La periodista y teatrera Aminta de Lara Rojas vive entre sus casas de Nueva York y Caracas. Así lo hace, desde finales de la década de los 70, cuando se fue a estudiar actuación en el American Academy of Dramatic Arts y se quedó hasta finales de los 80. De ahí sus vínculos con personajes como La MaMa (Ellen Stewart) y otras grandes personalidades del teatro neoyorquino. Volvió a instalarse en Manhattan, desde el año 2003, y hasta ahora ha realizado varios espectáculos, en ingles y español, como el más reciente Aviones de papel, de Diana Chery Ramírez, el cual estará exhibiendo hasta mediados del próximo mes de abril, en el teatro Latea, en el downtown.
-¿En que idiomas se presenta esta producción?
-La obra se va a presentar en español e inglés. Considero muy importante que nuestras expresiones artísticas lleguen a la mayor cantidad de gente posible. No hacerlas en inglés, aquí en Estados Unidos, nos limita. Cada idioma tiene su propia dinámica y el hecho teatral se nutre de ambas. Esta producción corre por cuenta de ZerO Compañía. Cada producción es un universo particular. Más que la producción en si lo más complicado es que te brinden la oportunidad y el espacio. Una vez que eso se da, el milagro ocurre y los recursos aparecen. Lo fundamental es encontrar quien te acompañe en las ganas de decir.
-¿Cuántos años en Nueva York?
-He estado yendo y viniendo, pero la última vez comenzó a mediados del 2003
-¿Qué balance intimo puedes hacer de ese exilio?
-No sé si considerarlo un exilio. He tenido el gran privilegio de haber vivido en Nueva York durante diferentes etapas de mi vida. Me siento en mi casa, tengo muchos afectos en esta ciudad y por la cuidad. Voy a Venezuela con mucha frecuencia y además no puedo dejar de mencionar los lazos que me unen a nuestra herida patria. En fin, tal vez se puede estar en ambos espacios y tomar lo mejor de cada uno.
-¿Qué balance artístico puede hacer gracias a sus luchas para mantener una presencia en los escenarios de allá y de acá?
-No me puedo quejar. Cada vez que he tenido la necesidad de expresarme he logrado encontrar los espacios y las personas que me lo permiten en ambos países.
-¿Por qué ha remontado Aviones de papel o que cambios ha logrado?
-Aviones de papel se presentó por primera vez en Nueva York bajo la dirección de Berioska Ipinza y bajo la producción de Latin American Theatre Ansamble, cuando yo era la directora artística de esa agrupación, en el 2006. Posteriormente fue invitada a participar en el Festival Internacional de Barcelona, Venezuela, y en ese momento asumí la dirección del espectáculo. Fue un encuentro entre Diana Chery (actriz y dramaturga) Carlos Valencia (actor) y mi persona, corto pero muy interesante. Ahora la oportunidad nos toca la puerta de nuevo gracias a una invitación de Latea. Es maravilloso poder retomar un trabajo con el mismo equipo años después y seguir creciendo.
-¿Qué proyectos tienen marcha?
-Para noviembre de este año, montaré Fin de siglo con dos extraordinarios actores norteamericanos Christopher Cartmill y Kathleen O'Grady, y estoy trabajando en una obra nueva que sería el cierre de una trilogía.
-¿Cómo anda el teatro hispano en Nueva York?
-Buscando como siempre un espacio más relevante y moviéndose en ese sentido con logros significativos.
-¿En que idiomas se presenta esta producción?
-La obra se va a presentar en español e inglés. Considero muy importante que nuestras expresiones artísticas lleguen a la mayor cantidad de gente posible. No hacerlas en inglés, aquí en Estados Unidos, nos limita. Cada idioma tiene su propia dinámica y el hecho teatral se nutre de ambas. Esta producción corre por cuenta de ZerO Compañía. Cada producción es un universo particular. Más que la producción en si lo más complicado es que te brinden la oportunidad y el espacio. Una vez que eso se da, el milagro ocurre y los recursos aparecen. Lo fundamental es encontrar quien te acompañe en las ganas de decir.
-¿Cuántos años en Nueva York?
-He estado yendo y viniendo, pero la última vez comenzó a mediados del 2003
-¿Qué balance intimo puedes hacer de ese exilio?
-No sé si considerarlo un exilio. He tenido el gran privilegio de haber vivido en Nueva York durante diferentes etapas de mi vida. Me siento en mi casa, tengo muchos afectos en esta ciudad y por la cuidad. Voy a Venezuela con mucha frecuencia y además no puedo dejar de mencionar los lazos que me unen a nuestra herida patria. En fin, tal vez se puede estar en ambos espacios y tomar lo mejor de cada uno.
-¿Qué balance artístico puede hacer gracias a sus luchas para mantener una presencia en los escenarios de allá y de acá?
-No me puedo quejar. Cada vez que he tenido la necesidad de expresarme he logrado encontrar los espacios y las personas que me lo permiten en ambos países.
-¿Por qué ha remontado Aviones de papel o que cambios ha logrado?
-Aviones de papel se presentó por primera vez en Nueva York bajo la dirección de Berioska Ipinza y bajo la producción de Latin American Theatre Ansamble, cuando yo era la directora artística de esa agrupación, en el 2006. Posteriormente fue invitada a participar en el Festival Internacional de Barcelona, Venezuela, y en ese momento asumí la dirección del espectáculo. Fue un encuentro entre Diana Chery (actriz y dramaturga) Carlos Valencia (actor) y mi persona, corto pero muy interesante. Ahora la oportunidad nos toca la puerta de nuevo gracias a una invitación de Latea. Es maravilloso poder retomar un trabajo con el mismo equipo años después y seguir creciendo.
-¿Qué proyectos tienen marcha?
-Para noviembre de este año, montaré Fin de siglo con dos extraordinarios actores norteamericanos Christopher Cartmill y Kathleen O'Grady, y estoy trabajando en una obra nueva que sería el cierre de una trilogía.
-¿Cómo anda el teatro hispano en Nueva York?
-Buscando como siempre un espacio más relevante y moviéndose en ese sentido con logros significativos.
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