Gracias a Dios el teatro venezolano no es únicamente el que se produce y exhibe en Caracas. En el resto del territorio nacional hay una constante actividad escénica. Existen agrupaciones, con un sólido prestigio, que haciendo esfuerzos financieros, como es obvio, vienen a la capital de la República para mostrar su aciertos. Lamentablemente, no se ha podido coordinar un permanente circuito que permita a los caraqueños ver lo que se hace en la provincia, como tampoco abundan los elencos capitalinos que pueden viajar a las regiones para mostrar sus espectáculos, salvo los que son producidos por empresarios duchos en la comercialización del teatro.
Y recordamos esto en ocasión de que la agrupación Cuatro Fuego Producciones vino desde Maracay para hacer temporada en la sala del Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas. Bajo la egida de Hans Velásquez está exhibiendo la obra Un busto al cuerpo del madrileño Eduardo Caballero (52 años), serio y entretenido alegato existencial, en ritmo de farsa, sobre las operaciones reconstructivas, especialmente las que se hacen las féminas para aumentar o disminuir el volumen de sus glándulas mamarias.
Caballero, que, además de dramaturgo -comenzó en 1984 con Rosaura y hasta ahora tiene no menos de 20 textos, casi todos representados- es director de escena y profesor de actuación en la Escuela de Arte Dramático de Madrid. Por intermedio de Un busto al cuerpo (1999), versionada por Lorena Romero, quien también actúa al lado de Laila Colmenares e Ygnir Romero, se le propone al público una serie de agudas reflexiones sobre los ¿por qué? y los ¿para qué? que mueven a los seres humanos para someter sus cuerpos delicadas, o riesgosas, cirugías, en la búsqueda de las más intimas satisfacciones personales, o en pos de la realización de metas profesionales o, simplemente, para estar a tono con los cánones que dicta la moda.
En síntesis, para decirlo en lenguaje más sencillo, se aborda la razón o la sinrazón de las operaciones para incrementar o reducir los pezones femeninos (también hacen lo mismo, pero con menos frecuencia, a los varones), tema utilizado, de manera exacerbada, por la televisión, el cine y la literatura a partir de la novela Sin tetas no hay paraíso (2005) del colombiano Rafael Bolívar.
El espectáculo teatral de la multidisciplinaria agrupación Cuatro Fuego Producciones impactó por la simpleza de su propuesta escénica y, especialmente, gracias al desenfado de las tres actrices, desconocidas en Caracas, y particularmente por la veracidad que lograron darle a sus personajes, ya que advirtieron, de manera didáctica los pro y los contras de esa moda, peligrosa, para más de una dama o un caballero, por las complicaciones clínicas que pueden presentarse.
El Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, ubicado en la salida sureste del Metro de Bellas Artes, fue fundado por el maestro Horacio Peterson (Coquimbo, Chile, 22 de abril de 1922/Caracas, 25 de noviembre de 2002), tras salir del Ateneo de Caracas, en 1971. Ha seguido funcionando gracias a la pasión y el talento de Carmen “La Negra” Jiménez, al frente de un puñado de aguerridos maestros, además del generoso apoyo del Centro Simón Bolívar, y la consecuente presencia del publico y de decenas de agrupaciones de jóvenes artistas.
Y recordamos esto en ocasión de que la agrupación Cuatro Fuego Producciones vino desde Maracay para hacer temporada en la sala del Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas. Bajo la egida de Hans Velásquez está exhibiendo la obra Un busto al cuerpo del madrileño Eduardo Caballero (52 años), serio y entretenido alegato existencial, en ritmo de farsa, sobre las operaciones reconstructivas, especialmente las que se hacen las féminas para aumentar o disminuir el volumen de sus glándulas mamarias.
Caballero, que, además de dramaturgo -comenzó en 1984 con Rosaura y hasta ahora tiene no menos de 20 textos, casi todos representados- es director de escena y profesor de actuación en la Escuela de Arte Dramático de Madrid. Por intermedio de Un busto al cuerpo (1999), versionada por Lorena Romero, quien también actúa al lado de Laila Colmenares e Ygnir Romero, se le propone al público una serie de agudas reflexiones sobre los ¿por qué? y los ¿para qué? que mueven a los seres humanos para someter sus cuerpos delicadas, o riesgosas, cirugías, en la búsqueda de las más intimas satisfacciones personales, o en pos de la realización de metas profesionales o, simplemente, para estar a tono con los cánones que dicta la moda.
En síntesis, para decirlo en lenguaje más sencillo, se aborda la razón o la sinrazón de las operaciones para incrementar o reducir los pezones femeninos (también hacen lo mismo, pero con menos frecuencia, a los varones), tema utilizado, de manera exacerbada, por la televisión, el cine y la literatura a partir de la novela Sin tetas no hay paraíso (2005) del colombiano Rafael Bolívar.
El espectáculo teatral de la multidisciplinaria agrupación Cuatro Fuego Producciones impactó por la simpleza de su propuesta escénica y, especialmente, gracias al desenfado de las tres actrices, desconocidas en Caracas, y particularmente por la veracidad que lograron darle a sus personajes, ya que advirtieron, de manera didáctica los pro y los contras de esa moda, peligrosa, para más de una dama o un caballero, por las complicaciones clínicas que pueden presentarse.
El Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, ubicado en la salida sureste del Metro de Bellas Artes, fue fundado por el maestro Horacio Peterson (Coquimbo, Chile, 22 de abril de 1922/Caracas, 25 de noviembre de 2002), tras salir del Ateneo de Caracas, en 1971. Ha seguido funcionando gracias a la pasión y el talento de Carmen “La Negra” Jiménez, al frente de un puñado de aguerridos maestros, además del generoso apoyo del Centro Simón Bolívar, y la consecuente presencia del publico y de decenas de agrupaciones de jóvenes artistas.
¿Cuántas agrupaciones del interior de la República quisieran hacerse ver en Caracas?
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