Carlos Be no estará en Caracas para el estreno mundial de su pieza Amén. Él reconoce, “sin rodeos”, que este trabajo de Vladimir Vera al frente de Teatro Forte, el cual se mostrará desde el 16 de septiembre en el Celarg, “me brinda la oportunidad irrepetible de apostatar públicamente de la religión católica, desde el único lugar que, tras todos estos años, merece todo mi respeto y mi fe: el escenario de un teatro”.
Con esta declaración, Carlos Be (Villanueva y Geltrú, 4 de noviembre de 1974, provincia de Barcelona, España) no pretende añadir nada a la obra Amén, aunque reconoce que “al mentar a la Iglesia Católica Apostólica Romana me resulta imposible evitar un desagradable regusto a hiel en la garganta. Tampoco me entretendré en justificar mi decisión, de la misma manera que nadie se entretuvo en consultarme el trámite de afiliación a este partido político. Por aquel entonces, mi asentimiento se dio por sobreentendido. Ahora, desestimando semejante arbitrio y acogiéndome a la voluntad que en su momento me fue abolida, apostato. Con esta negación quiero anular, evidenciar y delatar tal imposición”.
-¿Por qué el teatro?
-El teatro, como arte, permite avanzarnos a la realidad, tocar con las yemas de los dedos el mundo que queremos para los nuestros. Si la vida fuera tal como deseáramos, no existiría el arte. Como artista, quiero contribuir a alcanzar esta coyuntura, a pesar de ser consciente de lo implícito y paradójico de tal entelequia: el fin del arte.
-¿Cómo llega?
-Dejé los estudios universitarios de Medicina y Cirugía en el último curso de carrera para dedicarme a mi vocación real: escribir. Durante unos años escribí de todo, y aún sigo haciéndolo, aunque en menor medida. Fue la obra Noel Road 25: a genius like us, la cual, tras recibir el Premio de Teatro Caja España en el año 2001, me inclinaría hacia el teatro. El siguiente hito que consolida esta trayectoria llega con Origami, al obtener el Premio de Teatro Born en 2006 y me lleva hasta Praga, donde participo en su estreno mundial no sólo como autor, sino también como director de un maravilloso elenco de checos.
-¿Cómo enfrenta la creación?
-Con mucha motivación. No puedo escribir algo en lo que no crea.
-¿Claves para su dramaturgia?
-Motivación y verdad. El resto lo concede el tiempo a través de la disciplina y la perseverancia. Y también hay que contar con el riesgo. Oscar Wilde escribe: “Puedo resistirme a todo excepto a la tentación”. En mi caso, literalmente hablando, sería al riesgo a lo que no puedo resistirme. Y, por supuesto, no dejar de leer nunca.
-¿Cómo selecciona temáticas y estructuras?
-Siempre me coloco en los frentes de la opresión, aunque últimamente cuento con poco tiempo para seleccionar temáticas personales pues, afortunadamente, me llegan muchas ofertas para trabajar con mi estilo algunas temáticas ajenas muy interesantes y en las que me apetece mucho sumergirme de lleno.
-¿La dirección le gusta o le atrae?
-Con la Zombie Company he dirigido varias de mis obras y también como director invitado. Éste es el caso, por ejemplo, de Origami en el Teatro Ungelt. Recuerdo especialmente esta experiencia. En Praga recuperé el placer y una esperanza por el teatro que había perdido. Espero tener la oportunidad, a través de los textos y la dirección, de exportar algo de todo lo que allí aprendí.
-¿Satisfecho hasta ahora?
-Mucho. Tanto el teatro como la escritura, cuando se viven como vocación, contribuyen enormemente a la felicidad, la cual se ratifica al lograrse la comunión con el público. No hay palabras para describir lo que sucede en ese encuentro.
-¿Por qué escribe Amén?
-La hipocresía sin límite de la Iglesia Católica Apostólica Romana, el partido político que, a lo largo de la historia, ha acumulado más muertes a sus espaldas. Y el contador no cesa hasta que nosotros no lo paremos. Cierto que Amén se centra en los derechos del colectivo homosexual, pero también en la represión y la manipulación que sufrimos todos por parte de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Si tuviéramos que devolverles todo el daño que han provocado, enloqueceríamos ante semejante visión de pesadilla. Dejen de comerciar con la capacidad de la gente para soñar. Basta ya de convertir la felicidad de la gente en dolor. La amputación para modelar a voluntad de otros no crea más que monstruos. Esa ha sido la aportación de este partido político a la humanidad: la mutilación. Basta ya.
-¿Tiene más piezas sobre esa temática?
-En Estamos abiertos a todas las familias, una pieza breve que se estrenará en octubre en un festival italiano, arremeto contra la política de Silvio Berlusconi y sus antecesores. Noel Road 25; a genius like us también aborda esta temática, aunque con un cariz distinto, desde una irreverencia absoluta.
-¿Qué hace ahora?
-Actualmente estoy escribiendo Všechno nejlepší, Phoebe Zeit-geist!, que en español se traduciría como ¡Feliz cumpleaños, Phoebe Zeit-geist! , pieza para el Instituto del Teatro de Praga que se estrenará directamente en checo a finales de esta temporada con un elenco de 12 actores. También está rodándose una serie para televisión basada en mi obra Llueven vacas, con Maribel Verdú, Víctor Clavijo, Laia Marull, Secun de la Rosa, Gloria Muñoz, Pedro Miguel Martínez y Carmen Mayordomo, entre otros actores, y dirección de Fran Arráez. En octubre, una compañía madrileña estrenará Muere, Numancia, muere, texto que podría equiparar a los actuales indignados con los numantinos de antaño; y porque la Zombie Company no sabe estarse quieta, muy pronto subiremos otro estreno a la cartelera de Madrid.
-¿Dónde quedan el cine y la televisión?
-Soy bastante heterogéneo en mis gustos. En general, no frecuento la televisión. En cine, por el contrario, admiro el arte de directores tales como Peter Greenaway, Rainer Werner Fassbinder, Michael Haneke, Alfred Hitchcock, David Lynch, Steve McQueen, Julio Medem, Agustí Villaronga, Billy Wilder y, en un capítulo aparte muy especial, Sergéi Paradzhánov.
-¿Qué conoce del teatro venezolano?
-Por desgracia muy poco y siempre a través de las compañías cuyos miembros residen o han vivido en España, como ha ocurrido con Teatro Forte o Abrapalabra Teatro.
Deterioro de viejos dogmas
La violación de los derechos fundamentales de todo individuo independientemente de su orientación sexual, el irrespeto de los deseos de los ciudadanos que conforman a las sociedades contemporáneas, el atropello de sus libertades y, por supuesto, el deterioro de viejos dogmas morales, son los temas que Teatro Forte trae a la palestra con su producción Amén, donde además revisa los agravios más sonados en contra de los homosexuales en los últimos tiempos. Para este estreno cuenta con los actores Elvis Chaveinte, Fedora Freites, Paúl Gámez y Yuruby Soto. Se exhibe en la Sala Experimental de la Celarg, a partir del 16 de septiembre, viernes y sábados: 8 PM, y domingos: 6 PM.
Con esta declaración, Carlos Be (Villanueva y Geltrú, 4 de noviembre de 1974, provincia de Barcelona, España) no pretende añadir nada a la obra Amén, aunque reconoce que “al mentar a la Iglesia Católica Apostólica Romana me resulta imposible evitar un desagradable regusto a hiel en la garganta. Tampoco me entretendré en justificar mi decisión, de la misma manera que nadie se entretuvo en consultarme el trámite de afiliación a este partido político. Por aquel entonces, mi asentimiento se dio por sobreentendido. Ahora, desestimando semejante arbitrio y acogiéndome a la voluntad que en su momento me fue abolida, apostato. Con esta negación quiero anular, evidenciar y delatar tal imposición”.
-¿Por qué el teatro?
-El teatro, como arte, permite avanzarnos a la realidad, tocar con las yemas de los dedos el mundo que queremos para los nuestros. Si la vida fuera tal como deseáramos, no existiría el arte. Como artista, quiero contribuir a alcanzar esta coyuntura, a pesar de ser consciente de lo implícito y paradójico de tal entelequia: el fin del arte.
-¿Cómo llega?
-Dejé los estudios universitarios de Medicina y Cirugía en el último curso de carrera para dedicarme a mi vocación real: escribir. Durante unos años escribí de todo, y aún sigo haciéndolo, aunque en menor medida. Fue la obra Noel Road 25: a genius like us, la cual, tras recibir el Premio de Teatro Caja España en el año 2001, me inclinaría hacia el teatro. El siguiente hito que consolida esta trayectoria llega con Origami, al obtener el Premio de Teatro Born en 2006 y me lleva hasta Praga, donde participo en su estreno mundial no sólo como autor, sino también como director de un maravilloso elenco de checos.
-¿Cómo enfrenta la creación?
-Con mucha motivación. No puedo escribir algo en lo que no crea.
-¿Claves para su dramaturgia?
-Motivación y verdad. El resto lo concede el tiempo a través de la disciplina y la perseverancia. Y también hay que contar con el riesgo. Oscar Wilde escribe: “Puedo resistirme a todo excepto a la tentación”. En mi caso, literalmente hablando, sería al riesgo a lo que no puedo resistirme. Y, por supuesto, no dejar de leer nunca.
-¿Cómo selecciona temáticas y estructuras?
-Siempre me coloco en los frentes de la opresión, aunque últimamente cuento con poco tiempo para seleccionar temáticas personales pues, afortunadamente, me llegan muchas ofertas para trabajar con mi estilo algunas temáticas ajenas muy interesantes y en las que me apetece mucho sumergirme de lleno.
-¿La dirección le gusta o le atrae?
-Con la Zombie Company he dirigido varias de mis obras y también como director invitado. Éste es el caso, por ejemplo, de Origami en el Teatro Ungelt. Recuerdo especialmente esta experiencia. En Praga recuperé el placer y una esperanza por el teatro que había perdido. Espero tener la oportunidad, a través de los textos y la dirección, de exportar algo de todo lo que allí aprendí.
-¿Satisfecho hasta ahora?
-Mucho. Tanto el teatro como la escritura, cuando se viven como vocación, contribuyen enormemente a la felicidad, la cual se ratifica al lograrse la comunión con el público. No hay palabras para describir lo que sucede en ese encuentro.
-¿Por qué escribe Amén?
-La hipocresía sin límite de la Iglesia Católica Apostólica Romana, el partido político que, a lo largo de la historia, ha acumulado más muertes a sus espaldas. Y el contador no cesa hasta que nosotros no lo paremos. Cierto que Amén se centra en los derechos del colectivo homosexual, pero también en la represión y la manipulación que sufrimos todos por parte de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Si tuviéramos que devolverles todo el daño que han provocado, enloqueceríamos ante semejante visión de pesadilla. Dejen de comerciar con la capacidad de la gente para soñar. Basta ya de convertir la felicidad de la gente en dolor. La amputación para modelar a voluntad de otros no crea más que monstruos. Esa ha sido la aportación de este partido político a la humanidad: la mutilación. Basta ya.
-¿Tiene más piezas sobre esa temática?
-En Estamos abiertos a todas las familias, una pieza breve que se estrenará en octubre en un festival italiano, arremeto contra la política de Silvio Berlusconi y sus antecesores. Noel Road 25; a genius like us también aborda esta temática, aunque con un cariz distinto, desde una irreverencia absoluta.
-¿Qué hace ahora?
-Actualmente estoy escribiendo Všechno nejlepší, Phoebe Zeit-geist!, que en español se traduciría como ¡Feliz cumpleaños, Phoebe Zeit-geist! , pieza para el Instituto del Teatro de Praga que se estrenará directamente en checo a finales de esta temporada con un elenco de 12 actores. También está rodándose una serie para televisión basada en mi obra Llueven vacas, con Maribel Verdú, Víctor Clavijo, Laia Marull, Secun de la Rosa, Gloria Muñoz, Pedro Miguel Martínez y Carmen Mayordomo, entre otros actores, y dirección de Fran Arráez. En octubre, una compañía madrileña estrenará Muere, Numancia, muere, texto que podría equiparar a los actuales indignados con los numantinos de antaño; y porque la Zombie Company no sabe estarse quieta, muy pronto subiremos otro estreno a la cartelera de Madrid.
-¿Dónde quedan el cine y la televisión?
-Soy bastante heterogéneo en mis gustos. En general, no frecuento la televisión. En cine, por el contrario, admiro el arte de directores tales como Peter Greenaway, Rainer Werner Fassbinder, Michael Haneke, Alfred Hitchcock, David Lynch, Steve McQueen, Julio Medem, Agustí Villaronga, Billy Wilder y, en un capítulo aparte muy especial, Sergéi Paradzhánov.
-¿Qué conoce del teatro venezolano?
-Por desgracia muy poco y siempre a través de las compañías cuyos miembros residen o han vivido en España, como ha ocurrido con Teatro Forte o Abrapalabra Teatro.
Deterioro de viejos dogmas
La violación de los derechos fundamentales de todo individuo independientemente de su orientación sexual, el irrespeto de los deseos de los ciudadanos que conforman a las sociedades contemporáneas, el atropello de sus libertades y, por supuesto, el deterioro de viejos dogmas morales, son los temas que Teatro Forte trae a la palestra con su producción Amén, donde además revisa los agravios más sonados en contra de los homosexuales en los últimos tiempos. Para este estreno cuenta con los actores Elvis Chaveinte, Fedora Freites, Paúl Gámez y Yuruby Soto. Se exhibe en la Sala Experimental de la Celarg, a partir del 16 de septiembre, viernes y sábados: 8 PM, y domingos: 6 PM.
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