Tres meses, a partir del 4 de mayo de 2009, tiene la junta directiva del Ateneo de Caracas, cuya representante o vocera actual es Carmen Ramia, para desalojar el edificio del Estado venezolano que ocupa en las inmediaciones de la Plaza de los Museos..
A 26 años de funcionar en esa moderna edificación, bajo la figura de un comodato con el Ministerio Popular para las Finanzas, el Ateneo de Caracas tiene que entregar esos espacios al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, según disposición del Ejecutivo Nacional.
Para cerrar este ciclo histórico, las autoridades ateneístas preparan una programación teatral de tres meses, la cual comienza con el espectáculo Cuando quiero llorar no lloro, basado en la novela homónima de Miguel Otero Silva, producida por el grupo Rajatabla, que desde el 28 de marzo de 1993 es comandado por el actor Francisco Alfaro, tras la lamentada muerte de Carlos Giménez.
Otra historia del teatro y las artes venezolanas, en general, se comenzará a contar o escribir desde el 4 de agosto de 2009.
Breve saga ateneísta
Esta institución cultural, fundada el 30 de abril de 1931 por Maria Luisa Escobar, quien instaló la primera junta directiva el 8 de agosto de 1931 -en la planta alta de la casa N0. 43, ubicada entre las esquinas de Marrón a Cují, en la avenida Este de casco central de Caracas- se convirtió a lo largo de su intenso y complejo desarrollo durante los últimos 78 años en el más poderoso y monumental “portaaviones” o un impresionante “nido de aguiluchos” para las artes escénicas no solo de Venezuela si no de America Latina e incluso para el resto del continente y parte de Europa, especialmente por los Festivales Internacionales de Teatro, creados y dirigidos, desde 1973 hasta 1992, por el director argentino Carlos Giménez.
El Ateneo de Caracas, que además fue un bastión político contra los gobiernos fuertes, después de haber llevado su sede a la Esquina de las Mercedes, el 14 de febrero de 1942, donde estaba la casa natal de Andrés Bello, se mudó finalmente a la quinta de Farsen Ramia, en la entrada del Parque Los Caobos, la cual había sido adquirida por el Estado venezolano durante el régimen del general Marcos Pérez Jiménez, para la ampliación de la que iba a ser la avenida Libertador.
El gobierno provisional de Venezuela, que presidía el vice almirante Wolfgang Larrazabal, cedió en comodato la Quinta Ramia a la junta ateneísta, que desde el 18 de enero de 1958 presidía Maria Teresa Castillo de Otero Silva, la cual sesionó ahí, por primera vez, el 28 de octubre de 1958.
En la Quinta Ramia, como se le conocía popularmente, Maria Teresa y su gente provocaron el relanzamiento definitivo del ateneo caraqueño y hacia finales de 1963, en el patio de esa vieja mansión que había erigido el inmigrante Farsen Ramia, el generoso empresario de la mercería El gallo de oro, se inauguró una moderna sala de teatro, diseñada por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, con el montaje de Hamlet, de William Shakespeare, dirigida por Horacio Peterson.
Pero la actividad teatral y cultural ateneísta creció de tal manera, que por iniciativa de los presidentes Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campings, el Centro Simón Bolívar construyó, en la parcela donde estaba la Quinta Ramia, una moderna edificación, según el diseño del arquitecto Gustavo Legúrburu, la cual fue inaugurada el 4 de marzo de 1983.
Fue entonces, cuando el Ateneo de Caracas se mudó al edificio que aún ocupa, dejando atrás el galpón de ladrillo que el Ministerio de Obras Publicas le había erigido provisionalmente, en un terreno aledaño al Teatro Teresa Carreño, espacio que ocupa la Fundación Rajatabla, desde entonces.
Una historia, especialmente de las artes escénicas, y la cual aún no está escrita, pero si tiene muchos protagonistas vivos, se hizo magia y sueños, con risas, llantos y hasta sangre, en ese gris edificio, en pleno corazón de la zona cultural caraqueña.
A 26 años de funcionar en esa moderna edificación, bajo la figura de un comodato con el Ministerio Popular para las Finanzas, el Ateneo de Caracas tiene que entregar esos espacios al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, según disposición del Ejecutivo Nacional.
Para cerrar este ciclo histórico, las autoridades ateneístas preparan una programación teatral de tres meses, la cual comienza con el espectáculo Cuando quiero llorar no lloro, basado en la novela homónima de Miguel Otero Silva, producida por el grupo Rajatabla, que desde el 28 de marzo de 1993 es comandado por el actor Francisco Alfaro, tras la lamentada muerte de Carlos Giménez.
Otra historia del teatro y las artes venezolanas, en general, se comenzará a contar o escribir desde el 4 de agosto de 2009.
Breve saga ateneísta
Esta institución cultural, fundada el 30 de abril de 1931 por Maria Luisa Escobar, quien instaló la primera junta directiva el 8 de agosto de 1931 -en la planta alta de la casa N0. 43, ubicada entre las esquinas de Marrón a Cují, en la avenida Este de casco central de Caracas- se convirtió a lo largo de su intenso y complejo desarrollo durante los últimos 78 años en el más poderoso y monumental “portaaviones” o un impresionante “nido de aguiluchos” para las artes escénicas no solo de Venezuela si no de America Latina e incluso para el resto del continente y parte de Europa, especialmente por los Festivales Internacionales de Teatro, creados y dirigidos, desde 1973 hasta 1992, por el director argentino Carlos Giménez.
El Ateneo de Caracas, que además fue un bastión político contra los gobiernos fuertes, después de haber llevado su sede a la Esquina de las Mercedes, el 14 de febrero de 1942, donde estaba la casa natal de Andrés Bello, se mudó finalmente a la quinta de Farsen Ramia, en la entrada del Parque Los Caobos, la cual había sido adquirida por el Estado venezolano durante el régimen del general Marcos Pérez Jiménez, para la ampliación de la que iba a ser la avenida Libertador.
El gobierno provisional de Venezuela, que presidía el vice almirante Wolfgang Larrazabal, cedió en comodato la Quinta Ramia a la junta ateneísta, que desde el 18 de enero de 1958 presidía Maria Teresa Castillo de Otero Silva, la cual sesionó ahí, por primera vez, el 28 de octubre de 1958.
En la Quinta Ramia, como se le conocía popularmente, Maria Teresa y su gente provocaron el relanzamiento definitivo del ateneo caraqueño y hacia finales de 1963, en el patio de esa vieja mansión que había erigido el inmigrante Farsen Ramia, el generoso empresario de la mercería El gallo de oro, se inauguró una moderna sala de teatro, diseñada por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, con el montaje de Hamlet, de William Shakespeare, dirigida por Horacio Peterson.
Pero la actividad teatral y cultural ateneísta creció de tal manera, que por iniciativa de los presidentes Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campings, el Centro Simón Bolívar construyó, en la parcela donde estaba la Quinta Ramia, una moderna edificación, según el diseño del arquitecto Gustavo Legúrburu, la cual fue inaugurada el 4 de marzo de 1983.
Fue entonces, cuando el Ateneo de Caracas se mudó al edificio que aún ocupa, dejando atrás el galpón de ladrillo que el Ministerio de Obras Publicas le había erigido provisionalmente, en un terreno aledaño al Teatro Teresa Carreño, espacio que ocupa la Fundación Rajatabla, desde entonces.
Una historia, especialmente de las artes escénicas, y la cual aún no está escrita, pero si tiene muchos protagonistas vivos, se hizo magia y sueños, con risas, llantos y hasta sangre, en ese gris edificio, en pleno corazón de la zona cultural caraqueña.
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