La fantástica noria del teatro universal no se detiene jamás, aunque algunos de sus operarios ya no estén físicamente presentes, y prosigue con su tarea de divertir y enseñar. Rajatabla, emblemática agrupación de las arte escénicas venezolanas, continua en su tarea artística y para eso ha producido, con depurado y ejemplar acierto, el conmovedor y onírico espectáculo Mi reino por un sueño, exquisita y mesurada creación del versionista y director Costa Palamides, quien se basó en la pieza Mi reino por un sueño…una cuerda a punto de romperse de José Antonio Barrios Valle, con lo cual la institución festejó sus cuatro décadas de labores teatrales.
Obra
La pieza de Barrios Valle está integrada por fragmentos de la obra literaria y algunos aspectos de la vida del poeta José Antonio Ramos Sucre (Cumaná, 3 de junio de 1890/Ginebra, 13 de junio de 1930), a quien investigó durante un taller de poesía que dictó el escritor Miguel Márquez. Con esa obra, que es un surrealista y cronológico itinerario dramático y un encuentro imaginario con el vate trágico Cruz Salmerón Acosta, después de sus muertes, participó en un Concurso de Teatro Breve de la Casa de las Letras Andrés Bello 2008, el cual ganó.
El texto original de 32 páginas, que bebimos cual jarra de agua fría con limón y miel, comprendía una modesta selección de su poesía en prosa y una serie de epístolas con su familia. Pendula entre la vigilia del poeta, afectado por un insomnio crónico, y un quintal de frustraciones sociales, y muestra como es el transito existencial de un hombre de la provincia venezolana, desadaptado desde su infancia y juventud, hasta que en su adultez se le transforma en tortura mortal, consecuencia de su dolencia física y dentro de un contexto familiar y social que le impedía asumirse tal cual era o lo que pretendía ser. Finalmente, al entrar en su cuarta década se quita la vida, victima de su propia soledad, al ingerir veronal. Es, pues, un texto ceñido respetuosamente a la biografía oficial y expurgada de las maledicencias que sobre Ramos Sucre existen o existieron. ¡Una obra muy humana!
Versión creativa
La lectura del texto de Barrios Valle suscitó lógicos interrogantes para cuando fuese escenificada y mucho más porque encontramos ahí una notable y curiosa ausencia de acciones dramáticas convincentes, aunque albergamos esperanzas que por su depurada escritura pudiese ser transformado en espectáculo creativo. Y eso ocurrió al caer en las manos del director Costa Palamides y el equipo que éste armó con el conjunto de técnicos y actores ahí involucrados. Se trababa de una producción rajatablina, donde todos los detalles son atendidos y resueltos, cual es el rigor de la cuarentona institución.
Costa Palamides, que como director escénico se ha caracterizado por reventar y reinventar todos los textos teatrales que caen a sus manos, disfrutó de la lectura inicial de la obra de Barrios Valle y sin pensarlo veces buscó la poesía de Ramos Sucre y de Salmerón Acosta, tomó 47 poemas de uno y tres del otro. Y, respetando la estructura inicial propuesta por el dramaturgo, los anexó con sabio criterio dramático para comenzar a crear sobre la escena – una versión teatral de un cementerio- una fantástica cadeneta de imágenes que enriquecieron al conjunto del discurso dramático, al tiempo que jugó con su grupo de coreautas –están propuestos por Barrios Valle- que ayudaron a materializar las fantásticas situaciones en que se debate el personaje principal, acompañado de su madre, su tío, el mariscal Sucre y otros seres, como el poeta Salmerón Acosta, que brotan de su densa y alucinada obra literaria.
Dicho en pocas palabras, Costa Palamides le quitó la brevedad inicial que tenia la obra de Barrios Valle y la recreó, de tal manera, que su tiempo de representación consume 75 u 80 minutos, con un ritmo siempre en ascenso, Porque uno de los aportes más importantes de esta puesta en escena es que una parte de los textos se utilizaron como líricas para siete canciones populares venezolanas, creadas por el músico Pantelis Palamides, las cuales van desde galerones, polos isleños y malagueñas, además de los cantos de la Cruz de Mayo.
¡Más venezolanidad no se le podía pedir a este montaje, donde sus protagonistas son esa pareja de poetas “malditos”, quienes aún no han sido reivindicados por sus pares, aunque ya sabemos que ciertas manifestaciones de la venezolanidad no gustan a unos cuantos intelectuales y artistas, quienes descaradamente optan por otras manifestaciones culturales allende las fronteras!
Por supuesto que Costa Palamides contó, para su trabajo de versionista y director, con el preciso apoyo profesional de la cantante y actriz Simona Chirinos para colocar en su tono a las voces del elenco completo, quien encarnó varios personajes y además integró el coro, vestidos con túnicas y usando unos tocados de características medievales, para así dar una mayor y mejor densidad al impactante ritual escénico.
Sabemos que las comparaciones aunque sean positivas suelen ser odiosas, pero es que no podemos dejar pasar la ocasión para afirmar que Costa Palamides ha mostrado, lentamente, con sus creaciones escénicas algunas reminiscencias del estilo que tenía el creador de la agrupación rajatablina y su más destacado esteta. Ver el trabajo obtenido con el texto de Barrios Valle, nos hace evocar aquellos tiempos en que “El capo” Giménez hacia reescribir una y varias veces las obras que el respetable José Antonio Rial le proponía para ser escenificadas. Y, finalmente, hay que resaltar el trabajo actoral de todo el conjunto ahí involucrado, pero en especial debemos exaltar las tareas resueltas por Elvis Chaveinte, Gabriel Aguero y Rossana Hernández. ¡Enhorabuena para el teatro vernáculo!
¡El grupo Rajatabla al llegar a sus 40 luce creativo y esperanzador porque hay savia nueva y talentosa en sus venas! ¿Cumplirá 60 u 80? Sólo Dios tiene la respuesta.
Ficha técnica
Esta producción de Rajatabla, la 118 en su record profesional, cuenta con un diestro elenco, entreverado de veteranos y jóvenes actores, integrado por Elvis Chaveinte, Demis Gutiérrez, Gabriel Agüero, Simona Chirino, Dora Farias, Myrian Pareja, Gerardo Luongo, Pedro Pineda, Rossana Hernández y Abilio Torres. La impactante propuesta escenográfica y su puntual realización es tarea de Héctor Becerra, Ángel Pájaro y Demis Gutiérrez. Vestuario diseñado, realizado y producido por Silvia Inés Vallejo Elizabeth Suárez, Zoraida Quintero, Dora Farías y Rufino Dorta. Tocados y mascaras de Rubel León, Eliana Santander y J. Rene Guerra. Música de Pantelis Palamides. Vocalización y asistencia musical de Simona Chirinos y Costa Palamides. Iluminación de David Blanco. Producción general de Francisco Alfaro y Gerardo Luongo.
Obra
La pieza de Barrios Valle está integrada por fragmentos de la obra literaria y algunos aspectos de la vida del poeta José Antonio Ramos Sucre (Cumaná, 3 de junio de 1890/Ginebra, 13 de junio de 1930), a quien investigó durante un taller de poesía que dictó el escritor Miguel Márquez. Con esa obra, que es un surrealista y cronológico itinerario dramático y un encuentro imaginario con el vate trágico Cruz Salmerón Acosta, después de sus muertes, participó en un Concurso de Teatro Breve de la Casa de las Letras Andrés Bello 2008, el cual ganó.
El texto original de 32 páginas, que bebimos cual jarra de agua fría con limón y miel, comprendía una modesta selección de su poesía en prosa y una serie de epístolas con su familia. Pendula entre la vigilia del poeta, afectado por un insomnio crónico, y un quintal de frustraciones sociales, y muestra como es el transito existencial de un hombre de la provincia venezolana, desadaptado desde su infancia y juventud, hasta que en su adultez se le transforma en tortura mortal, consecuencia de su dolencia física y dentro de un contexto familiar y social que le impedía asumirse tal cual era o lo que pretendía ser. Finalmente, al entrar en su cuarta década se quita la vida, victima de su propia soledad, al ingerir veronal. Es, pues, un texto ceñido respetuosamente a la biografía oficial y expurgada de las maledicencias que sobre Ramos Sucre existen o existieron. ¡Una obra muy humana!
Versión creativa
La lectura del texto de Barrios Valle suscitó lógicos interrogantes para cuando fuese escenificada y mucho más porque encontramos ahí una notable y curiosa ausencia de acciones dramáticas convincentes, aunque albergamos esperanzas que por su depurada escritura pudiese ser transformado en espectáculo creativo. Y eso ocurrió al caer en las manos del director Costa Palamides y el equipo que éste armó con el conjunto de técnicos y actores ahí involucrados. Se trababa de una producción rajatablina, donde todos los detalles son atendidos y resueltos, cual es el rigor de la cuarentona institución.
Costa Palamides, que como director escénico se ha caracterizado por reventar y reinventar todos los textos teatrales que caen a sus manos, disfrutó de la lectura inicial de la obra de Barrios Valle y sin pensarlo veces buscó la poesía de Ramos Sucre y de Salmerón Acosta, tomó 47 poemas de uno y tres del otro. Y, respetando la estructura inicial propuesta por el dramaturgo, los anexó con sabio criterio dramático para comenzar a crear sobre la escena – una versión teatral de un cementerio- una fantástica cadeneta de imágenes que enriquecieron al conjunto del discurso dramático, al tiempo que jugó con su grupo de coreautas –están propuestos por Barrios Valle- que ayudaron a materializar las fantásticas situaciones en que se debate el personaje principal, acompañado de su madre, su tío, el mariscal Sucre y otros seres, como el poeta Salmerón Acosta, que brotan de su densa y alucinada obra literaria.
Dicho en pocas palabras, Costa Palamides le quitó la brevedad inicial que tenia la obra de Barrios Valle y la recreó, de tal manera, que su tiempo de representación consume 75 u 80 minutos, con un ritmo siempre en ascenso, Porque uno de los aportes más importantes de esta puesta en escena es que una parte de los textos se utilizaron como líricas para siete canciones populares venezolanas, creadas por el músico Pantelis Palamides, las cuales van desde galerones, polos isleños y malagueñas, además de los cantos de la Cruz de Mayo.
¡Más venezolanidad no se le podía pedir a este montaje, donde sus protagonistas son esa pareja de poetas “malditos”, quienes aún no han sido reivindicados por sus pares, aunque ya sabemos que ciertas manifestaciones de la venezolanidad no gustan a unos cuantos intelectuales y artistas, quienes descaradamente optan por otras manifestaciones culturales allende las fronteras!
Por supuesto que Costa Palamides contó, para su trabajo de versionista y director, con el preciso apoyo profesional de la cantante y actriz Simona Chirinos para colocar en su tono a las voces del elenco completo, quien encarnó varios personajes y además integró el coro, vestidos con túnicas y usando unos tocados de características medievales, para así dar una mayor y mejor densidad al impactante ritual escénico.
Sabemos que las comparaciones aunque sean positivas suelen ser odiosas, pero es que no podemos dejar pasar la ocasión para afirmar que Costa Palamides ha mostrado, lentamente, con sus creaciones escénicas algunas reminiscencias del estilo que tenía el creador de la agrupación rajatablina y su más destacado esteta. Ver el trabajo obtenido con el texto de Barrios Valle, nos hace evocar aquellos tiempos en que “El capo” Giménez hacia reescribir una y varias veces las obras que el respetable José Antonio Rial le proponía para ser escenificadas. Y, finalmente, hay que resaltar el trabajo actoral de todo el conjunto ahí involucrado, pero en especial debemos exaltar las tareas resueltas por Elvis Chaveinte, Gabriel Aguero y Rossana Hernández. ¡Enhorabuena para el teatro vernáculo!
¡El grupo Rajatabla al llegar a sus 40 luce creativo y esperanzador porque hay savia nueva y talentosa en sus venas! ¿Cumplirá 60 u 80? Sólo Dios tiene la respuesta.
Ficha técnica
Esta producción de Rajatabla, la 118 en su record profesional, cuenta con un diestro elenco, entreverado de veteranos y jóvenes actores, integrado por Elvis Chaveinte, Demis Gutiérrez, Gabriel Agüero, Simona Chirino, Dora Farias, Myrian Pareja, Gerardo Luongo, Pedro Pineda, Rossana Hernández y Abilio Torres. La impactante propuesta escenográfica y su puntual realización es tarea de Héctor Becerra, Ángel Pájaro y Demis Gutiérrez. Vestuario diseñado, realizado y producido por Silvia Inés Vallejo Elizabeth Suárez, Zoraida Quintero, Dora Farías y Rufino Dorta. Tocados y mascaras de Rubel León, Eliana Santander y J. Rene Guerra. Música de Pantelis Palamides. Vocalización y asistencia musical de Simona Chirinos y Costa Palamides. Iluminación de David Blanco. Producción general de Francisco Alfaro y Gerardo Luongo.
1 comentario:
Buenas tardes, ¿no sabe si continúa la temporada de esta obra? Y si continúa, ¿hasta cuándo?
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