No se puede pretender nunca envejecer y además vivir eternamente. La ancianidad y la muerte son fundamentales en ese combo existencial que los seres humanos recibimos al nacer. Todo lo que se haga, por ahora, para impedir o demorar tales etapas resulta inútil y hasta ridículo. Historias de esos intentos hay por doquier, aunque las artes literarias y las escénicas le han sacado provecho a la finitud y al desgaste físico y neuronal para elaborar obras con diversos mensajes y utilidades, y, hasta formular, postulados filosóficos.
Es por eso que durante el espectáculo teatral Conversaciones con mamá, la Madre le dice, con mucha convicción, a su hijo Jaime que “ser viejo es una ventaja que llega un poco tarde, la única manera de aprovecharla es compartiéndola con los demás", para hacerle entender que ella, a sus 70 años tiene derecho a seguir disfrutando la vida y para ello tiene un novio, el cuasi sexagenario argentino Gregorio, desde hace dos años largos, con quien quiere casarse.
Ese es uno de los conflictos que estremecerá al público que acuda a ese montaje que el Centro de Directores para el Nuevo Teatro muestra, bajo la pulcra dirección de Daniel Uribe. Obra ideal para la reflexión y que, además, identifica sentimientos propios, temas actitudes y acciones que no por cotidianas y familiares, dejan de ser complejas.
Del cine al teatro
Inicialmente Conversaciones con mamá es una película argentina, estrenada durante la temporada de 2004, cuya dirección y guión son de Santiago Carlos Oves. Ambientada en Buenos Aires, está basada en la crisis socioeconómica de la nación sureña, durante el 2001, se acentúa en las relaciones familiares, ya que los jóvenes quieren afirmar su identidad y su destino en medio del caos económico, al mismo tiempo que una viejita se enfrenta de nuevo con el amor y es obligada a desafiar la soledad."Es un largometraje que pretende enaltecer las virtudes de la ancianidad, apuntando a una sociedad que por lo general ignora que en la sencillez de su sabiduría está la profundidad de la vida misma", explica Oves.
La repercusión del filme Conversaciones con mamá fue de tal proporción en América Latina y hasta en el reino de España, que varios teatreros, entre ellos los venezolanos, buscaron el guión y solicitaron una versión teatral al dramaturgo español Jordi Galcerán, el autor de El método Grönhol. Esta se escenifica en Caracas y en contexto criollo, con los actores María Cristina Lozada y Gonzalo Velutini, quienes llevan el peso de la obra, donde los hilos conductores, con dosificado humor, plantean la crudeza de las relaciones materno-filiales, la incertidumbre ante la muerte, la soledad y las apariencias sociales. Ahí, Jaime tiene 50 años y la madre se las arregla sola y sobrelleva sus 70 con dignidad. Pero un día ocurre lo inesperado: la empresa para la cual trabaja Jaime lo deja en la calle. El y su mujer son los dueños del apartamento donde vive mamá. Jaime se da cuenta que no le queda alternativa, pero cuando decide visitar a la madre para anunciarle que debe vender el apartamento, sucede algo que desmorona todas sus expectativas y que producirá un cambio radical en su existencia: mamá tiene novio, 13 años más joven, con quien piensa quedarse a vivir en esa casa, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.
Es imposible no sentirse afectado por todo lo que ocurre en escena. La risa aflora fácil, pero son los nervios de “que eso me puede pasar a mí” o “así era mi tía o mi mami”. La performance de María Cristina como la madre es algo nunca antes visto; disfruta su personaje, le saca punta a todos los diálogos y hace que sea una delicia ver a esa viejita defendiendo su derecho a la vida y al amor. Gonzalo, como Jaime, hace creíble su personaje, especialmente por la evolución de su historia y ante el final inesperado, aunque natural. Aleccionadora comedia dramática.
Supersticiosa y mandona
Solamente María Cristina Lozada -casada hace 40 años con Iván Garmendia y procreadores de Vanesa (36) e Iván (35), “pero aún sin nietos”- podía resolver a esa anciana. Porque ella no es de personajes fáciles ni derrotados. Ella no es tampoco Elvira la abandonada, salvo que presta su voz y su cuerpo para esa heroína que deberá comandar hasta el final a los Ancizar o hasta que llegue la revolución comunista de 1947, como lo advierte José Ignacio Cabrujas en El día que me quieras. En una ocasión, admitió que sí era supersticiosa, por lo que toca madera y hasta se persigna. Es equilibrada y reflexiva. Organizada y nada incoherente. Bastante mandona y además autoritaria. Advierte que no sabe guardar secretos, porque es muy cobarde con el dolor físico y apenas la amenazan con torturarla comienza a “cantarlo” todo, aunque no perdona la traición a un compañero o compañera. Reconoce que la violencia genera violencia, pero no sabe perdonar al terrorismo, del cual hay muchos tipos, y sugiere que la población venezolana debe esta atenta para combatirlo. Adora la televisión, porque es lo inmediato, pero en el teatro repite y tiene la posibilidad de mejorarlo cada día de función.
Ficha artística
Obra: Conversaciones con mamá
Autor: Santiago Carlos Ovés
Versión: Jordi Galcerán
Intérpretes: La madre (María Cristina Lozada) y el hijo Jaime (Gonzalo Velutini)
Vestuario: Oswaldo Escalante y Joaquín Nandez
Coreografía: Vittorio Marsón
Dirección: Daniel Uribe Osío
Producción: Marcos Purroy y Eduardo Fermín
Es por eso que durante el espectáculo teatral Conversaciones con mamá, la Madre le dice, con mucha convicción, a su hijo Jaime que “ser viejo es una ventaja que llega un poco tarde, la única manera de aprovecharla es compartiéndola con los demás", para hacerle entender que ella, a sus 70 años tiene derecho a seguir disfrutando la vida y para ello tiene un novio, el cuasi sexagenario argentino Gregorio, desde hace dos años largos, con quien quiere casarse.
Ese es uno de los conflictos que estremecerá al público que acuda a ese montaje que el Centro de Directores para el Nuevo Teatro muestra, bajo la pulcra dirección de Daniel Uribe. Obra ideal para la reflexión y que, además, identifica sentimientos propios, temas actitudes y acciones que no por cotidianas y familiares, dejan de ser complejas.
Del cine al teatro
Inicialmente Conversaciones con mamá es una película argentina, estrenada durante la temporada de 2004, cuya dirección y guión son de Santiago Carlos Oves. Ambientada en Buenos Aires, está basada en la crisis socioeconómica de la nación sureña, durante el 2001, se acentúa en las relaciones familiares, ya que los jóvenes quieren afirmar su identidad y su destino en medio del caos económico, al mismo tiempo que una viejita se enfrenta de nuevo con el amor y es obligada a desafiar la soledad."Es un largometraje que pretende enaltecer las virtudes de la ancianidad, apuntando a una sociedad que por lo general ignora que en la sencillez de su sabiduría está la profundidad de la vida misma", explica Oves.
La repercusión del filme Conversaciones con mamá fue de tal proporción en América Latina y hasta en el reino de España, que varios teatreros, entre ellos los venezolanos, buscaron el guión y solicitaron una versión teatral al dramaturgo español Jordi Galcerán, el autor de El método Grönhol. Esta se escenifica en Caracas y en contexto criollo, con los actores María Cristina Lozada y Gonzalo Velutini, quienes llevan el peso de la obra, donde los hilos conductores, con dosificado humor, plantean la crudeza de las relaciones materno-filiales, la incertidumbre ante la muerte, la soledad y las apariencias sociales. Ahí, Jaime tiene 50 años y la madre se las arregla sola y sobrelleva sus 70 con dignidad. Pero un día ocurre lo inesperado: la empresa para la cual trabaja Jaime lo deja en la calle. El y su mujer son los dueños del apartamento donde vive mamá. Jaime se da cuenta que no le queda alternativa, pero cuando decide visitar a la madre para anunciarle que debe vender el apartamento, sucede algo que desmorona todas sus expectativas y que producirá un cambio radical en su existencia: mamá tiene novio, 13 años más joven, con quien piensa quedarse a vivir en esa casa, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.
Es imposible no sentirse afectado por todo lo que ocurre en escena. La risa aflora fácil, pero son los nervios de “que eso me puede pasar a mí” o “así era mi tía o mi mami”. La performance de María Cristina como la madre es algo nunca antes visto; disfruta su personaje, le saca punta a todos los diálogos y hace que sea una delicia ver a esa viejita defendiendo su derecho a la vida y al amor. Gonzalo, como Jaime, hace creíble su personaje, especialmente por la evolución de su historia y ante el final inesperado, aunque natural. Aleccionadora comedia dramática.
Supersticiosa y mandona
Solamente María Cristina Lozada -casada hace 40 años con Iván Garmendia y procreadores de Vanesa (36) e Iván (35), “pero aún sin nietos”- podía resolver a esa anciana. Porque ella no es de personajes fáciles ni derrotados. Ella no es tampoco Elvira la abandonada, salvo que presta su voz y su cuerpo para esa heroína que deberá comandar hasta el final a los Ancizar o hasta que llegue la revolución comunista de 1947, como lo advierte José Ignacio Cabrujas en El día que me quieras. En una ocasión, admitió que sí era supersticiosa, por lo que toca madera y hasta se persigna. Es equilibrada y reflexiva. Organizada y nada incoherente. Bastante mandona y además autoritaria. Advierte que no sabe guardar secretos, porque es muy cobarde con el dolor físico y apenas la amenazan con torturarla comienza a “cantarlo” todo, aunque no perdona la traición a un compañero o compañera. Reconoce que la violencia genera violencia, pero no sabe perdonar al terrorismo, del cual hay muchos tipos, y sugiere que la población venezolana debe esta atenta para combatirlo. Adora la televisión, porque es lo inmediato, pero en el teatro repite y tiene la posibilidad de mejorarlo cada día de función.
Ficha artística
Obra: Conversaciones con mamá
Autor: Santiago Carlos Ovés
Versión: Jordi Galcerán
Intérpretes: La madre (María Cristina Lozada) y el hijo Jaime (Gonzalo Velutini)
Vestuario: Oswaldo Escalante y Joaquín Nandez
Coreografía: Vittorio Marsón
Dirección: Daniel Uribe Osío
Producción: Marcos Purroy y Eduardo Fermín
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