La temporada teatral caraqueña prosigue con otro espectáculo contra la homofobia. El texto Amén del catalán Carlos Be es convertido en estrujante montaje por el director Vladimir Vera y su agrupación Teatro Forte para mostrarlo desde el 16 de septiembre en la Sala 3 del Celarg.
Vladimir Vera, acompañado por sus actores Elvis Chaveinte, Fedora Freites, Paúl Gamez y Yuruby Soto, afirmaron lo que aquí publicamos.
-¿Hay homofobia en Venezuela?
-Nuestro país tiene doble moral ¿Qué si hay homofobia? Sí, la hay. Algunas veces proviene incluso de los mismos homosexuales, aquellos que evitan asumir su sexualidad, quienes extirpan su identidad en pro del qué dirán. Por eso creo que la comunidad gay debe levantarse y hacer escuchar su voz. Por desgracia, el apoyo político a la diversidad sexual, tanto de la derecha como de la izquierda, siempre ha sido tímido y pacato.
-¿Cuáles serían los orígenes de eso? ¿Hay demasiada presencia de las religiones?
-Nuestros cánones de conducta están basados en la apariencia, en tratar de manera desesperada y enfermiza de ser aceptados por el otro. No debatimos los hechos, sino que dejamos que sea otro el que piense por nosotros. La Iglesia cristiana plantea que las llamadas conductas “desviadas” son pecaminosas, plantea también una serie de consecuencias infernales para aquellos que utilicen métodos anticonceptivos, por ejemplo. Así, terminamos por dejarnos arrastrar por opiniones que no son propias, y esto puede suceder por miedo, vergüenza o sencillamente por ignorancia.
-¿Qué se puede hacer?
-Creo que este es el momento perfecto para cuestionar. Cuestionar todo. No solo las opiniones morales, sino las artísticas también. Las políticas. Las educativas. Es hora de dar una vuelta de tuerca. Para ello hacen falta estudios, investigaciones. Es el momento de ir al teatro y cuestionar lo que vemos. Es hora de escuchar los noticieros y cuestionarlos. Escuchar a la familia y cuestionarla. Escuchar la opinión de la masa y cuestionarla. Lo más importante es no dar la espalda a la realidad. Existe una diversidad sexual en Venezuela y ese es un hecho. Se trata de un sector que detenta derechos y omitirlos nos convertiría en cómplices de una intolerancia enfermiza que hay que erradicar.
-¿Sirven el teatro y el cine para algo?
-El teatro en Venezuela funge como mecanismo de evasión. Le estamos dando un espaldarazo al arte y a la necesaria denuncia. Estancados en las formas teatrales de los 70, no hemos tenido casi ningún avance desde la muerte de Carlos Giménez, en 1993.No hay riesgo. Sí hay, en cambio, pacatería escénica y exceso de moral. Soy de los que cree que el arte debe ser libre, carecer de fronteras morales, éticas o estéticas. Cuando el teatro asuma su verdadera piel y el cine deje de ser un acto de masturbación por parte de los creadores, reaparecerán los espacios de comunicación, reflexión y cuestionamiento tan necesarios en nuestro país.
-¿Por qué o para qué Amén?
-En Barcelona tuve el placer de conocer a Carlos Be, escritor de la pieza, en el marco de un encuentro de creadores teatrales venezolanos y españoles. Empecé a interesarme mucho en su obra, por lo que produje y dirigí varias lecturas dramatizadas de sus textos que no se conocían hasta entonces en Venezuela. Cuando me hizo llegar su obra Amén (inédita en las tablas), me pareció increíble y muy cercana a la realidad nacional. El montaje es un intento por hacer que la gente se reconozca como parte de esa realidad homofóbica, retrógrada. Es, una forma de exigir tolerancia y respeto ¿Qué podemos decir sobre la sexualidad? ¿Hasta dónde llegan nuestros tabúes al respecto como sociedad? Por otra parte, traer Amén a Caracas, también constituye el acto de colocar frente al espectador los abusos de la Iglesia, las torturas a los homosexuales y la persecución de que son objeto por parte de la institución religiosa.
-¿Qué de nuevo nos dice Amén?
-Nada. Solo nos recuerda lo que ya sabemos pero preferimos obviar. Es un teatro casi documental sobre situaciones extremas de intolerancia y cómo la iglesia voltea la cara ante los abusos. Amén es un recordatorio acerca de los vejámenes que se cometen desde principios de la historia. Cómo el género humano se auto-destruye. Eso en relación a su tema eje: la intolerancia. En cuanto a la forma en como está escrita, si es algo nuevo. Carlos es fraccionario, su escritura es extremadamente novedosa y recuerda a dramaturgos contemporáneos como Roland Schimmelphenning (La noche árabe) ó Guillem Clua (Marburg, la piel en llamas), quienes asumen la escritura con un riesgo necesario para el tiempo en el que vivimos.
-¿Cómo se proyecta el espectáculo?
-Con la estética que caracteriza a Teatro Forte. Actuaciones realistas que rompen con un arte kitsh. La presencia de elementos multimedia y una fuerza carga visual. El diseño de vestuario vuelve a ser asumido por Fedora Freites. Contamos por primera vez con la asesoría estética de la artista plástica Gala Garrido, la música de Jimmy Flamante y un elenco de primera línea de actores, quienes ahora me acompañan.
-¿Ha pensado en organizar algún foro o una discusión parateatral?
Esta es una obra que trata temas tabú dentro de nuestra sociedad y que deben hablarse públicamente y a la luz del día. Aunque nuestros planes son hacer estas primeras nueve presentaciones, estamos abiertos a generar un espacio donde se puedan intercambiar ideas y discutir, siempre en un clima de paz, lo que la obra plantea.
Víctimas y victimarios
La violación de los derechos fundamentales de todo individuo independientemente de su orientación sexual, el irrespeto de los deseos de los ciudadanos que conforman a las sociedades contemporáneas, el atropello de sus libertades y, por supuesto, el deterioro de los viejos dogmas morales, son los temas que Teatro Forte plantea con Amén.Ahí se hace una revisión de los agravios más sonados en contra de los homosexuales en los últimos tiempos: cómo en 1936, en Fuente Grande, al pie de un olivo, es asesinado el poeta Federico García Lorca; de qué manera en 1954, 5 mil personas son encarceladas en España por mostrar una orientación sexual diferente; por qué en 2005, Estados Unidos trata de acallar el escándalo de abuso sexual a menores de edad por parte de clérigos de la Iglesia; son algunas de las escenas que trae esta producción. Víctimas y victimarios. La felicidad incluso a costa del otro; y en el medio, una historia que refleja la constante violación de los derechos humanos de los gays.
Vladimir Vera, acompañado por sus actores Elvis Chaveinte, Fedora Freites, Paúl Gamez y Yuruby Soto, afirmaron lo que aquí publicamos.
-¿Hay homofobia en Venezuela?
-Nuestro país tiene doble moral ¿Qué si hay homofobia? Sí, la hay. Algunas veces proviene incluso de los mismos homosexuales, aquellos que evitan asumir su sexualidad, quienes extirpan su identidad en pro del qué dirán. Por eso creo que la comunidad gay debe levantarse y hacer escuchar su voz. Por desgracia, el apoyo político a la diversidad sexual, tanto de la derecha como de la izquierda, siempre ha sido tímido y pacato.
-¿Cuáles serían los orígenes de eso? ¿Hay demasiada presencia de las religiones?
-Nuestros cánones de conducta están basados en la apariencia, en tratar de manera desesperada y enfermiza de ser aceptados por el otro. No debatimos los hechos, sino que dejamos que sea otro el que piense por nosotros. La Iglesia cristiana plantea que las llamadas conductas “desviadas” son pecaminosas, plantea también una serie de consecuencias infernales para aquellos que utilicen métodos anticonceptivos, por ejemplo. Así, terminamos por dejarnos arrastrar por opiniones que no son propias, y esto puede suceder por miedo, vergüenza o sencillamente por ignorancia.
-¿Qué se puede hacer?
-Creo que este es el momento perfecto para cuestionar. Cuestionar todo. No solo las opiniones morales, sino las artísticas también. Las políticas. Las educativas. Es hora de dar una vuelta de tuerca. Para ello hacen falta estudios, investigaciones. Es el momento de ir al teatro y cuestionar lo que vemos. Es hora de escuchar los noticieros y cuestionarlos. Escuchar a la familia y cuestionarla. Escuchar la opinión de la masa y cuestionarla. Lo más importante es no dar la espalda a la realidad. Existe una diversidad sexual en Venezuela y ese es un hecho. Se trata de un sector que detenta derechos y omitirlos nos convertiría en cómplices de una intolerancia enfermiza que hay que erradicar.
-¿Sirven el teatro y el cine para algo?
-El teatro en Venezuela funge como mecanismo de evasión. Le estamos dando un espaldarazo al arte y a la necesaria denuncia. Estancados en las formas teatrales de los 70, no hemos tenido casi ningún avance desde la muerte de Carlos Giménez, en 1993.No hay riesgo. Sí hay, en cambio, pacatería escénica y exceso de moral. Soy de los que cree que el arte debe ser libre, carecer de fronteras morales, éticas o estéticas. Cuando el teatro asuma su verdadera piel y el cine deje de ser un acto de masturbación por parte de los creadores, reaparecerán los espacios de comunicación, reflexión y cuestionamiento tan necesarios en nuestro país.
-¿Por qué o para qué Amén?
-En Barcelona tuve el placer de conocer a Carlos Be, escritor de la pieza, en el marco de un encuentro de creadores teatrales venezolanos y españoles. Empecé a interesarme mucho en su obra, por lo que produje y dirigí varias lecturas dramatizadas de sus textos que no se conocían hasta entonces en Venezuela. Cuando me hizo llegar su obra Amén (inédita en las tablas), me pareció increíble y muy cercana a la realidad nacional. El montaje es un intento por hacer que la gente se reconozca como parte de esa realidad homofóbica, retrógrada. Es, una forma de exigir tolerancia y respeto ¿Qué podemos decir sobre la sexualidad? ¿Hasta dónde llegan nuestros tabúes al respecto como sociedad? Por otra parte, traer Amén a Caracas, también constituye el acto de colocar frente al espectador los abusos de la Iglesia, las torturas a los homosexuales y la persecución de que son objeto por parte de la institución religiosa.
-¿Qué de nuevo nos dice Amén?
-Nada. Solo nos recuerda lo que ya sabemos pero preferimos obviar. Es un teatro casi documental sobre situaciones extremas de intolerancia y cómo la iglesia voltea la cara ante los abusos. Amén es un recordatorio acerca de los vejámenes que se cometen desde principios de la historia. Cómo el género humano se auto-destruye. Eso en relación a su tema eje: la intolerancia. En cuanto a la forma en como está escrita, si es algo nuevo. Carlos es fraccionario, su escritura es extremadamente novedosa y recuerda a dramaturgos contemporáneos como Roland Schimmelphenning (La noche árabe) ó Guillem Clua (Marburg, la piel en llamas), quienes asumen la escritura con un riesgo necesario para el tiempo en el que vivimos.
-¿Cómo se proyecta el espectáculo?
-Con la estética que caracteriza a Teatro Forte. Actuaciones realistas que rompen con un arte kitsh. La presencia de elementos multimedia y una fuerza carga visual. El diseño de vestuario vuelve a ser asumido por Fedora Freites. Contamos por primera vez con la asesoría estética de la artista plástica Gala Garrido, la música de Jimmy Flamante y un elenco de primera línea de actores, quienes ahora me acompañan.
-¿Ha pensado en organizar algún foro o una discusión parateatral?
Esta es una obra que trata temas tabú dentro de nuestra sociedad y que deben hablarse públicamente y a la luz del día. Aunque nuestros planes son hacer estas primeras nueve presentaciones, estamos abiertos a generar un espacio donde se puedan intercambiar ideas y discutir, siempre en un clima de paz, lo que la obra plantea.
Víctimas y victimarios
La violación de los derechos fundamentales de todo individuo independientemente de su orientación sexual, el irrespeto de los deseos de los ciudadanos que conforman a las sociedades contemporáneas, el atropello de sus libertades y, por supuesto, el deterioro de los viejos dogmas morales, son los temas que Teatro Forte plantea con Amén.Ahí se hace una revisión de los agravios más sonados en contra de los homosexuales en los últimos tiempos: cómo en 1936, en Fuente Grande, al pie de un olivo, es asesinado el poeta Federico García Lorca; de qué manera en 1954, 5 mil personas son encarceladas en España por mostrar una orientación sexual diferente; por qué en 2005, Estados Unidos trata de acallar el escándalo de abuso sexual a menores de edad por parte de clérigos de la Iglesia; son algunas de las escenas que trae esta producción. Víctimas y victimarios. La felicidad incluso a costa del otro; y en el medio, una historia que refleja la constante violación de los derechos humanos de los gays.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario