jueves, junio 23, 2011

Cinco señoras de Maracaibo

Aunque suene a perogrullada, el teatro venezolano no es únicamente el que se produce y representa en Caracas. También hay otras manifestaciones artisticas importantes en diversas regiones y ciudades, pero las cuales no llegan por múltiples razones que no vamos a recordar en esta crónica, la primera que hemos programado sobre el teatro extracaraqueño.

Aclarado esto, debemos subrayar que en silencio, aunque eso es imposible cuando de maracuchos y maracuchas se trata, en la capital zuliana un puñado de hombres y mujeres desde hace muchos meses están produciendo y representado sendos espectáculos los cuales ha logrado atraer a más de 50 mil personas y es ahora cuando se disponen a presentarse en Caracas, en fechas aún sin definir.

Se trata de Señoras de Maracaibo, en sus dos versiones, espectáculo que retrata el ir y venir de la memoria y escritura de cinco actores que encarnan a las mujeres que trajinan desde sus experiencias convirtiéndolas en señoras para la anécdota, en cuentos para seguir asombrando a su audiencia, insistimos por ahora, de esa cálida región venezolana.

Es, pues, un montaje del más puro travestismo teatral criollo, donde Ricardo Lugo, Henry Semprún, Carlos Guevara, José Bermúdez y José Molero revivieron los recuerdos de sus mujeres amadas para reinterpretarlas en la escena. Cinco mujeres -Dalia, Guillermina, Marucha, La China y la “Muda” Mística- que ríen y lloran en monólogos. Las referencias de sus Maracaibos se presentan en esas damas para trasladarnos a los olores de las casa de los abuelos y abuelas.

Pero Señoras de Maracaibo, en sus dos versiones, es el producto del trabajo social y artístico de la Fundación para el Desarrollo de la Dramaturgia Regional (Fundrama), el Núcleo de Expresión Escénica de la Universidad Bolivariana de Venezuela y el Consejo Comunal “Batalla de Pichincha” , instituciones que se identifican con el sentir y el calor de la zulianidad, algo que envidiamos aquí en Caracas.

El espectáculo

Señoras de Maracaibo con su mueble naranja de la señora Margarita Aguillón, nos permite el divino vuelo de elevarnos en el maravilloso poder de la reconstrucción de nuestras localidades. Señoras de Maracaibo pasa a la historia del teatro zuliano por ser la primera en tener llenos totales en los espacios en donde se ha exhibido”, como lo puntualiza su director y dramaturgo Richard Olivero.

Señoras de Maracaibo, subraya Richard Olivero, es una obra sincrética por su variedad expositiva, urbana por sus maneras, pero sobre todo llena de pulsiones sociológicas. Prevalece sin embargo la autonomía de la recreación, retrato eficiente de unos hábitos enclavados en una comunidad y proyectados ya fuera del realismo. Tal vez de manera instintiva los aspectos formales han sido salvados con solemnidad, magnificar un clima puede llevar a la caricatura, ampliar rasgos para mejor hacer reír, pero aquí estas señoras hacen un limpio ejercicio de evocación, se mantienen en el límite del filo de la navaja. Si se defienden desde el pudor y el sarcasmo no es sino rescoldo de un dolor, tal vez el sexo triste y las vidas anuladas de tanto fracaso”.

Para algunas críticos y sociólogos maracuchos, Señoras de Maracaibo “no es solo la naturalidad del histrionismo de quien ha visto esas escenas en la vida real y sabe medirlas, nos emociona especialmente el sentido de un tiempo liberado, no es la crónica dudosa del día, tampoco las convenciones de la página social. Es la afirmación de un ethos ejecutado en medio del acuerdo raigal: negaciones y exaltaciones dando un perfil, asentando desde la urgencia de un desamparo los modos gregarios. Vale la pena detenerse en el carácter ejemplar de la representación, porque ayuda a comprender la alianza entre la potencia de lo artificial wildeano y las fuentes de la experiencia, en este caso sometida por la distancia de los hechos cumplidos aunque latentes, justamente por eso algunos espectadores sonríen sin hacerse notar. El humor matiza el realismo pero nos recuerda que en esas vidas media una imposibilidad, son seres lacerados por la medianía, adoloridos aunque algo de ternura los pone a resguardo del resentimiento y construyen una saga con sus retazos también nos están diciendo cuanta desolación puede caber en lo pintoresco, en los estilos desesperados de un provincianismo de alma. Traducido a un lenguaje más silencioso, el alegato de estas señoras pudiera reivindicar identidades más amplias, y para un público ya no local, pues encarna conflictos cuya resolución supone transitar entre la fatalidad y el deseo de conjurar un destino asfixiante.”

Cinco mujeres

Ricardo Lugo sobre su “Dalia”, dice que se inspiró en varias anécdotas de su familia, “me las contó mi madre y hoy se pueden interpretar de forma jocosa, a lo mejor en ese tiempo tuvieron otro sentido. La esencia del personaje es la unión de historias familiares. Es la primera vez que interpreto a una mujer y también es la primera vez que escribo una pieza de teatro”.

Carlos Guevara como “Guillermina Vilchez de Osorio”, cuenta que “mi guión lo escribí tomando información de la calle, me basé en la literatura oral que se transmite de generación en generación. Guillermina es una señora que vivió con muchas posibilidades económicas, pero termina siendo la sirvienta de su casa. La obra también es un homenaje a las mujeres maracuchas que levantan sus hogares”.

Henry Semprún como “Marucha Boscán” cuenta que “por primera vez después de muchos años volví a actuar y decidí que el personaje a interpretar sería mi madre. Mi mamá es una señora de Maracaibo. El guión que escribí es basado en su vida y el personaje es un poco explosivo. Quisimos registrar esa historia local de la mujer y de la señora maracucha popular bajo la dirección de Richard Olivero”.

José Bermúdez explica que “Mística” es una una señora muda y “por la necesidad de la palabra y de texto recurro al lenguaje de los signos y símbolos. El personaje está basado en algunas anécdotas de la vida real, como es el caso del esposo que dice que comprará cigarros y abandona a la mujer, esa es la historia de una amiga. Elegí que mi personaje fuera mudo por la jocosidad que eso genera”.

Richard Olivero, el director, revela que todo esto se inició por una invitación de Fundrama (Fundación para el Desarrollo de la Dramaturgia Regional) para homenajear a Homero Montes y Fernando Perdomo (fallecido) quienes fueron unos íconos en el teatro zuliano. “Ellos interpretaron unos personajes muy arquetípicos de la mujer maracucha. Es un homenaje a estos dos actores”.

El velorio

Según una crónica del diario La Verdad, Dalia, Marucha, Guillermina y el resto de las damas maracuchas alegraron a los zulianos en el Teatro Baralt, donde la famosa obra de Fundrama -la institución productora- presentó su exitosa segunda edición: Las señoras de Maracaibo y el velorio de Eudo Mario.

El escenario estaba convertido en la casa de Dalia, pero ahora no la adornaban los viejos muebles, sino una urna que tiene adentro el cuerpo sin vida de su esposo Eudo Mario. Rezos, llantos y lamentos ambientan la escena que evoca perfectamente los velorios marabinos de antaño.”

"¡Ay mija! ¿Por qué me estáis cobrando en estos momentos? Si yo no tengo cobres. Todo se me fue en las cositas que tuve que comprar para la mortoria... Claro, vos sabéis que para estas cosas se necesita diablito, galletas, café, fósforos, cigarros y leche", dijo de entrada Dalia envuelta en un traje negro. Las risas no se hicieron esperar, ni mucho menos los aplausos. Todos se divertían con las ocurrencias, más aún cuando salieron las demás comadres: Marucha, Guillermina, la "China" Contreras y la "Muda".

Los refranes y las tradicionales frases populares del Zulia salieron en las pintorescas conversaciones. Estuvieron llorando, peleando y chismeando alrededor del ataúd durante una hora. Se echaron mentol y una de ellas hasta tuvo que "bajarse la pantaletas" para aplicarse talco, "tenía mucha calor". Se despidieron al son de La Guacherna, mientras los espectadores emocionados, ovacionaron la pieza creada por Fundrama”.

Las señoras de Maracaibo y el velorio de Eudo Mario tiene una función el domingo 3 de julio,a las siete de la noche, en el Centro de Arte de Maracaibo Lya Bermúdez, a la cual acudirán varios periodistas y críticos de Caracas. La Tierra del Sol Amada bien se merece un viaje para conocer más a su gente y su teatro


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