Muy pocos venezolanos se dan el placer de festejar sus 95 años y además ser primeros actores y pioneros de un arte tan milenario como el teatro. Pero existe Fernando Gómez Castillo y este, con sus amigos y familiares, los celebra este domingo 13 de marzo –a las 10:30 am en la Sala Cabrujas, de Chacao- durante una singular ceremonia que desde hace cuatro años reúne a los más selecto de las artes escénicas para exaltar a los que han destacado con sus creaciones, precisamente, con el Premio Fernando Gómez. Un galardón, único en su estilo, que en esta ocasión es para el dramaturgo Isaac Chocrón y el primer actor Alejo Felipe.
Fernando Gómez Castillo es, pues, el actor activo de más edad en las artes escénicas criollas, pero no está solo, cuenta con un grupo selecto de amigos y familiares. Tiene,además, libros, cuadros, fotografías –“La Tachón”, su mamá está ahí presente- e incalculables recuerdos, además de la familia elegida, que lo acompañan en su quinta en la urbanización El Márquez. Ya se marcharon sus cuatro hermanos y le dejaron alrededor de 15 sobrinos, seis sobrinos nietos y dos sobrinos biznietos. Tiene un sobrino, Juan Carlos Martínez, que hace televisión y lideriza un grupo de teatro. A el le ha dicho que “al teatro hay que dedicarle la vida, desde que se inicia. Hay que estudiar permanentemente, hay que luchar hasta el último aliento”.
Hace cuatros año, Gómez Castillo nos recibió en su residencia y declaro que no se acompañaba con computadoras ni celulares. “Soy de la romana antigua. Tampoco me enchinchorro ni me empantuflo. Debo recordarle a las nuevas generaciones que el 22 de noviembre de 1952, en los tiempos del general Marcos Pérez Jiménez, hice mi primer teleteatro Donde nace el recuerdo para el Canal 5 y desde entonces me vinculé a ese importante medio”.
“En 1987 me otorgaron el Premio Nacional de Teatro por mis largas décadas entregadas a la composición de personajes claves para la escena. Pero debo esta pasión, que todavía me embarga, a mi madre Presentación “La Tachón” Castillo, que con papá Rosendo Gómez Peraza, me hicieron nacer en La Guaira, en aquel 1916. Era actriz y cantante de elogiada trayectoria, trabajó con las compañías de Teófilo Leal, Jesús Izquierdo, Emma Soler y Antonio Saavedra, cabezas de las más importantes compañías del teatro venezolano de las cuatro primeras décadas del siglo XX. Hijo de gata... caza ratones, que en mi caso resultaron teatrales”.
"Hice mi bachillerato en el Liceo Andrés Bello, cuando estaba en la esquina de San Lázaro, y hacia 1937 ya azotaba las calles de Nueva York a donde marché a estudiar medicina, cosa que no pude hacer porque las universidades eran privadas y carísimas, y sólo tenía un aporte de 50 dólares mensuales para sobrevivir. Sin embargo aproveche el tiempo y me entregué a la práctica teatral con unas agrupaciones latinas y además pude ver los mejores espectáculos de la época. Mi primer debut fue pues en Manhattan, en castellano y, por supuesto, con textos de Benavente y otros famosos autores españoles, en el sótano de una iglesia, en el alto Manhattan”.
“La guerra contra los nazis y los japoneses me asustó y regresé a Caracas para estudiar, definitivamente, medicina en la Universidad Central de Venezuela, donde egresó hacia 1945, cuando Leopoldo García Maldonado era su rector. La Revolución de Octubre me afectó porque era medinista y me fui a trabajar con mi profesión a diversas petroleras, la cual fue mi verdadero modo de ganarme la vida durante varias décadas, pero antes hice una especialización en radiología, en Nueva York”.
“Pero “Los amigos del teatro”, una agrupación donde estaban Aquiles Certad, Luis Peraza, Guillermo Feo Calcaño y Andrés Eloy Blanco, entre otros, ya me habían sembrado en la escena venezolana. Mi segundo debut, durante los años 40, fue con la obra Pacto de boda, del criollo Alejo Fuenmayor. Y nunca más abandoné el teatro. Tengo las pruebas de haber actuado en unas 100 piezas, todas en el siglo XX, porque en lo que va de esta centuria no he hecho ni una, pero no pierdo las esperanzas. Aunque tengo un monólogo, El juicio del siglo, basado en el libro de Clarence Darrow, montado por Chalbaud en 1960, del cual he hecho unas mil funciones, pero mi sueño, porque no puedo negarlo, es protagonizar la pieza Rey Lear. Tengo memoria y resistencia física, pero es un personaje que exigiría más de la cuenta. Todavía sueño con encarnarlo en un escenario, porque ya hicimos una lectura dramatizada".
Fernando Gómez Castillo es, pues, el actor activo de más edad en las artes escénicas criollas, pero no está solo, cuenta con un grupo selecto de amigos y familiares. Tiene,además, libros, cuadros, fotografías –“La Tachón”, su mamá está ahí presente- e incalculables recuerdos, además de la familia elegida, que lo acompañan en su quinta en la urbanización El Márquez. Ya se marcharon sus cuatro hermanos y le dejaron alrededor de 15 sobrinos, seis sobrinos nietos y dos sobrinos biznietos. Tiene un sobrino, Juan Carlos Martínez, que hace televisión y lideriza un grupo de teatro. A el le ha dicho que “al teatro hay que dedicarle la vida, desde que se inicia. Hay que estudiar permanentemente, hay que luchar hasta el último aliento”.
Hace cuatros año, Gómez Castillo nos recibió en su residencia y declaro que no se acompañaba con computadoras ni celulares. “Soy de la romana antigua. Tampoco me enchinchorro ni me empantuflo. Debo recordarle a las nuevas generaciones que el 22 de noviembre de 1952, en los tiempos del general Marcos Pérez Jiménez, hice mi primer teleteatro Donde nace el recuerdo para el Canal 5 y desde entonces me vinculé a ese importante medio”.
“En 1987 me otorgaron el Premio Nacional de Teatro por mis largas décadas entregadas a la composición de personajes claves para la escena. Pero debo esta pasión, que todavía me embarga, a mi madre Presentación “La Tachón” Castillo, que con papá Rosendo Gómez Peraza, me hicieron nacer en La Guaira, en aquel 1916. Era actriz y cantante de elogiada trayectoria, trabajó con las compañías de Teófilo Leal, Jesús Izquierdo, Emma Soler y Antonio Saavedra, cabezas de las más importantes compañías del teatro venezolano de las cuatro primeras décadas del siglo XX. Hijo de gata... caza ratones, que en mi caso resultaron teatrales”.
"Hice mi bachillerato en el Liceo Andrés Bello, cuando estaba en la esquina de San Lázaro, y hacia 1937 ya azotaba las calles de Nueva York a donde marché a estudiar medicina, cosa que no pude hacer porque las universidades eran privadas y carísimas, y sólo tenía un aporte de 50 dólares mensuales para sobrevivir. Sin embargo aproveche el tiempo y me entregué a la práctica teatral con unas agrupaciones latinas y además pude ver los mejores espectáculos de la época. Mi primer debut fue pues en Manhattan, en castellano y, por supuesto, con textos de Benavente y otros famosos autores españoles, en el sótano de una iglesia, en el alto Manhattan”.
“La guerra contra los nazis y los japoneses me asustó y regresé a Caracas para estudiar, definitivamente, medicina en la Universidad Central de Venezuela, donde egresó hacia 1945, cuando Leopoldo García Maldonado era su rector. La Revolución de Octubre me afectó porque era medinista y me fui a trabajar con mi profesión a diversas petroleras, la cual fue mi verdadero modo de ganarme la vida durante varias décadas, pero antes hice una especialización en radiología, en Nueva York”.
“Pero “Los amigos del teatro”, una agrupación donde estaban Aquiles Certad, Luis Peraza, Guillermo Feo Calcaño y Andrés Eloy Blanco, entre otros, ya me habían sembrado en la escena venezolana. Mi segundo debut, durante los años 40, fue con la obra Pacto de boda, del criollo Alejo Fuenmayor. Y nunca más abandoné el teatro. Tengo las pruebas de haber actuado en unas 100 piezas, todas en el siglo XX, porque en lo que va de esta centuria no he hecho ni una, pero no pierdo las esperanzas. Aunque tengo un monólogo, El juicio del siglo, basado en el libro de Clarence Darrow, montado por Chalbaud en 1960, del cual he hecho unas mil funciones, pero mi sueño, porque no puedo negarlo, es protagonizar la pieza Rey Lear. Tengo memoria y resistencia física, pero es un personaje que exigiría más de la cuenta. Todavía sueño con encarnarlo en un escenario, porque ya hicimos una lectura dramatizada".
“Trabajé en excelentes espectáculos, pero no puedo olvidarme de El enemigo del pueblo, El príncipe Constante y especialmente Autorretrato de artista con barba y pumpá, una pieza de José Ignacio Cabrujas, que estrené en 1990, bajo la dirección de José Simón Escalona; ahí encarné al gran pintor Armando Reverón. A finales del siglo pasado hice 1,Reyes,1 de Chocrón. He estado acompañado de magníficos actores y actrices y ahora les agradezco a todos porque sin ellos no hubiese hecho nada, salvo monólogos”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario