Xiomara, una de las pocas criollas que escribe teatro y en eso lleva 17 obras originales y muchas versiones y adaptaciones de textos clásicos, reconoce que la creación de una pieza es un proceso complejo y su acto de escritura es un trabajo continúo de observación, de reflexión y también de angustias. Otro elemento fuerte para sus inspiraciones es la música y las imágenes fotográficas. En el caso de su Geranio, fue el vals Geranio, de Pedro Elías Gutiérrez, y una foto, en blanco y negro, de un grupo de pacientes de un inaugurado sanatorio mental en la Venezuela de mediados del siglo XX. Pasado el tiempo, la obra que ha tenido su existencia en manos de distintos directores y en otras latitudes, volvió a la escena caraqueña porque el intérprete Nacho Huett consiguió animar a los pujantes amigos del show bussines Juan Carlos Pavón y Kelvis Martínez para que produjeran esta oportuna reposición con su organización KJCP Producciones, tras convocar además a los sólidos cómicos Gerardo Soto, Antonio Delli y Raúl Hernández.
Geranio es una comedia dramática sobre cuatro dementes encerrados en un asilo, quienes obligan, en códigos sartreanos, a reflexionar sobre lo que es la locura y el destino de los seres humanos que nos atrevemos a cruzar esa raya amarilla que separa la normalidad y la insania mental, y como todos la cruzamos, sin darnos cuenta, cuando se presentan conflictos amorosos o de trabajo o simplemente porque se manifiesta una alteración química en nuestro organismo…y eso conduce a un abismo depresivo o al reventón de ira que solo la controla un baño helado o la inyección de un calmante.
Si el enredo de lo que pasa con Geranio y sus compañeros de cautiverio, Nicolás, Guy y Guillermo, exige por parte del público asumir que son seres que cruzaron la raya amarilla y nunca se dieron cuenta, les advertimos a esos espectadores que es posible que lleguen envidiar tal mundo de fantasía donde transcurren esas existencias, porque al salir del teatro donde estaban retornan a un mundo que tienen trampas más peligrosas que las vistas gracias a ese cuarteto de histriones, donde el gran triunfador es Nacho por su Geranio.
Ver Geranio es evocar el encierro de los personajes de A puerta cerrada de Jean Paul Sartre y reconocer la incapacidad que tenemos los humanos para explicarnos la existencia y la imposibilidad que hay para encontrar una ruta que permita seguir viviendo sin tener que tomar una infusión de hojas de geranio que matice los nervios o el estrés.
Geranio es una comedia dramática sobre cuatro dementes encerrados en un asilo, quienes obligan, en códigos sartreanos, a reflexionar sobre lo que es la locura y el destino de los seres humanos que nos atrevemos a cruzar esa raya amarilla que separa la normalidad y la insania mental, y como todos la cruzamos, sin darnos cuenta, cuando se presentan conflictos amorosos o de trabajo o simplemente porque se manifiesta una alteración química en nuestro organismo…y eso conduce a un abismo depresivo o al reventón de ira que solo la controla un baño helado o la inyección de un calmante.
Si el enredo de lo que pasa con Geranio y sus compañeros de cautiverio, Nicolás, Guy y Guillermo, exige por parte del público asumir que son seres que cruzaron la raya amarilla y nunca se dieron cuenta, les advertimos a esos espectadores que es posible que lleguen envidiar tal mundo de fantasía donde transcurren esas existencias, porque al salir del teatro donde estaban retornan a un mundo que tienen trampas más peligrosas que las vistas gracias a ese cuarteto de histriones, donde el gran triunfador es Nacho por su Geranio.
Ver Geranio es evocar el encierro de los personajes de A puerta cerrada de Jean Paul Sartre y reconocer la incapacidad que tenemos los humanos para explicarnos la existencia y la imposibilidad que hay para encontrar una ruta que permita seguir viviendo sin tener que tomar una infusión de hojas de geranio que matice los nervios o el estrés.
Geranio tiene por supuesto una lectura política...pero dejemos que sean los espectadores quienes la descruban.!No es tan difícil!
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