Unearte no es la suma de
institutos universitarios que antes instruían en teatro, música, artes plásticas y danza, los extintos Iudet, Iudanza, Iumusica y el Iuesapar. Es una institución de educación superior
con enfoque y diseño curricular
novedosos, la cual busca desarrollarse en conjunto, tras haber sido
intensamente procesada con docentes y estudiantes que se interesaron, desde
agosto de 2009, cuando emergió como Universidad Nacional Experimental de las
Artes, la primera en su género en
Venezuela, en los espacios que ocupó el Ateneo de Caracas desde 1983.
Unearte –bajo la crucial
rectoría de Emma Elinor Cesín- ha graduado varias promociones de ex alumnos del
Iudet, a quienes hemos ponderado sus montajes de egreso, como ocurrió
recientemente con Hijos del viento, exótico espectáculo del director
Miguel Issa, el cual combina, creativamente,
fragmentos de teatro de texto,
rituales de teatro físico, dancísticos, bailes y mucha destrezas circenses, con impresionantes atmósferas nostálgicas, apuntalada en una estrujante
selección musical.
Desopilante evento
escénico que además permitió, desde la sala Anna Julia Rojas, degustar las
performances de cada uno de los 16 nuevos actores y actrices, especialmente
de Kevin Jorges, Albert Pérez, Simón
Márquez y Dallas Aguiar por sus múltiples facetas, apuntalados estos por los
solventes trabajos de Nayerling Anzola, Carmen Ascanio, Lidsay Castro, Oriana Dávila, Julio César Marcano, Edgar Mata,
María Fernanda Meléndez, Xhiriat
Quiroz, Luz Marina Sierra, Idelson Sojo, Muriel Tremont y Alexandra Vásquez, sus colegas. Es,
pues, otra promoción de Licenciados en Teatro que deberá trabajar para estar
siempre en escena, plató o estudio con sus roles de turno.
Hijos del viento es, en buen sentido del término, un delicioso batiburrillo con una
columna literaria nostálgica y reflexiva sobre el mítico río de la vida,
integrada por 15 poemas y fragmentos de
textos de autores europeos y venezolanos, los cuales plasman mundos
paralelos, fiestas foráneas, ferias y un
circo total poblado por inmigrantes de lejanas tierras, seres errantes en
perennes despidos o incesantes desprendimientos o en un ir y venir que culmina
con unos albos teloncillos que los
cubren para siempre.
Son
un puñado de cómicos que crecieron y murieron, ofreciendo lo que recibieron y reviviendo siempre con la
energía del espectador, como dice el director
Issa, sólido artista del teatro, a quien conocimos con Árbol que nace
torcido memorable montaje con la
agrupación Escena Caracas.
Este
montaje de egreso del 2012 es, sin duda
alguna, una propuesta teatral fascinante que aborda la palabra poética y la integra a 16 intérpretes
expresivos quienes se fusiona con un trabajo plástico y sonoro totalmente
conmovedor como pocos hemos visto en la sala Anna Julia Rojas.
La mejor definición de Hijos del viento la
hace la rectora Cesín al recordar la poesía árabe sobre “los hijos del viento
que lanzas a la vida con la certeza de que sabrán como abrirse camino, también
con algo de miedo por lo que puedan encontrar”.
Y,
como todo espectáculo teatral que se respeta, Hijos del viento se logra
también por la indispensable participación de 13 productor@s, 8 diseñador@s y 7
estudiantes de artes plásticas y artes audiovisuales. Son técnic@s fundamentales para el acabado final del montaje.
Todos son trabajadores artísticos con
una precisión y un lujo profesionales, quienes, junto con los actores y
actrices, tendrán toda una vida para demostrar
sus talentos para el teatro venezolano, además.
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