Nos acompaña la negritud desde la prolongada infancia en la ciudadela campamento de un trapiche de caña de azúcar. Nos premió con varias turgentes madres de leche, además de las comidas típicas con las familias de sus trabajadores, todos negros como la noche pero de fantásticas sonrisas blancas y rosadas. La escuela nos apartó de nuestros negritos compañeros de juegos, pero ellos y sus padres nunca se fueron. Están ahí, reiterándonos sus mágicas y milenarias tradiciones y su pasión inconmensurable por la libertad para decidir por ellos mismos, la cual les ha sido negada durante los últimos 500 años en este continente. Nada, pues, de esa variopinta comunidad africana transplantada a las Indias occidentales nos es ajena.
Gracias a la Compañía Nacional de Teatro (CNT), la negritud de nuestra infancia ha regresado al toparnos con otra generación de afrodescendientes, al verlos y disfrutarlos en el espectáculo Kombit, lúcido montaje colectivo, iniciado en el 2009, con actores venezolanos y miembros de la comunidad haitiana, en Caracas, dirigidos por Gregorio Milano y Jorge Cogollo, para dar voz y rostro a una comunidad que mantiene vinculación con Venezuela desde los tiempos de la colonia.
Kombit –se escenifica en la Galería de Arte Nacional-en lengua creole es el espacio o lugar donde los esclavos eran libres dentro de su propia comunidad independiente. Lugar para la libertad de la negritud, que ahora en Caracas es un espacio teatral, donde la historia haitiana, sus paisajes humanos y sus luchas tienen una presencia viva, un aquí y un ahora. Y todo eso entra por la piel y los otros sentidos, gracias a la voz y los gestos de sus hijos, con su trabajo escénico de formas sencillas, canto y memoria sensibles y con palabras esenciales, como lo han indicado Milano y Cogollo. Kombit viene a ser como los guetos de los judíos o los gitanos en la Europa Central de la Segunda Guerra Mundial, donde se protegían parcialmente del rampante fascismo, añadimos nosotros. El fascismo no tiene color, ni tiempo, ni país definido, porque esta ahí, agazapado y esperando dar su zarpazo mortal, casi siempre.
El montaje es una correcta instalación escénica y un recorrido básico para que el espectador pueda desplazarse por diversas “estaciones”, descubriendo los elementos que componen la idiosincrasia del haitiano: el vudú como religión, el mercado como centro de intercambio humano, las historias cotidianas, anécdotas de vida, la venta de frutas, la esclavitud, la travesía por el mar, su riqueza pictórica, su música, sus elementos de percusión, la nostalgia por su país, sus procesos políticos, historias de independencia, entre otros. A este mágico espacio se le suma la colaboración de bailarines y percusionistas del Teatro Negro de Barlovento que completan con su fuerza expresiva la esencia del mensaje estético e ideológico.
El evento es parte de un modelo de producción que adelanta la CNT para que las comunidades sean centro y protagonistas del hecho teatral, el cual plantea la participación creativa de los ciudadanos, otorgando así a los espectadores más que una oferta escénica, formas alternativas de relación y reflexión en torno a la actividad teatral.
Pero Kombit, además, es un evento cultural que en su metamensaje invita a revisar la historia de la nación haitiana, desde que la invasión española liquidó a los indígenas y los sustituyó con esclavos negros. Difícil ha sido la vida para esa comunidad descendiente de los primeros africanos, pero, a pesar de todo, incluso de la misma naturaleza, han sobrevivido y ahí están, en un verdadero vía crucis, precisamente Kombit culmina con un Nazareno negro arrastrando la cruz y el publico atrás, como parte de la comparsa teatral.
No queda duda que se trata de un teatro experimental, que no está culminado y el cual todavía merece ajustes con la música, con los bailes y hasta con el mismo vestuario que está muy limpio y cuidado. Pero, uno critica lo que se hizo y no precisamente lo que no se hizo.
¿Cuántos Kombit hay en América Latina y en el Caribe?
Ficha artística
Obra: Kombit. Dirección: Gregorio Milano, Jorge Cogollo y Alfredo Caldera. Diseño y ambientación: Rafael Sequera. Musicalización: Emile Nervil y Alfredo Caldera. Percusionistas del Teatro Negro de Barlovento: Pedro Key, Yeralfre Bolívar, Pedro Duarte, Juan Sojo y Raúl Urbina. Elenco: Fritz Saint Louis, Inmacula Nervil, Fritz Saint Louis Nervil, Ullyses Wincenson, Jacob Louis Jeune, Emile Nervil, Peterson Samedi, Gyna Allience, Jenifer Registro, Dieufete Joseph, Jeferson Antoine, Richardson Zephir, Tatiana Saint Louis, Jorge Martínez, Demis Gutiérrez, Jesús Gómez, Argenis Ciriaco, Ángel Pájaro, Alexandra Yambo, Tuneixi Villalba, Fernando Ferrera, Jiniva Irazabal, María Téllez, María de los Ángeles Pérez, José Lugo y Derwin Campos.
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