rincones del país. Pero sobre toda es necesario revisar a la política teatral oficial como inversión social y eso pasa por darle a los creadores una vida digna, propiciando su perfeccionamiento para que puedan dar lo mejor de si a los demás. La reivindicación del creador teatral sigue siendo una deuda histórica”.
Las minorías
Su teatro toca temas que van desde el Sida hasta la transexualidad, la homosexualidad y otros más. Defiende lo que escribe porque el teatro es un espacio posible para lo que no existe y puede ser. Y también para que “precisamente salga a la luz la diversidad que somos. Las minorías son parte de nuestra sociedad, la enriquecen y deben ser respetadas”. Su debut fue en la temporada caraqueña de 1990, cuando el Centro de Directores para el Nuevo Teatro le montó Detrás de la avenida. Desde entonces ha presentado: Penitentes, La quinta de Dayana, Un patio, dos islas, De bodas, Carmiña, una yegua de otra tierra, Pasajeros, Doña Bárbara, la perfecta ama de casa, ¿Niña o hembra?, Anorexia, rapsodia náutica, Del Alma Querida, Mi hermano José Rosario, La reina del soufflé, Arráncame la vida, Fronteras, Campeones, Escindida, Sintonía o... ¿hay un extraño en casa?, Habitación independiente para hombre solo, Secuestro Rosa, Camino a Kabaskén y Oasis Pub.
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