domingo, enero 09, 2011

Denuncian piratería teatral

La actriz Francis Rueda y el dramaturgo Gilberto Pinto, subieron a mi página del Facebook un comentario sobre una anomalía en el Reino Unido y dejaron caer, cual gotas de arsénico, unas frases para ambientar esa información en la República Bolivariana de Venezuela y suscitar una sana polémica.
Gilberto y Francis –casados y con un hijo- escribieron: La gente de teatro en Gran Bretaña se queja con razón del exceso de cursos privados de actuación a los cuales no se les puede evaluar; "cualquiera puede abrir una escuela y cualquiera puede erigirse en profesor. Por eso muchas escuelas y talleres resultan ineficaces". Por lo visto en todas partes se cuecen habas. Al parecer, la piratería es un derecho democrático.
Eso desató una sensata reacción en cadenas de los teatreros vernáculos. He aquí tan interesante material:
El actor Vito Lonardo comentó que lo advertido por Pinto y Rueda no es de ahora, “desde que entré a la Escuela Juana Sujo en el `83 habían varias academias de modelaje y actuación y ellos supuestamente" te conseguían trabajo en TV....sin tocar el tema del "sindicato" de radio, teatro, cine y televisión del Distrito Federal y estado Miranda y su combo-mafia”.
El director y actor, además de profesor, Héctor Manrique dijo que hace unos años en una entrevista en El Nacional habló de los actores Nescafé. Son esos actores que hacen un cursito y ya quieren protagonizar y que son alentados por "maestros Nescafé" de talleres de fin de semana. Casi siempre estos "maest...ros" son actores sin empleo y buscan la forma de sobrevivir económicamente dando clases sin darse cuenta la inmensa responsabilidad que significa conducir el proceso formativo de un actor. Varios de estos "maestros" dejaron una mentada de madre en el contestador telefónico de mi casa. “Creo que una forma de combatir esta piratería es denunciarla sin miedo”.
El profesor y cineasta Beto Benites señaló que nadie puede impedir que a alguien se le ocurra dar clases sobre cualquier terreno artístico. Muchos maestros serios no tienen un título que exhibir en su...s vitrinas, y muchos que sí lo tienen no cuentan con la mínima idoneidad. Al margen de la competencia de los Ministerios de Educación o Cultura que podrían, o no tener la potestad de avalar estos cursos y escuelas que pululan, y que dependiendo de si tienen más o menos recursos económicos se presentarán como un "engaño colorido" más convincente. Creo, sin embargo, que si tuviéramos un gremio sólido le correspondería (entre sus otras muchas funciones) otorgar un aval a los cursos que se ofrecen y que entonces es la gente del mismo gremio la que garantizaría que tal o cual curso se corresponde con ciertos lineamientos de formación artística. Claro, estamos tan lejos de ello que a quien quiera empezar su camino dentro del arte escénico no le queda más que estropearse la testa con varios "talleres" y "cursos" antes de encontrar algo que realmente lo alimente y le permita seguir en esta brega que no es corta. Un camino que se presenta lleno de dragones a quienes hay que enfrentar antes de llegar al castillo donde está el tesoro. “En esto no hemos avanzado nada, veo que estamos igual que en Inglaterra o la China, los maestros siguen trabajando en sus pequeños reductos y la tarea es conseguirlos, y luego convencerlos para que nos acepten, para después abandonarlos, a veces traicionarlos (artísticamente hablando) y buscar otro, y otro, y otro. No veo otra camino”.
El profesor y autor Rubén Pinto puntualiza que lo de los talleres se ha convertido en un verdadero mal, y aunque reconoce que unos cuantos son dictados por personas conocedoras y capacitadas para ejercer la docencia teatral, afirma que abundan más los piratas que no tienen otro interés que el... de ganarse unos cuantos bolívares fuertes, esto en desmedro de los jóvenes que se acercan confiados a seguir estos cursos, los que, su mayoría, no cumplen otro objetivo que el de deformar al aspirante llenándole de vicios y falsas teorías. En estos últimos años, decirle a algunos aspirantes a interpretes, que tienen que estudiar dos o tres años para lograr convertirse en un artista de la escena con una formación integral, es como nombrarles a su progenitora. Les causa piquiña, horror. Lo miran a uno como gallina que mira sal y abandonan el lugar como alma que lleva el diablo. Prefieren entonces irse por los atajos que conducen a lo más rápido y fácil, a los talleres; esos cursos que les prometen convertirlos en estrellas en dos o tres meses, y un muchos casos, y aunque usted no lo crea, en un íngrimo fin de semana. Y pagan lo que sea, mucho mas si estos son dictados por figuras ligadas a la televisión que ni siquiera saben actuar. Durante los meses comprendidos entre agosto y noviembre del 2010, pude contabilizar alrededor de 24 talleres, algunos de ellos dictados por profesionales respetables del teatro, y otro por ilustres desconocidos que en sus llamativos avisos promocionales ofrecían materias y contenidos tan pintorescos y absurdos que llamaban a risa. ¿Pero como evitar todo esto? No, no hay forma. ¿Ante la pelazón que abunda en el medio, la falta de ética, principios, honestidad y responsabilidad de algunos de nuestros "colegas", que podemos hacer? “Solo nos queda por ahora, arrecharnos, y sentados, o mejor dicho, acostados para no cansarnos, esperar que algún día las cosas cambien para bien del teatro. ....mientras tanto. ¿Quién le pone el cascabel al gato?”
La licenciada Rossana Hernández comenta que son varios los factores que hay que analizar: Al hacer una revisión de la intervención del Estado en el ámbito teatral venezolano, podemos encontrar períodos en donde ésta se reflejaba en inversión de recursos, que incluso, cambiaron los marcos institucionales generales pero no los escenarios, mucho subsidio, pero sin aplicar políticas para su desarrollo, mucho menos, aplicación de medida de controles o supervisión en el ejercicio de la carrera, ya allí un gran problema. Es cierto que con la creación del IUDET, ahora Unearte, institución de la cual soy egresada, el teatro da el paso hacia la profesionalización, pero el asunto es, que esos profesionales del teatro que se gradúan año tras año a ¿dónde van ejercer si no hay campo de trabajo? y si sumado a ello, deben competir con quienes simplemente hacen un taller de dos meses para optar por una participación en una obra, por ejemplo, el asunto se torna todavía más complejo, porque es cierto que en un actor no se consigue sólo en las aulas, que la experiencia es insustituible, y todo aquello de las condiciones innatas, pero mucho menos un profesional se hace en un taller express . Ahora bien, qué hay de aquellos directores que, a sabiendas de esta situación, dan la oportunidad a un actor y/o actriz que se forma en seis semanas? Si reconocemos que la actuación es una carrera que requiere años de estudio y exploración, este director ¿no está siendo un grandísimo hipócrita? o ¿cuando usa un animador de TV para hacer taquilla justificándose con que de alguna manera tenemos que hacer dinero?, ¿acaso no tenemos nosotros también responsabilidad?, ¿no la tiene el actor mismo cuando se conforma y cree que ya lo sabe todo porque tiene seis ó más años de tablas y por ello no continúa en el estudio porque ya se la sabe todas. No contamos con entrenamiento permanente, pero tampoco lo buscamos, el actor venezolano se gradúa y luego se entrena sólo cuando está en proceso de una obra (por los ensayos), de lo contrario no busca nuevos terrenos, generalmente no se preocupa por seguir explorando, la expresión es: ay, por favor, yo no estoy para eso. Cuando, también es verdad que contamos con valiosísimos maestros, de cuya experiencia y conocimientos también nos podemos nutrir...ahí le dejamos bastante terreno a los "express". “Sin duda, se trata de un tópico complejo dónde todos los involucrados somos co-responsables, tema que bien vale la pena proponer y discutir”.
El actor Edisson Spinetti se lamenta que ahora a los comediantes no se les busca en las escuelas de actuación Ahora se les busca en los gym, en las pasarelas o en los concursos de belleza. “Pero lo peor es la gente que aupa estas atrocidades”.
Nosotros, para buscarle una salida legal al asunto, señalamos que el Ministerio del Poder Popular para la Educación está en el deber o en la obligación de chequear "la honestidad" de esas "escuelitas" que "hacen" actores o actrices en seis meses, pero no lo hace y esos "claustros" se convierten en una estafa a la sociedad. Hay que seguir, pues, el ejemplo dado por los británicos y protestar y denunciar. ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Recordamos que el teatro venezolano se hizo con "escuelitas" durante largos 40 años y es cuando se funda el Iudet y después que se crea a Uneartes que el teatro se torna académico. Las "escuelitas" no tienen la culpa sino los docentes, por aquello de su talento y conocimientos. Que la docencia tiene que cambiar y eliminar la piratería no hay duda pero ¿cómo se comienza?
Si en el Reino Unido hay piratería teatral que se puede esperar para esta Tierra de Gracia. Los actores tienen un talento especial y avanzan aunque no tengan títulos. Hay un plan nacional para la capacitación artística en general pero mientras eso llega los interesados se preparan como pueden y con la ayuda de piratas y doctos. Ese es el panorama.
Gilberto Pinto y Francis Rueda con honestas intenciones armaron un alboroto o le dieron un palazo al avispero, porque si se requiere de la urgente educación y la profesionalización de las artes escénicas. Este asunto que ellos han propuesto, ante esa especie de foro público que es el Facebook, es muy serio y es un tema de Estado. Ojala que el problema trascienda de las razonadas discusiones y se transforme en propuestas o planteamientos sensatos.


1 comentario:

José Gregorio Cabello dijo...

Realmente es un tema muy interesante. El mundo del teatro está lleno de muchísimos profesionales con grandes deseos de hacer "cosas". No me los imagino, dando un curso sobre algún aspecto de la medicina, porque hayan interpretado el rol de médico en algún momento, o de otra forma, levantando los planos de una edificación, porque saben construir un personaje... Ello sería un tremendo atrevimiento. Como docente, educador en las Artes Escénicas, siempre me he preguntado, si quienes dan o dictan esos "talleres" de los que hablamos, manejan y conocen lo que es pedagogía o la andragogía, la didáctica. O si se han paseado por la planificación y evaluación de los contenidos... y mucho menos, cómo será ese proceso formativo, y sus contenidos y desde qué enfoque filosófico. Desde ese aspecto, hay mucha tela para cortar en este interesante tema.